Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 38-42
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor escuchaba su Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude».
Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada».
Celebramos hoy la memoria de San Francisco de Asís. Para los dominicos no es cualquier santo, ya que tanto dominicos como franciscanos tienen una historia entrelazada desde su nacimiento hasta el día de hoy.
Quiero traer un texto sobre San Francisco donde podemos ver el carácter predicador de San Francisco:
"Bien lo saben cuantos hermanos convivieron con él, qué a diario, qué de continuo traía en sus labios la conversación de Jesús; qué dulce y suave su diálogo; qué coloquio más tierno y amoroso mantenía. De la abundancia del corazón habla la boca, y la fuente de su amor iluminado que llenaba todas sus entrañas, bullendo saltaba fuera. ¡Qué intimidades las suyas con Jesús! Jesús en el corazón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús presente siempre en todos sus miembros... Porque con amor ardiente llevaba y conservaba siempre en su corazón a Jesucristo, y éste crucificado, fue marcado gloriosamente sobre todos con el sello de Cristo..." (1Celano 115)
Las lecturas de este martes nos invitan a acoger a la Palabra de Dios es nuestro interior, en nuestra casa, como lo hicieron Marta y María, para poder confrontarnos con ella y comenzar a cambiar aquellas actitudes que impiden actuar a la Palabra de Dios en nuestro interior, como se puede leer en la primera lectura.
Muchos han querido ver en el pasaje del Evangelio de hoy la contraposición de la vida activa y la vida contemplativa. Más allá de estos dualismos en la vida cristiana, nos encontramos antes el hecho de acoger tal y como uno es, la Palabra de Dios en su propia vida. Muchas veces decimos que Dios ha dejado de escucharnos, que no nos oyen, que nuestras oraciones son hechas al vacío… Me inclino a pensar, porque así me ha pasado, que cuando oramos directamente nos ponemos a hablar a Dios sin escucharle, sin acogerle a Él en nuestra vida. Primero hemos de escuchar a Dios a través de su Palabra para comenzar el bello diálogo de la oración.
Cuando escuchamos la Palabra de Dios, como el pueblo de Nínive escuchó la Palabra de Dios a través del profetas Jonás, vemos con mayor claridad por donde se deben encaminar nuestros pasos en la vida… Es la conversión cotidiana. Esta es la más difícil porque nos pide desinstalarnos de muchos modos de funcionamiento habituales en nosotros. Modos que incluso creemos que somos nosotros mismos, mientras que son una segunda piel adherida fuertemente, pero que hemos de renovar.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude».
Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada».
Celebramos hoy la memoria de San Francisco de Asís. Para los dominicos no es cualquier santo, ya que tanto dominicos como franciscanos tienen una historia entrelazada desde su nacimiento hasta el día de hoy.
Quiero traer un texto sobre San Francisco donde podemos ver el carácter predicador de San Francisco:
"Bien lo saben cuantos hermanos convivieron con él, qué a diario, qué de continuo traía en sus labios la conversación de Jesús; qué dulce y suave su diálogo; qué coloquio más tierno y amoroso mantenía. De la abundancia del corazón habla la boca, y la fuente de su amor iluminado que llenaba todas sus entrañas, bullendo saltaba fuera. ¡Qué intimidades las suyas con Jesús! Jesús en el corazón, Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los ojos, Jesús en las manos, Jesús presente siempre en todos sus miembros... Porque con amor ardiente llevaba y conservaba siempre en su corazón a Jesucristo, y éste crucificado, fue marcado gloriosamente sobre todos con el sello de Cristo..." (1Celano 115)
Las lecturas de este martes nos invitan a acoger a la Palabra de Dios es nuestro interior, en nuestra casa, como lo hicieron Marta y María, para poder confrontarnos con ella y comenzar a cambiar aquellas actitudes que impiden actuar a la Palabra de Dios en nuestro interior, como se puede leer en la primera lectura.
Muchos han querido ver en el pasaje del Evangelio de hoy la contraposición de la vida activa y la vida contemplativa. Más allá de estos dualismos en la vida cristiana, nos encontramos antes el hecho de acoger tal y como uno es, la Palabra de Dios en su propia vida. Muchas veces decimos que Dios ha dejado de escucharnos, que no nos oyen, que nuestras oraciones son hechas al vacío… Me inclino a pensar, porque así me ha pasado, que cuando oramos directamente nos ponemos a hablar a Dios sin escucharle, sin acogerle a Él en nuestra vida. Primero hemos de escuchar a Dios a través de su Palabra para comenzar el bello diálogo de la oración.
Cuando escuchamos la Palabra de Dios, como el pueblo de Nínive escuchó la Palabra de Dios a través del profetas Jonás, vemos con mayor claridad por donde se deben encaminar nuestros pasos en la vida… Es la conversión cotidiana. Esta es la más difícil porque nos pide desinstalarnos de muchos modos de funcionamiento habituales en nosotros. Modos que incluso creemos que somos nosotros mismos, mientras que son una segunda piel adherida fuertemente, pero que hemos de renovar.
Fray José Rafael Reyes González
Convento de San Clemente - Roma
Convento de San Clemente - Roma
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