Por Josetxu Canibe
“Os aseguro que los publicanos y prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”. Frase que le deja a cualquiera pasmado. Pues los publicanos eran personas conocidas públicamente por su injusto comportamiento y de las vidas de las prostitutas algo se conoce. Frente a estos dos grupos sociales Jesús coloca a los sumos sacerdotes y a los ancianos. Estos formaban parte de la clase dirigente y se presentaban como modelos en el cumplimiento de la ley. En realidad –desde el punto de vista sociológico- Jesús pone frente a frente lo más tirado, lo más despreciado y lo más respetado.
La otra escena del evangelio se fija en la reacción de los dos hijos: el primero le responde a su padre que irá a trabajar a la viña. Luego resulta que no va. Con el segundo hijo sucede lo contrario: contesta con brusquedad diciendo que no y después acude dócilmente al trabajo.
Resumen: que entre las palabras y los hechos hay un gran trecho y que hay quienes detrás de palabras complacientes no hay nada, mientras que otros detrás de palabras ásperas y nada melosas muestran un comportamiento ejemplar.
“¿Qué os parece?” fue la pregunta de Jesús al público que tenía delante. ¿Qué os parece? Es la pregunta que nos dirige ahora Jesús a nosotros. Quizá para entender mejor este evangelio resulte oportuno recordar un relato que sucedió en Sevilla hace algo más de tres años, pero que no ha perdido actualidad y que, además de aclarar, emociona.
Un inmigrante nigeriano de nombre Dom Amby, sin papeles, y que vendía pañuelos de papel junto a un semáforo de Sevilla, encontró una cartera con 2.700 euros, un cheque de 870 euros, un talonario, documentos personales y empresariales. La entregó a la policía y ésta al dueño, que le recompensó a Dom Amby con 50 euros, un apretón de manos y dándole las gracias. El nigeriano a su vez donó la mitad, es decir 25 euros, a su compañero en la venta de pañuelos. Dos posturas, dos tipos de personas: el vendedor de pañuelos de quien, siendo sinceros, no esperábamos la reacción que tuvo, y la del dueño de la cartera, de quien nos extraña su conducta tacaña. Más aún, el nigeriano hizo dos comentarios, que no tienen desperdicio: “el dinero no puede tocar mi cabeza ni mi corazón”. Y el segundo: “muchos piensan que no somos buenos, pero lo somos”.
Con razón a Jesús se le llamaba “amigo de los pecadores”. Y a los que ciertamente denunció fue a la clase dirigente en general. Sobre todo, criticó, reprobó la hipocresía y la falta de coherencia, de sintonía entre las palabras y los hechos.
Este es un tema que afecta de una manera especial a los políticos, principalmente ahora que comienza la campaña electoral. Demasiadas palabras, demasiadas promesas, que se quedan en papel mojado. Según el evangelio, sería mejor prometer menos y cumplir más. Sin embargo, este evangelio no atañe solo a los políticos. A todos interesa la coherencia y la transparencia. Por otro lado, sería infantil pensar que Jesús prefiere la maldad a la bondad.
Jesús no canoniza el vicio. Alaba a la adúltera cuando endereza su vida. Elogia, aplaude, felicita a Zaqueo cuando éste devuelve el dinero obtenido no limpiamente. Aprueba en los publicanos y prostitutas su capacidad de arrepentirse, de reconocer sus fallos, mientras que los sumos sacerdotes y los ancianos se consideraban modélicos, perfectos cumplidores de la ley y, por tanto, no necesitaban arrepentirse, ni convertirse.
¿Qué os parece?. Que Jesús, a través de estos retratos o pinceladas, apuesta por la sencillez, por la coherencia, por la capacidad de arrepentirse y cambiar de vida, apuesta porque tienen más valor los hechos que las palabras.
Cambiando de tema, hoy es también una de las cuatro jornadas que se reservan a Cáritas diocesana a lo largo del año. Si bien, día de Cáritas, esto es, de solidaridad, de querer al otro, es cuestión de todos los días. No basta con las cuatro jornadas reservadas oficialmente. Vivimos en un momento en el que Cáritas se ha hecho necesaria. Para mucha gente es el único apoyo que les permite ir superando la crisis. Por otra parte, Cáritas -lo que significa Cáritas- es el corazón de la pastoral. Una parroquia o una comunidad cristiana debe celebrar los sacramentos, enseñar el mensaje evangélico y vivir la caridad, practicar la fraternidad. Pero lo más importantes es la tercera.
Volviendo al evangelio, al ver la diferencia que existe entre Jesús y nosotros ante el comportamiento de las personas. Que nuestra oración sea: “Señor, enséñame tus caminos”, que aprendamos a juzgar a las personas como tú.
La otra escena del evangelio se fija en la reacción de los dos hijos: el primero le responde a su padre que irá a trabajar a la viña. Luego resulta que no va. Con el segundo hijo sucede lo contrario: contesta con brusquedad diciendo que no y después acude dócilmente al trabajo.
Resumen: que entre las palabras y los hechos hay un gran trecho y que hay quienes detrás de palabras complacientes no hay nada, mientras que otros detrás de palabras ásperas y nada melosas muestran un comportamiento ejemplar.
“¿Qué os parece?” fue la pregunta de Jesús al público que tenía delante. ¿Qué os parece? Es la pregunta que nos dirige ahora Jesús a nosotros. Quizá para entender mejor este evangelio resulte oportuno recordar un relato que sucedió en Sevilla hace algo más de tres años, pero que no ha perdido actualidad y que, además de aclarar, emociona.
Un inmigrante nigeriano de nombre Dom Amby, sin papeles, y que vendía pañuelos de papel junto a un semáforo de Sevilla, encontró una cartera con 2.700 euros, un cheque de 870 euros, un talonario, documentos personales y empresariales. La entregó a la policía y ésta al dueño, que le recompensó a Dom Amby con 50 euros, un apretón de manos y dándole las gracias. El nigeriano a su vez donó la mitad, es decir 25 euros, a su compañero en la venta de pañuelos. Dos posturas, dos tipos de personas: el vendedor de pañuelos de quien, siendo sinceros, no esperábamos la reacción que tuvo, y la del dueño de la cartera, de quien nos extraña su conducta tacaña. Más aún, el nigeriano hizo dos comentarios, que no tienen desperdicio: “el dinero no puede tocar mi cabeza ni mi corazón”. Y el segundo: “muchos piensan que no somos buenos, pero lo somos”.
Con razón a Jesús se le llamaba “amigo de los pecadores”. Y a los que ciertamente denunció fue a la clase dirigente en general. Sobre todo, criticó, reprobó la hipocresía y la falta de coherencia, de sintonía entre las palabras y los hechos.
Este es un tema que afecta de una manera especial a los políticos, principalmente ahora que comienza la campaña electoral. Demasiadas palabras, demasiadas promesas, que se quedan en papel mojado. Según el evangelio, sería mejor prometer menos y cumplir más. Sin embargo, este evangelio no atañe solo a los políticos. A todos interesa la coherencia y la transparencia. Por otro lado, sería infantil pensar que Jesús prefiere la maldad a la bondad.
Jesús no canoniza el vicio. Alaba a la adúltera cuando endereza su vida. Elogia, aplaude, felicita a Zaqueo cuando éste devuelve el dinero obtenido no limpiamente. Aprueba en los publicanos y prostitutas su capacidad de arrepentirse, de reconocer sus fallos, mientras que los sumos sacerdotes y los ancianos se consideraban modélicos, perfectos cumplidores de la ley y, por tanto, no necesitaban arrepentirse, ni convertirse.
¿Qué os parece?. Que Jesús, a través de estos retratos o pinceladas, apuesta por la sencillez, por la coherencia, por la capacidad de arrepentirse y cambiar de vida, apuesta porque tienen más valor los hechos que las palabras.
Cambiando de tema, hoy es también una de las cuatro jornadas que se reservan a Cáritas diocesana a lo largo del año. Si bien, día de Cáritas, esto es, de solidaridad, de querer al otro, es cuestión de todos los días. No basta con las cuatro jornadas reservadas oficialmente. Vivimos en un momento en el que Cáritas se ha hecho necesaria. Para mucha gente es el único apoyo que les permite ir superando la crisis. Por otra parte, Cáritas -lo que significa Cáritas- es el corazón de la pastoral. Una parroquia o una comunidad cristiana debe celebrar los sacramentos, enseñar el mensaje evangélico y vivir la caridad, practicar la fraternidad. Pero lo más importantes es la tercera.
Volviendo al evangelio, al ver la diferencia que existe entre Jesús y nosotros ante el comportamiento de las personas. Que nuestra oración sea: “Señor, enséñame tus caminos”, que aprendamos a juzgar a las personas como tú.
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