Publicado por Trigo de Dios
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2. Sigamos meditando la primera lectura de hoy: "Los que le acompañaban (a Jesús) le preguntaron: -Señor, ¿vas a restablecer ahora el reino de Israel? él les contestó: -No es cosa vuestra saber la fecha o el momento que el Padre se ha reservado fijar" (Hch. 1, 6-7). Muchas veces, cuando oramos, le decimos a nuestro Padre y Dios: Señor, ¿hasta cuándo permitirás que soportemos nuestras miserias? ¿Hasta cuándo permitirás que carezcamos de trabajo? ¿Por qué permites que vivamos sumidos en la incertidumbre de no querer dormirnos durante la noche con el miedo de no despertar mañana por causa de nuestras enfermedades? Jesús nos responde estas y otras súplicas diciéndonos que Dios no quiere que conozcamos el tiempo en que nuestros problemas se resolverán positiva o negativamente, para que nunca dejemos de luchar para alcanzar nuestros propósitos. ¿Es justo que luchemos por el puesto de trabajo que no conseguiremos jamás? Nuestra última meta es la vivencia en la presencia de nuestro Señor, eindependientemente de lo que nos suceda, es importante que celebremos nuestros triunfos, y que aprendamos a afrontar y confrontar con buen ánimo las dificultades que han de ayudarnos a mantenernos despiertos, y con ansias de tener experiencias que fortalezcan nuestro carácter. El día en que Jesús ascendió al cielo, sus amigos estaban muy tristes, porque, aunque él les instaba a esperar la recepción del Espíritu Santo por su parte, ellos sólo pensaban en que se iban a sentir solos si el Maestro no estaba con ellos. Jesús les dijo a sus amigos: "Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que os capacitará para que deis testimonio de mí en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta el último rincón de la tierra" (Hch. 1, 8). "Hid, pues, y haced discípulos de entre todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, delHijo y del Espíritu Santo" (Mt. 28, 19). "-Id por todo el mundo y anunciad el mensaje de la salvación" (Mc. 16, 15). Jesús dijo: "-Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas... Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo" (Lc. 24, 46-48. 50-51). "Y, dicho esto, le vieron elevarse, hasta que una nube le ocultó de su vista. Estaban aún contemplando sin pestañear cómo se alejaba en el cielo, cuando dos personajes vestidos de blanco se presentaron ante ellos y les dijeron: -Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Estad seguros de que el mismo Jesús que acaba de subir de vuestro lado al cielo, igual que le habéis visto marcharse, volverá" (Hch. 1, 9-11). Quizá nosotros nos quedamos estancados muchas veces contemplando nuestros problemas, y, lo único que hacemos para solventar las citadas dificultades, es orar. Dios quiere que hablemos con él, pero también quiere que nos pongamos a trabajar para resolver nuestros problemas, para que rindamos los dones y virtudes que él nos ha concedido al infundirnos en nuestros corazones la luz de su Santo Espíritu.
3. Jesús les dijo a sus discípulos antes de orar en Getsemaní y de entregarse a sus enemigos: "Después de mi resurrección iré delante de vosotros camino de Galilea" (Mt. 26, 32). Los discípulos siguieron las instrucciones de Jesús, y vieron cómo el Hijo de María fue ascendido al cielo por el poder del Espíritu Santo, después de que Jesús les dijera lo que nos atañe a todos, es decir, que hagamos discípulos entre nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y otros conocidos, que les prediquemos también a quienes no conocemos, que seamos misioneros en todo el mundo aprovechando los medios de comunicación de que disponemos, para que, el día en que acontezca la Parusía o segunda venida de Jesús Cristo, toda la humanidad, haya sido bautizada, en el nombre de la Santísima Trinidad.
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