NO DEJES DE VISITAR
GIF animations generator gifup.com www.misionerosencamino.blogspot.com
El Blog donde encontrarás abundante material de formación, dinámicas, catequesis, charlas, videos, música y variados recursos litúrgicos y pastorales para la actividad de los grupos misioneros.
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

jueves, 7 de agosto de 2008

XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: La Vida de fe

Por San Alberto Hurtado

El mayor enemigo de nuestra vida sacerdotal es la falta de espíritu de fe. Nos movemos en un mundo de realidades sensibles... todo lo juzgamos a través de los medios humanos que ponemos para la acción y creemos en el éxito. En la práctica así obramos según nuestras diligencias...
Los Ejercicios son la ocasión por excelencia para despertar en nosotros la vida de la fe, que todo contribuye a entibiar en la vida corriente.
Vivir de fe es juzgar las cosas a la luz de la eternidad. Juzgar el dinero, el tiempo, los placeres, los honores, los dolores, las humillaciones... todo a la luz de la eternidad, a la luz de Cristo, a la luz del querer divino. Esta realidad es la misma. Lo que importa es que cada uno precise el matiz que le impresiona más. Juzgar su Misa a la luz de la eternidad... preparar su Misa a la luz de la eternidad... entre sacrificar la lectura del diario y la oración, saber escoger; entre el rato de conversación amistosa, prolongada más allá de lo necesario, y la oración, saber tomar partido...
¿Será hombre de fe el que tiene al Santísimo Sacramento junto a su casa y nunca lo va a ver, y además lo tiene con descuido máximo?, ¿será hombre de fe el que no se preocupa de llevar con toda su alma las demás almas a la Eucaristía?, ¿será hombre de fe el que trata duramente al prójimo, el que se niega a confesar, el que no es caritativo? Claro está que en todas estas manifestaciones nuestras reacciones se revelan espontáneamente carnales, con mucha frecuencia, pero no "en serie"... el hombre de fe no permite la actitud "en serie" contra esa misma vida de fe.
El hombre de fe lo primero que aspira es su vida de la gracia. Lo primero que estima es conservarse en gracia de Dios, y está consciente de lo que significa estar en gracia de Dios. Observa su sitio en la creación... Lealtad con Dios. Amistad de Dios a él. Es templo, custodia y copón viviente. La Trinidad viviente en él... y por eso, prefiere morir que cometer un pecado mortal. Cualquier sacrificio antes que perder la vida de la gracia en su alma.
Así se comprenden rasgos como la Madre de los Macabeos, Perpetua y Felicidad, Sebastián y todos los mártires hasta llegar a Manuel Bonilla de San Martín, y al martirio de esas madres que pierden la vida por no permitir el aborto, y lo que es más grave de esos maridos que ven morir a su mujer y no dan la orden que podría salvar sus vidas... La señora de los siete hijos. El marido que le dice al médico: "No puedo...".
Lo primero que aspira para los demás es "la vida de la gracia" y por eso, su esfuerzo sumo a producir esa vida de la gracia por los sacramentos, y comprende entonces todo el sentido pleno de su bautismo, de su absolución, de la extrema-unción, que dejan de ser meros ritos para convertirse en verdaderos alumbramientos espirituales, verdaderos partos sobrenaturales: "Hijos míos, a los que nuevamente doy a luz" (Gál 4,19).
Su predicación, sus obras de apostolado, la intención de sus conversaciones antes que todo es engendrar en las almas ese aprecio de lo sobrenatural, de lo celestial. De ahí la dirección espiritual, para hacer vivir las almas en gracia; de ahí el interés que toma con cada alma en particular para asegurarla en la gracia y el valor, que casi llega a la audacia para defender los derechos de Cristo sobre cada alma.
De ahí su Acción Católica que apenas las circunstancias lo permiten realiza allí lo que tanto aspira a hacer: dar a conocer la vida divina, y llevar las almas a la vida divina más abundante por la recepción frecuente de la Eucaristía y sacramentos.
En seguida tanto para él como para los demás, consciente de lo que es esa vida de la gracia procura que nada de ella se pierda, y por eso cierra enérgicamente la puerta al pecado venial plenamente deliberado... y hace lo posible, porque ninguna falta venial se introduzca en su vida.
Sabe quién es Cristo, y lo que es el pecado venial. Lo que significa ese descomedimiento con Cristo, esa falta de atención, ese escupir el rostro del Maestro... y no lo acepta y está dispuesto a morir antes que cometerlo. San Juan Berchmans, San Roberto Bellarmino, tantas "sirvientitas", tantos jóvenes que ciertamente no tienen nada de alguna importancia deliberadamente.
Otro paso ulterior es la fidelidad a la gracia. Estar con los oídos bien atentos a las inspiraciones del Señor para no dejarlas pasar, sin llegar a la escrupulosidad, a perder la paz del alma por cerrarse demasiado, pero el verdadero sacerdote se acuerda que es templo del Espíritu Santo y que Jesús prometió que las almas serían enseñadas por el mismo Espíritu: "Serán enseñados por Dios" (Jn 6,45). Esas lucecitas como chispas, que ocurren durante el día, las aprecia y las toma en serio, y procura realizarlas...
Pero esta fidelidad a la gracia es imposible sin una vida de oración tomada en serio. Recogimiento habitual del alma. Esa vida de oración no puede menos de consistir, como mínimo, en la oración de la mañana bien hecha, con toda seriedad, comenzando por la levantada a una hora fija y exacta, como condición indispensable... Se levanta a tiempo, se dirige a la Iglesia y, con gusto o sin gusto, se hunde en la plegaria.
La distracción es condición habitual de nuestra pobre naturaleza humana. Toma su libro, se esfuerza si es necesario, se reduce a adorar, repetir una jaculatoria, pero no abandona su plegaria. Y sea cual fuere la hora de la Misa es fiel a su levantada a una hora tal que le permita la tranquilidad de su plegaria.
Viene luego su Misa en unión íntima con Cristo: ofreciéndose, transubstanciándose, resolviéndose a darse en comunión a los demás en unión de Cristo. Esa Misa que es la coronación de su vida de sacrificios, que ofrece al Maestro en unión de los de Él.
Su breviario, no de cualquier manera, sino procurando recogerse, a pesar de las mil distracciones que le ocurrirán. El breviario es largo, difícil de rezar, pero procuremos actuarnos antes de rezarlo cada vez que vamos a él. Recordemos que lo rezamos en nombre de la Iglesia, por las mil intenciones de la Iglesia: misiones, paz, conversiones... y esto nos alentará.
Luego, durante el día, algunas visitas al Señor Sacramentado: son indispensables. La devoción a Jesús Jefe, a Jesús amigo... saludarlo, aunque sea muy corto el tiempo. Tal vez podríamos rezar en su presencia. Nuestros problemas irlos a consultar con él (Dollfus, cuando le ofrecieron la cancillería pasó la noche en consulta con Jesús; el P. Petit; el hermano de Tronchiennes).
Los momentos muertos, esos instantes preciosos en que no hay nada definido que hacer: Volver interiormente al corazón... Son el secreto de la santidad: el alma de la vida interior. Hacerse familiar al recurso a Dios para hablar con Él, durante todo el día, y a propósito de todo. En los carros, en las esperas, saber ver los acontecimientos como venidos de su mano.
Esta actitud nos traerá como recompensa el ser hombres espirituales, hombres de fe, condición básica de nuestro apostolado. Hay tan poco fruto ahora, porque tan pocos hombres son verdaderamente de Dios. ¿Va a poder blanquear el tubo de la chimenea? ¿Servirá para llevar la leche? Así los que están en pecado mortal... y casi nos atreveríamos a decir los que viven en pecado venial habitual. ¿Cómo van a poder santificar? Serán personas que hablan: lo que decía el Cardenal Schuster de los cuaresmeros de oficio; serán discos que no impresionarán... Las almas no se mueven sino ante el ejemplo, ante la realidad de una vida que se ha entregado enteramente al ideal que predica.
Y para nosotros, ¡qué consuelo poder mirar todos los acontecimientos de la vida a esa luz! porque desgracias habrá: pobreza, soledad, casas en ruina, iglesias cayéndose, a veces incomprensión... y para no amargarse no hay más que un camino: Mirar el mundo con ojos de fe.

U n d i s p a r o a l a e t e r n i d a d , pp. 109-112, s51y02a

No hay comentarios: