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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Comentario Bíblico y Pautas para la Homilía: IV Domingo de Adviento (Mt 1,18-24) - Ciclo A


Publicado por Dominicos.org

Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"

La celebración del año litúrgico nos quiere hacer vivir la vida de Jesús a lo largo del año. El Adviento es ese tiempo que nos quiere preparar para vivir y celebrar mejor el gran acontecimiento: la entrada de Dios humana en nuestra historia. No se trata de un simple recuerdo es algo mucho más profundo. Se trata de que esa realidad de Dios humanado sea una luz que nos ilumine y nos despierte de nuestro letargo en este caminar de cada día Es triste ver la falta de esperanza que nos rodea. Crisis económica, crisis de valores, crisis de familias, de relaciones entre padres e hijos, entre esposos y parejas.

Yo pienso en tantas familias que les falta lo más necesario para vivir. Pienso en tantos niños que se preguntan porque no tienen ellos algo de lo que a otros les sobra. Como seguidores del Dios humanado tenemos que procurar que lo que está de nuestra parte sea una pequeña luz y que intente procurar llevar un rayo de esperanza a tantos hermanos nuestros que la tienen muy apagada.

El Papa Benedicto XVI acaba su encíclica sobre la esperanza afirmando que Jesuscristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero añade que para llegar hasta él necesitamos también luces próximas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo. María es una de estas luces. Ella es una estrella de esperanza. Ella que con su aceptación abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo, porque en ella el Hijo de Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros y, como dice el Evangelio de San Juan, “acampó entre nosotros”.


COMENTARIOS BÍBLICOS

Comentario fr. Gerardo Sánchez Mielgo O.P.

Primera lectura: (Isaías 7,10-14)

Marco: Is 7,1-9,6 es una serie de oráculos sobre la figura del Enmanuel. Is 7,10-25 trata dos temas relacionados entre sí: profecía sobre el Enmanuel (10-17) y descripción de la invasión del reino de Judá (18-25). Como rey rehúsa pedir la señal, el mismo Dios ofrece la "señal", es decir, el nacimiento del Enmanuel de una àlma (joven-virgen).

Reflexiones

1ª) ¡Oferta generosa de Dios!

En aquellos días, dijo el Señor a Acaz: Pide una señal al Señor tu Dios en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo. El profeta está seguro de que Dios quiere cumplir su proyecto. El misterioso mundo subterráneo (sheol), y el espacio entre el firmamento y el cielo superior escapan al dominio del hombre; por tanto, un "signo o señal" en ellos sólo puede ser obra de Dios. Para infundir confianza, el profeta recuerda con insistencia a Acaz la protección de Dios. Cuando se habla de una señal ofrecida por Dios se trata o de un milagro directo: Esta es la señal que el Señor te da como prueba de que cumplirá su palabra (38,7). En el relato de la vocación de Moisés: Si no te creen ni se convencen por el primer prodigio, creerán por el segundo (Ex 4,8). Y en el relato de la vocación de Gedeón: Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien me habla (Jc 6,17). O de un hecho singular cuya predicción es posible sólo para Dios: Y para que sepáis, oráculo del Señor, que mis amenazas de castigaros en este lugar van a cumplirse inexorablemente, esta será la señal, oráculo del Señor (Jr 44,29s). Las palabras de Isaías proponen una señal milagrosa inmediata que sirva como indicio y confirmación de la profecía acerca del éxito de la guerra siro-efraimita. Se podrían eliminar algunas dificultades dando al hebreo 'ôt el sentido de "milagro", y no de "señal".

2ª) ¡Una actitud religiosa afectada y falsa!

Respondió Acaz: No la pido, no quiero tentar al Señor. El rechazo de Acaz, que recuerda la prohibición de tentar sin motivo la omnipotencia divina: No tentéis al Señor vuestro Dios, como hicisteis en Masá (Dt 6,16), fue quizá motivado por el hecho de que ya había tomado la decisión de recurrir a la ayuda de Asiria, rechazando la actitud de total abandono en Dios, como quería el profeta. La elección de la "señal" era dejada en manos de Acaz; pero al rechazarla, es Dios quien toma la decisión, y dará "su" señal. Dios rechaza toda doblez de corazón. Bien es cierto que esta misma tentación la sufrimos nosotros hoy en medio de nuestro mundo que exige pruebas palpables, controlables y contrastadas. Nos ha tocado un momento histórico ambivalente: cargado de muchas posibilidades y a la vez envuelto en graves contradicciones. El creyente debe iluminar su entorno desde una fe adulta y madura.

3ª) La actitud más molesta para Dios: la falta de confianza en Él.

Entonces dijo Dios: Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, sino que cansáis incluso a Dios? Pues el Señor por su cuenta os dará una señal. Mirad; la virgen está encinta... La respuesta de Isaías en nombre del Señor no se dirige solamente al individuo presente, sino también a toda la dinastía davídica. El rechazo manifiesto de una "señal" que ofrece Dios es un acto irreverente de irreligiosidad. Esto podría impedir la intervención de Dios para evitar el desastre. En consecuencia la "señal" es elegida por Dios mismo. Enmanuel es un apelativo teofórico, como otros nombres que encontramos en el Antiguo Testamento. Hay que tener en cuenta otros lugares en los que se habla también de este niño prodigioso: Aunque hagáis planes, fracasarán; aunque deis órdenes, no se cumplirán. Porque Dios está con nosotros (8,10). Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros descansa el poder, y es su nombre: “Consejero prudente, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de la paz” (9,1-6). A pesar de las resistencias y oposiciones, Dios sigue llevando adelante su proyecto salvador en nuestro mundo. El creyente, movido por la esperanza, afirma con su vida y su palabra que Dios, en su providencia solícita, nunca se equivoca en el modo de actuar con los hombres porque busca siempre su bien. Su plan es, con frecuencia, misterioso pero eficaz para el hombre de ayer y de hoy.

Segunda lectura: (Rm 1,1-7)

Marco: Forma parte de la introducción a la Carta (1,1-17). La parte central la constituyen estas palabras: "Este Evangelio, prometido ya por los profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según lo humano, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo nuestro Señor".

Reflexiones

1ª) ¡El centro del Evangelio: Jesús Mesías e Hijo de Dios!

El Evangelio, prometido ya por los profetas en las Escrituras Santas, se refiere a su Hijo, nacido, según lo humano, de la estirpe de David; constituido según el Espíritu Santo, Hijo de Dios en pleno poder por la resurrección de su muerte: Jesucristo nuestro Señor. Se trata de una reflexión sintética del acontecimiento de la Encarnación. En la reflexión y experiencia del acontecimiento de Cristo en la Iglesia se han recorrido algunos pasos importantes por este orden: Resurrección, Bautismo, Encarnación. Mientras Jn habla de la preexistencia del Verbo, Mt y Lc hablan de Encarna-ción por obra del Espíritu Creador. Pablo afirma las grandes verdades de la Encarnación: Jesús descendiente de David e Hijo de Dios con pleno poder por su Resurrección. Desde una fe adulta y madura, es necesario revisar profundamente el talante y el modo de celebrar (sacramental y experi-mentalmente) el acontecimiento de la Encarnación. Es necesario ahondar y penetrar en el sentido auténtico de los relatos dramatizadores de los acontecimientos de los orígenes. Es necesario volver a descubrir y escuchar el Evangelio auténtico en unos relatos populares entrañables.

2ª) ¡La Encarnación contemplada desde la Pascua!

Hemos de acostumbrarnos a una verdad que aparece a lo largo del Nuevo Testamento y que la Iglesia hace suya hoy, después de no pocos estudios y reflexiones: que todo el evangelio ha de ser leído e interpretado desde la Pascua y el don del Espíritu. Que todos los gestos y palabras de Jesús reciben de la luz pascual una iluminación, comprensión y profundización nueva. Lo había anunciado el Maestro: cuando venga el Paráclito os conducirá a la verdad plena (Jn 16,12ss) y os lo enseñará todo (Jn 14,26s). Estas expresiones invitan a contemplar el acontecimiento de la Encarnación desde la experiencia y fe pascuales que nos ayudará a entender de forma nueva el propio relato de la infancia, el propio acontecimiento de la Encarnación. De tal manera que esta forma de ver las cosas nos prohíbe leer los relatos de la infancia de otra forma que no sea pascual. Son tan Evangelio como los relatos de la Pasión y Resurrección. Por eso es urgente y necesario vivir y experimentar los acontecimiento de la Infancia desde la Pascua. de hecho, es en el marco pascual donde hoy celebra la Iglesia los sucesos de los orígenes. Esto nos ayudaría a vivir adecuadamente la Navidad auténtica en todas sus dimensiones cristológicas y de encarnación en el mundo que nos ha tocado vivir.

3ª) ¡Pablo elegido gratuitamente para anunciar esta maravilla de Dios!

Por él hemos recibido este don y esta misión: anunciar que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús. En los escritos paulinos aparece una y otra vez que ha sido elegido para anunciar el Evangelio gratuitamente. Más aún, Dios que eligió desde el seno de su madre para anunciar a Jesucristo, tuvo misericordia de él porque fue un perseguidor de la Iglesia. Esta doble experiencia ha marcado toda la misión de Pablo. Ha descubierto a través de ella la enorme paciencia que Dios tuvo con él y la fuerza renovadora del Evangelio de Jesús. Es necesario recuperar la experiencia de la gratuidad con profundidad y equilibrio. Lo es particularmente urgente en nuestro mundo en el que parece que todo está sujeto a pagarés, facturas, recibos, letras de cambio. Dios es gratuito ciertamente. Aunque no barato, es decir, la gratuidad exige la entrega total a su proyecto en favor de nuestros hermanos los hombres.

Evangelio: (Mateo 1,18-24)

Marco: La concepción virginal es para el autor un pre-supuesto aceptado por sus lectores. Lo importante es la inserción del Niño en la línea genealógica davídica. La fe en la concepción virginal y la paternidad de José respecto de Jesús (reducida a simplemente legal), requiere una intervención extraordinaria de Dios que preternaturalmente le ordene dar su apellido y su ascendencia (imponer el nombre) al hijo de María.

Reflexiones

1ª) ¡Desconcertante modo de actuar Dios con los hombres!

La concepción de Jesucristo fue así: la madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo. ¿Casados o simplemente desposados? La situación jurídica de María y José que supone Mt 1,18 parece clara a la luz de las costumbres matrimoniales judías. La celebración del matrimonio hebreo comprendía dos actos, separados por un espacio de tiempo más o menos largo, según la condición de la esposa (un año, si eran sus primeras nupcias; un mes, si era viuda de anterior matrimonio. El primer acto, llamado "san-tificación" o "adquisición", correspondía a los desposorios, si bien eran ya un contrato formal más que simple promesa de matrimonio. Los desposados eran ya prácticamente marido y mujer, aunque todavía no vivían juntos. La cohabitación tenía lugar tras el segundo acto "la conducción de la esposa a casa de su marido". Todo hace suponer que lo que ocurre en Mt 1,18ss sucede cuando María y José han celebrado ya los qiddushîn (santificación), pero todavía no han tenido lugar los nisu'în (conducción). Sólo así aparece razonable el encargo o mandato del ángel, que invita a José a conducir a su casa a María y hacerse cargo, como padre legal, del Niño que va a nacer.

2ª) ¡El debate interno de San José, hombre justo!

José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Una desposada que se entregase a un hombre que no fuese su esposo, había de ser tratada de la misma manera que una mujer casada que hubiera cometido adulterio (Dt 22,23-28). El Evangelista no intenta suavizar la situación y los efectos de la consiguiente decisión resolutoria de José. Mateo intenta abiertamente dramatizar una y otra. Aun cuando San José es tenido por santo y bueno -y el evange-lista deja constancia de ello-, la situación era muy angustiosa y la solución tenía que ser forzosamente complicada. Este acontecimiento tiene especiales repercusiones en la vida del creyente. Ante los graves interrogantes e incomprensibles situaciones surgen en nuestro corazón preguntas angustiosas también. El creyente se encuentra en situaciones difíciles no pocas veces. ¿Cómo es posible que Dios actúe de esta manera en nuestras vidas? ante la presencia de cualquier mal grave sea a nivel personal, familiar o internacional nos interrogamos por la eficacia real del gobierno de Dios. No es fácil entrar silenciosamente en el misterio de Dios y su modo de proceder en la historia. Pero es verdad que todo lo hace bien, incomprensiblemente bien.

3ª) ¡Dios siempre interviene oportunamente!

José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella vienen del Espíritu Santo. dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús... Y todo sucedió para se cumpliese lo que había dicho el señor por el Profeta. Mirad: la virgen concebirá... Para Mateo la concepción por obra del Espíritu Santo es lo que hace a Jesús Hijo de Dios. En el NT junto con engendrar, se emplean otros verbos como hacer (Hch 2,36), elevar (Hch 5,31), designar (Rm 1,4) y dar un nombre (Flp 2,9) para describir cómo Dios otorgó a Jesús los títulos cristológicos después de la Resurrección (o exaltación). La teología cristiana ha armonizado y asumido en su enseñanza las dos ideas: concepción virginal (Mateo y Lucas) y la preexistencia de la Palabra (Juan). En Lucas el Espíritu Santo es el agente principal en la generación del Hijo de Dios, también María desempeña su papel en relación con esa filiación. Los dos momentos en el "cómo" de la filiación davídica eran acciones de José: "no tengas miedo en llevarte a María tu mujer"; "le pondrás por nombre Jesús". El mismo mandato angélico señala el papel de María en el "cómo" de la filiación divina: "dará a luz un hijo"; "la criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo". Mateo subraya la concepción virginal como cumplimiento del plan de Dios que se dio a conocer en la profecía (Is 7,14). El Espíritu Santo que actúa en la concepción del Mesías es el Espíritu Creador. El resultado es la nueva creación. Este relato de Mateo manifiesta al creyente que se interroga y que se debate, que es verdad que Dios actúa siempre bien y sale al encuentro de su criatura. En este mundo que nos toca vivir cotidianamente (familia, trabajo, múltiples relaciones humanas) es necesario que el creyente ilumine los momentos difíciles de los hombres con su vida y con su palabra. Este mensaje tiene plena actualidad hoy.

4ª) ¡La intervención de Dios secundada por la libre respuesta del hombre!

Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el ángel. La descendencia davídica se va a transmitir a través de una paternidad legal. Esa es abiertamente la voluntad de Dios. José no adopta como propio al hijo de otro, sino que reconoce como hijo suyo legítimo al hijo de su mujer, empleando la misma fórmula con que otros padres judíos reconocían sus hijos legítimos. La historia de la salvación enseña al creyente actual que la cooperación humana libre nunca es excluida. Es necesario que el hombre, como José en este fundamental acontecimiento, colabore. Dios no anula la decisión libre de su criatura, cuenta siempre con ella incluso arriesgándose a que se malogre su obra en los hombres.


Fray Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo de Torrent (Valencia)
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Este comentario está incluido en el libro: La Palabra fuente de vida. Ciclo A. Editorial San Esteban, Salamanca 2004.



Comentario de fr. Miguel de Burgos O.P.

En este cuarto Domingo de Adviento las lecturas nos hacen descubrir verdaderamente al Esperado de los pueblos, a Jesucristo. Son tres lecturas de densidad cristológica inigualable que nos hacen tocar con las manos y vivir con corazón sincero la densidad de lo que significa el que Dios "esté con nosotros" para siempre, es decir, que sea "Enmanuel".

Iª Lectura: Isaías (7,10-16): Dios está en nuestra historia

I.1. La primera lectura es probablemente el más famoso y conocido oráculo del profeta; el que más veces se he reinterpretado en la historia del pueblo judío, y de las comunidades cristianas. Es un oráculo que tiene un contexto histórico bien definido: cuando el rey Acaz buscaba apoyos para su monarquía en los poderosos de este mundo, en Asiria concretamente, un imperio terrible, ante las amenazas de los reyes de Damasco y Samaría por quitarle el trono. Entonces el profeta lo afronta con la gallardía que siempre tienen los profetas que saben leer en la vida las cosas de Dios. Precisamente lo que busca el rey será su condena; solamente cuando se es capaz de confiar en Dios, Jerusalén será liberada: "si no creéis, no subsistiréis".

I.2. Una muchacha muy joven ( almah ), ha concebido y dará a luz. Es el signo, el símbolo entrañable de lo que Dios promete por medio del hombre más lucido en la Jerusalén de aquellos días. Puede parecer irrisorio para el momento dramático y decisivo que se está viviendo. Está en juego el trono de Judá y, sin duda, el templo de Dios. si Dios mismo no tiene la respuesta; y desde el realismo socio-político eso no vale para nada. Pero Dios no es inmune a lo que está sucediendo. Pide paz y sosiego, confianza y experiencia divina. Porque Dios puede sacar de la nada lo que los hombres son incapaces. Ahí queda el símbolo y, si queremos, la leyenda o el mito de lo religioso. Pero cuando se rehace la historia de las personas, de las familias o de los pueblos. comprobamos que lo que no tenía sentido sí lo tiene. Estas palabras de Isaías se cumplirían por medio de la madre joven que habría de dar un descendiente a Ajaz, Ezequías. Los ejércitos de Israel y Damasco fueron derrotados por los asirios en el 732 a. C. La guerra sirio-efraimita fue un fracaso, incluso para Judá, que tuvo que pagar tributo a Asiria; pero la palabra profética se cumplió: un descendiente davídico seguiría ocupando el trono.

I.3. Es muy importante el contexto histórico de este oráculo de Isaías, pues de lo contrario perderíamos su perspectiva verdadera de palabra de luz de un profeta en medio de los miedos y desajustes que conmocionan al pueblo. El profeta es el único que tiene la luz necesaria para poner de manifiesto el disparate de Ajaz para echarse en manos de Asiria y de sus dioses implacables; tiene una mirada más alta para confiar en el Dios vivo y verdadero que libera de verdad. Es lógico que para un político esto fuera una ignominia: confiar en Dios cuando Jerusalén puede ser destruida. Su postura es muy crítica frente al rey de Judá, pero del alma le sale una promesa que es una oferta para un pueblo nuevo. Porque Dios no abandonará a su pueblo; y le dará un Mesías, el esperado, aunque éste no venga como se le esperaba. Con ello se pone en juicio toda la tradición anterior. Es verdad que esto no está directa e inmediatamente en el texto; serán los cristianos quien lo acomoden en sentido mesiánico a lo que dijo e hizo Jesús.

IIª Lectura: Romanos (1,1-7): El evangelio de Dios

II.1. La segunda lectura es el comienzo, exactamente, de la carta más impresionante de Pablo, lo que se conoce técnicamente como el preescrito. El Apóstol de los gentiles les anuncia la buena nueva de Jesucristo: nacido de David según la carne y establecido en su poder por el Espíritu de Dios. Las formulaciones de fe que Pablo recoge de la tradición anterior a él no obstan para poner de manifiesto la pasión verdadera por el evangelio de Dios; precisamente este hombre que antes fue perseguidor de los que confesaban a Jesús como el salvador. Ahora, en el cristianismo, Pablo entiende que en Jesucristo se han realizado las promesas de sus profetas, los que él había intentado conocer en profundidad en las escuelas rabínicas en las que se había formado en Damasco o en Jerusalén. Y se atreve a más: Dios le ha llamado precisamente para que este nombre sea conocido hasta los confines de la tierra. Él ha dejado su antigua pertenencia a la fe judía, precisamente para que los paganos oyeran hablar de un Dios que siempre está con los hombres, y que los paganos, los ateos, los apóstatas, los que son dioses de ellos mismos, puedan escuchar la bondad y la generosidad de este Dios verdadero. Por eso no se avergüenza del evangelio.

II.2. Llama la atención la expresión de "evangelio de Dios" que verdaderamente señala a Jesucristo, nacido de la línea de David y constituido Señor por la resurrección de entre los muertos. Precisamente el "evangelio de Dios" es lo que Pablo va a desarrollar en esta carta prodigiosa a los Romanos. Evangelio que, como buena noticia, no consiste solamente en proclamar que Jesús es el Señor, sino que es el Señor porque ha dado su vida para que nosotros seamos libres y vivamos de verdad. Es una gracia esto del evangelio para el apóstol de los gentiles. Efectivamente "una gracia" que le llega por el evangelio de Dios; una gracia no solamente para él, sino para todos los hombres. Y como es una gracia, no puede mantenerla egoístamente para sí, sino que debe proclamarla a todos.

Evangelio: Mateo (1,18-24): Dios está con nosotros, en Jesús

III.1. El evangelio del evangelista que mejor ha tratado las profecías del Antiguo Testamento, aunque, por razones propias de la mentalidad judeo-cristiana, aparezca la figura de José como introductora de cumplimiento. En el sueño, José -una forma bíblica de hablar de experiencias religiosas-, tiene encomendado dar un nombre al hijo que dará a luz su prometida María; le pondrá por nombre Jesús. En Is 7 el nombre era Enmanuel: ¿Acaso no es lo mismo? Semánticamente no, pero teológicamente sí. Su nombre simbólico será una realidad eterna: Enmanuel, Dios con nosotros. El nombre de Jesús significa: Dios salva. Es posible que este relato de Mateo no alcance las cimas del relato de la anunciación de Lucas (1,26-38), entre otras cosas porque se ha debido atener a su mentalidad más judía, acorde con su comunidad y sus búsquedas. No deja de ser, no obstante, un relato prodigioso como el de Lucas

III.2. Dicen los especialistas, con razón, que estos relatos han sido escritos en una forma muy peculiar. Le llaman midrash , en este caso haggada , porque es narrativo, ya que intenta actualizar un texto del AT y aplicarlo a una situación nueva. Esto es verdad y muy significativo. No estaban "relatando" en el sentido más estricto, sino actualizando. No podemos tomar al pie de la letra lo del sueño, pero sí debemos tomar en consideración su mensaje. José no está herido de infamia por haber sido engañado por su prometida. Lo importante para Mateo es que él debe desempeñar una misión, la de ponerle el nombre, ya que el nombre tiene una importancia decisiva en el lenguaje bíblico. Y el nombre, en este caso, no es el nombre histórico con el que Jesús ha saltado a la fama. Es el oráculo de Is 7 el que se quiere actualizar y por ello se le pondrá - ¡que extraño! - Jesús, cuando en el oráculo era Enmanuel (Dios con nosotros), aunque también en las palabras de Isaías no hay relación directa entre Enmanuel y el hijo de Ajaz, Ezequías. El hecho real es que José puso nombre a "su" hijo: Jesús. Con ese nombre, según el relato midrashico , se estaba cumpliendo la profecía del Enmanuel.

III.3. No deberíamos pasar por alto cómo Mateo ha querido responder a una objeción que se le plantea en la genealogía (1,16) cuando, dejando de lado a los varones (que Jacob engendró a José), debe introducir a María como la madre de Jesús. En su genealogía de Jesús, Mateo intenta poner de manifiesto que Cristo desciende realmente de David. Pero, de hecho, no consigue probarlo porque, en el momento decisivo, en lugar de decir que Jacob engendró a José, y éste a Jesús, interrumpe la sucesión y afirma: «Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo» (1, 16). Intenta decir lo que intenta decir: que Jesús tiene un origen divino. Según el derecho judío, la mujer no cuenta en el alcance genealógico. Por consiguiente, a través de María no puede Cristo insertarse en la casa de David. Sin embargo, para Mateo es evidente que Jesús es hijo de María y del Espíritu Santo (1,18). Y entonces surge un problema: ¿Cómo insertar a Jesús, a través del árbol genealógico masculino, dentro de la genealogía davídica si no tiene un padre humano? Para resolver el problema, Mateo hace una especie de acotación o glosa (explicación de una dificultad) y narra la concepción y el origen de Jesús (1,18-25).

III.4. Su intención no consiste en narrar la concepción de Jesús, ni en describir, como hace Lucas de forma extraodinaria (2,1-20), el nacimiento de Jesús. El centro del relato lo constituye José, el cual, al considerar la situación embarazosa de María, pretende abandonarla en secreto. ¿Qué ha pretendido Mateo en 1,18-25? Sin duda, solucionar el problema que se ha suscitado; y el esclarecimiento lo tenemos en el versículo 25: José, pone al niño el nombre de Jesús ( Yeshúa ), un nombre teofórico, eminentemente bíblico (Josué/ Yehoshúa ). José, descendiente de David y esposo legal de María, al imponer el nombre a Jesús se convierte legalmente en su padre, con lo cual lo inserta en su genealogía davídica. De este modo, Jesús es hijo de David a través de José, y es también el Mesías. Así se cumple igualmente la profecía de Isaías (7, 14) de que el Mesías nacería de una virgen (en realidad almah no es virgen, sino doncella en edad de casarse, aunque los LXX tradujeron por parqenoV - parthenos, virgen - , y así ha pasado a la tradición cristiana), y el plan de Dios se realiza de modo pleno. En el fondo, teológicamente hablando, uno y otro nombre vienen a significar lo mismo: Dios está con nosotros cuando salva y cuando libera Jesús (porque Yeshúa significa "Dios es mi salvador" o "Dios salva". Por tanto, decir Enmanuel y decir Jesús , para el evangelista, es correspondiente, porque no está Dios con los hombres de otra manera que salvándolos y liberándolos. La comunidad de Mateo, pues, ha entendido ajustadamente el texto del profeta Isaías. Porque el oráculo del profeta le trasciende, va más allá de lo que él mismo podía presuponer. El oráculo se le escapa al profeta porque es Dios quien lleva a cabo los oráculos de los profetas verdaderos. Esto lo ha sabido recoger muy bien la comunidad de Mateo y lo ha plasmado en esta escena llena de contenido teológico. Así, pues, con este evangelio se nos abren las puertas de la Navidad; termina el Adviento y la esperanza que genera se debe hacer realidad experimentando de verdad la salvación que nos llega ya.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura


PAUTAS PARA LA HOMILÍA

Estamos a las puertas de la celebración de la Navidad. Las lecturas y la oración nos quieren presentar ya en cierto sentido este gran acontecimiento.

En la segunda lectura tomada de la Carta de San Pablo a los Romanos nos resume este misterio de la navidad con estas palabras: “Pablo, siervo de Cristo Jesús llamado a ser apóstol escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio prometido ya por sus profetas en las Escrituras Santas, se refiere a su Hijo, nacido según lo humano, de la estirpe de David, constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de David, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo nuestro Señor. Por él hemos recibido ese don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros llamados por Cristo Jesús”.

Tanto el Evangelio que hoy leemos como este fragmento de la Carta a los Romanos nos hablan de que este hecho siendo natural va más allá de los hechos naturales. Para los judíos es descendiente de David por línea paterna pero tanto San Pablo como el Evangelio nos dicen expresamente que hay intervención extraordinaria del Espíritu Santo, en San Pablo, y en el Evangelio nace sin concurso de varón por obra también del Espíritu Santo.

El nacimiento de Jesús es un hecho milagroso. Nace sin concurso de varón y `por obra del Espíritu Santo.
Al mencionar al Espíritu Santo o Espíritu de Dios el Evangelista Mateo como cualquier otro escritor judaico de su tiempo se está refiriendo al poder creador de Dios. San Pablo no habla de la virginidad de María pero tampoco la niega. Este hecho es claro y responde a la afirmación clara de la intervención milagrosa en el nacimiento de Jesús.

Asentado el hecho de la concepción milagrosa de Jesús, el Evangelista Mateo pasa a presentar las consecuencias concretas y prácticas que esto implica para la figura de San José. Normalmente o en muchos comentarios se suele presentar el hecho, en la mente de San José, como una traición de María. Como si ella fuera una pecadora ya que al estar ya desposada, para el mundo judío pertenecía de lleno y totalmente a su esposo.

¿Por qué no planteamos de otra manera este hecho en la mente de San José? José es un hombre justo, y no tenemos ningún motivo sacado del texto de Mateo, para que María no explicara el hecho de la anunciación a S. José. Por lo menos esta postura es más razonables que lo otra, que yo he oído relatar muchas veces.

Si tenemos presentes la Ley y los usos judíos. El estado de María creaba un problema únicamente a San José. ¿Cuál es el motivo? Nos parece del todo normal que él estuviese al corriente de lo que había acaecido a María, o por lo menos no tenemos razón ninguna para ponerlo en duda. Y entonces de ¿donde nace la duda o perplejidad de José?

La duda ante el hecho milagroso no nace sobre la culpa o la inocencia de Maria., sino sobre el papel que él personalmente tiene que asumir ante este hecho milagroso, y aquí podemos poner el anuncio del Ángel en sueños que le revela su misión. El deberá imponer el nombre al niño, esto es, deberá ser ante la ley el padre de la criatura. El nombre lo imponía el padre y una vez conocido el papel que tenía que hacer en este matrimonio y con respecto al hijo se sintió libre de la duda de cuál era su misión en ese matrimonio.

El anuncio del Ángel a San José es un resumen completo del Antiguo Testamento. Jesús salvará a su pueblo de sus pecados. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento la expresión “perdón de los pecados” no significa una falta o pecado concreto sino la realización y cumplimiento de toda acción salvífica de Dios. Esto quiere decir que con el nacimiento de Jesús se ha realizado la separación que existía entre el hombre y Dios. De hecho Jesús es el Dios con nosotros para nuestra salvación. Decir Jesús y decir Salvador es lo mismo. El nacimiento de Jesús, su vida y su ministerio fueron y siguen siendo Dios con nosotros, como lo había anunciado el profeta Isaías.


Fr. Juan José Gallego Salvadores O.P.
Convento de Santa Catalina (Barcelona)

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