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sábado, 7 de febrero de 2009

Apoyo para la Homilía y la Reflexión personal: Jesús luchando contra el mal

V Domingo del T.O. - Ciclo B
Por P. José Enrique Ruiz de Galarreta, S.J.

TEMAS Y CONTEXTOS

EL LIBRO DE JOB
Se trata de un libro "sapiencial". Los libros sapienciales, como sabemos desarrollan la "Sabiduría de Israel", extraída siempre de La Ley o Los Profetas. Así, Los Proverbios – El Libro de la Sabiduría de Salomón - El Eclesiastés (Qohelet) - El Eclesiástico (Sirácida). Hay también en el Antiguo Testamento otros libros Sapienciales, pero bajo formas literarias diferentes: así, Jonás, Esther, Judith, Tobías y otros. A primera vista parecen libros históricos o proféticos, pero eso no es más que la envoltura literaria. Se ha inventado una historia ( o se ha aprovechado un suceso famoso) para hacer una reflexión sobre temas diversos derivados de la Escritura.
El libro de Job es obra de un autor anónimo, que vivió después del destierro, y en él se advierte la influencia de los salmos y de los profetas Jeremías y Ezequiel. El libro presenta a un personaje justo, piadoso y "por tanto" bendecido por Dios con gran prosperidad material, que es "tentado por el demonio" con pobreza y enfermedades.
Casi todo el libro es un diálogo de Job con unos amigos, que defienden la tesis tradicional de que, si le ocurren desgracias es porque ha pecado contra Dios. Job defiende su inocencia, no sabe explicar por qué le ocurren los males, no comprende por qué Dios le trata así. El texto de este domingo es una maravilla: es la expresión más profunda y desgarrada del hombre que lo ha perdido todo, para el que la vida no es más que una carga, y no puede explicárselo, y se lamenta amargamente. El mal es una terrible prueba para el creyente.
Esto plantea el más profundo problema de la condición humana: el problema del mal, del dolor, el sufrimiento, el pecado, el desconocimiento de Dios, muy especialmente, el dolor de los inocentes. Tradicionalmente, Israel ha entendido el mal como castigo por el pecado, sea del que sufre el mal o incluso de sus padres. En el Libro de Job se abandona por primera vez esta concepción.
La solución al problema del mal que da el autor es primitiva y radical: Dios habla a Job al final y se niega a dar explicaciones: "¿Quién eres tú para pedir explicaciones al Creador?" Pero el libro ha planteado el fondo del problema: no podemos explicarnos el mal, pero necesitamos alguna explicación. Lo necesitamos, porque somos inteligentes:
Dios nos dio la necesidad de entender, entender la Naturaleza y entender el ser humano. Y cuando no entendemos, nos rebelamos. Todos los intentos de explicar el origen del mal, el origen del pecado, de explicar por qué hay mal si el Creador es Dios, han fracasado. El mismo brillante intento del libro del Génesis - el relato de "El Pecado Original" - no llega más que a plantear el problema, pero no da ninguna solución. Y así, sólo queda la solución de Job: "¿Quién eres tú para pedir cuentas a Dios?". Pero esto es sumisión, no explicación, y tampoco nos quedamos conformes.
De todas formas, el libro de Job sigue siendo una joya del AT, que hay que leer entero y despacio; libro singularmente "moderno", provocativo, no apto para conformistas. Al leerlo se siente uno interpelado, obligado a tomar partido.

EL TEXTO DE CORINTIOS

Está, como siempre, completamente desvinculado de los otros dos. Pablo "alardea" de haberse "hecho todo a todos" para predicar el evangelio. Lo más hermoso sin duda es la afirmación de que el premio por predicar el evangelio es precisamente predicar el evangelio, y gratuitamente. Sin embargo, aunque el texto no tiene una relación directa con el tema planteado por las otras lecturas, sí tiene frases que se inscriben en el mismo contexto.
Predicar el Evangelio es una misión: la misión de Pablo es predicarlo como un predicador ambulante. La misión de todo cristiano es ante todo predicarlo haciéndolo presente con sus obras, con su manera de ser y de actuar. El modo de evangelizar es hacerse esclavo de todos. Esto es una metáfora de aquellos tiempos. La imagen viene del Lavatorio de los pies. Es la postura del cristiano ante los demás: servir, "hacerse todo a todos". Y no porque nos guste vivir así, ni por conseguir un premio:
el premio es vivir como Hijo, participar del Evangelio. Es la Misión, meterse en lo de Jesús, "estar en las cosas de mi Padre".

EL TEXTO DE MARCOS

Seguimos con la "lectura continua" del Evangelio de Marcos, en el principio de la predicación, por Galilea. Se nos vuelve a dar una síntesis de la Teología del autor. Marcos alterna la predicación con las curaciones. Jesús predica y cura: el Salvador salva iluminando con la Palabra, dando a conocer a Dios, y peleando contra los males que aquejan a los hombres. Recordamos que Jesús revela al Padre no solamente con lo que dice, sino con lo que hace. En él vemos a Dios, cómo se porta Dios, cómo es, porque Jesús está lleno del Espíritu, porque “Dios estaba con Él”..
En el texto de hoy encontramos varios episodios distintos:
* Sigue sucediendo todo en SÁBADO, al salir de la Sinagoga.
* Parece que aún no hay más discípulos que Simón, Andrés, Santiago y Juan.
* Simón y Andrés viven juntos, en casa de Simón, que está casado: su suegra vive también en la casa. La suegra está enferma, se lo dicen a Jesús. Jesús la toca y la cura. Y ella se pone a servirles.
* Al atardecer (cuando ya ha pasado el Sabbat) le traen todos los enfermos y endemoniados de la ciudad. Jesús cura a muchos, incluso endemoniados.
* Al amanecer, Jesús se va, él solo, al campo, a orar.
* La gente le busca, los discípulos le encuentran y le reprochan su escapada. Pero Jesús no quiere volver: no se trata de curar a todo Cafarnaún, sino de recorrer Galilea predicando el Reino. Y así lo hace: predica y cura por toda Galilea.
Todo esto es parte de un conjunto que empezó el domingo pasado con la predicación y curación en la Sinagoga. Parece como si el evangelista estuviese lanzando como mensaje:
* No sólo oficialmente en la Sinagoga, sino en todas partes.
* Curando por compasión, por "hacer el bien"
* Sin ser limitado por lo que la gente desea, sino siguiendo su misión, encontrada en la oración.


REFLEXIÓN

Una vez más, se nos desafía a hacer teología desde la razón o desde la contemplación de Jesús. Hay cientos de "explicaciones", mejor diríamos intentos de explicar el problema del mal. Parten de la razón, de la conveniencia o no de que Dios haga una u otra cosa... de nuestra lógica. Pero nuestra lógica termina en el antiguo aforismo de Heráclito:
O quiso y no pudo,
o pudo y no quiso.
y en cualquiera de los dos casos, no es Dios.
La presentación del evangelio es radicalmente distinta, y nos vuelve, una vez más, al planteamiento "existencial" de la Buena Noticia. La imagen es sobrecogedora, y conviene que pongamos a trabajar nuestra imaginación: “toda la ciudad” de Cafarnaún a las puertas de la casa de Jesús, poniendo en primera fila a todos sus enfermos: y Jesús que no da abasto a curar y a echar demonios. Y la imagen se amplía: Jesús recorre Galilea predicando y curando.
Así que Jesús no nos da explicación alguna de por qué sufre el ser humano sino que parte de una noción de persona humana como "sufriente". Y tampoco explica por qué el Creador ha hecho las cosas tan mal (a nuestra manera de entender) sino que muestra qué hace Dios respecto al sufrimiento: curar. Mirando a Jesús agotado de predicar y curar tenemos una imagen de la divinidad y de la humanidad, y de la iglesia. La humanidad sufre, Dios trabaja para curar del sufrimiento; los que hemos aceptado la Misión de Jesús nos hemos comprometido a librar del sufrimiento a todos los que podamos. Y tenemos que renunciar a la explicación del problema. No lo sabemos, porque La Palabra no lo ha dicho. Y así, creemos en El Padre Todopoderoso, no porque podemos explicar el mal del mundo, sino a pesar de el mal del mundo.
Ese mal, oscura fuerza a la que Jesús llamaba "el poder de las tinieblas", está tan íntimamente sembrado en lo más profundo del ser humano, y el mismo Jesús, inocente de pecado alguno, lo sufre. Si es humano, estará sometido al mal. Jesús crucificado es para nosotros un triple mensaje:
* Ante todo, la humanidad indiscutible de Jesús. Es humano, sufre: sufre lo normal de la vida, y más que eso: la calumnia, la tortura, la muerte humillante.
* La fuerza del Espíritu: por ella es capaz de asumir el sufrimiento y aceptar al Padre a pesar de él.
* La exigencia de ese mismo Espíritu: Jesús dedica la vida entera a la lucha contra el mal, contra la ignorancia, la enfermedad, el pecado.
La fe en Jesús, por lo tanto, da la vuelta al problema, profundizándolo y llevando la solución al terreno de la praxis cristiana: el mal no es el castigo de Dios sobre el hombre: el mal es la condición humana, el pecado, el sufrimiento, la maldad, el dolor. De eso quiere salvar Dios al hombre. Éste es Jesús: Dios trabajando con los hombres, "hecho pecado", "hecho todo con todos"... para salvar.
Esto, exactamente esto, es nuestra definición de ser humano, dada desde Jesús: el crucificado en camino hacia la resurrección; el que padece el mal, pero lucha contra él, hacia la liberación. Y ésta es la definición de los cristianos: los que quieren empeñar su vida en liberar a los hombres del mal, empezando por sí mismos, porque esa es la voluntad del Padre, salvar a sus hijos del mal.
Se libra del mal el hombre que libera su espíritu de la esclavitud del pecado ("todo el que comete pecado es esclavo del pecado"). Es la más íntima de las liberaciones. El que va conociendo a Dios ("la verdad os hará libres"). Libra del mal todo aquél que ayuda a liberar de la ignorancia, del hambre, de la injusticia, de los pecados, de la enfermedad, de todas las esclavitudes. Esta es una magnífica manera de iluminar todos los trabajos de todos los humanos: el sentido profundo, el más profundo, de todo lo que hacemos, es ayudar a todos a liberarse de sus esclavitudes, de sus
limitaciones, de sus ignorancias... y yo soy el primero que me voy liberando al ayudar.


PARA NUESTRA ORACIÓN

"Creemos en el Padre incomprensible, que no por Padre deja de ser incomprensible y no por incomprensible deja de ser Padre". Creer en Dios no es fácil: es siempre un riesgo, una apuesta, un acto de confianza. Hemos hecho un acto de fe en Jesús. Nos fiamos de Él, aunque no entendamos muchas cosas. Nos gustaría que las cosas fueran de otra manera. Pensamos que, puesto que no son como a nosotros nos parece que deberían ser, Dios es injusto o no hay Dios.
Éste es el momento de recordar la extraordinaria frase de Pablo: yo lo único que sé es Cristo, y Cristo crucificado. Otros buscan prodigios o sabidurías. Yo sé sólo Cristo crucificado, creo que es la Palabra, y vivo según esa Palabra.

AL AMANECER
En la segunda parte del evangelio de hoy se presenta una escena entrañable, que bien habría merecido leerse ella sola en un domingo. Jesús ha dormido con sus discípulos en casa de Simón y Andrés. Cuando los primeros pájaros despiertan al alba, Jesús se levanta en silencio, pasa con cuidado entre los cuerpos tendidos en sus esteras, sale al exterior y, todavía en la penumbra del amanecer, sale al campo - ¿a la playa quizá? – a encontrarse con el Padre.
Será esta una costumbre habitual de Jesús. Aparece en varios lugares en los evangelios. Incluso a veces se pasa la noche entera en oración. Jesús necesita de la oración, necesita encontrarse a solas con el Padre. No pierde la presencia de Dios durante el día, continuamente está levantando el corazón en breves plegarias, continuamente está viendo a Dios en las todas las cosas, hablando de Dios a toda la gente, pero su espíritu necesita estarse a solas con el Padre, y lo encuentra al amanecer, mientras los demás duermen.
Jesús, ser humano como nosotros, nos muestra una de nuestras necesidades más olvidadas: quedarnos a solas con el Padre, para escuchar, para refrescar, para tranquilizar, para coger fuerzas.
Celebramos hace poco el centenario del nacimiento de Francisco de Javier, y en este misionero impetuoso al que tenemos por aventurero impaciente encontramos esta misma actitud. En la choza de Javier, la candela no se apaga por la noche: dedica parte de la noche a escribir sus catequesis y las canciones con que las hará atractivas … y a orar. Duerme un rato, cuando el sueño es más poderoso. Pero su mayor descanso no es el sueño. A veces nos preguntamos cómo se puede aguantar la noche orando después de un día sin parar un minuto. Pero preguntamos mal. La pregunta buena sería cómo podría haber aguantado esos días tan fuertes sin cargar pilas en la oración por las noches. El secreto de Javier no es su temperamento aventurero, sino la fuerza interior que recibe en la oración. Como Jesús.

ORAMOS JUNTOS: SALMO (120 y 125)
Este salmo expresa nuestra situación vital: acosados por tantos males, elevamos al Señor nuestro corazón y nuestra esperanza.

Levanto mis ojos a los montes, ¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Que no deje resbalar tu pie, que no duerma tu guardián.
No, no duerme, ni dormita el Guardián de Israel.
Es el Señor tu guardián y tu techo,
El Señor está a tu derecha.
El sol no te hiere de día, ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal, El guarda tu vida.
Él vigila tus entradas y salidas
ahora y para siempre.
Quien se apoya en el Señor es como el monte de Sión.
Nada le turba, bien fundado para siempre.
Las montañas te rodean, Jerusalén;
así rodea el Señor a su pueblo
ahora y para siempre.

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