Por Angel Sanz Arribas, cmf
Señor,
hoy me siento atrapado
por la angustia de la depresión,
este demonio que parece
haberse adueñado de nuestro mundo.
Me siento abatido no sabría decir por qué.
Miro dentro de mí
y percibo un sabor amargo
de tristeza y desesperanza
que no sé controlar;
estoy a punto de tenerme lástima,
a punto de conducir mis sentimientos
por el camino de la destrucción.
Enséñame a asumir
las situaciones de muerte
que tú permites en mi vida,
para poder así liberarme de ellas;
enséñame a darte gracias
por poder compartir contigo
no sólo los sentimientos de gozo
sino también las experiencias de agonía.
Sé bien que todo pasa.
Tú ya has resucitado, Señor,
y yo confío en resucitar un día,
en solidaridad contigo
y con todos los humillados de la tierra.
Gracias, Señor,
Porque ahora me invitas a cantar.
Señor,
hoy me siento atrapado
por la angustia de la depresión,
este demonio que parece
haberse adueñado de nuestro mundo.
Me siento abatido no sabría decir por qué.
Miro dentro de mí
y percibo un sabor amargo
de tristeza y desesperanza
que no sé controlar;
estoy a punto de tenerme lástima,
a punto de conducir mis sentimientos
por el camino de la destrucción.
Enséñame a asumir
las situaciones de muerte
que tú permites en mi vida,
para poder así liberarme de ellas;
enséñame a darte gracias
por poder compartir contigo
no sólo los sentimientos de gozo
sino también las experiencias de agonía.
Sé bien que todo pasa.
Tú ya has resucitado, Señor,
y yo confío en resucitar un día,
en solidaridad contigo
y con todos los humillados de la tierra.
Gracias, Señor,
Porque ahora me invitas a cantar.
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