El año litúrgico se desarrolla en tres tiempos. Un Tiempo Ordinario, los domingos normales del año, que pueden ser hasta treinta y tres. Y dos ciclos especiales - se suelen llamar "Tiempos fuertes", que son el Ciclo de Navidad y el Ciclo de Pascua.
Ya hemos celebrado el ciclo de Navidad. Ahora, después de unos pocos domingos intermedios tomados del Tiempo Ordinario, entramos en el Ciclo de Pascua. En el fondo, siempre estamos celebrando lo mismo: "Dios con nosotros Salvador", pero en Pascua profundizamos más sobre lo humano y sobre lo divino. Lo humano visto desde su dimensión más preocupante: "el hombre es pecador". Y Dios visto desde su dimensión más esperanzadora: "hecho pecado por nosotros, obediente hasta la muerte de cruz: muerto, resucitado y triunfante a la diestra del Padre".
Esto nos enseña, una vez más, qué es Dios y qué es el ser humano. No solamente descubrimos el amor de Dios Salvador, sino también las posibilidades y el destino del hombre. Como Jesús, por la cruz a la resurrección, de la muerte a la vida.
Los dos tiempos fuertes van precedidos por cuatro o cinco semanas de preparación.
El Adviento prepara la Navidad con un tema básico: preparar el camino al Señor que viene. La Cuaresma prepara la Pascua simbolizando la vida humana: venimos del pecado, el dolor y la muerte; a la gracia, la vida y el encuentro con Dios en plenitud.
Es muy importante situarnos bien: no se trata de un tiempo en el que, para que Dios nos perdone, nos dedicamos a hacer la penitencia por los pecados, que no hacemos el resto del año. Se trata de un tiempo en el que recordamos con más intensidad una constante fundamental de la vida humana: aceptar a Dios salvador, salir de la oscuridad y de la muerte para encontrarnos con la luz y la vida manifestadas en Jesús.
No hacemos penitencia para conseguir que Dios nos perdone. Parece como si le compráramos el perdón a Dios, y no es así. Dios nos perdona siempre, nos quiere, nos invita. Ni es un tiempo de tristeza; al revés, es un tiempo de celebración y de estímulo: celebramos que la vida es cuesta arriba con sentido. Celebramos que el esfuerzo, la superación del pecado, es el trabajo de Dios por nosotros, y tiene un fin brillante. Celebramos que aunque cometemos errores, Dios está ahí para arreglarlo. Y celebramos todo esto mirando a Jesús, que tuvo una vida difícil y oscura como todos, que murió de mala manera por ser fiel a Dios, y que está vivo y triunfante porque ha llegado a la cumbre, el Primero de todos nosotros, el que nos muestra que es posible la Victoria.
Cinco semanas, cuarenta días hasta la Pascua, cuarenta. Cuarenta años caminaron los israelitas por el desierto: salían de la esclavitud, les guiaba el Señor en forma de columna de nube, el Señor iba con ellos en la Morada, les alimentaba con el maná.
Iban hacia La Tierra, la Patria. ¡Qué estupenda imagen de la vida humana, llena de confianza en Dios, guía y fuerza para el camino hacia la Patria!¿Quién nos ha robado la alegría del Adviento y la Cuaresma?. ¿Quién ha reducido el mensaje a la penitencia ante Dios justiciero?. ¿Quién ha olvidado que lo que celebramos es "DIOS LIBERTADOR"? ¿Quién se ha quedado sólo con la ceniza y se ha olvidado de que Dios es “el que da la vida a la ceniza”?
DEL LIBRO DEL GENESIS (2,7-9 y 3,1-7)
El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida y el hombre se convirtió en ser vivo. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer:
-¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?.
La mujer respondió a la serpiente:
- Podemos comer de los frutos de los árboles el jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: '- No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte".
La serpiente replicó a la mujer:
- No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.
La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia: tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.
DE LA CARTA DE PABLO A LOS ROMANOS (5, 12-19)
Lo mismo que por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron... Si por la culpa de aquél, que era uno solo, la muerte inauguró su reino, mucho más los que reciben a raudales el don gratuito de la amnistía vivirán y reinarán gracias a uno solo, Jesucristo.
En resumen, una sola culpa resultó condena de todos, y un acto de justicia resultó indulto y vida para todos. En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos.
DEL EVANGELIO DE MATEO ( 4, 1-11)
En aquel tiempo Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después ayunar cuarenta días con sus noches, al final sintió hambre. Y el tentador se le acercó y le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.
Pero él le respondió diciendo:
- Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone sobre el alero del Templo, y le dice:
- Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
"Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece con las piedras ".
Jesús le dijo:
- También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios. Después el diablo lo lleva a una montaña altísima, y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo: - Todo esto te daré si te postras y me adoras.
Entonces le dijo Jesús:
- Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo darás culto.
Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles y le servían.
EL TEXTO DEL GÉNESIS
Es un resumen entresacado de los capítulos 2º y 3º. Su autor (al que llamamos "El Yahvista" porque suele llamar a Dios "Yahvé") se preocupa de la creación el hombre y de su condición en la tierra. Ve que en el ser humano hay dolor y trabajo con esfuerzo. Ve, sobre todo, que hay una peligrosa tendencia al mal, a creerse dioses, a disfrutar de lo que apetece contra la Ley de Dios. Y construye este precioso relato para expresar todo esto: su mensaje es magnífico:
Dios ha creado al ser humano. El ser humano es un viviente de la tierra, como todos, pero Dios ha puesto en él su espíritu, y le ha dado leyes para que viva. El ser humano desprecia esas leyes, creyéndose más sabio que Dios, y de ahí vienen sus desgracias.
Por supuesto, esto no es el relato de algo que sucedió. El ser humano no comenzó históricamente así, ni hubo nunca ningún jardín de Edén. Es un relato inventado por el Yahvista para mandar ese magnífico mensaje. Al autor no le importa saber por pura curiosidad científica qué sucedió hace un millón de años: le importa saber qué es el ser humano, y expresa con este relato algo fundamental de su fe: con Dios, la luz y el orden; sin Dios, el caos y la desgracia. Ésta será una de las líneas argumentales más importantes de todo el Libro del Génesis, y aun de la Biblia entera.
LA CARTA A LOS ROMANOS
Pablo utiliza el texto del Génesis y lo desarrolla. Acepta el símbolo de Adán, el primer hombre, y presenta a Jesús como "nuevo Adán". De Jesús nos viene la nueva vida, la vida de hijos. Adán simboliza el hombre sometido al pecado. Jesús es el hombre Hijo de Dios, que triunfa del pecado. Por Él, por Jesús, todos podemos ser Hijos, vencer la tentación, entrar en El Reino.
Pero este texto es oscuro. Parece indicar que Pablo usaba el relato del Génesis teniéndolo por histórico, o aplicándolo como tal. En resumen, crea más problemas de los que soluciona. Sugiero cambiarlo por Romanos 7,5.
Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco. Y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la Ley en que es buena; en realidad, ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí. … en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí. Descubro, pues, esta ley: aun queriendo hacer el bien, es el mal el que se me presenta. Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior, pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?
¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor!
Es un texto en el que Pablo da una descripción magnífica de “la condición de pecador”. No veo lo que me conviene y, aunque lo vea, hago lo contrario. A eso podemos llamar muy bien “pecado original”, eso que está en el origen de mis pecados, esa oscuridad que me hace confundir el bien con el mal, y esa impotencia que me hace elegir lo que no me conviene aun a sabiendas de que no me conviene. Y es magnífico el final: ¿Quién me liberará de esa fuerza oscura que me mata?
Jesucristo, el Libertador.
EL EVANGELIO DE MATEO
El relato es fuertemente simbólico. Es cierto que Jesús se retiraba, en esta ocasión y en otras muchas, al desierto, para ayunar y orar. Era una práctica habitual, lo ha sido entre los cristianos a lo largo de la historia, y lo sigue siendo. El texto nos muestra también que Jesús sufrió en su vida tentaciones; esta constancia de las tentaciones de Jesús es muy importante para conocerle, y para construir una cristología correcta, en la que la humanidad no sea mera apariencia.
El relato de la tentación está evidentemente "escenificado". Se presentan en un solo relato las tentaciones más profundas de Jesús, las que sin duda sufrió su espíritu durante toda su vida. Jesús ha sufrido tentación, como todo ser humano, como se simbolizaba en el relato del Génesis. Tentaciones de poder, de utilizar en provecho propio la Palabra, de servir a los poderes del mundo.... Jesús se muestra como vencedor de la tentación, capaz de superarla para seguir a La Palabra y servir a solo Dios.
Nos sobrecoge la realidad humana de Jesús. Tiene que orar, siente tentaciones...
Esta línea culminará en varios relatos en que Jesús "se retira a orar"" o "pasa lasnoches casi enteras en oración", y, desde luego, en el Huerto de los Olivos y en la oración vocal con que combate su desamparo en la cruz.
Dato significativo: ni las tentaciones en el desierto ni la angustia en Getsemaní figuran en el Cuarto Evangelio. Parece como si en tales circunstancias Jesús resultase “demasiado humano” para el autor.
Durante cuarenta días representamos la vida, y la iluminamos con la Palabra.
Cuarenta, el número bíblico de la existencia humana (400 años en Egipto, 40 años en el desierto, 40 días de camino de Elías hasta el Horeb ...) Representa un "tiempo provisional"; esto es sólo un camino; en el camino está la cruz. En el horizonte está la Resurrección, la Ascensión la libertad, la plenitud.
El primer tema de nuestra meditación cuaresmal es nuestra condición humana. Somos pecadores. A veces simplificamos este concepto dándole el sentido de "somos culpables de desobedecer a Dios". El sentido es más profundo. Nuestra condición de pecadores significa ante todo que no sabemos distinguir lo que nos conviene, y que nos sentimos fuertemente atraídos por cosas que nos parecen buenas, pero nos estropean. Todo esto se encierra en el concepto "tentación".
La primera tentación es considerarnos "dioses", enmendarle la plana a Dios. Inmediatamente después, la segunda tentación: vivir para satisfacer nuestros gustos, hacer caso sólo de lo que nos apetece. Así, convertimos esta vida en nuestro destino final: hacer esta vida lo más agradable posible. Entonces nos volvemos a Dios para que nos ayude a que esto sea así. Y, como Dios no nos ayuda en esto, pensamos "Dios no escucha, Dios no me sirve... no hay Dios". La máxima tentación.
Es magnífica la representación que hace de todo esto el autor del Génesis. Ha inventado un relato en el que nos sentimos retratados. La irresistible atracción por lo prohibido, la sospecha de que aunque está prohibido no es malo, preferir lo que yo pienso y siento a La Palabra de Dios.... El autor del Génesis es un literato magnífico, sabe crear imágenes que nos retratan a la perfección; es también un teólogo profundo, ha sido capaz de plasmar en una escena nuestra condición de pecadores.
No pocas veces hemos empequeñecido estas ideas y estos relatos dándoles una dimensión histórico-jurídica. Dimensión histórica: hubo un primer hombre, una primera pareja, que desobedeció a Dios. Dimensión jurídica: Dios les castigó, y ahora todos sus descendientes pagamos las consecuencias. En resumen: nuestros padres perdieron sus riquezas y nosotros nacemos desheredados. Es una triste caricatura de la condición humana. Nuestro pecado "original" no está en el origen histórico.
Llamamos pecado original a nuestra condición humana, atraída por lo que no nos conviene y engañada acerca del bien y el mal, que es el origen, la fuente de todos nuestros errores, de todos nuestros pecados. El relato del Génesis no cuenta lo que sucedió, sino que representa cómo somos, lo más profundo y oscuro de nuestra condición humana.
Y el Evangelio muestra que Jesús es uno de nosotros: sometido a la tentación, atraído por bienes aparentes. Jesús tuvo otras muchas tentaciones, y aparecen en los Evangelios. Las más terrible fueron sin duda la de la noche del Jueves Santo y la de la cruz, cuando se sintió abandonado por su Padre, la más amarga de todas lastentaciones del ser humano: "¿Estás ahí? ¿De verdad que hay un Padre que cuida mi vida? ¿De verdad que todo esto tiene sentido?".
Pero Jesús es capaz de vencer la tentación. Del "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", Jesús es capaz de pasar al "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Lo hace después de un largo rato de oración, de oración vocal recitando el salmo 22. Dios no le ha librado de la muerte, no ha apartado de él el cáliz de la Pasión. Pero le ha dado fuerza y luz para llevar la cruz y para morir. Jesús no vence a la muerte escapándose de ella. Jesús no usa sus poderes para vivir bien y escapar de la vida cotidiana. Jesús hace de su vida y de su muerte un triunfo del Espíritu, es decir, Jesús vence la tentación, vive como un hombre nuevo. Jesús, hombre como nosotros, pero "hombre lleno del Espíritu". La fuerza del Espíritu le hace verdaderamente hombre, hombre como hay que ser. Es decir que en Jesús vemos la situación humana completa: el ser humano acosado por debilidades y oscuridades... y lleno de la fuerza de Dios que le hace superar todo eso para cumplir el plan de Dios, que es la Liberación, el éxito. Jesús es también un caminante, y siente las seducciones y los terrores del camino. Pero el Espíritu de Dios está con él.
Así pues, hemos comenzado la Cuaresma con una consideración sobre nuestra condición humana: pecadores. Y se nos ha enviado un primer mensaje importantísimo: "pecadores" no significa "culpables". Significa que tenemos que buscar nuestra vida, y tenemos el peligro de equivocarnos, por error y porque nos atraen las trampas del camino. La Palabra de Dios es profunda al definir al ser humano. El concepto de pecado es mucho más profundo que el concepto de "desobediencia". Cuando Dios se presenta como Salvador, Libertador, no se presenta simplemente como Juez blando, sino como Luz para que no nos equivoquemos, Pan y Agua para caminar con fuerza, Pastor que conduce el rebaño por buenos pastos, Médico que cura cuando enfermamos o quedamos heridos al caminar.... Y todas estas imágenes son mucho más profundas y hablan del ser humano mucho mejor que nuestros conceptos de "culpa", "redención", "satisfacción", "perdón", que se quedan muy cortos y empequeñecen al ser humano y a su relación con Dios.
1.- Dejarse llevar de la admiración. ¡Qué magnífico el autor del Génesis, qué bien conoce al ser humano, qué bien habla de Dios!. Hace dos mil novecientos años, un hombre sabía del ser humano, del pecado, más que nosotros. En sus palabras sentimos la Presencia del Espíritu de Dios, sentimos que Dios nos está hablando.
Sentir La Palabra en estos textos antiquísimos, y dar gracias a Dios.
2.- CONTEMPLACIÓN
Contemplar a Jesús, en el pináculo del templo, en la torre más alta. Ante los ojos de su imaginación aparece toda la atracción del mundo: los reinos, el poder, el placer, la popularidad, la fama, la gloria. Por un momento siente la atracción del "mundo".
Contemplar a Jesús: sonríe, ve que todo eso es pura apariencia. No se deja engañar.
Y baja del Templo, y empieza a recorrer los caminos predicando y curando. Ha elegido bien. Hacer un acto de confianza en Él. Jesús sabe vivir, Jesús sabe vencer la tentación, las mismas tentaciones que pueden estropear mi vida.
El rey David deseó a una mujer casada, Bethsabé. Para lograrla, hizo morir a su marido. El profeta Nathan le echó en cara su pecado. En su arrepentimiento, David compuso este salmo, EL SALMO 50. Nos lo apropiamos. Nosotros también nos sentimos pecadores, nos pesa la condición de pecador. Con las palabras de David, pedimos a Dios la liberación.
Somos pecadores, Padre, nos equivocamos, nos falta fuerza paras eguir a Jeús. Por estamos aquí, el rededor de tu mesa, para alimentarnos con la Palabra y con el Pan. Gracias, Padre, porque siempre nos perdonas y nos invitas. Jesús fue pan y vino para todos. Nosotros también queremos ser como él. Por eso ponemos en tu mesa nuestro pan y nuestro vino, nuestra vida entera, nuestra carne y nuestra sangre, Haz tú que nuestra vida sea un completa entrega a tu Reino.
Gracias Padre por la Eucaristía, por nuestros hermanos, por tu Palabra, por tu Pan.
Gracias por tu mejor regalo, por Jesús, nuestro Señor.
Ya hemos celebrado el ciclo de Navidad. Ahora, después de unos pocos domingos intermedios tomados del Tiempo Ordinario, entramos en el Ciclo de Pascua. En el fondo, siempre estamos celebrando lo mismo: "Dios con nosotros Salvador", pero en Pascua profundizamos más sobre lo humano y sobre lo divino. Lo humano visto desde su dimensión más preocupante: "el hombre es pecador". Y Dios visto desde su dimensión más esperanzadora: "hecho pecado por nosotros, obediente hasta la muerte de cruz: muerto, resucitado y triunfante a la diestra del Padre".
Esto nos enseña, una vez más, qué es Dios y qué es el ser humano. No solamente descubrimos el amor de Dios Salvador, sino también las posibilidades y el destino del hombre. Como Jesús, por la cruz a la resurrección, de la muerte a la vida.
LA CUARESMA
Los dos tiempos fuertes van precedidos por cuatro o cinco semanas de preparación.
El Adviento prepara la Navidad con un tema básico: preparar el camino al Señor que viene. La Cuaresma prepara la Pascua simbolizando la vida humana: venimos del pecado, el dolor y la muerte; a la gracia, la vida y el encuentro con Dios en plenitud.
Es muy importante situarnos bien: no se trata de un tiempo en el que, para que Dios nos perdone, nos dedicamos a hacer la penitencia por los pecados, que no hacemos el resto del año. Se trata de un tiempo en el que recordamos con más intensidad una constante fundamental de la vida humana: aceptar a Dios salvador, salir de la oscuridad y de la muerte para encontrarnos con la luz y la vida manifestadas en Jesús.
No hacemos penitencia para conseguir que Dios nos perdone. Parece como si le compráramos el perdón a Dios, y no es así. Dios nos perdona siempre, nos quiere, nos invita. Ni es un tiempo de tristeza; al revés, es un tiempo de celebración y de estímulo: celebramos que la vida es cuesta arriba con sentido. Celebramos que el esfuerzo, la superación del pecado, es el trabajo de Dios por nosotros, y tiene un fin brillante. Celebramos que aunque cometemos errores, Dios está ahí para arreglarlo. Y celebramos todo esto mirando a Jesús, que tuvo una vida difícil y oscura como todos, que murió de mala manera por ser fiel a Dios, y que está vivo y triunfante porque ha llegado a la cumbre, el Primero de todos nosotros, el que nos muestra que es posible la Victoria.
Cinco semanas, cuarenta días hasta la Pascua, cuarenta. Cuarenta años caminaron los israelitas por el desierto: salían de la esclavitud, les guiaba el Señor en forma de columna de nube, el Señor iba con ellos en la Morada, les alimentaba con el maná.
Iban hacia La Tierra, la Patria. ¡Qué estupenda imagen de la vida humana, llena de confianza en Dios, guía y fuerza para el camino hacia la Patria!¿Quién nos ha robado la alegría del Adviento y la Cuaresma?. ¿Quién ha reducido el mensaje a la penitencia ante Dios justiciero?. ¿Quién ha olvidado que lo que celebramos es "DIOS LIBERTADOR"? ¿Quién se ha quedado sólo con la ceniza y se ha olvidado de que Dios es “el que da la vida a la ceniza”?
T E X T O S
DEL LIBRO DEL GENESIS (2,7-9 y 3,1-7)
El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida y el hombre se convirtió en ser vivo. El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado. El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer:
-¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?.
La mujer respondió a la serpiente:
- Podemos comer de los frutos de los árboles el jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: '- No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte".
La serpiente replicó a la mujer:
- No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.
La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia: tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.
DE LA CARTA DE PABLO A LOS ROMANOS (5, 12-19)
Lo mismo que por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron... Si por la culpa de aquél, que era uno solo, la muerte inauguró su reino, mucho más los que reciben a raudales el don gratuito de la amnistía vivirán y reinarán gracias a uno solo, Jesucristo.
En resumen, una sola culpa resultó condena de todos, y un acto de justicia resultó indulto y vida para todos. En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos.
DEL EVANGELIO DE MATEO ( 4, 1-11)
En aquel tiempo Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después ayunar cuarenta días con sus noches, al final sintió hambre. Y el tentador se le acercó y le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.
Pero él le respondió diciendo:
- Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone sobre el alero del Templo, y le dice:
- Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
"Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece con las piedras ".
Jesús le dijo:
- También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios. Después el diablo lo lleva a una montaña altísima, y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo: - Todo esto te daré si te postras y me adoras.
Entonces le dijo Jesús:
- Vete, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo darás culto.
Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles y le servían.
T E M A S Y C O N T E X T O S
EL TEXTO DEL GÉNESIS
Es un resumen entresacado de los capítulos 2º y 3º. Su autor (al que llamamos "El Yahvista" porque suele llamar a Dios "Yahvé") se preocupa de la creación el hombre y de su condición en la tierra. Ve que en el ser humano hay dolor y trabajo con esfuerzo. Ve, sobre todo, que hay una peligrosa tendencia al mal, a creerse dioses, a disfrutar de lo que apetece contra la Ley de Dios. Y construye este precioso relato para expresar todo esto: su mensaje es magnífico:
Dios ha creado al ser humano. El ser humano es un viviente de la tierra, como todos, pero Dios ha puesto en él su espíritu, y le ha dado leyes para que viva. El ser humano desprecia esas leyes, creyéndose más sabio que Dios, y de ahí vienen sus desgracias.
Por supuesto, esto no es el relato de algo que sucedió. El ser humano no comenzó históricamente así, ni hubo nunca ningún jardín de Edén. Es un relato inventado por el Yahvista para mandar ese magnífico mensaje. Al autor no le importa saber por pura curiosidad científica qué sucedió hace un millón de años: le importa saber qué es el ser humano, y expresa con este relato algo fundamental de su fe: con Dios, la luz y el orden; sin Dios, el caos y la desgracia. Ésta será una de las líneas argumentales más importantes de todo el Libro del Génesis, y aun de la Biblia entera.
LA CARTA A LOS ROMANOS
Pablo utiliza el texto del Génesis y lo desarrolla. Acepta el símbolo de Adán, el primer hombre, y presenta a Jesús como "nuevo Adán". De Jesús nos viene la nueva vida, la vida de hijos. Adán simboliza el hombre sometido al pecado. Jesús es el hombre Hijo de Dios, que triunfa del pecado. Por Él, por Jesús, todos podemos ser Hijos, vencer la tentación, entrar en El Reino.
Pero este texto es oscuro. Parece indicar que Pablo usaba el relato del Génesis teniéndolo por histórico, o aplicándolo como tal. En resumen, crea más problemas de los que soluciona. Sugiero cambiarlo por Romanos 7,5.
Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que aborrezco. Y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la Ley en que es buena; en realidad, ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí. … en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo, puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí. Descubro, pues, esta ley: aun queriendo hacer el bien, es el mal el que se me presenta. Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior, pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?
¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor!
Es un texto en el que Pablo da una descripción magnífica de “la condición de pecador”. No veo lo que me conviene y, aunque lo vea, hago lo contrario. A eso podemos llamar muy bien “pecado original”, eso que está en el origen de mis pecados, esa oscuridad que me hace confundir el bien con el mal, y esa impotencia que me hace elegir lo que no me conviene aun a sabiendas de que no me conviene. Y es magnífico el final: ¿Quién me liberará de esa fuerza oscura que me mata?
Jesucristo, el Libertador.
EL EVANGELIO DE MATEO
El relato es fuertemente simbólico. Es cierto que Jesús se retiraba, en esta ocasión y en otras muchas, al desierto, para ayunar y orar. Era una práctica habitual, lo ha sido entre los cristianos a lo largo de la historia, y lo sigue siendo. El texto nos muestra también que Jesús sufrió en su vida tentaciones; esta constancia de las tentaciones de Jesús es muy importante para conocerle, y para construir una cristología correcta, en la que la humanidad no sea mera apariencia.
El relato de la tentación está evidentemente "escenificado". Se presentan en un solo relato las tentaciones más profundas de Jesús, las que sin duda sufrió su espíritu durante toda su vida. Jesús ha sufrido tentación, como todo ser humano, como se simbolizaba en el relato del Génesis. Tentaciones de poder, de utilizar en provecho propio la Palabra, de servir a los poderes del mundo.... Jesús se muestra como vencedor de la tentación, capaz de superarla para seguir a La Palabra y servir a solo Dios.
Nos sobrecoge la realidad humana de Jesús. Tiene que orar, siente tentaciones...
Esta línea culminará en varios relatos en que Jesús "se retira a orar"" o "pasa lasnoches casi enteras en oración", y, desde luego, en el Huerto de los Olivos y en la oración vocal con que combate su desamparo en la cruz.
Dato significativo: ni las tentaciones en el desierto ni la angustia en Getsemaní figuran en el Cuarto Evangelio. Parece como si en tales circunstancias Jesús resultase “demasiado humano” para el autor.
R E F L E X I Ó N
Durante cuarenta días representamos la vida, y la iluminamos con la Palabra.
Cuarenta, el número bíblico de la existencia humana (400 años en Egipto, 40 años en el desierto, 40 días de camino de Elías hasta el Horeb ...) Representa un "tiempo provisional"; esto es sólo un camino; en el camino está la cruz. En el horizonte está la Resurrección, la Ascensión la libertad, la plenitud.
El primer tema de nuestra meditación cuaresmal es nuestra condición humana. Somos pecadores. A veces simplificamos este concepto dándole el sentido de "somos culpables de desobedecer a Dios". El sentido es más profundo. Nuestra condición de pecadores significa ante todo que no sabemos distinguir lo que nos conviene, y que nos sentimos fuertemente atraídos por cosas que nos parecen buenas, pero nos estropean. Todo esto se encierra en el concepto "tentación".
La primera tentación es considerarnos "dioses", enmendarle la plana a Dios. Inmediatamente después, la segunda tentación: vivir para satisfacer nuestros gustos, hacer caso sólo de lo que nos apetece. Así, convertimos esta vida en nuestro destino final: hacer esta vida lo más agradable posible. Entonces nos volvemos a Dios para que nos ayude a que esto sea así. Y, como Dios no nos ayuda en esto, pensamos "Dios no escucha, Dios no me sirve... no hay Dios". La máxima tentación.
Es magnífica la representación que hace de todo esto el autor del Génesis. Ha inventado un relato en el que nos sentimos retratados. La irresistible atracción por lo prohibido, la sospecha de que aunque está prohibido no es malo, preferir lo que yo pienso y siento a La Palabra de Dios.... El autor del Génesis es un literato magnífico, sabe crear imágenes que nos retratan a la perfección; es también un teólogo profundo, ha sido capaz de plasmar en una escena nuestra condición de pecadores.
No pocas veces hemos empequeñecido estas ideas y estos relatos dándoles una dimensión histórico-jurídica. Dimensión histórica: hubo un primer hombre, una primera pareja, que desobedeció a Dios. Dimensión jurídica: Dios les castigó, y ahora todos sus descendientes pagamos las consecuencias. En resumen: nuestros padres perdieron sus riquezas y nosotros nacemos desheredados. Es una triste caricatura de la condición humana. Nuestro pecado "original" no está en el origen histórico.
Llamamos pecado original a nuestra condición humana, atraída por lo que no nos conviene y engañada acerca del bien y el mal, que es el origen, la fuente de todos nuestros errores, de todos nuestros pecados. El relato del Génesis no cuenta lo que sucedió, sino que representa cómo somos, lo más profundo y oscuro de nuestra condición humana.
Y el Evangelio muestra que Jesús es uno de nosotros: sometido a la tentación, atraído por bienes aparentes. Jesús tuvo otras muchas tentaciones, y aparecen en los Evangelios. Las más terrible fueron sin duda la de la noche del Jueves Santo y la de la cruz, cuando se sintió abandonado por su Padre, la más amarga de todas lastentaciones del ser humano: "¿Estás ahí? ¿De verdad que hay un Padre que cuida mi vida? ¿De verdad que todo esto tiene sentido?".
Pero Jesús es capaz de vencer la tentación. Del "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", Jesús es capaz de pasar al "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Lo hace después de un largo rato de oración, de oración vocal recitando el salmo 22. Dios no le ha librado de la muerte, no ha apartado de él el cáliz de la Pasión. Pero le ha dado fuerza y luz para llevar la cruz y para morir. Jesús no vence a la muerte escapándose de ella. Jesús no usa sus poderes para vivir bien y escapar de la vida cotidiana. Jesús hace de su vida y de su muerte un triunfo del Espíritu, es decir, Jesús vence la tentación, vive como un hombre nuevo. Jesús, hombre como nosotros, pero "hombre lleno del Espíritu". La fuerza del Espíritu le hace verdaderamente hombre, hombre como hay que ser. Es decir que en Jesús vemos la situación humana completa: el ser humano acosado por debilidades y oscuridades... y lleno de la fuerza de Dios que le hace superar todo eso para cumplir el plan de Dios, que es la Liberación, el éxito. Jesús es también un caminante, y siente las seducciones y los terrores del camino. Pero el Espíritu de Dios está con él.
Así pues, hemos comenzado la Cuaresma con una consideración sobre nuestra condición humana: pecadores. Y se nos ha enviado un primer mensaje importantísimo: "pecadores" no significa "culpables". Significa que tenemos que buscar nuestra vida, y tenemos el peligro de equivocarnos, por error y porque nos atraen las trampas del camino. La Palabra de Dios es profunda al definir al ser humano. El concepto de pecado es mucho más profundo que el concepto de "desobediencia". Cuando Dios se presenta como Salvador, Libertador, no se presenta simplemente como Juez blando, sino como Luz para que no nos equivoquemos, Pan y Agua para caminar con fuerza, Pastor que conduce el rebaño por buenos pastos, Médico que cura cuando enfermamos o quedamos heridos al caminar.... Y todas estas imágenes son mucho más profundas y hablan del ser humano mucho mejor que nuestros conceptos de "culpa", "redención", "satisfacción", "perdón", que se quedan muy cortos y empequeñecen al ser humano y a su relación con Dios.
PARA NUESTRA ORACIÓN
1.- Dejarse llevar de la admiración. ¡Qué magnífico el autor del Génesis, qué bien conoce al ser humano, qué bien habla de Dios!. Hace dos mil novecientos años, un hombre sabía del ser humano, del pecado, más que nosotros. En sus palabras sentimos la Presencia del Espíritu de Dios, sentimos que Dios nos está hablando.
Sentir La Palabra en estos textos antiquísimos, y dar gracias a Dios.
2.- CONTEMPLACIÓN
Contemplar a Jesús, en el pináculo del templo, en la torre más alta. Ante los ojos de su imaginación aparece toda la atracción del mundo: los reinos, el poder, el placer, la popularidad, la fama, la gloria. Por un momento siente la atracción del "mundo".
Contemplar a Jesús: sonríe, ve que todo eso es pura apariencia. No se deja engañar.
Y baja del Templo, y empieza a recorrer los caminos predicando y curando. Ha elegido bien. Hacer un acto de confianza en Él. Jesús sabe vivir, Jesús sabe vencer la tentación, las mismas tentaciones que pueden estropear mi vida.
MIS PALABRAS PARA TI
S A L M O 5 0El rey David deseó a una mujer casada, Bethsabé. Para lograrla, hizo morir a su marido. El profeta Nathan le echó en cara su pecado. En su arrepentimiento, David compuso este salmo, EL SALMO 50. Nos lo apropiamos. Nosotros también nos sentimos pecadores, nos pesa la condición de pecador. Con las palabras de David, pedimos a Dios la liberación.
Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad
por tu inmensa ternura, borra mi pecado
lava me de toda malicia
purifícame de mis males.
Porque yo conozco mis pecados
que siempre están ante mis ojos.
Contra Ti, contra Ti solo he pecado
y me porto mal ante tus ojos.
Con razón me reprochas y me juzgas,
pero mira, he nacido en el mal,
pecador me concibió mi madre.
Tu que amas desde el fondo la verdad
instrúyeme del todo en tu sabiduría
lávame, hazme limpio,
purifícame, como la blanca nieve.
Devuélveme la música de la fiesta y la alegría
haz que bailen mis huesos quebrantados,
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
restaura la firmeza de mi corazón,
no me alejes de tu santo Rostro
no retires de mí tu santo Espíritu
Devuélveme la alegría de tu salvación
alivia y ensancha mi alma.
Yo enseñaré a los pecadores tus caminos
y volverán sus pasos hacia Ti.
Señor, abre mis labios
y mi boca proclamará tu alabanza.
por tu inmensa ternura, borra mi pecado
lava me de toda malicia
purifícame de mis males.
Porque yo conozco mis pecados
que siempre están ante mis ojos.
Contra Ti, contra Ti solo he pecado
y me porto mal ante tus ojos.
Con razón me reprochas y me juzgas,
pero mira, he nacido en el mal,
pecador me concibió mi madre.
Tu que amas desde el fondo la verdad
instrúyeme del todo en tu sabiduría
lávame, hazme limpio,
purifícame, como la blanca nieve.
Devuélveme la música de la fiesta y la alegría
haz que bailen mis huesos quebrantados,
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
restaura la firmeza de mi corazón,
no me alejes de tu santo Rostro
no retires de mí tu santo Espíritu
Devuélveme la alegría de tu salvación
alivia y ensancha mi alma.
Yo enseñaré a los pecadores tus caminos
y volverán sus pasos hacia Ti.
Señor, abre mis labios
y mi boca proclamará tu alabanza.
ORACIONES PARA LA EUCARISTÍA
Somos pecadores, Padre, nos equivocamos, nos falta fuerza paras eguir a Jeús. Por estamos aquí, el rededor de tu mesa, para alimentarnos con la Palabra y con el Pan. Gracias, Padre, porque siempre nos perdonas y nos invitas. Jesús fue pan y vino para todos. Nosotros también queremos ser como él. Por eso ponemos en tu mesa nuestro pan y nuestro vino, nuestra vida entera, nuestra carne y nuestra sangre, Haz tú que nuestra vida sea un completa entrega a tu Reino.
Gracias Padre por la Eucaristía, por nuestros hermanos, por tu Palabra, por tu Pan.
Gracias por tu mejor regalo, por Jesús, nuestro Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario