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viernes, 10 de octubre de 2008

Comentario Bíblico y Pautas Homiléticas: El banquete de la libertad por la Gracia de Dios

Mt 22,1-14
XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A
Publicado Dominicos.org
Introducción

El evangelio de este domingo, nos sitúa ante el misterio de la libertad humana. Una libertad, que buscando siempre la felicidad del que la ejerce, puede acabar en una mala elección: elegir aquello que no conduce a la felicidad deseada y rechazar lo que lleva a ella.

Ante la invitación de un rey al banquete que ha preparado por la boda de su hijo, ante la invitación de Jesús a seguirle y aceptar el banquete de su amistad y de su camino, algunos de sus contemporáneos decidieron rechazar dicha invitación. A Jesús, y a su discípulo san Pablo, esta actitud les producía profunda pena y no salían de su asombro. ¿Cómo es posible, cuando se tiene hambre y se desea saciarla, rechazar un suculento banquete, unos platos llenos de felicidad y quedarse con unos alimentos, bajos en calorías y en felicidad, que no alimentan, ni sacian?


Comentario bíblico

* Iª Lectura: Isaías (25,6-10a): Dios salvará a todos los pueblos

I.1. Esta lectura forma parte de un conjunto del libro de este profeta (cc. 24-27), conocido entre los especialistas bíblicos como «apocalipsis de Isaías». En realidad no es conjunto netamente apocalíptico, aunque no podemos negar la opción escatológica que se apunta en distintos momentos, como una gran liturgia, con himnos, cánticos, que predicen el triunfo de Dios sobre sus enemigos en el monte Sión, en Jerusalén. Se propone, como período de composición de este Apocalipsis, la época posterior al destierro de Babilonia (s. VI a. C.); esto es lo más probable, aunque no podemos precisar el momento de su composición.

I.2. El autor sigue las huellas y la teología de Isaías, y por eso ha sido introducido en el libro del gran profeta y maestro. La lectura de hoy es, probablemente, el trozo más hermoso de este conjunto en el que, después de un cántico al Dios liberador, el profeta habla de un momento prodigioso, bajo el símbolo de un banquete, de un festín escatológico, donde será destruida la muerte y el oprobio de su pueblo. Y entonces todos reconocerán a Dios como «salvador» en el monte santo, en la nueva Jerusalén.

I.3. No es frecuente en cantos de tipo apocalíptico un mensaje tan hermoso y esperanzador. Aunque en este caso no se podría haber expresado mejor aquello que debe ser la esperanza bíblica. Porque la palabra profética convoca a algo que verdaderamente no se realizará en este mundo, ni en esta historia. Por el contrario es necesaria otra "historia" nueva, si es que podemos hablar así, que necesariamente está en las manos de Dios; esto último es determinante. El "velo" que tienen todos los pueblos, según el texto de hoy, debe caer para que todos los hombres puedan ver algo nuevo y definitivo. Ni Sión o Jerusalén podrán soportar este sueño profético. Será una Jerusalén no hecha por manos de reyes o trabajadores explotados. Un sueño, desde luego, de esperanza.

* IIª Lectura: Filipenses (4,12-14.18-20): Agradecimiento generoso

II.1. Este texto pone punto final a la lectura de Filipenses en la liturgia de estos domingos. Pablo le da las gracias a esa comunidad, una de las más queridas y generosas con él, a la vez que con la comunidad madre de Jerusalén, según el compromiso que habían pactado Pedro y Pablo en la asamblea de Jerusalén (cf Gl 2; Hch 15). Aquí les recuerda que él personalmente está acostumbrado a todo, a la hartura y a pasar hambre. Pero mientras permanecía en prisión (casi con toda seguridad en Éfeso), le han enviado ayuda por medio de Epafrodito, y se lo agradece. Cristo le da fuerza para todo, es la afirmación más contundente y significativa.

II.2. La vida cristiana, pues, es también una llamada a solidaridad en las necesidades básicas, que no puede ser más que consecuencia de una comunión de fe y de amor. Compartir los dones espirituales podría ser, en algunos casos, demasiado poco ante la angustia y las necesidades que muchos experimentan. Dios es el primero que comparte la creación con nosotros y debemos ser consecuentes. Pablo, en este pequeño "billete" que escribe, le agradece a la comunidad que ha sabido compartir el evangelio mismo como don recibido. Sabemos, incluso, que ese discípulo Epafrodito se quedará con Pablo un tiempo (entre otras cosas porque enfermó junto al Apóstol) y le ayudará muy eficazmente mientras el apóstol estaba encarcelado.

* Evangelio: Mateo (22,1-14): Un banquete para la libertad

III.1. El evangelio del banquete que un rey da por la boda de su hijo es una de las parábolas más sofisticadas del evangelio de Mateo, que marca unas diferencias substanciales con la que nos ofrece Lucas (14,15-24); incluso podríamos hablar de parábolas distintas. Mateo nos habla de un rey, rechazado por los magnates, y tras ser maltratados y asesinados algunos de sus criados, manda atacar y destruir la ciudad. Ahora se debe ir a los cruces de los caminos para instar a los transeúntes a que vengan al banquete. Como es lógico, vinieron toda clase de gentes, buenas y malas. ¿Qué significa, pues, que tras esta invitación tan generosa e informal, el rey venga a la sala del banquete y encuentre a uno que no tiene traje de bodas? Esto cambia el sentido de la interpretación de los vv. 1-10, cuando la sala se llenó de invitados, poniendo de manifiesto que incluso los que no estaban preparados son invitados a un banquete de bodas. Aquí nos encontramos con lo más extraño, quizás lo más importante y original de la parábola de Jesús redactada por Mateo.

III.2. Los vv. 11-14, sobre el traje de bodas, pues, deben ser un añadido independiente. Estaríamos ante una reconstrucción alegorizante para la comunidad de Mateo, que saca unas consecuencias nuevas para los miembros de esa comunidad cristiana tan particular, con objeto de que sepan responder siempre a la llamada que se les ha hecho. Pensemos en la «justicia» de las buenas obras, del compromiso constante, de la perseverancia, a lo que es muy dada la teología del evangelio de Mateo. En todo caso no debemos perder de vista que la parábola la pronunció Jesús para poner de manifiesto la fiesta de la libertad de Dios que llama a todo el que encuentra. Por lo mismo, el significado del traje de boda, añadido posteriormente (quizás se trataba de una parábola independiente), debe estar supeditado al primero, porque no es lógico que los invitados por los caminos estén preparados para una boda. No obstante deberíamos suponer que en la semiótica del vestido con que se quiere generar el texto, todo el mundo, incluso lo más pobres, siempre encuentran unas ropas más decentes para ir a una boda o a un banquete; de lo contrario no tendrían sentido los vv. 11-14. Por eso pensamos con otros intérpretes que se trata de una parábola sobreañadida a la original de los vv. 1-10, que son los coinciden más con Lc 14.
III.3. En todo caso, la parábola es escandalosa, y debe seguir siéndolo en cuanto a los motivos de los que rechazan el banquete, como en la actitud del rey que, en vez de suprimir el banquete, invita a todo el mundo que se encuentre por los caminos: hay que buscar a las personas que no están atadas a nada ni a nadie; son libres. El banquete no es un acto burlesco, sino que Jesús piensa en el festín de la salvación; no en una fiesta de compromiso, sino de libertad. En ese supuesto, hasta el hombre que no lleva vestido de boda, independientemente de la teología de Mateo, habría que entenderlo, hoy y ahora, como que no está allí como los demás, libre para la gracia de Dios. Quien no posea esa actitud, “ese vestido”, estará echando por tierra la fiesta de la libertad y de la gracia.

Fray Miguel de Burgos, O.P.


Pautas para la homilía

* “Abundancia y hambre”

San Pablo nos explica lo que fue su vida real, en la que hubo: “pobreza y abundancia”, “hartura y hambre”, “abundancia y privación”. No sólo en el campo material, sino también en el campo del espíritu. Pasó días sin comer, ayunos forzosos y días de fuertes banquetes. Pasó días donde se agolpaba la gente para escucharle y días donde nadie quiso oír sus palabras, días en los que muchos de sus oyentes quedaron persuadidos por su predicación y por su Cristo muerto y resucitado, y días en los que tuvo que huir porque buscaban matarle. Disfrutó de la acogida entrañable, del amor sincero, de la ayuda generosa de muchos miembros de las iglesias, y vivió momentos de tribulación y de peligros de muerte, de los de su linaje, de los gentiles, de los falsos hermanos… San Pablo: un experimentado en “la abundancia y en el hambre”. ¿Quién de nosotros, en mayor o menor grado, con las circunstancias personales concretas de cada uno, no experimentamos, en nuestro seguimiento de Cristo, días de abundancia y días de hambre?

* Todo lo puedo en Aquel que me conforta

Con una vida así, nos preguntamos cómo San Pablo pudo resistir en pie y no desfallecer. Él mismo nos expone su secreto. Se encontró con una Persona especial que le cautivó y cambió su existencia. En Él halló la fuente de su vivir. En la relación de amor con Él -“Cristo me amó y se entregó por mí”- encontró la fuerza suficiente para proclamar a los cuatro vientos su gran descubrimiento, ¡buena noticia para todos los hombres!, y para afrontar los gozos y los dolores, la “abundancia y el hambre”, que esa vida le promocionaba. “Todo lo puedo en Aquel que me conforta”.

* San Pablo aceptó la invitación al banquete

San Pablo, releyendo la parábola que nos propone Jesús en el evangelio de hoy y aplicándosela a sí mismo, recuerda que cuando Cristo se puso en medio de su despistado camino y le invitó al banquete de su amistad, y le hizo saber quién era y lo que le ofrecía, aceptó gustoso la invitación. No puso ninguna disculpa. Fue al banquete de su Amigo. La luz y el amor de Cristo le deslumbraron, y gozoso aceptó la invitación a seguirle. Pensando en los convidados descorteses que no aceptaron ir al banquete de bodas del hijo del rey, y haciendo una lectura cristiana de esta parábola, a San Pablo no le cabía en la cabeza que alguien pudiese rechazar la invitación de Cristo: “Ven y sígueme”. “¡Oh, insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó a vosotros, ante cuyos ojos fue presentado Jesucristo crucificado?”.

* Se puede rechazar a Cristo y su buena noticia

También a Cristo le resultaba difícil entender que alguien pudiese rechazar la invitación al banquete de su amor, de su luz, de su fuerza, de su comprensión, de su esperanza, de su amistad… Manjares capaces de saciar los deseos más íntimos del corazón humano. Jesús arrojó toneladas de luz sobre nuestro origen, nuestro final y nuestro caminar por esta tierra. Nos prometió que, si seguimos sus huellas, nuestro final será “un festín de majares suculentos y vinos de solera”, donde Dios Padre “enjugará las lágrimas de todos los rostros y aniquilará la muerte para siempre” y nos hará gozar de su salvación, de la plenitud del amor.

Jesús, el evangelio de hoy es uno de esos momentos, con profundo dolor y con lágrimas en los ojos, se quejó de que algunos hombres de su tiempo rechazasen la salvación, la felicidad que vino a traernos.

Chocamos con el misterio del hombre y de su libertad. El hombre, aquejado de una cierta ceguera, es capaz, en cualquier tiempo, de escoger manjares que no sacian su corazón y desechar los que al saborearlos proporcionan “vida y vida en abundancia”, desechar “el pan de vida”.

Fray Manuel Santos, OP

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