Hay gente que cree en Jesús porque la fórmula “si (tal cosa….) entonces creo” les ha resultado. Es un tipo de creencia muy extendida. Estas personas creen en Dios en función de lo que es factible comprobar y luego explicar. Así, muchos dicen: “Si logro, alcanzo, escapo…entonces creo que Jesús existe”.
Puede ser que esta fórmula haya logrado que muchas personas se acercaran nuevamente a la Iglesia, pero acaso ¿perseveran?. En algún momento la fórmula mágica de creer porque me concedió el “milagro” se acaba, y entonces qué, ¿Jesús ya no es tan bueno, poderoso y amigo como antes?
Es natural y razonable que queramos comprender lo que nos sucede o acontece. Es lícito pedir explicaciones. Necesitamos entender muchas veces lo que nos pasa para poder librarnos de la ansiedad que nos produce no saber qué nos sucede. Pero, ¿se funda nuestra fe en explicaciones lógicas?. Ello no significa que carezca de razones, pero las que posee tiene un fundamento distinto…
Cuando los discípulos piden a Jesús «Auméntanos la fe» lo hacen porque perciben que la que tienen es insuficiente. Comprueban que el Mesías que esperaban no coincide con el que habían imaginado. Y se sienten perdidos y desorientados, porque el obrar de Jesús contradice toda lógica y quebranta leyes religiosas.
Ellos perciben que si quieren seguir a Jesús necesitan “algo más” de fe. Una dosis nueva de fe porque la que tienen no les alcanza para explicar lo que ven. En pocas palabras, ante el misterio se sienten incapaces de poder encontrar explicación alguna.
Jesús les da una respuesta sorprendente. Les dice «Si tenéis una fe del tamaño de un granito de mostaza, podríais decir a este sicómoro: "Desarráigate y plántate en el mar", y os obedecería». Lo que Jesús les dice en definitiva es que no les falta un “poco” más de fe para aumentar la que tienen, sino que necesitan fe verdadera. La fe no es expresión de explicaciones lógicas. No resulta de leer, comprobar, aclarar lo que no puedes explicar, sino todo lo contrario. Fe es experiencia de encuentro con Alguien, que junto con revelarse también se oculta en el Misterio. Creer en Alguien y no en algo. Afianzar la confianza en una Persona que sostiene y acompaña en el misterioso tramo de la vida.
No es “cantidad” de fe lo que los discípulos necesitan, sino calidad. Deben abandonar sus antiguas creencias matemáticas, para apoyarse en Dios. En el verdadero Dios. Dejar de lado las estructuras externas de comprobación para hacer sitio al Misterio…
Recuerdo que en una ocasión fui a una sala de 5 años a buscar niños para realizar una tarea escolar. No tenía pensado escoger a alguno en particular, así que tan sólo pregunté “¿Quién quiere ir conmigo a….” Y antes de que me dejaran terminar la frase, y sin saber a dónde los conduciría, todo el curso levantó la mano mostrando su disposición para ir a dónde sea. En esa ocasión me dije; “Ojalá mi disponibilidad para seguir a Jesús, independientemente de adónde fuera, sea tan firme como la de estos niños”. El gesto de aquellos niños fue para mí un ejemplo de lo que es tener fe. Sin saber a dónde irían: confiaron…. Ahora bien, si haces lo mismo con los niños, no mucho más grandes, comienzan con las preguntas ¿Para qué? ¿Y dónde queda? ¿Es divertido? ¿Qué vamos a hacer?. Estoy seguro de que los adultos hacemos este tipo de cuestionamientos y que además son mucho más rebuscados.
Tener fe en Dios significa confiar en Alguien en medio del misterio insondable. Mantener la decisión firme de continuar a su lado, aun en medio de lo inexplicable que puedan ser algunas situaciones. Tener fe como un granito de mostaza es dejar toda seguridad para zambullirme en el misterioso mundo de un Dios que es Padre. ¿De qué tamaño es tu fe?
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