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viernes, 18 de septiembre de 2009

Comentarios Bíblicos y Pautas Homiléticas: XXV Domingo del T.O. (Marcos 9, 30-37) - Ciclo B

El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres
Publicado por Dominicos.org

Introducción

El evangelio de la eucaristía de este domingo nos presenta un mensaje que choca con la realidad que nos rodea y encierra una clara interpelación personal y comunitaria.

Al echar un vistazo a las noticias del mundo, del país, a la publicidad, a las relaciones entre las personas…, percibimos a menudo la ambición de poder, la competitividad por ser el primero, la lucha por dominar a los otros, el deseo de enriquecerse a cualquier precio. Esto no es algo nuevo y podemos comprobarlo, leyendo atentamente el segundo capítulo del Libro de la Sabiduría para situar la primera lectura en su contexto más amplio. El texto nos muestra, con crudeza que para los obran el mal lo importante es disfrutar y obtener el máximo provecho de la vida. Para ellos, la norma de la justicia es su propia fuerza y, por lo tanto, están dispuestos a oprimir a las personas débiles como el justo pobre, la viuda, el anciano, porque son inútiles. Más aún, el justo les molesta e irrita porque se considera hijo de Dios, les reprocha su forma de vivir y sus faltas contra la ley divina. No dudan, pues, en ir a cazarlo como una presa para verificar el fundamento de sus afirmaciones. Con su condena a muerte pretenden comprobar si Dios, del que se reclama hijo, viene a librarle.

La epístola de Santiago insiste en la misma realidad y presenta a la comunidad cristiana la contraposición entre la verdadera y falsa sabiduría para que opte por la sabiduría que “viene de Dios”. De ella nacen la armonía, la tolerancia, la misericordia, la comprensión, la paz. La segunda, sin embargo, se rige por la envidia, el deseo de poder, de riqueza, de dominio y engendra las guerras, los conflictos y la violencia.

Jesús nos invita a adoptar su perspectiva: “si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos”, a cambiar radicalmente de criterios y de valores, apreciando lo pequeño, lo sencillo, lo que generalmente no cuenta. Es, pues, una llamada a mirar la vida con sus ojos y a colaborar en la construcción de unas relaciones humanas y cristianas, basadas en el servicio a los más débiles. Y el lugar adecuado para aprender a servir así, quizás se encuentre ahí donde están los últimos, los que lo han vivido siempre.


Comentario bíblico

La religión verdadera es acoger desde la solidaridad


* Iª Lectura: Sabiduría (2,12.17-20): El justo piensa como vive

I.1. La primera lectura se toma concretamente de un pasaje que pone de manifiesto el razonamiento de los impíos, de los que están instalados en la sociedad religiosa y política y que no aceptan que un hombre justo, honrado, simplemente con el testimonio de su vida, pueda ser una contrarréplica de la ética, de la moral y de las tradiciones ancestrales con las que se consagra, muy a menudo, la sociedad injusta y arbitraria de los poderosos. Como el libro de la Sabiduría es propio de la literatura religiosa griega, algunos han pensado que a la base de esta lectura está el razonamiento práctico de una filosofía que se muestra en la ética de los epicúreos, quienes defendían una praxis de justicia y honradez en la sociedad.

I.2. En todo caso, la lectura cristiana de este pasaje ha dado como resultado la comparación con los textos del Siervo de Yahvé de Isaías (52-53) y más concretamente, se apunta a la inspiración que ha podido suponer para los cristianos sobre la Pasión del Señor, ya que en ese justo del libro de la Sabiduría se ha visto la actuación de Jesús, tal como podemos colegir de la lectura misma del evangelio de hoy. Los “no sabios” saben muy bien condenar a muerte ignominiosa a los justos. Esa es la única sabiduría que entienden de verdad: el desprecio y la ignominia; es una sabiduría contracultural: ni divina ni humana. Y esta es ya una historia muy larga en la humanidad que tanto se valora a sí misma.



* IIª Lectura: Santiago (3,16-4,3): Sabiduría: justicia y paz

II.1. La carta de Santiago (3,16-4,3), sigue siendo el hilo conductor de esta segunda lectura litúrgica. Además, como es una carta que pretende establecer un cristianismo práctico, ético y moral, nos pone sobre el contraste dos sabidurías: la que nace de este mundo y anida en el corazón del hombre (envidias, desorden, guerras, asesinatos) y la sabiduría que viene de lo alto (pacificadora, limpieza de corazón, condescendencia, docilidad, misericordia). En realidad a la primera no se le debe llamar sabiduría sino insensatez y negatividad. Son dos mundos y podríamos preguntarnos, de verdad, si el corazón humano no está anidado por estas dos tendencias (dualismo). Nuestra propia experiencia personal podría darnos la respuesta.

II.2. El autor considera que el ser humano, guiado por sus instintos (es el misterio de nuestra debilidad, aunque le atribuye un débito especial al “diablo” para no caer en el principio de maldad en el corazón humano), va hacia la perdición por la envidia con la que nos destrozamos los unos a los otros. Pero el autor propone la sabiduría, que se adquiere por la oración para llegar a esas actitudes positivas que ha mencionado antes. No se trata, pues, de leer este texto en clave moralizante para rebajarlo. Es uno de los textos fuertes del NT, de ese calibre es el cristianismo que pide la paz fundamentada en la justicia.



* Evangelio: Marcos (9,30-37): El que se entrega debe ser el primero

III.1. El evangelio de Marcos nos muestra un segundo paso de Jesús en su camino hacia Jerusalén, acompañado por sus discípulos. El maestro sabe lo que le espera; lo intuye, al menos, con la lucidez de un profeta: la pasión y la muerte, pero también la seguridad de que estará en las manos de Dios para siempre, porque su Dios es un Dios de vida. Pero ese anuncio de la pasión se convierte en el evangelio de hoy en una motivación más para hablar a los discípulos de la necesidad del servicio.

III.2. No merece la pena discutir si este segundo anuncio de la pasión son “ipsissima verba” o son una adaptación de la comunidad a las confidencias más auténticas de Jesús. Hoy se acepta como histórico que Jesús “sabía algo” de lo que le esperaba. Que la comunidad, después, adaptara las cosas no debería resultar extraño. Este segundo anuncio de la pasión lo presenta el evangelista como una enseñanza (edídasken= les enseñaba). Pero los discípulos ni lo entendían ni querían preguntarle, ya que les daba pánico. Este no querer preguntarle es muy intencionado en el texto, porque no se atrevían a entrar en el mundo interior y profético del Maestro. Jesús tuvo paciencia y pedagogía con ellos y por eso Marcos nos ha presentado “tres” anuncios en un corto espacio de tiempo (8,27-10,32).

III.3. Tampoco Pedro, en el primer anuncio (8,27-33), lo había entendido cuando quiere impedir que Jesús pueda ir a Jerusalén para ser condenado. No encajaba ese anuncio con su confesión mesiánica, que tenía más valor nacionalista que otra cosa. Marcos ha emprendido, desde ahora en su narración una dirección que no solamente es reflejo histórico del camino de Jesús a Jerusalén, sino de “enseñanza” para la comunidad cristiana de que su “Cristo” no se fue de rositas a Jerusalén. Que confesar el poder y la gloria del Mesías es o puede ser un tópico religioso poco profético. En realidad eso es así hasta el final, como lo muestra la escena de Getsemaní (14,32-42) y en la misma negación de Pedro (14,66-72). Los discípulos no entendieron de verdad a Jesús, ni siquiera por qué le siguieron, hasta después de la Pascua.

III.4. En Carfarnaún, en la casa, que es un lugar privilegiado por Marcos para las grandes confidencias de Jesús, porque es el símbolo de donde se reúne la comunidad, (como cuando les explica el sentido de las parábolas), les pregunta por lo que habían discutido por el camino; seguramente de grandezas, de ser los primeros cuando llegase el momento. Sus equivocaciones mesiánicas llegaban hasta ese punto. Jesús tomó a un niño (muy probablemente el que les servía) y lo puso ante ellos como símbolo de su impotencia. Es verdad que el niño, como tal, también quiere ser siempre el primero en todo, pero es impotente. Sin embargo, cuando los adultos quieren ser los primeros, entonces se pone en práctica lo que ha dicho el libro de la Sabiduría. Y es que el cristianismo no es una religión de rangos, sino de experiencias de comunión y de aceptar a los pequeños, a los que no cuentan en este mundo.

III.5. Acoger en nombre de Jesús a alguien como un niño es aceptar a los que no tienen poder, ni defensa, ni derechos; es saber oír a los que no tienen voz; son los pobres y despreciados de este mundo. La tarea, como muy bien se pone de manifiesto en la praxis cristiana que Marcos quiere trasmitir a su comunidad, no está en sopesar si los que se acogen son inocentes o no, sino que debemos mirar a la vulnerabilidad. Quizás los pequeños, los niños, los pobres, los enfermos contagiosos, no son inocentes. Tampoco los niños lo son. Es el misterio de la vulnerabilidad humana lo que Jesús propone a los suyos. Pero los “suyos” –en este caso los Doce-, discutían por el camino quién sería el segundo de Jesús en su ”mesianidad” mal interpretada. Esta es una enseñanza para el cristianismo de hoy que se debe plasmar en la Iglesia. La opción por los “vulnerables” (¡los pobres!) es la verdadera moral evangélica.

Fray Miguel de Burgos Núñez



Pautas para la homilía

* El segundo anuncio de la Pasión y Resurrección

De camino, Jesús vuelve a anunciar a sus discípulos su pasión, muerte y resurrección, diciéndoles que va a ser entregado en manos de los hombres para darle muerte, pero que al tercer día resucitará. Como el justo del Libro de la Sabiduría o el salmista, sabe que su vida y su destino están en las manos de Dios y está firmemente convencido del triunfo final de la VIDA. Asumir su proyecto, sintonizar con la realidad de un Mesías crucificado y resucitado será el largo camino que habrán de recorrer los primeros seguidores de Jesús. Sólo entonces serán de verdad sus discípulos.

En cada Eucaristía, después de la consagración, decimos: “Anunciamos tu muerte. Proclamamos tu resurrección. Ven, Señor, Jesús” ¿Cuál es el auténtico alcance de esta aclamación? ¿La hacemos sólo con las palabras o va acompañada por el testimonio de nuestra vida? ¿Estamos realmente convencidos del triunfo de la resurrección de Cristo sobre su muerte y la nuestra? ¿Dónde reconocemos hoy que Jesús está creando vida?

* El silencio de los discípulos

El evangelista Marcos insiste dos veces en el silencio de los discípulos. La primera vez explica que no entienden el anuncio de la Pasión y temen preguntarle. La segunda, Jesús les pregunta cuál era la discusión que habían mantenido en el camino y permanecen callados.

El primer silencio es comprensible porque no logran captar el sentido del anuncio que han escuchado. Necesitarán tiempo para poder asimilar y procesar ese mensaje. También lo vivimos nosotros ante golpes que nos desencajan. El segundo nos resulta más difícil de entender. Jesús acaba de hablarles de que va a ser entregado, va a pasar por un camino de humillación y morir, y ellos discuten sobre quién es el mayor. Sin embargo, este hecho refleja situaciones reales y muy cotidianas. El silencio se crea en un grupo, cuando las personas se disputan el poder, el dinero, el prestigio, los primeros puestos, cuando las relaciones están viciadas por las desconfianzas y las sospechas y es imposible comprenderse y comunicarse. Podemos preguntarnos por la calidad de nuestros silencios. ¿Nacen del deseo de acoger la verdad del otro en el diálogo o del juicio y ambición que alberga nuestro corazón?

* “Quien quiera ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos”

Jesús percibe claramente el riesgo de división que amenaza a la incipiente comunidad de sus discípulos y centra la enseñanza que sigue al segundo anuncio de la pasión en el tema de la comunidad servidora, que ha de regirse por el amor traducido en servicio fraterno. Es importante que sobre los que va a recaer la responsabilidad de anunciar el evangelio a todos los pueblos, entiendan perfectamente qué tipo de autoridad ha de practicarse en las comunidades congregadas en el nombre del Señor, muy distinta a la que ejercen los jefes de las naciones y los poderosos. Jesús les propone la actitud del servicio como auténtico rasgo distintivo de la identidad cristiana.

En un mundo en el que las noticias nos hablan a diario de los conflictos y las luchas entre personas o países para dominar, ocupar los primeros puestos, obtener el poder, la comunidad cristiana puede ofrecer la alternativa de una humanización de las relaciones, si acierta a dar testimonio y hacerla vida en ella misma.

* Puso en medio de ellos a un niño

En tiempos de Jesús, el niño era un pobre, un excluido social y religioso, como el enfermo, la mujer y el esclavo. Jesús “toma a un niño, le pone en medio y le estrecha entre sus brazos”. La intención del gesto es clara: rectificar el punto de vista de sus discípulos, presentándoles como modelo de pequeñez y de pobreza a un niño, que tenia la obligación de realizar los más humildes trabajos y de servir a todos. Es un ejemplo válido e interpelante para toda persona que se reclama seguidora de Jesús, para cualquier comunidad cristiana, para todo tipo de ejercer el poder.

Jesús pone en medio, en el centro, a los que la sociedad dejaba al margen, echaba lejos. Se empeña constantemente en mostrarnos las normas del protocolo del Reino de Dios. La grandeza del discípulo se mide por la calidad del servicio que presta a los más indefensos, a los que no cuentan, a los más frágiles y abandonados. En ellos acogemos a Cristo y al Padre que le ha enviado; en eso seremos juzgados (Mt 25, 40). ¿A quiénes ponemos nosotros en el “centro” de nuestras preocupaciones, de nuestros desvelos?

Hna. Carmina Pardo

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