Publicado por Fe Adulta
ANÁFORA
Gracias, Padre santo, Dios misericordioso,
porque nos amas como nunca comprenderemos,
y no tomas en cuenta
nuestros numerosos fallos y debilidades.
Gracias, Padre, por tu inagotable misericordia,
eres nuestro refugio y consuelo
y nos haces partícipes de tu mismo ser,
de tu vida, la verdadera vida, la que permanece.
No nos cansaremos de alabar tu nombre,
porque siempre encontramos en Ti comprensión
para nuestras faltas
y fuerza y ánimo para rectificar y seguir adelante.
Nuestra alegría es saber
que eres nuestro Padre y Madre entrañable.
Y sintiéndonos hijos tuyos te bendecimos
y elevamos hasta Ti este himno de gloria y alabanza.
Himno
Recordamos con emoción, Padre Dios, a tu hijo Jesús,
toda su trayectoria de vida, esforzándose siempre
por hacernos ver y sentir que eres un Padre bueno.
Nos repitió de mil maneras la buena noticia de tu amor
y nos explicó con sencillas parábolas cómo eres,
nos contó por eso la historia de aquel padre, todo corazón,
que sale al camino para perdonar y abrazar a su hijo.
O la de aquel pastor que deja sus noventa y nueve ovejas
y se va en busca de la oveja descarriada.
Jesús fue un hombre bueno, creyó en Ti y te imitó en todo.
Fracción del pan
Envíanos Padre tu Espíritu, el que nunca le faltó a Jesús.
No permitas que sigamos dando tan pobre testimonio
quienes nos presentamos ante el mundo como cristianos.
Comunícanos tu fuerza para dar un paso firme adelante
en el camino de conversión hacia Ti.
Danos un corazón sencillo, para reconocer los errores,
y un corazón generoso, para comprender a los demás.
Ilumina nuestras decisiones para obrar con rectitud.
Haznos conscientes de la tarea inmensa y urgente
que nos aguarda y exige nuestra mejor puesta a punto.
Queremos que nuestra vida sea reflejo de tu bondad,
queremos allanar tus caminos, que reines en el mundo,
para que todos te respeten, te quieran y te bendigan.
En presencia de tu hijo Jesús
y con todas las personas de buena voluntad
te prometemos fidelidad y brindamos por tu honor.
Amén.
------------------
PREGÓN: DIOS ESTÁ MUY CERCA
¡Vamos, levantaos,
se acerca vuestra liberación!
Hay signos a vuestro alrededor.
¿No los veis en el barrio, en la fábrica,
en esos que acampan indignados,
en la comunidad, en vuestra propia casa
y en vosotros mismos, sin ir más lejos?
Restregaos los ojos,
mirad con esperanza el horizonte,
escuchad las buenas nuevas,
dejaos despertar por la brisa.
¡Dios está muy cerca!
¡Venga, levantaos,
alzad la cabeza y el corazón!
La gente se angustia por todo
y anda sin aliento, dando tumbos
de acá para allá, viviendo sin vivir,
cargada de miedos y responsabilidades,
echando a perder su vida,
corriendo tras fuegos fatuos,
espejismos del desierto,
y vagas añoranzas.
Recobrad el aliento.
¡Dios está muy cerca!
¡Ánimo, levantaos
y permaneced despiertos!
No se os embote la mente
ni desboque el corazón
con tanta preocupación sobreañadida:
qué os pasará mañana,
cuánto ganaréis y podréis gastar,
cuándo sucederá eso y porqué,
cómo escaparéis de la red de la moda,
de la fiebre de las rebajas...
Os toca nadar contra corriente.
¡Dios está muy cerca!
¡Hala, levantaos,
y caminad con ilusión renovada!
Otead el horizonte con serenidad y agudeza.
Vivid atentas a los susurros,
lloros, gritos y risas
de la humanidad entera.
Dejad lo vano y lo estéril.
Preparad vuestras entrañas para la acogida
y llegad al “Cuerno de África”.
Brotad a la vida.
Su rocío ya nos llega.
¡Dios está muy cerca!
ANÁFORA
Gracias, Padre santo, Dios misericordioso,
porque nos amas como nunca comprenderemos,
y no tomas en cuenta
nuestros numerosos fallos y debilidades.
Gracias, Padre, por tu inagotable misericordia,
eres nuestro refugio y consuelo
y nos haces partícipes de tu mismo ser,
de tu vida, la verdadera vida, la que permanece.
No nos cansaremos de alabar tu nombre,
porque siempre encontramos en Ti comprensión
para nuestras faltas
y fuerza y ánimo para rectificar y seguir adelante.
Nuestra alegría es saber
que eres nuestro Padre y Madre entrañable.
Y sintiéndonos hijos tuyos te bendecimos
y elevamos hasta Ti este himno de gloria y alabanza.
Himno
Recordamos con emoción, Padre Dios, a tu hijo Jesús,
toda su trayectoria de vida, esforzándose siempre
por hacernos ver y sentir que eres un Padre bueno.
Nos repitió de mil maneras la buena noticia de tu amor
y nos explicó con sencillas parábolas cómo eres,
nos contó por eso la historia de aquel padre, todo corazón,
que sale al camino para perdonar y abrazar a su hijo.
O la de aquel pastor que deja sus noventa y nueve ovejas
y se va en busca de la oveja descarriada.
Jesús fue un hombre bueno, creyó en Ti y te imitó en todo.
Fracción del pan
Envíanos Padre tu Espíritu, el que nunca le faltó a Jesús.
No permitas que sigamos dando tan pobre testimonio
quienes nos presentamos ante el mundo como cristianos.
Comunícanos tu fuerza para dar un paso firme adelante
en el camino de conversión hacia Ti.
Danos un corazón sencillo, para reconocer los errores,
y un corazón generoso, para comprender a los demás.
Ilumina nuestras decisiones para obrar con rectitud.
Haznos conscientes de la tarea inmensa y urgente
que nos aguarda y exige nuestra mejor puesta a punto.
Queremos que nuestra vida sea reflejo de tu bondad,
queremos allanar tus caminos, que reines en el mundo,
para que todos te respeten, te quieran y te bendigan.
En presencia de tu hijo Jesús
y con todas las personas de buena voluntad
te prometemos fidelidad y brindamos por tu honor.
Amén.
Rafael Calvo Beca
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PREGÓN: DIOS ESTÁ MUY CERCA
¡Vamos, levantaos,
se acerca vuestra liberación!
Hay signos a vuestro alrededor.
¿No los veis en el barrio, en la fábrica,
en esos que acampan indignados,
en la comunidad, en vuestra propia casa
y en vosotros mismos, sin ir más lejos?
Restregaos los ojos,
mirad con esperanza el horizonte,
escuchad las buenas nuevas,
dejaos despertar por la brisa.
¡Dios está muy cerca!
¡Venga, levantaos,
alzad la cabeza y el corazón!
La gente se angustia por todo
y anda sin aliento, dando tumbos
de acá para allá, viviendo sin vivir,
cargada de miedos y responsabilidades,
echando a perder su vida,
corriendo tras fuegos fatuos,
espejismos del desierto,
y vagas añoranzas.
Recobrad el aliento.
¡Dios está muy cerca!
¡Ánimo, levantaos
y permaneced despiertos!
No se os embote la mente
ni desboque el corazón
con tanta preocupación sobreañadida:
qué os pasará mañana,
cuánto ganaréis y podréis gastar,
cuándo sucederá eso y porqué,
cómo escaparéis de la red de la moda,
de la fiebre de las rebajas...
Os toca nadar contra corriente.
¡Dios está muy cerca!
¡Hala, levantaos,
y caminad con ilusión renovada!
Otead el horizonte con serenidad y agudeza.
Vivid atentas a los susurros,
lloros, gritos y risas
de la humanidad entera.
Dejad lo vano y lo estéril.
Preparad vuestras entrañas para la acogida
y llegad al “Cuerno de África”.
Brotad a la vida.
Su rocío ya nos llega.
¡Dios está muy cerca!
Florentino Ulibarri
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