Publicado por Dominicos.org
"Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer... para que recibiéramos el ser hijos por adopción".
Cuando una pareja joven tiene un hijo/a como fruto de su amor, la familia y los amigos solemos acudir enseguida a felicitarles y darles nuestra enhorabuena. Generalmente, en el primer momento, nos fijamos más en el recién nacido, y comentamos su belleza, su ternura y tratamos de adivinar a quién se parece. Pero de la madre casi ni ocupamos. La vemos tan contenta y satisfecha por el alumbramiento de su hijo, que éste acapara casi por completo nuestra atención.
En la liturgia de la Iglesia no sucede así. La fiesta de Navidad y su Octava, “el octavo día” que dirían los Santos Padres, son como una misma fiesta escalonada celebrada en dos actos. El día de Navidad nos fijamos en el Niño-Dios, Hijo de Dios nacido de la raza humana en suma pobreza. El día octavo nuestra mirada se dirige a María, llena de gracia y de ilusión, y con la responsabilidad propia de quien ha recibido una importante misión en el mundo: ser Madre de Dios, ser Madre de los hombres y, en concreto, Madre de la Iglesia. A ella se dirigen hoy nuestras plegarias para gozar de su intercesión, al comenzar un nuevo año civil, como una nueva etapa en el calendario de nuestra historia de salvación.
Nota: Es conveniente insistir en que celebramos la fiesta más importante de todo el año en honor de la Santísima Virgen María: su Maternidad divina. Está muy adecuadamente introducida en el marco del Nacimiento de su Hijo. Insistir igualmente que todos los dones que ha recibido María están orientados a este don principal y central. Toda la vida de María está al servicio y orientada a Jesús y a su misión. Conviene recordar que es el día o jornada especialmente consagrada a esta realidad tan necesaria en nuestro mundo.
Primera lectura: (Números 6,22-27)
Marco: Es una bendición solemne que Dios, a través de Moisés, transmite a Aarón y sus hijos para que la impartan al pueblo. El nombre divino, tres veces invocado, asegura a Israel la presencia del Dios que protege.
Reflexiones
1ª) ¡Abundancia de la bendición de Dios!
El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. Esta primera lectura, centrada en la bendición, orienta la reflexión hacia una realidad muy importante en la tradición bíblica. La bendición, eficaz por sí misma, es entendida como una realidad dinámica y eficaz. Es un tesoro que los patriarcas reciben de Dios. Dios bendijo a nuestros primeros padres (Gn 3), bendijo a Abraham y en él serían benditas todas las naciones (Gn 12). Y esta misma bendición la han de transmitir a la hora de la muerte a los primogénitos como una herencia, como parte central del testamento (Gn 27). Resume todos los bienes y favores que Dios concede a los hombres. La bendición recordará siempre a su pueblo la benevolencia de Dios hacia él. Iluminar el rostro sobre alguien es conceder su benevolencia y la seguridad de su presencia y protección. Para el creyente, Cristo mismo es la bendición. Por tanto, tienen la tarea de llevar al mundo la seguridad del favor divino. Y, en consecuencia, orientar la vida positivamente, con entusiasmo y esperanza.
2ª) ¡Necesitamos el don de la paz!
El Señor se fije en ti y te conceda la paz. La bendición tiene otro elemento importante: es la garantía de la paz de parte de Dios a los hombres. Recordamos que la paz es el resumen de todos los bienes salvíficos que Dios concede a los hombres, y de ella fluye la paz entre los hombres. Una y otra vez aparecen en la Escritura este deseo de paz y la necesidad de la paz. En este momento se conjuntan la bendición y paz. A la vez que la paz está estrechamente relacionada con la promesa hecha por Dios a los hombres. Ya hemos predicado el día de Navidad de este precioso don de la paz, porque era el canto de los ángeles en la aparición reveladora a los pastores. Hoy, que civilmente comenzamos un nuevo año, es necesario pedir a Dios su bendición que cuaja especialmente en la paz. Y unirnos a toda la Iglesia, y a todos los hombres de buena voluntad, que oran por la paz de un modo especial, ya que hoy es la jornada por la paz del mundo, comenzando por promover la paz en los ámbitos en que se desarrolla nuestra vida.
Segunda lectura: (Gálatas 4,4-7)
Marco: Este fragmento forma parte del conjunto de la carta que se ocupa de la salvación que nos llega por la fe. En la plenitud de los tiempos, Dios cumple su plan y proyecto expresados en la Palabra. El fruto y la expresión principal de esta salvación es la filiación divina.
Reflexiones
1ª) ¡Dios se hace presente en la historia en su Hijo para revelar a los hombres que son hijos por adopción!
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer... para que recibiéramos el ser hijos por adopción. El pensamiento de Pablo se concentra en la filiación divina. Para conseguirla no es suficiente la observancia de la ley. Era necesario que el propio Hijo de Dios se hiciera hombre para hacernos a todos hijos de Dios por adopción. La Encarnación tendrá como finalidad conseguir para los hombres este don desbordante y totalmente gratuito. Jesús, el Salvador, nació de una mujer, es decir, fue realmente hombre. Pablo no dice expresamente el nombre de María. Ha sorprendido siempre que en todos los escritos paulinos no aparezca el nombre de María. Pero afirma de ella el privilegio y la actuación principal: ser madre de aquel por el cual recibimos el inapreciable don de la filiación. Todos recibimos el don gratuito de la filiación por medio de Jesús, Hijo de Dios y de María. Hoy que proclamamos la maternidad divina de María es una buena oportunidad para reflexionar sobre nuestra igualdad de hermanos. Es necesario que los creyentes proclamen ante el mundo que para Dios somos todos muy importantes, iguales y realmente hermanos. Y que esto conlleva un serio compromiso y responsabilidad.
2ª) ¡Consuelo y seguridad en el Espíritu Santo que nos garantiza la libertad. Herederos de Dios!
Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abbá! Padre. Ya no eres esclavo sino hijo. Y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios. Escuchamos en el relato evangélico (prólogo del evangelio de San Juan) del Día de Navidad: los que reciben la palabra adquieren el poder-derecho de ser hijos de Dios. Y el propio Juan nos recuerda en otra parte de su evangelio: Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; así conoceréis la verdad y la verdad os hará libres... El esclavo no permanece para siempre en la casa, mientras que el hijo sí. Por eso, si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres (Jn 8,31-36). Este es el fruto y la consecuencia más importante de la Navidad. El hombre puede con todo derecho dirigirse a Dios como Padre. Pero esta experiencia es inseparable de la presencia y la actuación del Espíritu. Con Él y sólo con Él podemos experimentar y manifestar nuestra conciencia de filiación divina. Crea una relación de entrañable confianza filial. Más tarde, en su ministerio, Jesús nos enseñará a tratar y dirigirnos a Dios con el mismo título y del mismo modo que lo hacía Él. Los hombres necesitan que les descubramos el verdadero rostro de Dios. Dios no es "un algo" que está allá arriba, como muchas gentes piensan y opinan; ni un Dios justiciero, insensible y ajeno a las preocupaciones y problemas de los hombres. Nuestro Dios es cercano, entrañable, lleno y desbordante de noble y serena ternura. Encontrar el verdadero rostro de Dios es urgente.
Evangelio: (Lucas 2,16-21)
Marco: El relato recuerda la vuelta de los pastores a sus majadas. Lo pastores cuentan por todas partes lo que han visto y oído causando la admiración de todos. Los pastores son un anticipo de la tarea evangelizadora de la Iglesia. María comienza su camino de meditación y búsqueda de sentido en la vida de Jesús que la caracterizará toda su vida.
Reflexiones
1ª) ¡Los primeros invitados: los pastores!
Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Todos se admiraban de lo que decían los pastores. Los pastores son los primeros que visitan a Jesús en Belén. Habían recibido una revelación de la identidad del Niño que retrotrae la revelación pascual de Jesús como Señor y Mesías (Hch 2,36). De los pastores se tenía entonces una opinión ambivalente y compleja: por una parte recuerdan y son símbolo de la ascendencia davídica (David era pastor y estaba pastoreando cuando fue elegido como rey de Judá y de Israel). Su misma presencia visualiza la descendencia davídica de Jesús. Pero a la vez eran sospechosos de conducta irregular. Eran marginados sociales en su época. Pues bien, esos pastores una vez encontrado a Jesús, se convierten en pregoneros de lo que han visto y oído. Son mensajeros y apóstoles de la Buena Noticia. Esa será la tarea fundamental de los Apóstoles y de la Iglesia. Por eso Lucas retrotrae a la infancia la experiencia pascual de la proclamación de Jesús. Los creyentes somos convocados a proclamar y pregonar por el mundo lo que hemos visto y oído en la experiencia sacramental, en la escucha de la palabra y en la experiencia personal. Sabemos que todo encuentro importante deja una huella imborrable en el espíritu y una urgencia irresistible de comunicarlo. la auténtica experiencia empuja a una sincera y convincente comunicación.
2ª) ¡Actividad meditativa y contemplativa de María!
Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Esta descripción de la actividad interior de María aparece todavía en otra ocasión: con motivo del encuentro de Jesús en el templo (Lc 2,51). Lucas utiliza dos verbos distintos: conservar y meditar (= rumiar, darle vueltas). El primero sugiere la acción de guardar celosamente un tesoro muy valioso en lugar seguro. Corazón significa en la antropología hebrea la intimidad de la persona: entendimiento, voluntad, sede de los sentimientos más nobles del hombre. Guardar celosamente en lo más íntimo de su persona es lo que hace María con todo lo que escucha y observa. Pero además "medita" (rumia y da vueltas) todos los acontecimiento y gestos que se producen alrededor de Jesús. Más tarde los mismos gestos y actitudes de Jesús serán el objeto de su labor de meditación. La misma expresión la encontramos en Génesis 37,11 al hablar de los sueños de José: Jacob meditaba todo esto. El significado correcto parece ser el de "dar vueltas" en el interior a fin de ordenar todos los elementos y encontrarles su sentido. Es la acción de quien quiere entrar y asimilar el misterio. María daba muchas vueltas para entrar en la comprensión de Jesús dada la riqueza de la personalidad del Hijo. Y es una labor que mantuvo toda su vida. Como Jacob, quiere encontrar el sentido de cuanto Jesús hace y dice. María es, madre y maestra, de los discípulos de Jesús inmersos en un mundo poco habituado a escuchar y, todavía menos, la palabra de Dios. Los creyentes han de responder a esta urgencia insustituible de escucha y de búsqueda de sentido en la personalidad de Jesús. Es la respuesta que el mundo necesita.
3ª) ¡Madre de Dios y discípula de Jesús!
Sabemos, por el relato de la anunciación, que María es llamada a cumplir la singular e irrepetible misión de ser la Madre de Dios (Lc 1,35). Es la misión y el don más altos que Dios le concedió. De este don arrancan todos los demás; todas las demás prerrogativas penden de esta central y fundamental. Pero también es necesario dirigir la mirada hacia su respuesta permanente y fiel. Lucas nos recuerda una breve pero entrañable escena del ministerio de Jesús: Una mujer de entre la multitud dijo en voz alta: Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron. Pero Jesús dijo: Más bien dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica (Lc 11,27-28). San Agustín comentaba: "Ciertamente, cumplió Santa María, con toda perfección, la voluntad del Padre, y, por eso, es más importante su condición de discípula de Cristo que la de madre de Cristo. Por esto María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno... De ahí que María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la puso por obra; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo... Y es más importante lo que está en la mente que lo que se lleva en el seno" (Sermón 25,7-8). María fue admirable por los dones recibidos de Dios y es imitable por su profundo y progresivo camino de fe. La verdadera relación con María se podría resumir en cuatro expresiones: conocerla cada vez mejor; imitarla cada vez con más fidelidad; amarla y dejarnos amar por ella con mayor intensidad; venerarla desde el corazón y los gestos visibles. Sólo en la conjunción de las cuatro actitudes estaremos en el camino correcto de nuestra relación con ella. La escucha de la palabra cuenta con una congratulación-bienaventuranza de Jesús. La alegría que proporciona la tarea de llevar la buena noticia no es fácilmente comparable con otras formas de alegría. También nuestro hermanos en la fe necesitan hoy profundizar y madurar sus verdaderas relaciones con María.
4ª) ¡Se llamará Jesús-Salvador-Dios con nosotros!
Y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. A los ocho días cumplen con Jesús un rito habitual entre los judíos desde Abrahán (Gn 15,23-27) como signo de la alianza de Dios con él. En adelante el signo de pertenencia al pueblo de Dios es la aceptación de las cláusulas de la alianza (especialmente del reconocimiento de Dios como único y sólo Dios) y el signo visible de la circuncisión. Y Jesús, que quiso ser uno de tantos y pasar por un hombre cualquiera (Flp 2,7) en todo menos en el pecado (Hb 4,15), comparte y se integra realmente en su pueblo el rito de la circuncisión. Pero en este marco, lo importante es que se le impone el nombre de Jesús como lo había indicado el ángel tanto en la anunciación a María (Lc 1,31) como en la anunciación a José (Mt 1,21). Y Mateo nos da la explicación: porque él salvará a su pueblo de los pecados. Es necesario que la Iglesia aparezca ante el mundo, mediante gestos y palabras, como la servidora de todos, al nivel de todos para llevar el mensaje de Jesús a todos. Nos cuesta mucho a los creyentes esta tarea testimonial. Jesús nos urge y nos indica que este es el camino más eficaz de evangelización. Pero va delante abriendo camino acompaña a los suyos invisible pero permanen-temente.
Alegría porque María es Madre de Dios y Madre nuestra
La Eucaristía comienza con un saludo alborozado de la Iglesia recogido en la antífona de entrada: Salve, madre santa, Virgen madre del Rey. Alegría porque una mujer de nuestra raza ha sido elevada a la mayor dignidad humana posible: la de ser mediadora de la entrada del Eterno en la historia humana y Dios visite personalmente a su pueblo. Alegría porque el Hijo de Dios se ha hecho hijo de María y hermano de todos los hombres.
La maternidad divina de María no es uno de esos mitos que pregonan algunas religiones, sino que se inscribe en el calendario real de la historia del mundo. San Pablo es hoy bien claro: Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer... para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Sí, María no sólo confiere la filiación humana al Hijo de Dios, sino que por ella se nos da también a los hombres la filiación divina.
María, joven contemplativa
El evangelista nos recuerda que María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. La Virgen madre quedó tan afectada por el nacimiento del Hijo de Dios, engendrado en su propia carne que no deja de dar vueltas en su corazón a esta realidad literalmente única. También nosotros debemos valorar esta maternidad divina de María, que no sólo le afectó a ella sino también a todos nosotros. Como confiesa a Dios la Iglesia en la primera oración de la misa de hoy: Por la maternidad de María nos entregaste a los hombres los bienes de la salvación. Sí, María fue la mediadora que nos trajo a la tierra y a la historia el gran don divino –el gran misterio escondido por Dios desde la eternidad, lo llamará San Pablo- que Dios tenía previsto desde la eternidad para salvar a la humanidad del gran pecado que la tenía esclavizada. La mediación de María en favor de los hombres sigue siendo como una rampa descendente por la que la gracia divina llega hasta nosotros alimentando diariamente nuestro ser de hijos de Dios por adopción. Nunca daremos suficientes gracias al Padre por el singular regalo de su Hijo a través de María.
El nombre de Jesús
El Evangelio nos recuerda también que María y José le pusieron al Niño por nombre Jesús, como le había llamado el ángel antes de su concepción. Al imponer ese nombre a su hijo, por voluntad de Dios, el evangelista trata de subrayar que salvará al pueblo de sus pecados. Esa será la misión de Jesús: salvar a los hombres. Pero esa misión llevaba consigo algo mucho más grande que la simple liberación del pecado. En la oración colecta se llama a Jesús el autor de la vida, porque con su nacimiento es fuente y origen de una nueva vida, la de la gracia, que permitirá a los hombres disfrutar de vida eterna.
Motivo de gozo para la Iglesia
Por todo lo dicho el Pueblo de Dios puede gritar jubiloso en la oración sobre las ofrendas: Nos llena de gozo el celebrar el comienzo de nuestra salvación, vinculando así la maternidad de María con el nacimiento del Hijo de Dios en Belén. La Iglesia nos invita además a prolongar esa alegría por siempre: Que nos alegremos de vivir plenamente lo que ya has comenzado en nosotros.
Año Nuevo
1 de enero de 2011. ¿Por qué darle tanta importancia a este día?... A muchos les repugna esa extraña fiesta de la nochevieja: te obligan a divertirte, te gastas un dinero que podría ser mejor empleado, piensas que todo se va por la borda, que todo empieza de nuevo. “Año nuevo, vida nueva”. ¿Mentira?
¿No crees que cada instante, que cada día, puede ser un nuevo comienzo? Vivir es cargar con lo que somos y lo que hemos hecho, es también romper, esperar y empezar otra vez. Una vez más, empezar. Enfoca así el 1 de enero y cualquier otro día del año. Donde nos la jugamos de verdad, el desafío más fuerte, es no darnos por vencidos ni por satisfechos; es mirar adelante con esperanza, con coraje, y subir un peldaño más en nuestra vida humana y cristiana. Y ayudar a que tantos otros, retrocedidos hasta el último escalón de la vida, puedan mirar también hacia delante y hacia arriba. Tratemos de hacerlo juntos.
De cualquier manera comenzamos este nuevo tramo de la vida con la bendición que se lee hoy en la primera lectura del libro de los Números: El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz. Qué hermosa bendición, ¿verdad?... Pues cada día estará presente en las venas de tu alma. Desde el comienzo de este Año, Dios va a estar contigo diariamente.
Jornada mundial de la Paz
Desde hace años, los Papas dirigen al mundo un mensaje de Paz en este día. El tema escogido por Benedicto XVI para este año es La libertad religiosa, camino para la paz. “En efecto, dice el Papa, se puede constatar con dolor que en algunas regiones del mundo la profesión y expresión de la propia religión comporta un riesgo para la vida y la libertad personal… Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe. Muchos sufren cada día ofensas y viven frecuentemente con miedo por su búsqueda de la verdad, su fe en Jesucristo y por su sincero llamamiento a que se reconozca la libertad religiosa. Todo esto no se puede aceptar, porque constituye una ofensa a Dios y a la dignidad humana; además es una amenaza a la seguridad y a la paz, e impide la realización de un auténtico desarrollo humano integral”.
“En la libertad religiosa –prosigue el Papa- se expresa la especificidad de la persona humana, por la que puede ordenar la propia vida personal y social a Dios, a cuya luz se comprende plenamente la identidad, el sentido y el fin de la persona. Negar o limitar de manera arbitraria esa libertad, significa cultivar una visión reductiva de la persona humana, oscurecer el papel público de la religión; significa generar una sociedad injusta, que no se ajusta a la verdadera naturaleza de la persona humana; significa hacer imposible la afirmación de una paz auténtica y estable para toda la familia humana”.
Es necesario trabajar por la construcción de un mundo en el que todos puedan profesar libremente su religión o su fe, y vivir su amor a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente (cf. Mt 22, 37). Sólo desde la libertad religiosa se podrá construir una paz verdadera y estable.
Que a lo largo del año que hoy comenzamos Dios nos conceda la gracia de vivir en el tiempo y en la tierra como ciudadanos del cielo que un día llegaremos a ser. Pidamos la paz, que no es sólo la ausencia de guerra, sino la suma de todos los bienes: el mayor de los cuales es la salvación que nos trajo Jesús por medio de María.
Cuando una pareja joven tiene un hijo/a como fruto de su amor, la familia y los amigos solemos acudir enseguida a felicitarles y darles nuestra enhorabuena. Generalmente, en el primer momento, nos fijamos más en el recién nacido, y comentamos su belleza, su ternura y tratamos de adivinar a quién se parece. Pero de la madre casi ni ocupamos. La vemos tan contenta y satisfecha por el alumbramiento de su hijo, que éste acapara casi por completo nuestra atención.
En la liturgia de la Iglesia no sucede así. La fiesta de Navidad y su Octava, “el octavo día” que dirían los Santos Padres, son como una misma fiesta escalonada celebrada en dos actos. El día de Navidad nos fijamos en el Niño-Dios, Hijo de Dios nacido de la raza humana en suma pobreza. El día octavo nuestra mirada se dirige a María, llena de gracia y de ilusión, y con la responsabilidad propia de quien ha recibido una importante misión en el mundo: ser Madre de Dios, ser Madre de los hombres y, en concreto, Madre de la Iglesia. A ella se dirigen hoy nuestras plegarias para gozar de su intercesión, al comenzar un nuevo año civil, como una nueva etapa en el calendario de nuestra historia de salvación.
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COMENTARIOS BÍBLICOS
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Nota: Es conveniente insistir en que celebramos la fiesta más importante de todo el año en honor de la Santísima Virgen María: su Maternidad divina. Está muy adecuadamente introducida en el marco del Nacimiento de su Hijo. Insistir igualmente que todos los dones que ha recibido María están orientados a este don principal y central. Toda la vida de María está al servicio y orientada a Jesús y a su misión. Conviene recordar que es el día o jornada especialmente consagrada a esta realidad tan necesaria en nuestro mundo.
Primera lectura: (Números 6,22-27)
Marco: Es una bendición solemne que Dios, a través de Moisés, transmite a Aarón y sus hijos para que la impartan al pueblo. El nombre divino, tres veces invocado, asegura a Israel la presencia del Dios que protege.
Reflexiones
1ª) ¡Abundancia de la bendición de Dios!
El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. Esta primera lectura, centrada en la bendición, orienta la reflexión hacia una realidad muy importante en la tradición bíblica. La bendición, eficaz por sí misma, es entendida como una realidad dinámica y eficaz. Es un tesoro que los patriarcas reciben de Dios. Dios bendijo a nuestros primeros padres (Gn 3), bendijo a Abraham y en él serían benditas todas las naciones (Gn 12). Y esta misma bendición la han de transmitir a la hora de la muerte a los primogénitos como una herencia, como parte central del testamento (Gn 27). Resume todos los bienes y favores que Dios concede a los hombres. La bendición recordará siempre a su pueblo la benevolencia de Dios hacia él. Iluminar el rostro sobre alguien es conceder su benevolencia y la seguridad de su presencia y protección. Para el creyente, Cristo mismo es la bendición. Por tanto, tienen la tarea de llevar al mundo la seguridad del favor divino. Y, en consecuencia, orientar la vida positivamente, con entusiasmo y esperanza.
2ª) ¡Necesitamos el don de la paz!
El Señor se fije en ti y te conceda la paz. La bendición tiene otro elemento importante: es la garantía de la paz de parte de Dios a los hombres. Recordamos que la paz es el resumen de todos los bienes salvíficos que Dios concede a los hombres, y de ella fluye la paz entre los hombres. Una y otra vez aparecen en la Escritura este deseo de paz y la necesidad de la paz. En este momento se conjuntan la bendición y paz. A la vez que la paz está estrechamente relacionada con la promesa hecha por Dios a los hombres. Ya hemos predicado el día de Navidad de este precioso don de la paz, porque era el canto de los ángeles en la aparición reveladora a los pastores. Hoy, que civilmente comenzamos un nuevo año, es necesario pedir a Dios su bendición que cuaja especialmente en la paz. Y unirnos a toda la Iglesia, y a todos los hombres de buena voluntad, que oran por la paz de un modo especial, ya que hoy es la jornada por la paz del mundo, comenzando por promover la paz en los ámbitos en que se desarrolla nuestra vida.
Segunda lectura: (Gálatas 4,4-7)
Marco: Este fragmento forma parte del conjunto de la carta que se ocupa de la salvación que nos llega por la fe. En la plenitud de los tiempos, Dios cumple su plan y proyecto expresados en la Palabra. El fruto y la expresión principal de esta salvación es la filiación divina.
Reflexiones
1ª) ¡Dios se hace presente en la historia en su Hijo para revelar a los hombres que son hijos por adopción!
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer... para que recibiéramos el ser hijos por adopción. El pensamiento de Pablo se concentra en la filiación divina. Para conseguirla no es suficiente la observancia de la ley. Era necesario que el propio Hijo de Dios se hiciera hombre para hacernos a todos hijos de Dios por adopción. La Encarnación tendrá como finalidad conseguir para los hombres este don desbordante y totalmente gratuito. Jesús, el Salvador, nació de una mujer, es decir, fue realmente hombre. Pablo no dice expresamente el nombre de María. Ha sorprendido siempre que en todos los escritos paulinos no aparezca el nombre de María. Pero afirma de ella el privilegio y la actuación principal: ser madre de aquel por el cual recibimos el inapreciable don de la filiación. Todos recibimos el don gratuito de la filiación por medio de Jesús, Hijo de Dios y de María. Hoy que proclamamos la maternidad divina de María es una buena oportunidad para reflexionar sobre nuestra igualdad de hermanos. Es necesario que los creyentes proclamen ante el mundo que para Dios somos todos muy importantes, iguales y realmente hermanos. Y que esto conlleva un serio compromiso y responsabilidad.
2ª) ¡Consuelo y seguridad en el Espíritu Santo que nos garantiza la libertad. Herederos de Dios!
Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abbá! Padre. Ya no eres esclavo sino hijo. Y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios. Escuchamos en el relato evangélico (prólogo del evangelio de San Juan) del Día de Navidad: los que reciben la palabra adquieren el poder-derecho de ser hijos de Dios. Y el propio Juan nos recuerda en otra parte de su evangelio: Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; así conoceréis la verdad y la verdad os hará libres... El esclavo no permanece para siempre en la casa, mientras que el hijo sí. Por eso, si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres (Jn 8,31-36). Este es el fruto y la consecuencia más importante de la Navidad. El hombre puede con todo derecho dirigirse a Dios como Padre. Pero esta experiencia es inseparable de la presencia y la actuación del Espíritu. Con Él y sólo con Él podemos experimentar y manifestar nuestra conciencia de filiación divina. Crea una relación de entrañable confianza filial. Más tarde, en su ministerio, Jesús nos enseñará a tratar y dirigirnos a Dios con el mismo título y del mismo modo que lo hacía Él. Los hombres necesitan que les descubramos el verdadero rostro de Dios. Dios no es "un algo" que está allá arriba, como muchas gentes piensan y opinan; ni un Dios justiciero, insensible y ajeno a las preocupaciones y problemas de los hombres. Nuestro Dios es cercano, entrañable, lleno y desbordante de noble y serena ternura. Encontrar el verdadero rostro de Dios es urgente.
Evangelio: (Lucas 2,16-21)
Marco: El relato recuerda la vuelta de los pastores a sus majadas. Lo pastores cuentan por todas partes lo que han visto y oído causando la admiración de todos. Los pastores son un anticipo de la tarea evangelizadora de la Iglesia. María comienza su camino de meditación y búsqueda de sentido en la vida de Jesús que la caracterizará toda su vida.
Reflexiones
1ª) ¡Los primeros invitados: los pastores!
Los pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre. Todos se admiraban de lo que decían los pastores. Los pastores son los primeros que visitan a Jesús en Belén. Habían recibido una revelación de la identidad del Niño que retrotrae la revelación pascual de Jesús como Señor y Mesías (Hch 2,36). De los pastores se tenía entonces una opinión ambivalente y compleja: por una parte recuerdan y son símbolo de la ascendencia davídica (David era pastor y estaba pastoreando cuando fue elegido como rey de Judá y de Israel). Su misma presencia visualiza la descendencia davídica de Jesús. Pero a la vez eran sospechosos de conducta irregular. Eran marginados sociales en su época. Pues bien, esos pastores una vez encontrado a Jesús, se convierten en pregoneros de lo que han visto y oído. Son mensajeros y apóstoles de la Buena Noticia. Esa será la tarea fundamental de los Apóstoles y de la Iglesia. Por eso Lucas retrotrae a la infancia la experiencia pascual de la proclamación de Jesús. Los creyentes somos convocados a proclamar y pregonar por el mundo lo que hemos visto y oído en la experiencia sacramental, en la escucha de la palabra y en la experiencia personal. Sabemos que todo encuentro importante deja una huella imborrable en el espíritu y una urgencia irresistible de comunicarlo. la auténtica experiencia empuja a una sincera y convincente comunicación.
2ª) ¡Actividad meditativa y contemplativa de María!
Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Esta descripción de la actividad interior de María aparece todavía en otra ocasión: con motivo del encuentro de Jesús en el templo (Lc 2,51). Lucas utiliza dos verbos distintos: conservar y meditar (= rumiar, darle vueltas). El primero sugiere la acción de guardar celosamente un tesoro muy valioso en lugar seguro. Corazón significa en la antropología hebrea la intimidad de la persona: entendimiento, voluntad, sede de los sentimientos más nobles del hombre. Guardar celosamente en lo más íntimo de su persona es lo que hace María con todo lo que escucha y observa. Pero además "medita" (rumia y da vueltas) todos los acontecimiento y gestos que se producen alrededor de Jesús. Más tarde los mismos gestos y actitudes de Jesús serán el objeto de su labor de meditación. La misma expresión la encontramos en Génesis 37,11 al hablar de los sueños de José: Jacob meditaba todo esto. El significado correcto parece ser el de "dar vueltas" en el interior a fin de ordenar todos los elementos y encontrarles su sentido. Es la acción de quien quiere entrar y asimilar el misterio. María daba muchas vueltas para entrar en la comprensión de Jesús dada la riqueza de la personalidad del Hijo. Y es una labor que mantuvo toda su vida. Como Jacob, quiere encontrar el sentido de cuanto Jesús hace y dice. María es, madre y maestra, de los discípulos de Jesús inmersos en un mundo poco habituado a escuchar y, todavía menos, la palabra de Dios. Los creyentes han de responder a esta urgencia insustituible de escucha y de búsqueda de sentido en la personalidad de Jesús. Es la respuesta que el mundo necesita.
3ª) ¡Madre de Dios y discípula de Jesús!
Sabemos, por el relato de la anunciación, que María es llamada a cumplir la singular e irrepetible misión de ser la Madre de Dios (Lc 1,35). Es la misión y el don más altos que Dios le concedió. De este don arrancan todos los demás; todas las demás prerrogativas penden de esta central y fundamental. Pero también es necesario dirigir la mirada hacia su respuesta permanente y fiel. Lucas nos recuerda una breve pero entrañable escena del ministerio de Jesús: Una mujer de entre la multitud dijo en voz alta: Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron. Pero Jesús dijo: Más bien dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica (Lc 11,27-28). San Agustín comentaba: "Ciertamente, cumplió Santa María, con toda perfección, la voluntad del Padre, y, por eso, es más importante su condición de discípula de Cristo que la de madre de Cristo. Por esto María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno... De ahí que María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la puso por obra; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo... Y es más importante lo que está en la mente que lo que se lleva en el seno" (Sermón 25,7-8). María fue admirable por los dones recibidos de Dios y es imitable por su profundo y progresivo camino de fe. La verdadera relación con María se podría resumir en cuatro expresiones: conocerla cada vez mejor; imitarla cada vez con más fidelidad; amarla y dejarnos amar por ella con mayor intensidad; venerarla desde el corazón y los gestos visibles. Sólo en la conjunción de las cuatro actitudes estaremos en el camino correcto de nuestra relación con ella. La escucha de la palabra cuenta con una congratulación-bienaventuranza de Jesús. La alegría que proporciona la tarea de llevar la buena noticia no es fácilmente comparable con otras formas de alegría. También nuestro hermanos en la fe necesitan hoy profundizar y madurar sus verdaderas relaciones con María.
4ª) ¡Se llamará Jesús-Salvador-Dios con nosotros!
Y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. A los ocho días cumplen con Jesús un rito habitual entre los judíos desde Abrahán (Gn 15,23-27) como signo de la alianza de Dios con él. En adelante el signo de pertenencia al pueblo de Dios es la aceptación de las cláusulas de la alianza (especialmente del reconocimiento de Dios como único y sólo Dios) y el signo visible de la circuncisión. Y Jesús, que quiso ser uno de tantos y pasar por un hombre cualquiera (Flp 2,7) en todo menos en el pecado (Hb 4,15), comparte y se integra realmente en su pueblo el rito de la circuncisión. Pero en este marco, lo importante es que se le impone el nombre de Jesús como lo había indicado el ángel tanto en la anunciación a María (Lc 1,31) como en la anunciación a José (Mt 1,21). Y Mateo nos da la explicación: porque él salvará a su pueblo de los pecados. Es necesario que la Iglesia aparezca ante el mundo, mediante gestos y palabras, como la servidora de todos, al nivel de todos para llevar el mensaje de Jesús a todos. Nos cuesta mucho a los creyentes esta tarea testimonial. Jesús nos urge y nos indica que este es el camino más eficaz de evangelización. Pero va delante abriendo camino acompaña a los suyos invisible pero permanen-temente.
Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)
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PAUTAS PARA LA HOMILÍA
PAUTAS PARA LA HOMILÍA
Alegría porque María es Madre de Dios y Madre nuestra
La Eucaristía comienza con un saludo alborozado de la Iglesia recogido en la antífona de entrada: Salve, madre santa, Virgen madre del Rey. Alegría porque una mujer de nuestra raza ha sido elevada a la mayor dignidad humana posible: la de ser mediadora de la entrada del Eterno en la historia humana y Dios visite personalmente a su pueblo. Alegría porque el Hijo de Dios se ha hecho hijo de María y hermano de todos los hombres.
La maternidad divina de María no es uno de esos mitos que pregonan algunas religiones, sino que se inscribe en el calendario real de la historia del mundo. San Pablo es hoy bien claro: Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer... para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Sí, María no sólo confiere la filiación humana al Hijo de Dios, sino que por ella se nos da también a los hombres la filiación divina.
María, joven contemplativa
El evangelista nos recuerda que María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón. La Virgen madre quedó tan afectada por el nacimiento del Hijo de Dios, engendrado en su propia carne que no deja de dar vueltas en su corazón a esta realidad literalmente única. También nosotros debemos valorar esta maternidad divina de María, que no sólo le afectó a ella sino también a todos nosotros. Como confiesa a Dios la Iglesia en la primera oración de la misa de hoy: Por la maternidad de María nos entregaste a los hombres los bienes de la salvación. Sí, María fue la mediadora que nos trajo a la tierra y a la historia el gran don divino –el gran misterio escondido por Dios desde la eternidad, lo llamará San Pablo- que Dios tenía previsto desde la eternidad para salvar a la humanidad del gran pecado que la tenía esclavizada. La mediación de María en favor de los hombres sigue siendo como una rampa descendente por la que la gracia divina llega hasta nosotros alimentando diariamente nuestro ser de hijos de Dios por adopción. Nunca daremos suficientes gracias al Padre por el singular regalo de su Hijo a través de María.
El nombre de Jesús
El Evangelio nos recuerda también que María y José le pusieron al Niño por nombre Jesús, como le había llamado el ángel antes de su concepción. Al imponer ese nombre a su hijo, por voluntad de Dios, el evangelista trata de subrayar que salvará al pueblo de sus pecados. Esa será la misión de Jesús: salvar a los hombres. Pero esa misión llevaba consigo algo mucho más grande que la simple liberación del pecado. En la oración colecta se llama a Jesús el autor de la vida, porque con su nacimiento es fuente y origen de una nueva vida, la de la gracia, que permitirá a los hombres disfrutar de vida eterna.
Motivo de gozo para la Iglesia
Por todo lo dicho el Pueblo de Dios puede gritar jubiloso en la oración sobre las ofrendas: Nos llena de gozo el celebrar el comienzo de nuestra salvación, vinculando así la maternidad de María con el nacimiento del Hijo de Dios en Belén. La Iglesia nos invita además a prolongar esa alegría por siempre: Que nos alegremos de vivir plenamente lo que ya has comenzado en nosotros.
Año Nuevo
1 de enero de 2011. ¿Por qué darle tanta importancia a este día?... A muchos les repugna esa extraña fiesta de la nochevieja: te obligan a divertirte, te gastas un dinero que podría ser mejor empleado, piensas que todo se va por la borda, que todo empieza de nuevo. “Año nuevo, vida nueva”. ¿Mentira?
¿No crees que cada instante, que cada día, puede ser un nuevo comienzo? Vivir es cargar con lo que somos y lo que hemos hecho, es también romper, esperar y empezar otra vez. Una vez más, empezar. Enfoca así el 1 de enero y cualquier otro día del año. Donde nos la jugamos de verdad, el desafío más fuerte, es no darnos por vencidos ni por satisfechos; es mirar adelante con esperanza, con coraje, y subir un peldaño más en nuestra vida humana y cristiana. Y ayudar a que tantos otros, retrocedidos hasta el último escalón de la vida, puedan mirar también hacia delante y hacia arriba. Tratemos de hacerlo juntos.
De cualquier manera comenzamos este nuevo tramo de la vida con la bendición que se lee hoy en la primera lectura del libro de los Números: El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz. Qué hermosa bendición, ¿verdad?... Pues cada día estará presente en las venas de tu alma. Desde el comienzo de este Año, Dios va a estar contigo diariamente.
Jornada mundial de la Paz
Desde hace años, los Papas dirigen al mundo un mensaje de Paz en este día. El tema escogido por Benedicto XVI para este año es La libertad religiosa, camino para la paz. “En efecto, dice el Papa, se puede constatar con dolor que en algunas regiones del mundo la profesión y expresión de la propia religión comporta un riesgo para la vida y la libertad personal… Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe. Muchos sufren cada día ofensas y viven frecuentemente con miedo por su búsqueda de la verdad, su fe en Jesucristo y por su sincero llamamiento a que se reconozca la libertad religiosa. Todo esto no se puede aceptar, porque constituye una ofensa a Dios y a la dignidad humana; además es una amenaza a la seguridad y a la paz, e impide la realización de un auténtico desarrollo humano integral”.
“En la libertad religiosa –prosigue el Papa- se expresa la especificidad de la persona humana, por la que puede ordenar la propia vida personal y social a Dios, a cuya luz se comprende plenamente la identidad, el sentido y el fin de la persona. Negar o limitar de manera arbitraria esa libertad, significa cultivar una visión reductiva de la persona humana, oscurecer el papel público de la religión; significa generar una sociedad injusta, que no se ajusta a la verdadera naturaleza de la persona humana; significa hacer imposible la afirmación de una paz auténtica y estable para toda la familia humana”.
Es necesario trabajar por la construcción de un mundo en el que todos puedan profesar libremente su religión o su fe, y vivir su amor a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente (cf. Mt 22, 37). Sólo desde la libertad religiosa se podrá construir una paz verdadera y estable.
Que a lo largo del año que hoy comenzamos Dios nos conceda la gracia de vivir en el tiempo y en la tierra como ciudadanos del cielo que un día llegaremos a ser. Pidamos la paz, que no es sólo la ausencia de guerra, sino la suma de todos los bienes: el mayor de los cuales es la salvación que nos trajo Jesús por medio de María.
Fr. Roberto Ortuño O.P.





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