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lunes, 7 de abril de 2008

Domingo III de Pascua: El Misterio Pascual

Monseñor Romero
9 de abril de 1978

EL AÑO LITÚRGICO

Queridos hermanos:

No es una paralela que va con el año civil, sino que diríamos, es como la hebra de oro que va engarzando nuestra historia concreta, nuestro año 1978. Por eso quisiera que tuviéramos muy presente el sentido, la mística, el mensaje que la Iglesia va dando domingo a domingo y que al escuchar a través de mi pobre palabra este mensaje divino, no se tenga en cuenta como decimos en la misa: "no te fijes en mis pecados sino en la fe de tu Iglesia". Deficiencias humanas puede haber, pero lo que interesa es que a pesar de las deficiencias humanas el mensaje está iluminando esta realidad; y si no ilumina nuestra realidad será una paralela que no se encuentra nunca con la vida. De allí que la homilía- y así se llama aunque se quieran reír de la palabra- ya es una palabra consagrada para explicar que el celebrante de la Misa tiene que aplicar las lecturas que se han hecho a la situación concreta de la asamblea que se reúne para decirles: esto no es consideración histórica, esto es realidad de nosotros hoy; esta palabra que se ha leído, aunque fue escrita hace muchos siglos, es palabra de un Dios eterno hablándole hoy aquí a sus salvadoreños reunidos en la Catedral o aglomerados en torno de un aparato de radio para reflexionar.

El Año Litúrgico se encuentra hoy como cuando el sol se encuentra al medio ida, en su cenit. El tiempo pascual son siete semanas, los cincuenta días desde la resurrección de Cristo hasta Pentecostés, que quiere decir plenitud. Es la luz de la redención en su momento culminante, es el misterio pascual, es la luz del resucitado que no ha muerto, que vive en su Iglesia y que le está hablando a los que lo siguen hoy en 1978.

Hoy terminan los tres primeros domingos del tiempo pascual en que la Iglesia como esposa embelesada en el recuerdo de su hermoso resucitado, recuerda pasajes históricos de esa revelación, de esa resurrección. Hoy se ha leído el pintoresco relato de Emaús que ustedes cantan en una canción de comunión: "Por la calzada de Emáus, un peregrino iba conmigo; no le conocí al caminar pero cuando partió el pan lo conocí; es El, que va conmigo". Desde el domingo siguiente, cuatro domingos todavía del tiempo pascual, van a tomar enfoques sintéticos como resúmenes del Cristo que vive.

EL DOMINGO DE LAS VOCACIONES

El domingo próximo es el domingo del Buen Pastor; hermoso pensar que este Cristo que vive, me ama, me conoce por mi nombre como lo vamos a ver el próximo domingo. Sólo quiero adelantarles este detalle: que el Papa ha querido que el domingo del Buen Pastor sea también el domingo de las "vocaciones". Y por eso, ya desde ahora se los aviso para que toda la semana sea de una intensa oración por las vocaciones.

El Papa expresamente ha dicho que no se trata de pedir limosna, se trata de despertar conciencia en el pueblo: El sacerdote, la religiosa, el seminarista, todas esas personas que inspiradas por un ideal de consagración a Dios lo buscan más de cerca al Señor, son personas que han recibido esa inspiración de Dios, de la vocación, y que el pueblo entero está comprometido a pedir para que no falten en su servicio, sacerdotes, religiosas, y gracias a Dios, seminarios como los de hoy, que se encuentran llenos de jóvenes buscando este anhelo sacerdotal. Mucha oración hermanos, la oración es la paga para comprarle -diríamos- a Dios esta gracia tan inmensa que se llama vocación. Y si jóvenes de ambos sexos sienten ese llamamiento, esa vocación a la vida consagrada, ésta es una semana muy propicia para pensar mucho en esto.

LAS LECTURAS LITÚRGICAS

Las lecturas primeras durante todo este tiempo pascual están tomadas del libro de los Hechos de los Apóstoles, ese momento precioso, histórico, en que la vida de Cristo que ya terminó con la crucifixión en el Calvario, se ha convertido en una vida mística; es la Iglesia, es la historia de la Iglesia naciente. Lean mucho en esta temporada de Pascua los Hechos de los Apóstoles; sobre todo, léanlos en comunidad. Queridas Comunidades Eclesiales de Base, miren en los hechos de los Apóstoles la inspiración de esa vida eclesial de nuestro tiempo.

Y las segundas lecturas, que siempre es una carta de un apóstol, está tomada de la 1 Carta de San Pedro, el testigo fidedigno, el que en esta mañana precisamente aparece en las dos lecturas anunciando al pueblo el eran "kerigma". Así se llama "kerigma", el anuncio, la noticia, la gran revelación que Cristo murió bajo la maldad de los hombres pero que Dios convirtió ese crimen en redención de todos, porque lo resucitó y resucitado vive para salvación de todo el que crea en El. Este es el gran kerigma de la Iglesia, el gran anuncio que seguimos predicando como Pedro. Los Predicadores, catequistas, celebradores de la palabra no tienen que salirse de esa gran noticia: que Cristo murió por nosotros y que Cristo resucitó para restaurarnos nuestra vida. Este es el mensaje.

HECHOS DE LA SEMANA

Y estos domingos tan iluminadores, tan consoladores, tan llenos de esperanza y de vida en el Cristo vivo que vive aquí en su Iglesia, El Salvador lo va pasando en la realidad de nuestra vida salvadoreña. Y aquí es donde, hermanos, mi palabra encuentra tantos obstáculos. No es que yo sea el poseedor de la única verdad, sería un loco si yo qusiera ser el poseedor de la verdad. Si quisiera que todos pensarán como yo. Gracias a Dios que tengo más apertura para buscar entre todos la verdad y recriminar cuando alguien quiere monopolizar un hecho y manipularlo a su gusto.

PROFESIÓN DE FE AL SANTO PADRE

Quiero hacer profesión de fe solemne en este momento de mi adhesión al Santo Padre. El Papa ha sido siempre para mí una iluminación y pienso morir fiel a él. También quiero profesar mi comunión con el cuerpo episcopal del mundo.

SOLIDARIDAD DEL CARDENAL HUME

Agradecer a obispos tan conspicuos, como el que en esta semana me manda un mensajero, y un mensaje especial, el Cardenal Arzobispo de Westminster, Cardenal Hume; expresa su admiración, su cariño para esta Arquidiócesis e invita a su Pastor - cuando le sea posible- ir a hacer una visita a su sede de Inglaterra.

Muchas gracias por este inmenso dolor que manifiesta mi comunión con el episcopado universal, así como agradezco tantas muestras de solidaridad de queridos obispos de Centro América, del continente y hasta de Europa. Lo cual indica, pues, que el obispo de San Salvador, aunque no sea infalible porque no es el Papa ni posee toda la verdad, sin embargo solidario con su clero, con su pueblo, va peregrinando en busca de esa verdad. Y esta presencia de la Catedral llena y esa solidaridad de tantos aparatos de radio que ahora están anunciando allá sobre las plazas de los pueblos o de los cantones o de muchos grupitos que en tomo de un radio están meditando y se quedarán después meditando esta palabra, me está diciendo, hermanos, que esta palabra nunca se quedará sola sino que es una búsqueda sincera en comunión con mi pueblo de esa verdad. Y desde esa verdad que trato de predicar y de seguir, ilumino estos hechos para que no se dejen manipular solamente de una parte y hacer, en cuanto de la Iglesia nuestra depende, la justicia, la verdad, la voz de los que no se oyen.

CONSIDERACIONES SOBRE SAN PEDRO PERULAPAN

En nuestra radio católica, en esta semana, el Vicario del departamento de Cuscatlán relató la desolación que se nota al llegar a ciertos cantones de San Pedro Perulapán. "Campos abandonados cuando ya va llegando la hora de la siembra. ¿Quién los va a sembrar?", decía él. "Animalitos huyendo como sin dueños: cuches, gallinas, que han desaparecido sus dueños, andan huyendo bajo una -que ya es común llamar en esos lugares- guerra psicológica": el temor se nota en muchos semblantes y dicen con dolor: "nos han robado, nos han matado, nos han herido". Humillados algunos han salido de la cárcel narrando la crueldad de esos lugares; y, sobre todo, hermanos, al Pastor le duele. Ya tuvimos una reunión con los sacerdotes de aquel departamento. Nos duele, sobre todo, la siembra de la desunión y el espíritu de venganza que puede fermentar en estas circunstancias. Preguntaba el Vicario sobre una madre esposada "¿qué hijo la puede ver con indiferencia?"

Ojalá, y este es el trabajo que nos proponemos los sacerdotes en esa región, el Ministerio de la reconciliación sea nuestro gran deber. Por eso me duele cuando la calumnia más burda contra mi palabra es que estoy sembrando odio. No tuviera oyentes tan nobles que me están escuchando si mi siembra de la palabra fuera siembra de rencor. No sería tampoco un loco para pretender que esta Catedral llena, salga de aquí en una manifestación de odio y de violencia. Al contrario, yo creo que el atractivo de la predicación de hoy es porque se predica el verdadero amor, el perdón, la justicia, la paz. Pero no una paz ganada con represión, una paz que no es de cementerios, una paz que se construye sólida sobre bases de justicia y de amor. Por eso decimos que la paz que aquí predicarnos es la paz de Cristo de la que El dijo que siembra división. La paz verdadera también siembra división porque no todos comprenden la profundidad de justicia donde están las raíces de la paz y sólo quisieran una predicación muelle, suavecita, que no ofenda y que predique una falsa paz.

EL TRABAJO DE LA COMISIÓN DE SOLIDARIDAD

Ante esta situación, yo quiero anunciarles con alegría que nuestra Iglesia ha trabajado. Una comisión de solidaridad ha tomado muy en serio, sobre todo, dos aspectos, dos subcomisiones en el Arzobispado. La una, para recoger testimonios y tratar de aportar algo a la verdad que todos tenemos que buscar; y segundo, la comisión de ayuda, recogiendo, haciendo propaganda, donativos, dinero, víveres, ropa, medicinas y luego buscando la manera de hacerlo llegar pronto al que lo tiene necesitado. En cuanto a la comisión de investigación se ha editado un boletín que no voy a quitarles el tiempo en leerlo, pero si alguno lo quiere se lo podemos proporcionar en el Arzobispado donde están recogiendo muchos informes, no a base de chismes o de terceras personas. Hemos reclamado que hablen lo que ellos vivieron, lo que ellos han sentido y visto; y allí tenemos, hermanos, un resumen tremendo de unos 68 desaparecidos, 6 muertos, 4 de ellos decapitados, 14 heridos.

El boletín saca sus conclusiones que yo tampoco las voy a leer porque coinciden con el pensamiento que muchas veces he relatado aquí en esta Catedral: que mientras no haya un orden justo siempre estará sembrado de discordias el ambiente y así tendremos que no hay raíces de justicia y, por tanto, tendrá que haber frutos de violencia.

DECLARACIONES DEL PRESIDENTE DEL CONSEJO CENTRAL DE ELECCIONES

Yo traía para leerles, y es una esperanza, que el Presidente del Consejo Central de Elecciones al entregar las credenciales a los diputados nuevos les dice: que piensen en unas legislaciones más modernas, que vean, sobre todo, la situación del campesinado. Ojalá estos bellos augurios no sean simples promesas sino que de verdad tengamos entre los nuevos legisladores de la Patria, gente más comprensiva de que no es con leyes represivas con que se intenta justificar tanta crueldad como se va a hacer el verdadero progreso de la Patria sino leyes, como les dijo el Presidente del Consejo Central de Elecciones a los nuevos diputados, leyes que correspondan y que inspiren instituciones y relaciones entre los que tienen el capital y los que producen el trabajo. ¡Magnífico!, eso es lo que hemos clamado siempre: una justicia, unas leyes que sean cauces donde las inquietudes políticas del pueblo y de los hombres encuentren su expresión y no sean tenidas como clandestinas para ser reprimidas tan brutalmente. Si se reprimen, denle cauces por donde salir legítimamente para que todos, principalmente jóvenes y gente experimentada, sepa aportar lo mucho que cada salvadoreño puede para el bien de nuestra Patria.

SOBRE LA COMISIÓN DE ABOGADOS Y BACHILLERES

En el orden también de felicitación quiero agradecer mucho y felicitar a la comisión de abogados, diez abogados y siete estudiantes de Derecho que han tomado en serio la solicitud de una amnistía. Ya presentaron - como vieron en el periódico- su solicitud a la Asamblea. Y a este grupo de abogados y de bachilleres yo les diré que es una esperanza para nuestro pueblo. Ojalá que sean nobles como verdaderos hombres del Derecho. Yo espero mucho de ellos y los animo en el nombre del Señor y del pueblo, que sepan hacer justicia y que todos sus conocimientos legales no sean para establecer legalmente atropellos sino para legalizar posiciones que caminen hacia la justicia y que sepan ser lo que dice la Biblia: defensores del pobre, del desposeído, del que no tiene voz.

VIDA DE LAS COMUNIDADES

Desde nuestra Iglesia tenemos que lamentar el atropello a la Iglesia de Monte San Juan y a su querido Párroco el Padre Toñito Alfaro. Que sepan que estamos plenamente con ellos en esta hora de prueba.

Quiero agradecer la acogida que me dieron en esta semana las comunidades de San Juan Opico a donde fui a dejar su nuevo Párroco, el Padre Jorge Salinas.

La comunidad de San Rafael Cedros, cuyo Párroco el Padre Leopoldo Deras, tuvo la bondad de invitarme a un grupo de confirmación que había preparado y darme una acogida inesperada de pueblo y de escuelas en aquella hermosa iglesia.

Y el Dulce Nombre de María, un pueblecito pintoresco allá en Chalatenango, también me dio una acogida muy fervorosa. Allá están las Hermanas Oblatas del Sagrado Corazón adonde llegaron también las Carmelitas Misioneras de la Laguna. Y las dos comunidades compartieron un diálogo con su Pastor estudiando los problemas pastorales de aquella región.

Les anuncio también con alegría que en esta semana ha quedado erigida la nueva parroquia en la Col. Miralvalle. Va a ser dedicada a Nuestra Señora de la Presentación; la bonita imagen que tenemos aquí, la primera imagen de María que se veneró en El Salvador, que estaba en la Iglesia de San José y cuando se quemó la hemos traído aquí y la llevaremos procesionalmente cuando esté la Iglesia de la Colonia Miralvalle para que sea la patrona y el símbolo del cariño de un pueblo que nació para ser de María, y por María, de Cristo.

Los PP. Agustinos han sido encargados de esta nueva parroquia así como la colonia Miramonte está también a su cargo. Les agradecemos y los felicitamos por su trabajo pastoral.

Quiero agradecer también como un gesto de comunión, la visita que me hicieron los PP Paulinos de Centro América, reunidos aquí de las cinco repúblicas y de Panamá. Fueron a manifestarme su solidaridad y a decirme que estaban plenamente de acuerdo con esta pastoral de nuestra Arquidiócesis.

EL MISTERIO PASCUAL

Y todo eso, queridos hermanos, en un marco pascual que yo quisiera que fuera como el núcleo doctrinal. Me alegro mucho cuando otros que no quieren llamarla homilía, me la llaman catequesis. Me da mucho gusto sentirme catequista de la Diócesis. He aquí la catequesis de esta mañana, la llamaremos: "El misterio pascual", porque todas las lecturas de hoy son un enfoque precioso del Misterio Pascual. El Concilio Vaticano II no se entendería si no se tiene una idea de lo que es el misterio pascual que le ha dado origen y le da estilo a la Iglesia de todos los tiempos. La Iglesia no es mas que una mensajera del misterio pascual.

1º. ¿OUE ES EL MISTERIO PASCUAL?

El Concilio lo define así: "Cristo Señor llevó a cabo la obra de la redención humanidad de la perfecta Glorificación de Dios que prefiguraron los prodigios del pueblo del Antiguo Testamento. Esta obra, Cristo la llevó a cabo principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión. Por este misterio Pascual, muriendo, destruyó nuestra muerte y resucitando reparó la vida, pues del costado de Cristo dormido en la Cruz nació el admirable sacramento de toda la Iglesia".

¡Qué precioso texto! Me parece que es el resumen de las tres lecturas de hoy. Y si comprendemos un poquito el misterio pascual, hermanos, tendremos también cariño y gusto para venir a Misa todos los domingos y celebrar la Semana Santa como una fiesta pascual. Son los dos focos pascuales de la Iglesia: la misa dominical y la fiesta de Pascua que estamos celebrando durante cincuenta días, desde la resurrección de Cristo el Sábado Santo en la noche, hasta la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Cincuenta días en que la Iglesia considera un solo domingo, una sola gran fiesta, la fiesta del misterio, de la bienaventurada pasión y muerte, de la gloriosa resurrección y ascensión de Cristo a los cielos.

Estos dos aspectos de Cristo: sufriendo y muriendo para destruir nuestra muerte y nuestros pecados, y resucitando y subiendo al cielo para restituirnos la vida y abrirnos las puertas de la esperanza, eso es lo que llamamos el Misterio Pascual.

¿POR QUE LO LLAMAMOS MISTERIO PASCUAL?

Porque esta obra la realizó Cristo en un ambiente de Pascua. Fíjense bien cómo fue una Pascua la que Cristo llamó: "su hora". "Se acerca mi hora, la hora en que el Hijo del Hombre será glorificado " "la Pascua". Y cuando llegó la hora, manda a sus discípulos a preparar la Pascua en Jerusalén.

En segundo lugar se llama pascual este misterio de Cristo porque Cristo en aquella cena y desde que Juan Bautista lo presentó al mundo, lo llamó el Cordero Pascual. Ese es el cordero que se inmola en la Pascua y que los israelitas comen para significar su protección de Dios, su sacrificio a Dios. Aquel jueves Santo, cuando todas las familias hebreas comían el cordero pascual, Cristo también con sus discípulos comía un corderito pero El estaba pensando que ese cordero ya iba a terminar su misión: "Mañana Viernes Santo seré yo, colgado en una cruz, el cordero sangriento que quita los pecados del mundo". ¡Cordero Pascual!

En tercer lugar se llama este misterio de la redención; y misterio pascual, porque aquella cena del jueves Santo sirvió a Cristo para empalmar la Pascua del Viejo Testamento con la Pascua de los cristianos. Hoy, por ejemplo, estamos celebrando la misa; ese altar es el altar de la pascua donde se inmola el cuerpo y la sangre del Señor. El es el cordero; y yo cuando tenga el honor de enseñárselos en la hostia les voy a decir: "Este es el Cordero de Dios, el que quita los pecados del mundo". "Tomad y comed -dice Cristo-". Esta es la Pascua en la cual se inmola con la sangre divina el cordero que quita los pecados del mundo.

Y la Eucaristía quedará, hermanos, tanto como misa, como sagrario, como procesión de Corpus, como visita al Santísimo. Todo ese culto precioso que nuestra Iglesia tributa a la hostia consagrada, es el amor de la esposa que ha recibido en herencia de su esposo desaparecido, pero que aparecerá. El gran regalo de su pascua es la Eucaristía. Por eso venir a misa es ser agradecidos, venir a misa es sentirse el Israel espiritual, venir a misa es sentarse con Cristo en los bancos de la última cena y prolongarla hasta este domingo de 1978.

La misa de cada domingo, la misa de nuestros difuntos, la misa de la primera comunión, la misa del matrimonio, la misa para pedir luz y consuelo al Señor, es el sacrificio de Cristo, es la cena del Señor haciéndose Pascua en todas las circunstancias de la vida. Y por eso el Concilio aconseja que a las misas de difuntos no se les dé ese tono tétrico, sombrío, como si todo se ha acabado, sino que tenga un sentido pascual. La misa del difunto ahora hasta se presenta en ornamentos blancos y hasta se cantan aleluyas, porque aunque esté llorando la familia doliente, esas lágrimas se iluminan con la Pascua de Cristo.

2o. LA PASCUA DEL VIEJO TESTAMENTO, LA PASCUA QUE CRISTO RECOGIO

¿Qué es la Pascua? Para comprender esa pascua que Cristo quiso traer como herencia para entregarla con su propia redención al pueblo cristiano, remontémonos hermanos. Y este es mi segundo pensamiento: la Pascua del Viejo Testamento, la Pascua que Cristo recogió.

Los historiadores encuentran que la pascua de los judíos tiene un origen natural más antiguo al pueblo de Israel. Posiblemente es una fiesta en una noche de plenilunio del equinoccio de primavera. Esta luna llena de la Semana Santa servía a los pastores para cantar su alegría de que ya estaban pasando los fríos del invierno y ya venía la primavera. Pascua significa paso, el paso del invierno a la primavera; se celebraba con una noche de plenilunio porque en la primavera ya vamos a emigrar del desierto a las tierras donde hay pasto.

También, cuando ya la era de agricultores prevalecía en Israel, se recogió otra fiesta junto con la Pascua que la llamaban la fiesta de los ácimos y que Cristo también la celebraba; la fiesta en que los agricultores recogían la cosecha de trigo y para significar el paso de la cosecha vieja a la cosecha nueva se comía pan sin levadura, que no participara el viejo pan, la vieja cosecha, sino que fuera todo nuevo para darle, gracias a Dios por el trigo nuevo. Este es el origen de los ácimos, el paso de lo viejo a lo nuevo, paso de la vieja cosecha a la nueva cosecha.

Entonces este concepto de pascua, de paso, fue lo que asumió Israel naciente en Egipto, cuando Dios revela al pueblo perseguido y oprimido que esa noche, también de un plenilunio de primavera, pasará Dios con su ángel y las puertas que estén marcadas con la sangre del cordero que van a comer las familias israelitas no van a perecer, pero aquellas puertas de los egipcios que están sin esa protección de la sangre, verán con angustia que todos sus primogénitos van a morir. Y aquella noche del exterminio pasó Dios, la pascua de Dios, el paso de Dios ¡Qué terrible el paso de la justicia de Dios para poner en su puesto a un pueblo opresor, ingrato con los peregrinos de Israel! Todos los primogénitos de Israel murieron. En cambio, las familias marcadas con la sangre del cordero comían su pascua vestidos ya de peregrinos porque aquella noche comenzó el éxodo. La pascua es éxodo, salida, salir ya del pueblo que los tiene cautivos y esclavos "para una tierra que yo les mostraré". Y salieron. "Esa noche se celebrará -les mandó decir Moisés- todos los años de la historia".

Significaba, pues, una noche de liberación: el paso de la esclavitud a la libertad, el paso de la opresión a una tierra de promisión el paso también del mar rojo que iba a confirmar con un milagro estupendo donde pasaba el pueblo de Israel y donde quedaba sepultado el ejército de los egipcios; el paso se celebró cuando el pueblo peregrino llegaba por Guilgal el primer sacrificio en la tierra prometida ¡Qué alegría, que gratitud! La pascua desde entonces se comenzó a celebrar año con año como una fiesta de independencia, como una fiesta del paso de esclavitud a salvación, una fiesta de vida, una fiesta en que se reconocía al Salvador-Dios por medio de un instrumento que era Moisés. Era una fiesta de agradecimiento a la que se fueron uniendo otros elementos bíblicos, por ejemplo: la creación del hombre, la alianza, el sacrificio de Isaac.

Todo esto venía enriqueciendo como un río que nació pequeñito y que llega torrencial a la plenitud de los tiempos. Cuando Cristo celebró su Pascua con sus discípulos, era toda esa historia la que venía. Y ahora comprendemos el sentido de nuestras lecturas de hoy. La Pascua cristiana, la Pascua que Cristo celebró asumiendo todos esos viejos símbolos del Viejo Testamento para llenarlos de la realidad redentora que El iba a realizar con su muerte, con su resurrección y con su ascensión a los cielos.

La pascua es ese misterio de Cristo porque en ese Cristo muerto por nosotros, resucitado por nosotros, viviente por nosotros, eternamente, nosotros vemos el estilo de nuestra Iglesia. No comprenderá a su Iglesia el católico que no tiene ideas del Misterio Pascual. Por eso he querido que en el ámbito de esta Pascua de 1978, vivida en El Salvador muy parecida a los israelitas de Egipto, recordemos que Dios va con nosotros.

3º. EL SIGNIFICADO PARA LOS CRISTIANOS DE LA PASCUA QUE CRISTO NOS DEJO

¿Qué significa para los cristianos la pascua que Cristo nos dejó? Y este es mi tercero y último pensamiento. La Pascua cristiana tiene estas cuatro características: 1) Una pascua que es causa de nuestra salvación, una pascua liberadora. 2) Una pascua sacramental, signos que ahora encierran y ocultan realidades divinas que no vemos, eso es lo sacramental. 3) Pascua eclesial, pascua comunitaria, pascua que no la tiene que vivir individualmente cada hombre sino en pueblo, en común y 4) Pascua escatológica, pascua de esperanza.

¿Qué quiere decir? Es lo que nos dice hoy en la primera lectura San Pedro predicando su primer sermón del cristianismo: "Rompiendo las ataduras dé la muerte". O cuando dice en su epístola de hoy: "Os rescataron". ¿Y de qué nos rescataron? Nos rescataron de un proceder. "Ya sabéis con qué os rescataron -dice la epístola en el versículo 18- de ese proceder inútil recibido de vuestros padres. No con bienes efímeros: con oro o plata, sino a precio de sangre de Cristo". ¡Esta es la redención, un rescate que no se compra con oro ni plata!

Por eso, ahora fijémonos en el evangelio. En el versículo 21 decían los discípulos desengañados, desilusionados que iban para Emáus en la tarde de Pascua: "Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel y ya ves, hace dos días que sucedió esto". Esta es la desilusión cuando se buscan liberaciones temporales. Hermanos, yo quiero insistir mucho en esto porque me están acusando que yo predico una liberación revolucionaria de la tierra. Nadie cree esa tontera, pero yo quiero afianzar una vez mas que la liberación que yo predico no es esta que llevaba desilusionados a los discípulos de Emáus. Los mismos apóstoles cuando iban acompañando a Cristo para su ascensión le preguntan: " ¿Señor, ya vas a liberar a Israel? " Era una esperanza política, una esperanza de tierra, una esperanza miope, sin horizontes. Es la esperanza que tienen muchos movimientos liberadores de nuestro tiempo, los que no esperan con la esperanza cristiana sino que creen que lo van a resolver todo a fuerza de violencia, de odios, de luchas de clase. Esa no es la liberación de Cristo, esa no puede ser la liberación de la Iglesia.

A estos discípulos que iban con esa ilusión tronchada, Cristo les

dice: " ¡Que necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! " Un cristiano no puede olvidar que la verdadera pascua que Él celebra todos los domingos en su misa, que la verdadera esperanza que el cómo cristiano abriga en su corazón, es una liberación del pecado, una liberación que nos hace verdaderamente romper las cadenas que nos atan íntimamente y que nos aseguran romper también las cadenas de la muerte y del infierno y tener la santa libertad que tienen los hijos de Dios. No hay hombre más libre que el que se ha liberado del pecado, del temor de la muerte y del infierno porque sabe que ama a Dios y sigue a Cristo que está vivo y que le dará la verdadera liberación.

La verdadera liberación es la que Cristo comenzó a analizarles a los discípulos de Emáus: "¿No era necesario -les pregunta- que el Mesías padeciera todo eso y así entrara en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo con los profetas, les explicó lo que se refería a Él en toda la escritura".

La redención, la liberación que la Iglesia predica y espera, no es una liberación que desilusiona. Aún cuando las cosas salgan mal, aún cuando haya que morir en una cruz, aún cuando haya que ser torturado y muerto en la indignidad de quienes no quieren el grito de la verdadera liberación, son episodios de la guerra de Cristo salvando al mundo. No olvidemos, hermanos, que la redención todavía se está haciendo y por eso morimos, por eso hay cementerios. Si Cristo triunfó de la muerte ¿por qué mueren los hombres? Por eso, porque no está terminada la redención. Y San Pablo ya dice: "La última enemiga de Cristo en ser vencida será la muerte. Esto que nos ha dicho San Pedro en su epístola de hoy, el cordero que fue inmolado... Cuando se está construyendo un edificio, no queremos desilusionarnos al ver allí andamios, materiales revueltos. ¡Se está construyendo! El día de la inauguración quitaremos andamios, barreremos bien y veremos que construcción más hermosa. Así es la liberación de Cristo: se está trabajando ahora, por eso hay escombros de muerte, por eso hay andamiajes imperfectos, por eso hay hasta en la misma Iglesia, pecado y deficiencia, porque no es todavía la Iglesia triunfante del cielo, es la que se construye todavía entre hombres pecadores, envidiosos, mezquinos, como somos todos los hombres. Se está trabajando la redención.

Por eso, no queramos esperar un paraíso, una redención que la vamos a hacer sólo con brazos humanos, sólo con ideologías de la tierra. La Iglesia no puede ser comunista, la Iglesia no puede ser liberadora de liberaciones terrenales solamente. Las inspira, sí, porque ella lleva una esperanza que es la fuerza que puede dar eficacia a todas las liberaciones si se quieren hacer cristianas.

UNA PASCUA SACRAMENTAL

Decimos que la pascua nuestra es una pascua sacramental. Es decir ¿qué es un sacramento? Sacramento -ya les di la definición una vez- es una señal sensible que oculta una gracia invisible. Vamos a recibir la comunión, un sacramento, siento sabor de pan pero mi fe descubre que en ese signo del pan está presente Cristo. Yo voy a levantar una hostia de pan pero ya convertida en cuerpo de Cristo y todos la adoramos porque sabemos que está oculto sacramentalmente en el signo del pan y del vino la presencia misma de nuestro Señor Jesucristo. Esto quiere decir, hermanos, que toda aquella fuerza liberadora de Cristo en el Calvario, resucitando y subiendo al cielo, está con esta Iglesia. Ya les leí al principio el precioso pensamiento del Concilio cuando dice que "del costado de Cristo dormido nació el admirable sacramento de la Iglesia".

La Iglesia es un gran sacramento, es la presencia de Cristo en el mundo. Ustedes, hermanos, yo, seamos santos, transparentemos la presencia de Cristo liberador en el mundo. Esto es, ser sacramento. Sacramento, también, porque en cada sacramento que la Iglesia da, es Cristo que va presente con su fuerza, con su vida divina; quiere decir que el cielo ya está en esta tierra, que el reino de los cielos ya está en medio de vosotros. Todo aquel que cree en la vida sacramental de la Iglesia, todo aquel que lleva a bautizar un niño, el que confiesa para perdón de sus pecados sus propias culpas, todo aquel que viene a misa con una fe y una esperanza de apoyar en Cristo sus problemas, siente que Cristo resucitado y glorioso vive aquí en esta Iglesia, sigue perdonando, sigue triunfando en la muerte, está trabajando la gran liberación de los hombres.

El pasaje del evangelio es típico, hermanos. Cristo va caminando con los discípulos camino de Emáus y -diríamos bromeando como que les va tomando el pelo. "Sólo Ud. -le dicen- no sabe lo que ha pasado en Jerusalén. Que raro, si todo mundo habla". "¿De quién?", Les dice Cristo haciéndose el ignorante. "De Jesús de Nazaret que era grande profeta. Habla anunciado que iba a librar a Israel, pero ya ve, son tres días, ya se tronchó toda la esperanza. Es cierto que unas mujeres andan diciendo por allí que lo han visto resucitado, pero a El no lo han visto". ¡Este es el cálculo humano cuando perdemos de vista la presencia de Cristo escondido en aquel peregrino! Y por eso, cuando llegan al castillo de Emáus, el peregrino les dice: "muchas gracias por su compañía yo sigo adelante". Y le dicen: "quédate con nosotros Señor, ¿no ves que ya es muy tarde?" Se los había ganado. Y cuando prepararon su cenita y se sentaron a cenar, Jesús debió hacer un gesto tan divino al partir el pan, que lo conocieron; pero cuando lo conocieron desapareció. Y entonces el comentario: "¿Qué no ardía nuestro corazón cuando íbamos con Él y nos iba platicando por el camino? Corramos a avisar a los once". Y corrieron a Jerusalén apuntarse en comunidad.

Esto es el sacramento. Por eso, hermanos, estamos haciendo conciencia de que los sacramentos hay que recibirlos con más conocimiento. No vale traer un niño a confirmación sin saber lo que va a recibir. O hacer una fiesta de bautismo sólo por la fiesta y no saber qué es el sacramento. Va pasando Cristo disfrazado de peregrino y no lo conocemos, como aquella bonita canción: "Soy el Señor y no me conocéis, soy vuestro Dios que está presente en la misa de domingo y os aburre mi misa". Esto es la causa por qué no somos católicos ni participamos los sacramentos porque como los peregrinos de Emáus vamos con Él y no lo conocemos. Sólo al partir el pan, ahora si, lo conocí. Conozcámoslo, hermanos, no es necesario verlo. " ¡Bienaventurado el que sin ver cree!", Le dijo el domingo pasado Cristo a Tomás y ahora les da la lección a estos dos discípulos desapareciendo cuando ya lo conocieron. No le gusta ser visible mientras dure esta vida que debe de ser de fe y de esperanza.

UNA PASCUA COMUNITARIA

Y por eso, hermanos, una tercera nota de nuestra pascua es que es comunitaria. Desde Moisés mandó: "mate cada familia un cordero y si la familia es chiquita llame a vecinos y entre varios vecinos coma la Pascua". De allí fue era una fiesta de familia que se llegó a hacer una fiesta de Patria, de tal manera que para la pascua aún ahora los judíos de distintos puntos del mundo procuran estar en Jerusalén, en Israel, para celebrar con sentido patriótico la Pascua. Como si nosotros el 15 de septiembre procuráramos venir de donde estemos para celebrar comunitáriamente la fiesta de nuestra independencia.

Pues este sentido comunitario es el quo yo veo desde el principio de la lectura primera cuando dice Pedro con los once. Miren hermanos cómo Pedro, el Papa, con los once, con el cuerpo episcopal, mientras un apóstol esté unido con Pedro está significando comunión. El Obispo de ustedes, hermanos, está en comunión con Pedro que hoy se llama Pablo VI. Bien recuerdo aquellas palabras que me dieron tanto ánimo el año pasado: " ¡Animo, ánimo me dijo el Papa- Usted es el que manda!" Y no puedo olvidar, pues, que en la presencia de mi comunión con el Papa está también el secreto de mi palabra y de mi orientación a mi pueblo; el día en que el Papa me desconozca, no esté de acuerdo con lo que yo predico o hago, me lo hará ver. Y entonces les diré con toda humildad: "hermanos, perdónenme, los estuve engañando, yo me retiro, que venga otro de más confianza del Santo Padre". Pero mientras tanto, Pedro y los once, y yo estoy entre esos once, porque ahora ya no son once, son como dos mil y pico de obispos que estuvieron en un Concilio y que siguen gobernando la Iglesia en toda la faz de la tierra, que está en comunión con el episcopado mundial, es la que da este sentido de comunión de Iglesia.

Por eso, hermanos, también sientan la Pascua como una familia, sientan su misa del domingo así como están ahora. Yo quizás abuso de la bondad de ustedes al prolongarme tanto pero cuando yo los miro a Uds., tan felices y contentos sentados en esas bancas para la misa del domingo, como que fuera una sola familia de Dios, escuchando a través de su humilde mensajero el mensaje del Padre, y cuando como ayer que anduve allá por Dulce Nombre de María y me decían gentes humildes de los campos cómo escuchan esta palabra y les sirve de consuelo, de esperanza, de aliento, me venían ganas hasta de llorar y decir como Cristo: "Te doy gracias Padre porque ocultas estas cosas a los orgullosos y soberbios del mundo y las revelas a los pobrecitos. Te doy gracias porque me das garganta y voz, porque pones a mi disposición una radio que ojalá se conserve para consuelo de tanta gente". Esto, hermanos, es la comunión. Vivimos esa comunión en el humilde regalo del campesino. Allá en Dulce Nombre de María me regalaron los primeros potajes, me regalaron una matatilla tejida para mí. ¿Quién no va a agradecer estos gestos bondadosos de nuestra gente sencilla para sentir que está en comunión con su Pastor? ¡Gracias por manifestarme tantas veces esa comunión! Y sin comunión no hay Iglesia. Y la Pascua tiene que ser esta Iglesia. La verdadera Iglesia vive la comunión pascual.

PASCUA ESCATOLÓGICA

Y finalmente, hermanos, la pascua de los cristianos es una pascua escatológica. Es escatológico el acontecer, la salvación final, al final de los tiempos. San Pedro nos ha dicho hoy que Cristo era el cordero previsto desde antes de la creación y que vendrá manifestado al final de los tiempos. Entre ese cordero anunciado antes de los tiempos y que vendrá como juez de la historia al final de los tiempos, está la historia que vamos tejiendo. Por eso los hombres de la historia tienen que partir de aquel cordero que vivió antes de la historia y que está como meta de la historia. No perdamos de vista esa perspectiva cuando luchamos por un mejoramiento sin horizontes escatológicos, que estamos perdiendo la visual.

Cuando tenemos fe y esperanza en ese Cristo que ha de volver, en ese más allá que está después de nuestros fracasos y de nuestra muerte y de nuestras dificultades, mientras tengamos presente ese horizonte, es la Iglesia de la Pascua, la Iglesia de la esperanza. Y el evangelio nos dice también este sentido escatológico: ¡necios, insensatos! ¿qué no convenía padecer todo eso y después entrar en la gloria? Hay que padecer y no deben de asustamos ni escandalizamos los dolores, los fracasos inesperados. Cuántas veces oímos llorar junto a un ser querido a la familia, casi blasfemando: "si Dios ama ¿por qué me lo quitó?" Dios te ama y por eso te lo quitó porque ya te lo adelanta y allá te quiere encontrar con él. Y el que lucha por la liberación y ve que fracasan sus esfuerzos, le viene la tentación: "esto no se arregla con esperanza cristiana, hay que coger la violencia". ¡Mentira, Dios es paciente porque es eterno, espera con El el cielo definitivo, el triunfo definitivo, la verdadera pascua!

Por eso, hermanos, me dieron risa cuando en un periódico interpretaban esta predicación mía como si fuera una subversión a la democracia y que yo estoy proponiendo un socialismo ¡Qué tontera! Si la Iglesia no puede proponer ningún sistema, la Iglesia no tiene sistemas sociales, la Iglesia no tiene partidos políticos, la Iglesia da una inspiración de esperanza, un sentido escatológico a la historia y manda a sus hijos que son ustedes que viven en el mundo y tienen que hacer el mundo, a construir según sus propios criterios una democracia más perfecta, un sistema social más justo. ¡A Uds., les toca hacerlos!

Ya bastante tenemos en la Iglesia con recordar esta esperanza cristiana que será siempre la critica de todos los sistemas. Y por eso los critica, porque desde una perspectiva del eterno sistema de la felicidad eterna va diciendo a cada sistema histórico: eso no está bueno, eso es injusto, eso es mejor de otro modo, eso. Porque ilumina desde la perspectiva- de la esperanza la realidad de la tierra. Y esa es la misión de la Iglesia.

PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAR

Hermanos, celebremos nuestra Eucaristía de hoy, verdadero sacramento de la Pascua, y yo quiero terminar leyendo estas palabras que San Pedro dirigió a la primera muchedumbre cristiana que escuchaba y les decía: "Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte, no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio pues David dice: " tengo siempre presente al Señor -esta es la bonita plegaria del cristiano- con Él a mi derecha no vacilaré por eso, se me alegra el corazón, exalta mi lengua y mi carne descansa esperanzada porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción? Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia." ¡Qué bella la esperanza cristiana! Aún cuando estemos atormentados por la peor de las torturas, poderle decir al Señor: tú vas a mi derecha, tú no dejarás que mi vida perezca. ¡Animo, hermanos, y con esta esperanza y esta fe pascuales, proclamemos ahora nuestra profesión de fe!

Creemos en un sólo Dios...

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