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jueves, 6 de mayo de 2010

VI Domingo de Pascua (Jn 14, 23-29) - Ciclo C: CREO EN LA IGLESIA


Por José Enrique Ruiz de Galarreta sj

TEMAS Y CONTEXTOS

EL LIBRO DE LOS HECHOS

Hemos reproducido el texto completo. En la lectura de la eucaristía del domingo se leerán sólo dos fragmentos, el principio y el final. El tema es el centro del argumento básico de este libro, sobre todo en su primera parte. Estamos en el año 48 o 49. La Iglesia ha sufrido ya sus primeras persecuciones: ha sido lapidado Esteban (año 36-37), y ha sido decapitado Santiago el hermano de Juan (año 43-44). La Iglesia se extiende más allá de Palestina, y se ha predicado ya a los paganos, que aceptan la fe. Surge en este momento un tema crucial: si los paganos han de convertirse al judaísmo y cumplir la Ley de Moisés para poder pertenecer a la Iglesia. Pablo y Bernabé han encontrado este problema en Antioquía, y lo llevan a los Apóstoles, a Jerusalén. Esta reunión suele llamarse el Concilio de Jerusalén, y es de suma importancia. De ella saldrá la formulación definitiva: los cristianos no son una rama, una secta del judaísmo. Los paganos entran en la Iglesia de Jesús, no en la Ley de Moisés.
El significado profundo del tema es definitivo: Jesús no culmina sin más la Ley de Moisés. Se invierten los términos: no es que la Antigua Ley llega a su plenitud, sigue vigente, se extiende a todo el mundo. Es que la prehistoria acabó, que lo transitorio desaparece ante lo definitivo. Son los judíos los que se han de convertir a Jesús, no los paganos los que se han de convertir al judaísmo.
Así, el cristianismo tiene menos raíces en el Antiguo testamento que en la novedad de Jesús, La Palabra. A veces no tenemos esto suficientemente en cuenta: no hay que entender a Jesús desde el Antiguo Testamento; hay que entender el Antiguo Testamento desde Jesús. Con razón podrá decir Juan, en el Evangelio y en las cartas:
"Nadie ha visto jamás a Dios, pero el Hijo nos lo ha dado a conocer".
Se narra, pues, en este texto, el nacimiento de una conciencia distinta en la Iglesia.
Aquella primera comunidad toma conciencia de lo que es. Los promotores son Pablo y Bernabé, que no son del grupo originario de Los Doce. Pedro consigue que la Asamblea les escuche. Santiago da el empujón definitivo, y es la Asamblea en pleno la que acepta.
Es muy impresionante comprobar cómo funciona aquella primera comunidad, cómo ejercen la autoridad y el magisterio los apóstoles.
Pero debemos hacer alguna consideración que sugieren frases concretas del texto.
Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y presbíteros, para tratar esta cuestión.
Las primeras comunidades no son tan idílicas como a veces se nos han presentado.
Disensiones, acaloradas discusiones ... Y la manera de solucionarlas es acudir a la comunidad de Jerusalén. ¿Por qué? Porque ahí están los Testigos, la fuente de la Tradición. Ésta es la garantía de la credibilidad, de la fidelidad a Jesús (como será la garantía de la credibilidad de los evangelios, escritos recogiendo la predicación de testigos, para ser proclamados en comunidades en las que todavía hay testigos. Ante un colectivo de testigos no se pueden falsificar los hechos)
Ellos, pues, enviados por la Iglesia, ... Llegados a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros...
La iglesia de Antioquia envía, la iglesia de Jerusalén recibe. Dichosos tiempos en que el protagonista es la comunidad.
Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés.
Hay “sectas” en la comunidad de Jerusalén. Los fariseos que se unen al movimiento de Jesús siguen pensando como fariseos, observantísimos de la Ley. Convertirse no es cambiar de manera de pensar de la noche a la mañana. Es iniciar un camino de conversión. Y estos fariseos que siguen a Jesús tienen aún por delante un largo camino de conversión.
Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto. Después de una larga discusión, Pedro se levantó y les dijo:
Para resolver un problema, reunión. ¿Para qué hace falta reunirse? ¿No está allí Pedro, el “Vicario de Cristo? ¿Es que Pedro no tiene los mismos poderes, la misma asistencia del Espíritu Santo que los Papas actuales? ¿Qué necesidad tienen los Apóstoles de preguntar nada a los presbíteros?
Y hay una larga discusión, lo que indica que hay pareceres apasionadamente diferentes.
¿Se puede disentir de la Cabeza de la Iglesia?
Pero, atención, Pedro va a hablar. Y quiero imaginarme lo que va a decir, antes de oírlo. Va a decir sin duda lo siguiente: “Habiendo escuchado vuestros pareceres, hermanos, Nos, por la autoridad que nos ha confiado el mismo Cristo, decidimos, definimos y ordenamos que ....”. Pero Pedro no dijo eso:
« Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran. Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros; y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar? Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos. »
Toda la asamblea calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar todas las señales y prodigios que Dios había realizado por medio de ellos entre los gentiles
Sorprendente: Pedro da su opinión. Y la cuestión no queda zanjada; simplemente, se ha oído una opinión autorizada – la autoridad de Pedro es innegable, pero no la ejerce con poder – y se callan las discusiones (que parecen ser acaloradas y un tanto caóticas) para escuchar a Pablo y Bernabé.
Toda la asamblea calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar todas las señales y prodigios que Dios había realizado por medio de ellos entre los gentiles.
Y ahora, una vez más, oídas las opiniones, el Papa decidirá sin duda ...
Cuando terminaron de hablar, tomó Santiago la palabra y dijo: « Hermanos, escuchadme. Simeón ha referido cómo Dios ya al principio intervino para procurarse entre los gentiles un pueblo para su Nombre.
... Por esto opino yo que no se debe molestar a los gentiles que se conviertan a Dios, sino escribirles que se abstengan de lo que ha sido contaminado por los ídolos, de la impureza, de los animales estrangulados y de la sangre. Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores y es leído cada sábado en las sinagogas. »
¡Santiago!, el “hermano del Señor”, el que quedará en el futuro como cabeza de la comunidad de Jerusalén. Y también da su opinión. Resumiendo: está presente el Papa y el Obispo de la iglesia de Jerusalén, y los dos opinan ante la comunidad. ¿Consideran que el juicio, la decisión final, corresponde a la asamblea, a la comunidad?
Entonces decidieron los apóstoles y presbíteros, de acuerdo con toda la Iglesia, elegir de entre ellos algunos hombres y enviarles a Antioquía con Pablo y Bernabé; y estos fueron Judas, llamado Barsabás, y Silas, que eran dirigentes entre los hermanos.
Deciden los apóstoles y presbíteros, de acuerdo con toda la Iglesia. Deciden dos cosas: enviar un mensaje a la iglesia de Antioquia y deciden elegir (no designar, no simplemente nombrar) dos mensajeros para enviarlos a Antioquia.
El mensaje por otra parte es un componenda entre la intransigencia de los fariseos y la absoluta libertad que piden Pablo y Bernabé. Los cristianos que vienen del paganismo no tienen que circuncidarse, pero deben alejarse netamente de todo lo que suene a culto de los ídolos.
Y este modo de tomar decisiones les deja tan satisfechos, sienten con tal evidencia que han actuado conforme al espíritu de Jesús, que pueden afirmar: hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros ...
La comunidad busca la inspiración del espíritu, y ha actuado con toda sinceridad y con total deseo de actuar conforme al Espíritu de Jesús.
Y se despiden con la fórmula menos impositiva que cabe pensar:
Haréis bien en guardaros de estas cosas.
Todo esto encierra lecciones que pueden sernos muy útiles:
1.- En las primeras iglesias, el sujeto primero, el protagonista, es la comunidad. Es la comunidad la que toma decisiones, aunque estén presentes en ella los dirigentes, incluso apóstoles, incluso Pedro.
2.- Pedro es una persona respetada, tiene “autoridad”, pero no la ejerce como poder, no impone, no decide. Ésta será una constante en la actuación de pedro según se presenta en Hechos. Que yo sepa, en todo lo que se narra en el libro Pedro no toma más que una decisión: entrar en casa de paganos, bautizarles y comer con ellos alimentos prohibidos por La Ley (cp 10). Pero al volver a Jerusalén, la comunidad se lo reprocha, tiene que dar explicaciones, y las da.
Todo esto concuerda muy bien con lo narrado en Gálatas

C2. VERSIÓN PABLO ACERCA DE DE SU RELACIÓN CON PEDRO Y OTROS APÓSTOLES.

Luego, al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito. Subí movido por una revelación y les expuse el Evangelio que proclamo entre los gentiles - tomando aparte a los notables - para saber si corría o había corrido en vano. Pues bien, ni siquiera Tito que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse. Pero, a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud, a quienes ni por un instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para
vosotros la verdad del Evangelio... Y de parte de los que eran tenidos por notables - ¡qué me importa lo que fuesen!: en Dios no hay acepción de personas - en todo caso, los notables nada nuevo me impusieron. Antes al contrario, viendo que me había sido confiada la evangelización de los incircuncisos, al igual que a Pedro la de los circuncisos, - pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles - y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos; sólo que nosotros debíamos tener presentes a los pobres, cosa que he procurado cumplir con todo esmero. Mas, cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión. Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos. Y los demás judíos le imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio arrastrado por la simulación de ellos. Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: « Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles a judaizar? »
Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé:
“Señal de comunión” ¿había un desencuentro tan profundo que hacía falta esto?
Mas, cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de reprensión.
¿Quién es Pablo, un recién llegado, que no conoció a Jesús, que ha perseguido a la Iglesia, para enfrentarse a Pedro, el que tiene las llaves, el Testigo de los Testigos ...?
Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos Aquí está el secreto: la fidelidad al evangelio antes que la sumisión a la autoridad.
¡Increíble!

DE TODO LO CUAL PODEMOS SACAR DOS CONCLUSIONES, A MI JUICIO IMPORTANTES:

PRIMERA:
Que las formas jerárquicas y sus modos de actuar que hoy en día existen en la iglesia pueden ser convenientes, necesarias, oportunas ... pueden serlo; pero no pueden pretender que son continuación de las que vemos en la s iglesias de Hechos. No vienen de Jesús, no fueron establecidas tal cual por Jesús mismo, sino han resultado así respondiendo a las necesidades de los tiempos. Repito, quizá sean acertadas quizás sean necesarias, quizá hasta podamos decir que hayan sido inspiradas por el Espíritu, pero no son una institución que proceda del mismo Jesús, puesto que la primera Iglesia funcionó de otra manera. Quizá lo más significativo de nuestras diferencias con ellas es el protagonismo de la comunidad entera, la constate referencia ala reunión de ésta para tomar decisiones, y el modo de ejercer su autoridad de “las columnas de la Iglesia”.

SEGUNDA
Que sería completamente ingenuo pretender que nuestra Iglesia y nuestras iglesias funcionasen según los modelos que vemos en hechos. Unas comunidades y una Iglesia tan numerosas, viviendo en un mundo tan diferente, no pueden adoptar modos concretos de aquellas comunidades, pequeñas, dispersas, enfrentadas a problemas que no son los nuestros.
Pero sí tenemos la obligación de jurar a aquellas comunidades, a sus modos de proceder y de resolver los problemas, para descubrir hacia dónde apunta el Espíritu de Jesús, y hacer todo lo posible para ajustarnos a ese espíritu, y para que nuestras formas actuales no se sacralicen sino que estén dispuestas a cambiar según ese mismo Espíritu.

EL APOCALIPSIS

La visión de Juan representa la Iglesia definitiva, la definitiva humanidad triunfante con el triunfo de Dios, bajo la imagen de una ciudad fabulosa y perfecta. Es un regalo de Dios, una ciudad inexpugnable y magnífica, llena de elementos simbólicos. No hay templo, toda la ciudad es templo. No necesita luz, porque Dios está allí.
Es una imagen para soñar. La Iglesia que ahora vemos, la humanidad entera, va hacia el triunfo en Dios, hacia su presencia, por la fuerza de su gracia. Es un final de esperanza, cuando todo el mal y la oscuridad y el pecado hayan sido definitivamente vencidos.

EL EVANGELIO DE JUAN

Es un fragmento del "Sermón de la Cena", el largo testamento de Jesús en la noche del Jueves Santo. En la despedida, Juan coloca en labios de Jesús el resumen final de su mensaje: guardar la Palabra, amar como Dios nos ama, recibir el Espíritu de Jesús, permanecer en la paz.
Juan es capaz de hacer formidables síntesis. Su evangelio es una reflexión final de la fe de los Testigos, y todo en su mensaje se relaciona y se hace un solo mensaje: Diosamor habla en Jesús y mora en los que aceptan a Jesús: el Espíritu está en ellos: cuando Jesús no está, el Espíritu sí que está, y la Iglesia siente la paz, aun en medio de la ausencia de Jesús y de las persecuciones.


R E F L E X I Ó N

Este es un Domingo para renovar nuestra fe en la Iglesia, para profundizar, más allá de lo que vemos y criticamos, para ver en el fondo de la Iglesia la Presencia del Espíritu de Jesús. Es un Domingo para avivar nuestra fe en Dios, en Jesús, en la Iglesia y en la Humanidad.
Partamos de la imagen de Juan en el Apocalipsis: el final es el triunfo de Dios. El final de la Iglesia y de la humanidad es "la ciudad perfecta", donde no hay llanto ni muerte, ni hace falta templo ni luces de astros, porque Reina Dios en todos.
Esta visión, sin embargo, es un símbolo limitado, muy material. Ha servido para imaginarnos el cielo como una corte real, todos pasmados en la contemplación de la divinidad. Son símbolos muy externos. La realización humana en Dios no es estar en un lugar sino el resultado final de la conversión. Dios no reina desde fuera y desde arriba, sino desde dentro. El triunfo de la humanidad es la desaparición del pecado y de la condición temporal del hombre, la desaparición de la fe. No podemos dejar que estas imágenes sustituyan a su propio mensaje.
Pero las imágenes nos ofrecen la posibilidad de hacer un acto de fe en el triunfo de Dios, en el destino de la humanidad, en que esta Iglesia que ahora vemos tan manchada está llena de ese Espíritu que allí será una evidencia, una vez superados los pecados de la propia Iglesia.
Porque la Iglesia no es una comunidad de santos. Es una comunidad de pecadores en camino de conversión. Y menos mal que es así: si fuera una comunidad de santos, yo no podría formar parte de ella. Es una comunidad de gente como yo, con pecados como los míos. Y los pecados de todos afean el rostro de la Iglesia y obstaculizan nuestra fe y la de los demás.
Esta es la imagen que nos muestra, con tanta claridad, el libro de los Hechos. Una Iglesia con dudas, tensiones y disputas. No tienen demasiado claros ni siquiera algunos aspectos esenciales de la fe cristiana: hay en ella facciones diferentes, los judaizantes, los helenizantes, los discípulos de diversos maestros. Pero es una comunidad que se caracteriza por algo sumamente básico: atienden al Espíritu, oran para encontrar la Palabra, y el Espíritu se muestra en la comunidad, superando los intereses y las obcecaciones de cada uno. El Libro de los Hechos debería ser conocido a fondo por todos los cristianos. Es una meditación sobre la Iglesia formidable.
Pero lo más hondo de todo este Espíritu se expresa en el Evangelio de Juan. Una vez más, resuena la imagen del Libro del Éxodo: "Haremos morada en él". La Morada era la Tienda de Dios en medio de las tiendas de su pueblo. Jesús es presentado por Juan en el prólogo de su evangelio como "La morada de Dios entre los hombres". Ahora la Palabra se hace más íntima. Nosotros somos la Morada de Dios. Nosotros... si está en nosotros el amor, porque ésa es la señal de los cristianos, en eso se nota si Dios está aquí. Y en nada más.
Jesús está hablando a un grupo que necesita aún convertirse a su mensaje. Han entrado en el cenáculo discutiendo sobre quién es el mayor, y han preguntado a Jesús si es ése el momento en que va a instaurar su reino: no se han enterado de nada. Jesús les ha contestado lavándoles los pies. Y Juan coronará el mensaje en su primera carta dejando claro que el amor no es un sentimiento, sino obras, servir a los hermanos. Así - sólo así - se muestra la presencia de Dios, en nosotros y en la Iglesia. Así - sólo así - se muestra que, ahora que Jesús no está, su Espíritu está en la Iglesia.
Es importante el último mensaje: la paz. No es simplemente la tranquilidad, la satisfacción. Es que no tenemos miedo de que Jesús no esté. La Iglesia no depende de los pecados, ni siquiera de los aciertos de los hombres, ni siquiera de sus propios pastores. La Iglesia es obra del Espíritu, y el Espíritu de Jesús está aquí. Y sigue vivo el amor, el servicio, la búsqueda de la Palabra. La Palabra es cada vez más escuchada, el servicio es cada vez más atendido, la Eucaristía es cada vez mejor celebrada: la Iglesia está viva, animada por el Espíritu de Jesús.


PARA NUESTRA ORACIÓN

1.- CONTEMPLACIÓN.

Contemplar la historia de la Iglesia. La Iglesia vacilante que narran los Hechos. La Iglesia civilizadora pero feudal de los siglos medievales. La Iglesia mundana y ostentosa de la Edad Moderna, la Iglesia perdiendo el tren de la cultura, la Iglesia dividida en varias iglesias.... Y también la Iglesia de los millones de mártires, la Iglesia de los millones de servidores de los pobres, la Iglesia inventora de los hospitales, de los asilos, de las escuelas, la Iglesia consoladora de los males, la Iglesia rebelde contra las tiranías.
Contemplar la Iglesia de hoy: sus millares y millares de misioneros civilizadores, de cooperantes que siembran humanidad, de innumerables religiosos y seglares comprometidos en la ayuda de los hombres, educando, investigando, curando.
Y dar gracias a Dios. Nosotros, la Iglesia, tenemos muchas deficiencias. Pero está aquí, se nota, se siente, el Espíritu de Jesús, por lo menos tan vivo como en la primera comunidad de Jerusalén.

2.- CONSIDERACIÓN

Yo, pecador como tantos, puedo estar en la Iglesia. Yo soy la Iglesia. Yo soy la Morada de Dios. Yo estoy habitado por el Espíritu de Jesús. Esa es mi realidad de cristiano.
Cuando critico a la Iglesia me critico a mí, que podría ser mucho más fiel a la Palabra, dejarme invadir mucho más del Espíritu. Yo soy la Iglesia en camino de conversión, que me exige día a día el Espíritu de Jesús.
Y dar gracias a Dios, porque en la Iglesia, en la comunidad de los creyentes, conocí yo a Jesús; en ella recibí el Espíritu, en ella me alimento, en ella encuentro la Palabra. Por eso nosotros, que somos la Iglesia, llamamos a la Iglesia nuestra Madre.


CREO EN LA IGLESIA

Creo en Jesús, el hombre lleno del Espíritu,
Morada de Dios entre los hombres.
Creo en el Espíritu de Jesús,
el Espíritu de Dios que en Jesús se hizo visible,
Espíritu que nos hace clamar: "Abbá, Padre".
Creo en la Iglesia,
comunidad de los que creen en Jesús,
que vive de su mismo Espíritu.
Doy gracias a Dios porque en la Iglesia
he conocido a Jesús.
Doy gracias a Dios porque en la Iglesia
escucho y recibo la Palabra,
y experimento el perdón.
Doy gracias a Dios porque en la Iglesia
celebro el recuerdo de Jesús / pan
y comulgo con él
y con todos los hombres mis hermanos.
Y pido a Dios por nosotros, la Iglesia,
para que sea una, santa, universal, apostólica,
para que se deje llevar por el Espíritu,
para que sirva a todos los hombres
y pueda así ser para todos
la Buena Noticia de Jesús.

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