Por Angel Moreno
Normalmente, el comentario dominical de la liturgia de la Palabra se centra en los textos bíblicos de la primera y segunda lectura y del Evangelio. Este domingo el salmo interleccional canta a Dios, que es grande, clemente, misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad, bueno, cariñoso, cercano, justo, bondadoso.
Desde la revelación de la identidad divina, surge ahora la posibilidad luminosa de comprender mejor las lecturas que hacen referencia al tiempo providente en el que el Señor pasa por nuestras vidas.
El profeta Isaías hace hincapié en que depende de nosotros, de alguna manera, el encuentro con Dios: “Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca”. Sin embargo, en el Evangelio se describe que el Señor, en figura del dueño de la viña, es quien sale a la plaza a encontrarse a cada hora con los que permanecen allí en espera de que les llamen a trabajar.
En la parábola evangélica destaca que lo importante no es que se haya acudido a la viña más pronto o más tarde, sino que uno se haya incorporado a la hora en la que el dueño ofrece el contrato de trabajo.
En el relato se describe desconcierto y protesta a la hora en que el patrono paga a los jornaleros, porque a todos les da lo mismo, un denario. Naturalmente, salta el agravio comparativo, si se tiene en cuenta que unos han trabajado desde la mañana y otros tan sólo la última hora.
Pero si se recuerda que la viña es figura del Reino de Dios, los obreros de la primera hora deberían alegrarse de haber tenido la suerte de trabajar en la viña todo el día, y valorar el privilegio que supone haber estado en la heredad del dueño. San Pablo ofrece la clave: “Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir”.
La llamada al seguimiento es personal, no se debe mirar a los lados para aceptar la invitación, cada uno tenemos una historia. Sería doloroso pensar que si se tiene la llamada a edad temprana, se puede posponer la respuesta por vivir de manera independiente. Ahí es donde enseña el profeta que es importante permanecer atentos al paso del Señor.
Lo que sobresale por encima de todo es la bondad de Dios, que desde el alba a la noche anda preocupado por encontrarse con cada uno, a la hora que sea, y siempre ofrece la oportunidad del seguimiento.
Desde la revelación de la identidad divina, surge ahora la posibilidad luminosa de comprender mejor las lecturas que hacen referencia al tiempo providente en el que el Señor pasa por nuestras vidas.
El profeta Isaías hace hincapié en que depende de nosotros, de alguna manera, el encuentro con Dios: “Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca”. Sin embargo, en el Evangelio se describe que el Señor, en figura del dueño de la viña, es quien sale a la plaza a encontrarse a cada hora con los que permanecen allí en espera de que les llamen a trabajar.
En la parábola evangélica destaca que lo importante no es que se haya acudido a la viña más pronto o más tarde, sino que uno se haya incorporado a la hora en la que el dueño ofrece el contrato de trabajo.
En el relato se describe desconcierto y protesta a la hora en que el patrono paga a los jornaleros, porque a todos les da lo mismo, un denario. Naturalmente, salta el agravio comparativo, si se tiene en cuenta que unos han trabajado desde la mañana y otros tan sólo la última hora.
Pero si se recuerda que la viña es figura del Reino de Dios, los obreros de la primera hora deberían alegrarse de haber tenido la suerte de trabajar en la viña todo el día, y valorar el privilegio que supone haber estado en la heredad del dueño. San Pablo ofrece la clave: “Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir”.
La llamada al seguimiento es personal, no se debe mirar a los lados para aceptar la invitación, cada uno tenemos una historia. Sería doloroso pensar que si se tiene la llamada a edad temprana, se puede posponer la respuesta por vivir de manera independiente. Ahí es donde enseña el profeta que es importante permanecer atentos al paso del Señor.
Lo que sobresale por encima de todo es la bondad de Dios, que desde el alba a la noche anda preocupado por encontrarse con cada uno, a la hora que sea, y siempre ofrece la oportunidad del seguimiento.
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