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sábado, 22 de enero de 2011

Jesús, judío de Galilea, un lugar tan lejano y tan cercano al nuestro

Publicado por El Blog de X. Pikaza

Presenté ayer un texto sobre el comienzo del evangelio en Galilea. Varios lo han comentado. J. M. González me he pedido que siga hablando de V. Elizondo, cosa que haré brevemente, al final de este post. El Sr. Varo me ha pedido que defina mi lugar en Galilea; en conversación privada con él podría hacerlo, si es que le parece y nos hiciéramos amigos.
Para el resto de lectores del blog prefiero seguir hablando en general de Galilea, una tierra que conozco un poco, en línea de geografía, de historia y de evangelio. Tomaré como base lo que yo mismo he dicho sobre Jesús en alguno de mis libros, también lo que dice S. Freyne, el mayor especialista actual sobre el tema, en su libro Jesús, un galileo judío. Una lectura nueva de la historia de Jesús, Verbo Divino, Estella 2007
Son numerosos los trabajos que se están publicando sobre el tema, y algunos muy bueno, como el que acabo de citar, como saben los interesados en el tema. Un día hablaré de la Domus Galileae (Casa de Galilea) de los catecúmenos de Kiko Arguello. Buen domingo a todos, sigan leyendo, si les parece, el evangelio de ayer (Mt 4, 12-14), donde se habla de la nueva Luz de Dios, que amanece en Galilea.

Introducción. Siglos de "tinieblas"
Galilea es una de las zonas del viejo Israel, al norte de Palestina. Fue conquistada y colonizada por los israelitas desde antiguo, formando parte del Reino de Israel. Pero, tras la caída del Reino (721 a. C.) siguió una historia especial, bajo el dominio de Asiria y después de Babilonia y Persia, como zona de mestizaje y cruce de pueblos, sometida al influjo de Tiro y Damasco, de tal forma que su religión fue una mezcla de yahvismo y de cultos paganos locales y de la zonas del entorno.
Por la arqueología de detalle, realizada en los últimos años con los métodos científicos más precisos (análisis de centros habitados, de tierras cultivadas, de centros de posible culto religioso), sabemos hoy que a partir del siglo VII aC, tras la conquista asiria, Galilea perdió gran parte de su población y no tuvo identidad político/social. Careció prácticamente de ciudades y quedó en gran parte despoblada, a merced de sus vecinos más ricos: Damasco a un lado, al otro Tiro…
Era una zona de tinieblas y sombras de muerte, como vimos ayer que decía Is 8, 23−9, 1, en torno al año 700 aC. Pues bien, a pesar de la promesa de profeta, no brilló su luz durante siglos, no se disiparon las sombras de muerte. Ciertamente, había allí gentes que recordaban a Yahvé, el Dios antiguo de la tierra, vinculado a las guerras antiguas (de Barac, de Débora…) y a los profetas más fieles del yahvismo (Elías y Eliseo). Pero en conjunto la región parecía perdida para el yahvismo, sin un lugar entre las tribus de Israel.
Grandes cambios. Colonización y resurgimiento judío
Las cosas sólo cambiaron en torno al 104/103 a.C., cuando Galilea fue conquistada y rejudaizada por Aristóbulo, rey sacerdote macabeo/asmoneo, como dice Flavio Josefo. Las circunstancias de esa conquista y rejudaización no son del todo claras, pero ellas se pueden condensar en cuatro puntos esenciales:
1) Unos años antes, hacia el 160 aC, seguía habiendo en Galilea israelitas fieles a Yahvé, como vemos en 1 Mac 5, 1-26. Allí se dice que al comienzo de las guerras macabeas, Judas Macabeo envió a su hermano Simón para que liberara a los “judíos” (es decir, a los israelitas yahvistas) de Galilea, que estaban en riesgo de ser exterminados por los vecinos paganos del entorno (los de Tiro, Sidón, Ptolemaida, junto a la actual Haifa) y por los mismos paganos que habitaban en la zona Galilea.
En ese momento, hacia el 160 aC, había en Galilea más paganos que israelitas. Los macabeos no tenían fuerza para reimplantar allí el judaísmo, por eso tuvieron que “repatriar” (traer a su zona “liberada” de Judea) a los fieles yahvista. Lógicamente, si la historia hubiera seguido su ritmo “normal” Galilea hubiera dejado de ser mayoritariamente israelita, pues los judíos de la zona tuvieron que abandonar la tierra; no podían defenderse, eran minoría.
2) El año 104/103 (¡cien años antes del nacimiento de Jesús!) cambiaron radicalmente las cosas. Tras medio siglo de expansión y crecimiento numérico impresionante, Alejandro Janeo pudo conquistar militarmente la zona central de Galilea, imponiendo allí el yahvismo (el “judaísmo”), a través de dos procesos.
(a) Impuso la conversión forzosa de los “itureos” (tribus siro-árabes) que habitaban en la zona, a los que obligó circuncidarse y adoptar las “costumbres” (leyes y religión) del judaísmo o a salir de la zona.
(b) Implantó en Galilea a muchos judíos de Judea, quizá del entorno de Belén; entre ellos podía haber (y había sin duda) descendientes de los galileos israelitas que habían tenido que dejar la tierra sesenta años atrás (hacia el 160 aC.).
3) Entre los nuevos colonos “judíos” de Galilea podía haber grupos de “radicales religiosos”, de línea “nazorea”, quizá provenientes de Belén (que se creían/decían descendientes de David). Es muy probable que ellos fueran los fundadores de Nazara/Nazaret (asentamiento de nazoreos). Todo nos permite suponer que los antepasados de Jesús eran descendientes de esos “emigrantes religiosos”, que quisieron recrear en Galilea los ideales del antiguo Israel, vinculados a las grandes tradiciones del Éxodo y la Alianza, y de un modo especial a las promesas escatológicas de la bendición final de la tierra (de la llegada de los tiempos mesiánicos).
d) No podemos saber si entre los antepasados de Jesús había “itureos” convertidos a la fuerza. Sea como fuere, los judíos galileos del tiempo de Jesús tenían sus características propias, que les distinguían de los judíos de Judea/Jerusalén, pero eran famosos por su coherencia nacional y religiosa. Ciertamente,no pueda ponerse en duda su fidelidad israelita, aunque es muy probable que tuvieran unos rasgos propios, que les distinguían, como he dicho, de los judíos de Judea. Su judaísmo se manifestaba de un modo intenso en el hecho de que habían optado por Jerusalén y sus tradiciones, en contra los samaritanos, que estaban en el medio, entre Judea y Galilea, y que eran israelitas, pero de un modo distinto (sólo aceptaban el Pentateuco, no las tradiciones proféticas de Judá, ni las instituciones sacerdotales de Jerusalén)
. Tiempo de espadas. Los años de años de Jesús
Sólo habían pasado cien años desde la “reconquista judía” de Galilea. Cien años son muy pocos para la memoria de un pueblo de gran memoria social, como era aquel. Los judíos galileos eran muchos (habían crecido muchísimo, como muestra al detalle la arqueología: por los centros habitados descubiertos, por los cultivos, por los signos judíos: en cementerios, piletas purificatorias etc.). Pero vivían en una tierra muy pequeña, unos cincuenta kilómetros de ancho, unos sesenta de largo, y se hallaban rodeados por todas partes de paganos: fenicios al oeste, fenicios y sirios al norte, sirios al este…
Además, en los años del comienzo de la vida de Jesús, los galileos habían vivido dos experiencias traumáticas, de esas que marcan la conciencia de un pueblo:
a) El 4 aC, a la muerte de Herodes el Grande, el país fue sacudido por una fuerte revuelta social… Fueron muchos los que se opusieron al orden romano y se alzaron en armas contra la política imperante, apoderándose de los arsenales de la capital que era Séforis (a seis kilómetros de Nazaret, donde vivía el Jesús niño, de dos años). Los romanos sofocaron la rebelión, tomando a sangre y fuego la ciudad de Séforis y matando a miles de sus habitantes. ¡A sólo 6 kilómetros de la casa de Jesús! Esa memoria marcó sin duda su conciencia de niño, un niño crecido en medio de una guerra que seguiría, viva o latente, a lo largo de toda su vida.
b) El año 6 dC, a la deposición de Arquelao, rey de Judá, cuando Jesús tenía unos doce años, se alzó Judas Galileo, con Sadoc el fariseo, y fundaron un movimiento “celota” de oposición a Roma, manteniendo el país en vilo por un tiempo, hasta que los romanos sofocaron el movimiento. Judas Galileo quería lo que quiso más tarde Jesús: ¡Que solo Dios fuera rey!, que no se admitiera como rey a ningún otro… Muy posiblemente, Judas Galilea estaba dispuesto a guerra, pues las cosas se consiguen con violencia… Unos veinte años mas tarde (hacia el 28 dC), Jesús querrá lo mismo que Judas Galileo, pero lo buscará de otra manera, quizá sin ningún tipo de guerra.
Pero de eso seguiremos hablando el día próximo. Lo que queda claro es que Galilea no era un “nidito” de paz como muchos han pensado (en la línea de la famosa "novela" de Renan sobre Jesús. Los tiempos de los antepasados y la infancia de Jesús en Galilea, más de un siglo de conquistas, adaptaciones y luchas, fueron duros, muy duros. Con ellos tendrá que enfrentarse él en su vida, para encontrar respuesta como veremos en los días siguientes.
En esa línea, podemos decir con V. Elizondo, que las circunstancias de nuestro tiempo y de nuestro mundo siguen siendo como las de Galilea en los años de Jesús.
Anejo (Para J. M. González, de X. Pikaza, Diccionario de pensadores cristianos)
ELIZONDO, VIRGILIO (1935- ).
Sacerdote y teólogo católico de Estados Unidos, nacido en San Antonio, Texas, de padres mexicanos. Es una de las personalidades más importantes del cristianismo y de la cultura USA, donde, a su juicio, existe una sociedad y una cultura mestiza. Estudió en la Universidad de St. Mary de San Antonio, Texas, y en el Institute Catholique de París, especializándose en el diálogo de razas y culturas. Ha realizado diversos servicios pastorales en su diócesis (de San Antonio) y ha sido profesor en la universidad de Santa Bárbara, California.
Fundó el año 1972 el Centro Cultural Mexicano-Americano (MACC) como un lugar para la investigación y la formación de los líderes latinos y de personas que trabajen con los latinos de Estados Unidos. Ha estudiado de un modo especial la relación de la iglesia católica con el pueblo mestizo de USA. Su obra más significativa es (Galilean Journey. The Mexican American Promise (New York 2000; versión cast. El viaje de Galilea: la promesa México-Americana, New York 2000).
A su juicio, la tierra bíblica de Galilea no es simplemente una realidad geográfica, sino una categoría teológica, con un inmenso potencial para la liberación humana. Siendo galileo, Jesús fue un judío marginal, de una provincia oprimida, y así compartía muchas notas comunes con los latino-americanos que viven en los márgenes de la sociedad de USA. En ese contexto, descubriendo las implicaciones sociales y culturales de Jesús, la nueva teología viene a presentarse como principio y fuente de liberación e integración cultural para los americanos marginados.
Entre sus libros:
A God of Incredible Surprises: Jesus of Galilee, (Lanham 2003; versión castellana: Un Dios de sorpresas increíbles: Jesús de Galilea, Chicago 2007);
The Future is Mestizo: Life Where Cultures Meet (Univ. of Colorado 2000; versión cast. El futuro es mestizo: la vida donde se encuentra la cultura, Colorado 2000).
Estas y otras obras de Elizondo son un signo de la nueva teología que está surgiendo en USA, lugar donde antes existía sólo un pensamiento anglosajón e importado de Europa (de Inglaterra e Irlanda, de Alemania y Francia…). Pues bien, en ese contexto están surgiendo ahora teologías nuevas, entre ellas la de origen hispano

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