El evangelio de hoy nos cuenta la historia de dos mujeres que están en peligro. Una, mujer adulta, afligida desde hace doce años por una enfermedad impura, y la otra, una niña que va a morir a los doce años, edad en la que en el antiguo Israel la mujer se volvía adulta, casadera. En ambos casos se produce la curación a través de un contacto físico, con la mano. Se trata de una historia de mujeres: una niña que no puede llegar a la vida adulta y una mujer adulta vencida por su sangre impura.
En este caso, no hay espíritus inmundos para conjurar ni disputas verbales entre Jesús y sus adversarios. Todo parece suceder en un clima pacífico, casi en silencio, pero del relato emerge una profunda energía de liberación humana en perspectiva femenina. Jesús se nos muestra aún más cercano si cabe, ocupado en problemas caseros, en los sufrimientos y anhelos de dos mujeres de las que no se recuerda ni el nombre.
Marcos cuenta la enfermedad de la mujer adulta con todo tipo de detalles, expresando de manera clara lo que siente ella en su interior. Se siente herida en lo más hondo. No puede mantener ningún tipo de relación porque se lo impide la ley por causa de su enfermedad impura. Nadie puede tocarla ni tocar sus cosas. Por eso, se encuentra cada vez más sola, cada vez más vacía, cada vez más pobre. La sociedad a la que pertenece la ha condenado a ser una muerta en vida.
No tiene valor para acercarse a Jesús abiertamente, por eso se le acerca por detrás, de una manera clandestina. Sabe que su gesto constituye una violación de las leyes pero en él están contenidas su esperanza y su dignidad. Ninguna mujer en estado de impureza se hubiera atrevido nunca, por su propia iniciativa, a tocar a un hombre desconocido en público. Esta mujer lo hace porque quiere curarse y este deseo suyo es más fuerte que la ley, que la cultura y que la tradición.
Este deseo la lleva hacia Jesús, de quien ha oído hablar. El deseo le confiere una fuerza insólita, inesperada; actúa como un motor que impulsa su corazón a ir hacia la persona buscada, a transgredir la norma. El deseo de curarse la convierte en una mujer libre; le hace superar todos los límites y las fronteras de la ley.
El deseo va unido al tacto, a la piel. El deseo de verse curada, de volver a la vida, de recuperar su propia identidad como persona, pasa a través de las manos de mujer. La mujer transmite a Jesús, con las manos y no con las palabras, su deseo de vivir. Con el gesto temerario de tocar el manto de Jesús, ella expresa confianza en sí misma, capacidad de decisión y un valor inaudito. Quiere vivir y por eso no vacila en desafiar el orden establecido.
Extendiendo la mano esta mujer se abre a la experiencia del amor, la misma experiencia que se le había negado. Tocar a Jesús es un gesto de libertad que le restituye la vida y la reincorpora a la comunidad. Su deseo, canalizado a través del tacto, la ha curado y es su propio cuerpo el que le comunica la curación.
Y aquí surge la ironía del relato: ha alcanzado la curación y la salvación precisamente porque ha transgredido los preceptos de la ley, que, supuestamente, hubieran debido salvarla. Las últimas palabras de Jesús son sólo una confirmación de lo que ya ha sucedido antes, es decir, la curación de la mujer. Jesús, al dejarse tocar, anula los códigos sociales y religiosos de su tiempo y proclama que los cuerpos de las mujeres no son un lugar impuro, ni un oscuro objeto de deseo, ni un medio de tentación, sino un lugar de salvación. No es de extrañar que esta mujer como tantas mujeres terminen cantando: “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado”.
SABIDURIA 1,13 15; 2,23 25
Dios no hizo la muerte, ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella.
II CORINTIOS 8,7.9.13 15
Hermanos: Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba».
MARCOS 5, 21 43
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva». Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?» Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”» Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud». Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?» Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida». Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
De alguna forma el texto de Sabiduría continúa el planteamiento que la pasada semana nos ponía ante los ojos el Libro de Job: la retribución del justo. A la ‘fácil’ solución que los amigos le presentaban ‘el justo recibe premio, y el malvado es castigado’, respondía Job con su propia vida. Siendo justo ha sido terriblemente castigado. Y mientras tanto triunfan los malvados y ‘les va bien’, como cuestionan muchos salmos.
Al acercarse los tiempos del nuevo testamento, aparece en los libros griegos una nueva respuesta. La creencia en la inmortalidad crea nuevas razones y perspectivas que calman la sed de saber de quien se sume en la oscuridad ante lo ‘irracional’ de que sean precisamente los malvados los que triunfen. Es algo insoportable a quienes creen en el Dios bueno, amigo de la vida, el Dios que ha elegido a su pueblo y lo invita constantemente a confiar en Él.
Con la fe en la inmortalidad se renuevan los antiguos argumentos acerca de la retribución. En efecto, los justos serán recompensados; y los malvados sufrirán el castigo… en la vida inmortal.
Así se cumplen los planes de Dios que ‘lo hizo todo y todo lo hizo bueno’. Hay quien se vale de la no creencia en la inmortalidad para obrar contra la Ley del Señor, para ridiculizar a los justos, para proclamar una vida de orgía, injusticia, y destrozo de la naturaleza… después de todo ‘nuestra vida es el paso de una sombra y nuestro fin, irreversible’(2,5). Impresiona lo que maquina el malvado arropado en la seguridad de que su pecado quedará impune. “Atropellemos al justo que es pobre, no nos apiademos de la viuda ni respetemos las canas venerables del anciano; que sea nuestra fuerza la norma del derecho, pues lo débil –es claro- no sirve para nada” (2,10).
Ya el Sirácida (5,4) había advertido (sin saber de la inmortalidad) ”No digas: "Pequé, ¿qué me ha sucedido?", porque el Señor es paciente”. El texto de hoy advierte no sólo de la inmortalidad y que después del tiempo podrán ser sancionados los malvados. La muerte es incompatible con Dios ‘no hizo la muerte’. Al contrario, la muerte acecha al malvado ‘los del diablo pasarán por ella’ (v.25).
Y ya Jesús en vida nos abre los ojos a otro modo de vivir. Jesús resucita a los muertos. No obstante los discípulos no entienden ‘eso de que resucitará al tercer día’. Perciben que en Jesús se nos va a revelar mucho más que la inmortalidad, mucho más que el revivir, como estos resucitados. Ha de venir Juan para explicarnos lo de ‘renacer’ que dará a luz una vida nueva, novedosa, única, la de quienes nacen ‘no de carne… sino de Dios’.
En opinión de muchos intérpretes los capítulos 8 y 9 de esta carta son una o dos notas que Pablo hizo para exhortar a los cristianos corintios a dar limosnas probablemente a la comunidad de Jerusalén y que fueron incorporadas al texto cuando se elaboró Segunda Corintios con fragmentos de correspondencia de Pablo dirigida a esa comunidad.
Sea de ello lo que fuere, lo interesante es que la elevación de teoría y sentimientos del Apóstol no le impiden tener los pies en la tierra. La perícopa de hoy es un buen ejemplo pues se trata de motiva a que los corintios presten ayuda económica a otras comunidades más necesitadas.
Pablo apela a lo más hondo de la fe: el hecho del vaciamiento de Cristo y empobrecimiento durante su vida mortal. Se ha despojado – dentro de lo posible – de lo que le pertenecía por naturaleza y no se aprovechado de ello. De un modo semejante los cristianos han de imitar esa generosidad.
Es el mismo Señor el que impulsa a la comunicación de bienes a quienes pretender y desean ser como él. Es evidente que la fe no se queda en mera interioridad sino que se traduce en obras concretas.
Texto. Desde el capítulo 3 el evangelista Marcos ha introducido la distinción de un dentro y de un fuera en función de un dar o no dar fruto, de un hacer o no hacer lo que Dios quiere. Ambos grupos se dan cita en el texto de hoy, que comienza con una situación que el lector de Marcos conoce desde bien atrás: aglomeración de gente en torno a Jesús. Tanto el autor (v.24), como los discípulos (v.31) califican esta presencia de atosigante: la gente lo apretujaba (v.24); ves cómo te apretuja la gente (v.31). En el curso del relato esta aglomeración está más bien vista como un impedimento, apreciación que tampoco le sorprende al lector de Marcos.
La aglomeración de la gente tiene su origen en el poder curativo de Jesús. Otro hecho incuestionable, que el lector de Marcos también conoce de atrás.
El poder de Jesús adquiere en el texto de hoy una intensidad máxima: curación de una mujer desahuciada de los médicos, resurrección de una niña de doce años.
Jesús es consciente de su poder. Marcos resalta expresa y ampliamente este dato, tanto en el caso de la mujer (vs.30-33), como en el de la niña (vs.35-41) ¿Quién me ha tocado el manto? (v.30); ¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida (v.39). La imagen de Jesús que da Marcos en el texto de hoy es realmente impresionante. Ello explica el miedo reverencial de la mujer (v.33) y el quedarse atónitos los presentes (v.42). Es la reacción ante lo divino. En esta parte de su evangelio, Marcos está llevando a su cúlmen el poder de Jesús.
Pero la dinámica del relato no culmina en el poder de Jesús, sino en la fe que Jesús pide. El cúlmen narrativo se encuentra en el centro del relato (vs.34-36). Tu fe te ha curado (v.34); no temas, basta que tengas fe (v.36). Esta es la actitud que importa. De ahí la insistencia final de Jesús en no divulgar un hecho, la resurrección, que difícilmente podía ocultarse. Es la imposición de silencio que el lector de Marcos también conoce de atrás y cuya función es la de indicar a éste hacia dónde debe dirigir su atención.
Comentario. La motivación de la mujer y de Jairo para acudir a Jesús no parece diferenciarse mucho de la que movía a la gente cuando atosigaba a Jesús. Y sin embargo, en la mujer y en Jairo detecta Jesús una actitud de fe.
En el evangelio de Marcos la fe mira prioritariamente al Reino de Dios y a su actualidad en el aquí y el ahora.
Como mensajero autorizado de ese Reino y de esa actualidad, Jesús buscó que prendiera en sus oyentes la fe en ese Reino. La mujer y Jairo debieron representar chispazos de esa fe, fruto de la cual fue su experiencia física del poder de Jesús.
El reto sigue en pie: no temas; basta que tengas fe en la realidad del Reino de Dios aquí y ahora.
SIN FE, SIN SANGRE
Lo primero, una llamada de atención sobre las lecturas. Si nuestra liturgia dedica la primera parte a hacer una reflexión y análisis de nuestro mundo y vida desde estos escritos que consideramos Palabra de Dios, hoy adquieren tal cercanía a nuestra experiencia cultural y vital que bien merece la pena invitar a todos a releerlos desde su situación histórica y entenderlos en la nuestra.
¿Acaso no hay entre nosotros mucho descreído que atribuye a Dios la causa de los miedos que afectan a tanta gente o que le acusa de muchas muertes o que descuida los problemas reales e incluso que es un producto bien vendido y, por lo tanto, causa de un floreciente negocio a costa de incautos e ingenuos infelices?
¿No es Dios hoy motivo de risa, desprecio y rechazo para quienes tienen un sentido superficial y cínico de la dimensión religiosa?
Suelen coincidir con quienes también tienen recelos ante el amor, en el que no creen tampoco, o ante la esperanza y la solidaridad. Les gustaría que todo eso existiera, pero no es posible. La realidad, según ellos, lo confirma claramente.
Para esa cuestión, la primera lectura nos dirige, en breves frases, una profunda reflexión sobre la relación entre Dios y vida. Dios, que lo hizo todo, tiene mucho interés en la vida, y buena vida, de todo. La vida es un testimonio de su existencia y de su modo de ser. Los vivos son imagen de quien los creó, del artista que se refleja en ellos.
La muerte, en cambio, es destrucción de la obra, por lo tanto también del artista en cierto modo. Ahí radica nuestra esperanza. Dios no permitirá ni la destrucción ni la desaparición definitiva de su obra, de nosotros. Aunque nos empeñemos.
Y cuidado que ponemos empeño destructivo en nuestra libertad, nos parecemos a los que aprovechan la noche de juerga para terminar la diversión rompiendo y destruyendo.
Pero Dios es más testarudo que nosotros. Su tesón es reconocido. Su llamada constante a participar con Él en la reconstrucción del mundo nos la dirige directamente o a través de mensajeros, testarudos también, como Pablo, que hoy en su carta nos pide generosidad en trabajar para que la crisis actual tenga los menores efectos posibles en sus víctimas y en las de un mundo estructuralmente desigual e injusto.
Sin embargo, es la lectura de Marcos, tan sencilla en su estilo, tan directa en su narración, la que nos refleja nuestro propio mundo y nuestra situación vital tantas veces angustiada.
La necesidad lleva a unos a buscar ayuda, a poner la confianza en Dios. La misma situación lleva a otros a la sonrisa cínica de la desconfianza: “Se reían de él”.
PALABRA Y VIDA
Pero tres elementos simbólicos aparecen en la escena: Sangre, Palabra y Vida.
La sangre era y sigue siendo el símbolo de la vida que corre y habita en nuestro interior. Perder la sangre supone un gran riesgo y simboliza la pérdida de la vida, lo mismo que donar sangre significa dar y transmitir vida. Por eso perderla, tener hemorragia real o simbólica es la situación de quien está quedándose sin vida, sin ánimo, sin fuerza, sin alegría. Está cayendo en manos de la muerte, desangrándose poco a poco a causa de una enfermedad, no precisamente corporal, más bien cultural y espiritual, anímica, del alma.
“Contigo hablo”, una afirmación de relación personal basada en el diálogo, la comprensión, la esperanza y la invitación a levantarse, a ponerse de nuevo en pie, a despertar a la vida y la alegría desde el encuentro con el Dios de quien procede la vida y que sostiene nuestra vida.
Esa es la experiencia a la que nos invita la liturgia, a poner en palabras nuestra realidad no siempre positiva y a provocar el encuentro personal con Dios, significado en su Palabra, para encontrar gritos de ánimo, palabras de esperanza, invitación a la vida y al amor fraterno y solidario, especialmente preocupado por los necesitados y débiles, pobres y angustiados, desanimados y deprimidos. Dios nos devolverá a la vida y nos dará la sangre, energía, necesaria para seguir haciendo el camino de la vida.
Señor, autor de la vida, artista genial que te reflejas en tu obra y has hecho de ella Palabra que habla de Ti y mensajera de tus preocupaciones y proyectos, despierta nuestra sensibilidad para la admiración de tanta belleza, abre nuestros ojos para poder penetrar en el sentido profundo de las cosas, para ver tu presencia en el diseño de todo lo que has hecho y haz que utilicemos nuestra libertad con el mismo espíritu constructivo y creador con que has hecho todo.
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En el escenario cósmico de tu obra, en un pequeño rincón llamado tierra, se desenvuelve nuestra vida humana, marcada por problemas, necesidades y búsquedas que quedan simbolizadas en el pan del hambre y del trabajo, en el pan del esfuerzo familiar y del compromiso solidario. También en el vino que hace presente la generosidad de tantos luchadores de la paz y la justicia, de tanta sangre derramada en la historia por superar el mal y el sufrimiento, el vino también de la alegría de la vida, porque ella es el regalo sobre el que nos das otros muchos desde tu inmensa generosidad.
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Y hoy, celebrando que eres el Dios de la vida, comprometido con ella, defensor y protector de los vivientes, sentimos la necesidad de explotar en muestras de agradecimiento y admiración por toda la riqueza de tu creación, la variedad de tus formas, la infinita diversidad de colores y el mimo que has puesto en expresar la belleza, la fragilidad y la fugacidad de la vida.
Con el mismo trazo dibujas el misterio de la vida pero señalas lo frágil que toda la realidad es y lo rápido del paso de la existencia. Tan querido es este regalo que nos hace sentir un profundo dolor la experiencia de la muerte, en ella vemos la amenaza de la destrucción, la desaparición definitiva de nuestra existencia y el miedo se nos transforma en duda sobre la posibilidad de una realidad vital más allá de la muerte.
Pero igual que todo lo llamaste a la existencia también ahora somos llamados e invitados a otra existencia más sorprendente y admirable que la actual. Celebramos, pues, contigo la seguridad de tu promesa y la confianza del futuro contigo.
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Como culminación de nuestro encuentro reiteramos nuestra gratitud por la posibilidad de vivir sintiendo cercana tu presencia y preocupación. Igual que ahora celebramos el verano como explosión de vida y alegría también celebramos tu presencia entre nosotros y los ánimos que alimentas para poder responder al esfuerzo de trabajar por un mundo mejor y más humano.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
La sensación que las diversas crisis por las que atravesamos nos producen, puede ser de cierta tristeza y desazón. No terminamos de acostumbrarnos a ver frustradas las ilusiones de euforia y éxito que nos han dado tanto la ciencia como la economía y la medicina. No eliminamos de nuestra vida el miedo, ni la inseguridad, ni el desconcierto ante el futuro. No dejamos de ser humanos, a pesar de tanto esfuerzo y empeño.
Por eso, unos a hurtadillas, como la mujer del evangelio, otros con escándalo y provocación, como el jefe de la sinagoga, seguimos sintiendo necesidad de Dios.
Pues aquí estamos, de nuevo, quienes expresamos esa necesidad en común y le mostramos nuestro agradecimiento porque podemos contar con Él.
SALUDO
Que el Dios de la vida nos acoja en nuestra celebración que evoca la realidad de cada día y la imborrable huella de su presencia entre nosotros.
ACTO PENITENCIAL
Mirémonos por dentro y descubramos sin miedo los desgarros, las heridas, las hemorragias interiores que, a veces, nos desangran y desaniman.
- Tú, Dios Padre, que nos das la vida y quieres que la disfrutemos con alegría y paz. Señor, ten piedad
- Tú, Jesús, Hijo y enviado de Dios para devolvernos la vida, la esperanza y la conciencia de sabernos queridos y perdonados. Cristo, ten piedad.
- Tú, Espíritu de amor, de perdón y de vida que insuflas el aliento que nos permite seguir caminando y la brisa que nos descansa. Señor, ten piedad.
Dios, que nos permite vivir esta experiencia de su perdón, nos ayude a extenderla a tantos otros hermanos nuestros que siguen angustiados por el peso de la culpa y a transmitir su alegría. Por Jesucristo Nuestro Señor.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
En el primer siglo antes de Cristo, la cultura helenista, impregnada de materialismo y de actitud despectiva ante lo que significara un sentido religioso de la vida, rechaza, con cinismo más que con razones, cualquier sentido de trascendencia, de esperanza y de confianza en Dios. Para ellos el futuro de la vida es la muerte, la destrucción, la entropía decimos hoy científicamente. Pero no. Dios no ha hecho todo para su destrucción sino para la plenitud.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 29)
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Tañed para el Señor, fieles suyos; dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante, su bondad de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Escuchar estos consejos de Pablo en tiempos de crisis es un buen estímulo para acoger su invitación. Si nuestro distintivo es la fe, porque somos una comunidad religiosa y no moral, hagamos realidad el significado de lo que creemos. Seamos hermanos auténticos de quienes nos necesitan. No pongamos condiciones ni más límites que los que nos pone el amor. Si Pablo lo hacía para ayudar a los cristianos de Jerusalén que se habían quedado en la indigencia, ahora hagámoslo por tantos seres humanos, hermanos, que sufren las crisis.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Delante de mucha gente, movido por la necesidad y el amor a su hija, una autoridad religiosa se dirige a Jesús pidiéndole ayuda, con gran escándalo y sorpresa de quienes ven en Jesús un adversario religioso.
En forma anónima, otra mujer, por los mismos motivos de necesidad, busca ayuda en un Jesús que ensalza su religiosidad, tan centrada en la vida, tan urgida desde la experiencia vital de seres necesitados que somos los humanos.
Finalmente, en diálogo con una niña muerta, símbolo del futuro truncado, Jesús nos dice a todos: “Contigo hablo, levántate”. Así que ¡Ánimo!
ORACIÓN DE LOS FIELES
Desde las situaciones de necesidad que vemos en nuestro mundo, sintiendo el agobio de todos nosotros por los problemas que hay y nos desbordan, nos dirigimos a Ti, Padre bueno, pidiéndote ayuda.
- Para que los creyentes, receptores de la vida que Tú nos das, trabajemos por la vida siempre para defenderla y protegerla. Roguemos al Señor.
- Por los que sufren las consecuencias directas del hambre, de la enfermedad, del paro, del rechazo y de tantas formas de sufrimiento. Roguemos al Señor.
- Por nuestro sentido religioso, que no se identifique con la muerte sino con la vida, con la esperanza y con el amor. Roguemos al Señor.
- Por un esfuerzo comunitario de hacer presentes en nuestra cultura los rasgos propios de una religiosidad comprometida con la vida y el mundo. Roguemos al Señor.
- Por nuestros ancianos, tantas veces solos, para que sean testigos de la esperanza por encima de todo. Roguemos al Señor
- Por nuestros jóvenes y niños, ahora sensibles a exámenes y vacaciones, para que aprueben la asignatura de la vida y crezcan en sabiduría y solidaridad. Roguemos al Señor.
Escucha, Dios grande de corazón, estas peticiones que quieren expresar los sentimientos que la vida nos produce y las necesidades que vemos. Ayúdanos a trabajar contigo para darles una respuesta positiva. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Salmo. Te ensalzaré, Señor (1 CLN-506).
Aleluya. (1 CLN-E 3).
Oración de los fieles. (1 CLN-G 1)
Ofertorio. Llevemos al Señor (del reciente Cd titulado ’16 Cantos para la misa’)
Santo. (1 CLN-I 3)
Comunión. Cristo ayer (Himno del jubileo 2000); No podemos caminar (1 CLN-O 13); Creo que Cristo vive (1 CLN-455); Altísimo Señor.
Final. Te doy gracias, Señor (1 CLN-532); Ven conmigo, amigo (Letra y música de E. Gallego, del grupo Kairoi, en el cassette ‘A tu lado Señor’).
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net
En este caso, no hay espíritus inmundos para conjurar ni disputas verbales entre Jesús y sus adversarios. Todo parece suceder en un clima pacífico, casi en silencio, pero del relato emerge una profunda energía de liberación humana en perspectiva femenina. Jesús se nos muestra aún más cercano si cabe, ocupado en problemas caseros, en los sufrimientos y anhelos de dos mujeres de las que no se recuerda ni el nombre.
Marcos cuenta la enfermedad de la mujer adulta con todo tipo de detalles, expresando de manera clara lo que siente ella en su interior. Se siente herida en lo más hondo. No puede mantener ningún tipo de relación porque se lo impide la ley por causa de su enfermedad impura. Nadie puede tocarla ni tocar sus cosas. Por eso, se encuentra cada vez más sola, cada vez más vacía, cada vez más pobre. La sociedad a la que pertenece la ha condenado a ser una muerta en vida.
No tiene valor para acercarse a Jesús abiertamente, por eso se le acerca por detrás, de una manera clandestina. Sabe que su gesto constituye una violación de las leyes pero en él están contenidas su esperanza y su dignidad. Ninguna mujer en estado de impureza se hubiera atrevido nunca, por su propia iniciativa, a tocar a un hombre desconocido en público. Esta mujer lo hace porque quiere curarse y este deseo suyo es más fuerte que la ley, que la cultura y que la tradición.
Este deseo la lleva hacia Jesús, de quien ha oído hablar. El deseo le confiere una fuerza insólita, inesperada; actúa como un motor que impulsa su corazón a ir hacia la persona buscada, a transgredir la norma. El deseo de curarse la convierte en una mujer libre; le hace superar todos los límites y las fronteras de la ley.
El deseo va unido al tacto, a la piel. El deseo de verse curada, de volver a la vida, de recuperar su propia identidad como persona, pasa a través de las manos de mujer. La mujer transmite a Jesús, con las manos y no con las palabras, su deseo de vivir. Con el gesto temerario de tocar el manto de Jesús, ella expresa confianza en sí misma, capacidad de decisión y un valor inaudito. Quiere vivir y por eso no vacila en desafiar el orden establecido.
Extendiendo la mano esta mujer se abre a la experiencia del amor, la misma experiencia que se le había negado. Tocar a Jesús es un gesto de libertad que le restituye la vida y la reincorpora a la comunidad. Su deseo, canalizado a través del tacto, la ha curado y es su propio cuerpo el que le comunica la curación.
Y aquí surge la ironía del relato: ha alcanzado la curación y la salvación precisamente porque ha transgredido los preceptos de la ley, que, supuestamente, hubieran debido salvarla. Las últimas palabras de Jesús son sólo una confirmación de lo que ya ha sucedido antes, es decir, la curación de la mujer. Jesús, al dejarse tocar, anula los códigos sociales y religiosos de su tiempo y proclama que los cuerpos de las mujeres no son un lugar impuro, ni un oscuro objeto de deseo, ni un medio de tentación, sino un lugar de salvación. No es de extrañar que esta mujer como tantas mujeres terminen cantando: “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado”.
MARICARMEN MARTÍN
carmen@dabar.net
carmen@dabar.net
DIOS HABLA
SABIDURIA 1,13 15; 2,23 25
Dios no hizo la muerte, ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo, y los de su partido pasarán por ella.
II CORINTIOS 8,7.9.13 15
Hermanos: Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad. Porque ya sabéis lo generoso que ha sido nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza. Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad. Es lo que dice la Escritura: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba».
MARCOS 5, 21 43
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva». Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba. Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría. Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?» Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”» Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud». Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?» Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe». No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida». Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
PRIMERA LECTURA
De alguna forma el texto de Sabiduría continúa el planteamiento que la pasada semana nos ponía ante los ojos el Libro de Job: la retribución del justo. A la ‘fácil’ solución que los amigos le presentaban ‘el justo recibe premio, y el malvado es castigado’, respondía Job con su propia vida. Siendo justo ha sido terriblemente castigado. Y mientras tanto triunfan los malvados y ‘les va bien’, como cuestionan muchos salmos.
Al acercarse los tiempos del nuevo testamento, aparece en los libros griegos una nueva respuesta. La creencia en la inmortalidad crea nuevas razones y perspectivas que calman la sed de saber de quien se sume en la oscuridad ante lo ‘irracional’ de que sean precisamente los malvados los que triunfen. Es algo insoportable a quienes creen en el Dios bueno, amigo de la vida, el Dios que ha elegido a su pueblo y lo invita constantemente a confiar en Él.
Con la fe en la inmortalidad se renuevan los antiguos argumentos acerca de la retribución. En efecto, los justos serán recompensados; y los malvados sufrirán el castigo… en la vida inmortal.
Así se cumplen los planes de Dios que ‘lo hizo todo y todo lo hizo bueno’. Hay quien se vale de la no creencia en la inmortalidad para obrar contra la Ley del Señor, para ridiculizar a los justos, para proclamar una vida de orgía, injusticia, y destrozo de la naturaleza… después de todo ‘nuestra vida es el paso de una sombra y nuestro fin, irreversible’(2,5). Impresiona lo que maquina el malvado arropado en la seguridad de que su pecado quedará impune. “Atropellemos al justo que es pobre, no nos apiademos de la viuda ni respetemos las canas venerables del anciano; que sea nuestra fuerza la norma del derecho, pues lo débil –es claro- no sirve para nada” (2,10).
Ya el Sirácida (5,4) había advertido (sin saber de la inmortalidad) ”No digas: "Pequé, ¿qué me ha sucedido?", porque el Señor es paciente”. El texto de hoy advierte no sólo de la inmortalidad y que después del tiempo podrán ser sancionados los malvados. La muerte es incompatible con Dios ‘no hizo la muerte’. Al contrario, la muerte acecha al malvado ‘los del diablo pasarán por ella’ (v.25).
Y ya Jesús en vida nos abre los ojos a otro modo de vivir. Jesús resucita a los muertos. No obstante los discípulos no entienden ‘eso de que resucitará al tercer día’. Perciben que en Jesús se nos va a revelar mucho más que la inmortalidad, mucho más que el revivir, como estos resucitados. Ha de venir Juan para explicarnos lo de ‘renacer’ que dará a luz una vida nueva, novedosa, única, la de quienes nacen ‘no de carne… sino de Dios’.
TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net
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SEGUNDA LECTURA
En opinión de muchos intérpretes los capítulos 8 y 9 de esta carta son una o dos notas que Pablo hizo para exhortar a los cristianos corintios a dar limosnas probablemente a la comunidad de Jerusalén y que fueron incorporadas al texto cuando se elaboró Segunda Corintios con fragmentos de correspondencia de Pablo dirigida a esa comunidad.
Sea de ello lo que fuere, lo interesante es que la elevación de teoría y sentimientos del Apóstol no le impiden tener los pies en la tierra. La perícopa de hoy es un buen ejemplo pues se trata de motiva a que los corintios presten ayuda económica a otras comunidades más necesitadas.
Pablo apela a lo más hondo de la fe: el hecho del vaciamiento de Cristo y empobrecimiento durante su vida mortal. Se ha despojado – dentro de lo posible – de lo que le pertenecía por naturaleza y no se aprovechado de ello. De un modo semejante los cristianos han de imitar esa generosidad.
Es el mismo Señor el que impulsa a la comunicación de bienes a quienes pretender y desean ser como él. Es evidente que la fe no se queda en mera interioridad sino que se traduce en obras concretas.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
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EVANGELIO
Texto. Desde el capítulo 3 el evangelista Marcos ha introducido la distinción de un dentro y de un fuera en función de un dar o no dar fruto, de un hacer o no hacer lo que Dios quiere. Ambos grupos se dan cita en el texto de hoy, que comienza con una situación que el lector de Marcos conoce desde bien atrás: aglomeración de gente en torno a Jesús. Tanto el autor (v.24), como los discípulos (v.31) califican esta presencia de atosigante: la gente lo apretujaba (v.24); ves cómo te apretuja la gente (v.31). En el curso del relato esta aglomeración está más bien vista como un impedimento, apreciación que tampoco le sorprende al lector de Marcos.
La aglomeración de la gente tiene su origen en el poder curativo de Jesús. Otro hecho incuestionable, que el lector de Marcos también conoce de atrás.
El poder de Jesús adquiere en el texto de hoy una intensidad máxima: curación de una mujer desahuciada de los médicos, resurrección de una niña de doce años.
Jesús es consciente de su poder. Marcos resalta expresa y ampliamente este dato, tanto en el caso de la mujer (vs.30-33), como en el de la niña (vs.35-41) ¿Quién me ha tocado el manto? (v.30); ¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida (v.39). La imagen de Jesús que da Marcos en el texto de hoy es realmente impresionante. Ello explica el miedo reverencial de la mujer (v.33) y el quedarse atónitos los presentes (v.42). Es la reacción ante lo divino. En esta parte de su evangelio, Marcos está llevando a su cúlmen el poder de Jesús.
Pero la dinámica del relato no culmina en el poder de Jesús, sino en la fe que Jesús pide. El cúlmen narrativo se encuentra en el centro del relato (vs.34-36). Tu fe te ha curado (v.34); no temas, basta que tengas fe (v.36). Esta es la actitud que importa. De ahí la insistencia final de Jesús en no divulgar un hecho, la resurrección, que difícilmente podía ocultarse. Es la imposición de silencio que el lector de Marcos también conoce de atrás y cuya función es la de indicar a éste hacia dónde debe dirigir su atención.
Comentario. La motivación de la mujer y de Jairo para acudir a Jesús no parece diferenciarse mucho de la que movía a la gente cuando atosigaba a Jesús. Y sin embargo, en la mujer y en Jairo detecta Jesús una actitud de fe.
En el evangelio de Marcos la fe mira prioritariamente al Reino de Dios y a su actualidad en el aquí y el ahora.
Como mensajero autorizado de ese Reino y de esa actualidad, Jesús buscó que prendiera en sus oyentes la fe en ese Reino. La mujer y Jairo debieron representar chispazos de esa fe, fruto de la cual fue su experiencia física del poder de Jesús.
El reto sigue en pie: no temas; basta que tengas fe en la realidad del Reino de Dios aquí y ahora.
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
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NOTAS PARA LA HOMILIA
SIN FE, SIN SANGRE
Lo primero, una llamada de atención sobre las lecturas. Si nuestra liturgia dedica la primera parte a hacer una reflexión y análisis de nuestro mundo y vida desde estos escritos que consideramos Palabra de Dios, hoy adquieren tal cercanía a nuestra experiencia cultural y vital que bien merece la pena invitar a todos a releerlos desde su situación histórica y entenderlos en la nuestra.
¿Acaso no hay entre nosotros mucho descreído que atribuye a Dios la causa de los miedos que afectan a tanta gente o que le acusa de muchas muertes o que descuida los problemas reales e incluso que es un producto bien vendido y, por lo tanto, causa de un floreciente negocio a costa de incautos e ingenuos infelices?
¿No es Dios hoy motivo de risa, desprecio y rechazo para quienes tienen un sentido superficial y cínico de la dimensión religiosa?
Suelen coincidir con quienes también tienen recelos ante el amor, en el que no creen tampoco, o ante la esperanza y la solidaridad. Les gustaría que todo eso existiera, pero no es posible. La realidad, según ellos, lo confirma claramente.
Para esa cuestión, la primera lectura nos dirige, en breves frases, una profunda reflexión sobre la relación entre Dios y vida. Dios, que lo hizo todo, tiene mucho interés en la vida, y buena vida, de todo. La vida es un testimonio de su existencia y de su modo de ser. Los vivos son imagen de quien los creó, del artista que se refleja en ellos.
La muerte, en cambio, es destrucción de la obra, por lo tanto también del artista en cierto modo. Ahí radica nuestra esperanza. Dios no permitirá ni la destrucción ni la desaparición definitiva de su obra, de nosotros. Aunque nos empeñemos.
Y cuidado que ponemos empeño destructivo en nuestra libertad, nos parecemos a los que aprovechan la noche de juerga para terminar la diversión rompiendo y destruyendo.
Pero Dios es más testarudo que nosotros. Su tesón es reconocido. Su llamada constante a participar con Él en la reconstrucción del mundo nos la dirige directamente o a través de mensajeros, testarudos también, como Pablo, que hoy en su carta nos pide generosidad en trabajar para que la crisis actual tenga los menores efectos posibles en sus víctimas y en las de un mundo estructuralmente desigual e injusto.
Sin embargo, es la lectura de Marcos, tan sencilla en su estilo, tan directa en su narración, la que nos refleja nuestro propio mundo y nuestra situación vital tantas veces angustiada.
La necesidad lleva a unos a buscar ayuda, a poner la confianza en Dios. La misma situación lleva a otros a la sonrisa cínica de la desconfianza: “Se reían de él”.
PALABRA Y VIDA
Pero tres elementos simbólicos aparecen en la escena: Sangre, Palabra y Vida.
La sangre era y sigue siendo el símbolo de la vida que corre y habita en nuestro interior. Perder la sangre supone un gran riesgo y simboliza la pérdida de la vida, lo mismo que donar sangre significa dar y transmitir vida. Por eso perderla, tener hemorragia real o simbólica es la situación de quien está quedándose sin vida, sin ánimo, sin fuerza, sin alegría. Está cayendo en manos de la muerte, desangrándose poco a poco a causa de una enfermedad, no precisamente corporal, más bien cultural y espiritual, anímica, del alma.
“Contigo hablo”, una afirmación de relación personal basada en el diálogo, la comprensión, la esperanza y la invitación a levantarse, a ponerse de nuevo en pie, a despertar a la vida y la alegría desde el encuentro con el Dios de quien procede la vida y que sostiene nuestra vida.
Esa es la experiencia a la que nos invita la liturgia, a poner en palabras nuestra realidad no siempre positiva y a provocar el encuentro personal con Dios, significado en su Palabra, para encontrar gritos de ánimo, palabras de esperanza, invitación a la vida y al amor fraterno y solidario, especialmente preocupado por los necesitados y débiles, pobres y angustiados, desanimados y deprimidos. Dios nos devolverá a la vida y nos dará la sangre, energía, necesaria para seguir haciendo el camino de la vida.
JOSE ALEGRE ARAGÜES
pepe@dabar.net
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PARA LA ORACION
Señor, autor de la vida, artista genial que te reflejas en tu obra y has hecho de ella Palabra que habla de Ti y mensajera de tus preocupaciones y proyectos, despierta nuestra sensibilidad para la admiración de tanta belleza, abre nuestros ojos para poder penetrar en el sentido profundo de las cosas, para ver tu presencia en el diseño de todo lo que has hecho y haz que utilicemos nuestra libertad con el mismo espíritu constructivo y creador con que has hecho todo.
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En el escenario cósmico de tu obra, en un pequeño rincón llamado tierra, se desenvuelve nuestra vida humana, marcada por problemas, necesidades y búsquedas que quedan simbolizadas en el pan del hambre y del trabajo, en el pan del esfuerzo familiar y del compromiso solidario. También en el vino que hace presente la generosidad de tantos luchadores de la paz y la justicia, de tanta sangre derramada en la historia por superar el mal y el sufrimiento, el vino también de la alegría de la vida, porque ella es el regalo sobre el que nos das otros muchos desde tu inmensa generosidad.
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Y hoy, celebrando que eres el Dios de la vida, comprometido con ella, defensor y protector de los vivientes, sentimos la necesidad de explotar en muestras de agradecimiento y admiración por toda la riqueza de tu creación, la variedad de tus formas, la infinita diversidad de colores y el mimo que has puesto en expresar la belleza, la fragilidad y la fugacidad de la vida.
Con el mismo trazo dibujas el misterio de la vida pero señalas lo frágil que toda la realidad es y lo rápido del paso de la existencia. Tan querido es este regalo que nos hace sentir un profundo dolor la experiencia de la muerte, en ella vemos la amenaza de la destrucción, la desaparición definitiva de nuestra existencia y el miedo se nos transforma en duda sobre la posibilidad de una realidad vital más allá de la muerte.
Pero igual que todo lo llamaste a la existencia también ahora somos llamados e invitados a otra existencia más sorprendente y admirable que la actual. Celebramos, pues, contigo la seguridad de tu promesa y la confianza del futuro contigo.
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Como culminación de nuestro encuentro reiteramos nuestra gratitud por la posibilidad de vivir sintiendo cercana tu presencia y preocupación. Igual que ahora celebramos el verano como explosión de vida y alegría también celebramos tu presencia entre nosotros y los ánimos que alimentas para poder responder al esfuerzo de trabajar por un mundo mejor y más humano.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
La sensación que las diversas crisis por las que atravesamos nos producen, puede ser de cierta tristeza y desazón. No terminamos de acostumbrarnos a ver frustradas las ilusiones de euforia y éxito que nos han dado tanto la ciencia como la economía y la medicina. No eliminamos de nuestra vida el miedo, ni la inseguridad, ni el desconcierto ante el futuro. No dejamos de ser humanos, a pesar de tanto esfuerzo y empeño.
Por eso, unos a hurtadillas, como la mujer del evangelio, otros con escándalo y provocación, como el jefe de la sinagoga, seguimos sintiendo necesidad de Dios.
Pues aquí estamos, de nuevo, quienes expresamos esa necesidad en común y le mostramos nuestro agradecimiento porque podemos contar con Él.
SALUDO
Que el Dios de la vida nos acoja en nuestra celebración que evoca la realidad de cada día y la imborrable huella de su presencia entre nosotros.
ACTO PENITENCIAL
Mirémonos por dentro y descubramos sin miedo los desgarros, las heridas, las hemorragias interiores que, a veces, nos desangran y desaniman.
- Tú, Dios Padre, que nos das la vida y quieres que la disfrutemos con alegría y paz. Señor, ten piedad
- Tú, Jesús, Hijo y enviado de Dios para devolvernos la vida, la esperanza y la conciencia de sabernos queridos y perdonados. Cristo, ten piedad.
- Tú, Espíritu de amor, de perdón y de vida que insuflas el aliento que nos permite seguir caminando y la brisa que nos descansa. Señor, ten piedad.
Dios, que nos permite vivir esta experiencia de su perdón, nos ayude a extenderla a tantos otros hermanos nuestros que siguen angustiados por el peso de la culpa y a transmitir su alegría. Por Jesucristo Nuestro Señor.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
En el primer siglo antes de Cristo, la cultura helenista, impregnada de materialismo y de actitud despectiva ante lo que significara un sentido religioso de la vida, rechaza, con cinismo más que con razones, cualquier sentido de trascendencia, de esperanza y de confianza en Dios. Para ellos el futuro de la vida es la muerte, la destrucción, la entropía decimos hoy científicamente. Pero no. Dios no ha hecho todo para su destrucción sino para la plenitud.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 29)
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Tañed para el Señor, fieles suyos; dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante, su bondad de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Escuchar estos consejos de Pablo en tiempos de crisis es un buen estímulo para acoger su invitación. Si nuestro distintivo es la fe, porque somos una comunidad religiosa y no moral, hagamos realidad el significado de lo que creemos. Seamos hermanos auténticos de quienes nos necesitan. No pongamos condiciones ni más límites que los que nos pone el amor. Si Pablo lo hacía para ayudar a los cristianos de Jerusalén que se habían quedado en la indigencia, ahora hagámoslo por tantos seres humanos, hermanos, que sufren las crisis.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Delante de mucha gente, movido por la necesidad y el amor a su hija, una autoridad religiosa se dirige a Jesús pidiéndole ayuda, con gran escándalo y sorpresa de quienes ven en Jesús un adversario religioso.
En forma anónima, otra mujer, por los mismos motivos de necesidad, busca ayuda en un Jesús que ensalza su religiosidad, tan centrada en la vida, tan urgida desde la experiencia vital de seres necesitados que somos los humanos.
Finalmente, en diálogo con una niña muerta, símbolo del futuro truncado, Jesús nos dice a todos: “Contigo hablo, levántate”. Así que ¡Ánimo!
ORACIÓN DE LOS FIELES
Desde las situaciones de necesidad que vemos en nuestro mundo, sintiendo el agobio de todos nosotros por los problemas que hay y nos desbordan, nos dirigimos a Ti, Padre bueno, pidiéndote ayuda.
- Para que los creyentes, receptores de la vida que Tú nos das, trabajemos por la vida siempre para defenderla y protegerla. Roguemos al Señor.
- Por los que sufren las consecuencias directas del hambre, de la enfermedad, del paro, del rechazo y de tantas formas de sufrimiento. Roguemos al Señor.
- Por nuestro sentido religioso, que no se identifique con la muerte sino con la vida, con la esperanza y con el amor. Roguemos al Señor.
- Por un esfuerzo comunitario de hacer presentes en nuestra cultura los rasgos propios de una religiosidad comprometida con la vida y el mundo. Roguemos al Señor.
- Por nuestros ancianos, tantas veces solos, para que sean testigos de la esperanza por encima de todo. Roguemos al Señor
- Por nuestros jóvenes y niños, ahora sensibles a exámenes y vacaciones, para que aprueben la asignatura de la vida y crezcan en sabiduría y solidaridad. Roguemos al Señor.
Escucha, Dios grande de corazón, estas peticiones que quieren expresar los sentimientos que la vida nos produce y las necesidades que vemos. Ayúdanos a trabajar contigo para darles una respuesta positiva. Por Jesucristo Nuestro Señor.
CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada. Cristo nos da la libertad (1 CLN-708); El Señor nos ha reunido junto a El (Del grupo Kairoi, disco ‘Vive’); Un solo Señor (1 CLN-708); Dios está aquí (de A. Gacias en el nuevo Cd titulado ’20 canciones famosas para las celebraciones’); Que alegría cuando me dijeron.Salmo. Te ensalzaré, Señor (1 CLN-506).
Aleluya. (1 CLN-E 3).
Oración de los fieles. (1 CLN-G 1)
Ofertorio. Llevemos al Señor (del reciente Cd titulado ’16 Cantos para la misa’)
Santo. (1 CLN-I 3)
Comunión. Cristo ayer (Himno del jubileo 2000); No podemos caminar (1 CLN-O 13); Creo que Cristo vive (1 CLN-455); Altísimo Señor.
Final. Te doy gracias, Señor (1 CLN-532); Ven conmigo, amigo (Letra y música de E. Gallego, del grupo Kairoi, en el cassette ‘A tu lado Señor’).
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
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