1.- Este evangelio no debe valernos para dar carta de naturaleza, para legalizar, esas tradicionales peleas o rencores con las suegras. O las frecuentes diferencias entre hijos y padres… o entre cuñadas. Como me decía una señora al preguntarle por los hijos: “Los hijos bien, lo malo es cuando entran los alemanes…” Es decir las nueras o los yernos.
Que este evangelio no sirve para cristianar situaciones, que con sentido común y cariño se pueden superar. “Cada uno en su casa y Dios en la de todos” es un lema familiar muy en su punto entre los hogares de los padres y los hogares de los hijos. Mucho cariño, pero a una cierta distancia.
2.- El Evangelio de hoy vienen a subrayar una vez más la urgencia del Reino de Dios, la dedicación que pide, la toma de postura cuando llegue el momento, que el fuego es siempre caliente y arde, nunca admite medias tintas. El evangelista lo está escribiendo para una comunidad que lo necesitaba, porque abrazar el cristianismo un miembro de una familia o pagana podía suponer, sin duda, la expulsión de ella o la persecución sangrienta.
Hoy mismo, ¿qué no supondría para un musulmán hacerse cristiano? Compañeros míos en Japón se vieron aislados del familia al recibir el bautismo. Pero no hay que tomar un avión para sentirse “bicho raro”. Si nos decidimos a ser simplemente honrados en no admitir “mordidas”, en pagar nuestros gastos personales no a cuenta del gobierno, en mostrarnos católicos en ambientes “agnósticos” (no empleemos la palabra hostil, por dicen que no estamos en tiempos de persecución religiosa verdadera…¿es así?)
Y que más ridículo que un hombre o una mujer que quieran ser fieles en su matrimonio, cuando los que triunfan son los trota-catres. ¿Y quién entiende a un chico o una chica que quieran vivir alegres y bullangueros, pero sin revolcarse en el fango?
3.- Mucha decisión y mucho fuego se necesita para enfrentarse con amigos, con compañeros de trabajo, con personas a las que se estima de verdad, pero que son un peligro para seguir a Cristo no por ser inmorales, sino amorales, que piensan que todo es permitido si no se hace daño a nadie.
En estos casos Jesús no ha venido a poner paz, sino división. ¡Que Él nos dé el valor, el fuego que a Él le llevó a la muerte en Cruz!
Que este evangelio no sirve para cristianar situaciones, que con sentido común y cariño se pueden superar. “Cada uno en su casa y Dios en la de todos” es un lema familiar muy en su punto entre los hogares de los padres y los hogares de los hijos. Mucho cariño, pero a una cierta distancia.
2.- El Evangelio de hoy vienen a subrayar una vez más la urgencia del Reino de Dios, la dedicación que pide, la toma de postura cuando llegue el momento, que el fuego es siempre caliente y arde, nunca admite medias tintas. El evangelista lo está escribiendo para una comunidad que lo necesitaba, porque abrazar el cristianismo un miembro de una familia o pagana podía suponer, sin duda, la expulsión de ella o la persecución sangrienta.
Hoy mismo, ¿qué no supondría para un musulmán hacerse cristiano? Compañeros míos en Japón se vieron aislados del familia al recibir el bautismo. Pero no hay que tomar un avión para sentirse “bicho raro”. Si nos decidimos a ser simplemente honrados en no admitir “mordidas”, en pagar nuestros gastos personales no a cuenta del gobierno, en mostrarnos católicos en ambientes “agnósticos” (no empleemos la palabra hostil, por dicen que no estamos en tiempos de persecución religiosa verdadera…¿es así?)
Y que más ridículo que un hombre o una mujer que quieran ser fieles en su matrimonio, cuando los que triunfan son los trota-catres. ¿Y quién entiende a un chico o una chica que quieran vivir alegres y bullangueros, pero sin revolcarse en el fango?
3.- Mucha decisión y mucho fuego se necesita para enfrentarse con amigos, con compañeros de trabajo, con personas a las que se estima de verdad, pero que son un peligro para seguir a Cristo no por ser inmorales, sino amorales, que piensan que todo es permitido si no se hace daño a nadie.
En estos casos Jesús no ha venido a poner paz, sino división. ¡Que Él nos dé el valor, el fuego que a Él le llevó a la muerte en Cruz!
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