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jueves, 25 de junio de 2009

XIII Domingo del T. O. (San Marcos 5,21-43) - Ciclo B: RECUPERAR LA FEMINIDAD


Vete en paz y con salud

La hemorroisa de la que habla el episodio evangélico es una mujer enferma en las raíces mismas de su feminidad. Aquellas pérdidas de sangre que viene padeciendo desde hace doce años la excluyen de la intimidad y el amor conyugal.

Según las normas del Levítico es impura ante sus propios ojos y ante los demás. Una mujer intocable y frustrada que queda excluida del deseo y el amor del varón.

Su ser más íntimo de mujer está herido. Su sangre se derrama inútilmente. Su vida se desgasta en la esterilidad.

El evangelista la describe como una mujer ignorada y solitaria, avergonzada de sí misma, perdida en el anonimato de la multitud.

La curación de esta mujer se produce cuando Jesús se deja tocar por ella y la mira con amor y ternura desconocida: "Hija... vete en paz y con salud'.

La sicoanalista católica FranÇoise Dolto, al comentar esta curación en su estudio "El evangelio ante el psicoanálisis", señala que "una mujer sólo se sabe y se siente femenina mediante un hombre que cree en ella. Es en los ojos de un hombre, en su actitud, donde una mujer se sabe femenina". Para aquella mujer enferma ese hombre ha sido Jesús.

En nuestra sociedad se despierta poco a poco la sensibilidad colectiva ante la violencia y las agresiones que la mujer padece. Crecen las denuncias, se agiliza el código penal, se abren centros para mujeres maltratadas.

Pero somos todavía poco conscientes del sufrimiento oculto y la tragedia de tantas mujeres frustradas en su ser más íntimo de mujer.

Mujeres perdidas en el anonimato de los hogares y las faenas caseras cuya dedicación y entrega apenas valora nadie.

Mujeres inseguras de sí mismas, atemorizadas por su propio marido, que viven culpabilizándose de sus desaciertos y depresiones porque no encuentran el apoyo y la comprensión que necesitan.

Mujeres vencidas por la soledad, cansadas ya de luchar y sufrir en silencio, que no aman ni son amadas con la ternura que su ser de mujer está pidiendo.

Mujeres desgastadas y afeadas por la dureza de la vida, que descuidan su cuerpo y su feminidad porque hace mucho tiempo que nadie las mira ni las besa con amor.

Mujeres que recuperarían su ser auténtico de mujer si se encontraran con la mirada acogedora y curadora de un esposo o un verdadero amigo.

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