Publicado por El Blog de X. Pikaza
Dom 7, tiempo ordinario, ciclo A. No se podía decir de manera más fuerte, ni más clara: “Habéis oído que se ha dicho ojo por ojo… Yo, en cambio, os digo.”.
Frente al talión (que es la justicia conmutativa) establece aquí Jesús un principio más alto de gracia y de creatividad;
frente a talión la violencia legítima (de ley) ofrece la experiencia y tarea más alta del perdón, de la no violencia creadora.
Sobre ese tema se han escrito millones de páginas, se han buscado miles de excusas. Yo mismo escribí un largo libro erudito, con citas de apocalípticos y sabios, para situar esas palabras de Jesús en el contexto de su mensaje y de la vida de la Iglesia (Antropología Bíblica. Tiempos de Gracia, Sígueme, Salamanca 2006). Por eso me resultaría fácil seleccionar aquí unas páginas centrales y pegarlas, para construir de esa manera un post erudito, cosa que haré quizá otra vez. Hoy he preferido algo más simple: citar el texto de Jesús (según la traducción litúrgica) para introducir después unas breves reflexiones y preguntas.
Mateo 5,38-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.
Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."
Ojo por ojo, principios
Se sabe que esta norma legal (ojo por ojo) aparece ya en múltiples códigos legales, partiendo (en Occidente) del famoso texto de Hammurabi (Babilonia). Todo nuestro derecho, en el mejor de los casos, está fundado de algún modo en esa norma:
Ojo por ojo es el principio de las transacciones económicos: que haya equivalencia entre aquello que se ofrece y se recibe
Ojo por ojo es el principio del código penal: que el castigo se ajuste a lo que ha hecho el infractor…
Que haya justicia, decimos, y la justicia se mide simbólicamente con esta palabra: Ojo por ojo.
Pero yo os digo…
Hay un “yo” de Jesús que, en nombre de Dios, nos pide que superemos la justicia. No puede imponerlo, pues si lo hiciera seguiría estando en el nivel de esa justicia, pero puede y quiere proponerse, como principio de vida, sobre los códigos legales.
Jesús supone así que la “vida” originaria no es justicia, sino don, regalo, gracia… No hemos surgido a la vida por justicia, sino porque Alguien nos la ha querido ofrecer, gratuitamente, sin pedirnos nada a cambio.
Ciertamente, la justicia es buena, en el nivel de los principios de acción-reacción que se imponen en el plano de la naturaleza, donde nada se crea ni destruye, sino que todo se transforme, conforme a un principio de equivalencia (que según la 2ª ley de la Termodinámica parece desligarse hacia el frío final de la muerte).
Ese plano de la justicia del talión puede emplearse en los niveles más externos de la vida, en el banco del dinero, en la espada del guerrero, en la vara del político… Nada se crea, nada se destruye. El ideal sería un equilibrio (que casi siempre se desequilibra, por mor de los más fuertes, que se aprovechan de los débiles).
Pero en el principio no está la justicia, sino el despliegue generoso de la vida… Y al final, si permanecemos sólo en ese nivel de justicia, nos matamos todos, conforme a un principio de acción y reacción que termina en la muerte (a no ser que se imponga de forma inexorable un sistema de miedo más fuerte, sin dejarnos vivir de verdad, en libertad).
Jesús abre la vida humana hacia una nueva dimensión de Gracia, iniciando así una verdadera “mutación” en nuestra vida. Si seguimos siendo lo que somos nos matamos todos, acabamos en la muerte, pues no somos más que barro que sufre y que mata. Sólo superando ese nivel de barro y muerte, desde un origen que es gracia (Dios Padre), abiertos a la gracia de la vida, podemos escuchar la palabra de Jesús que proclama “pero yo os digo”.
¿Quién puede cumplir ese “pero yo os digo” de Jesús?
Algunos, en la vida personal, entre los amigos y familiares (a veces) Una madre verdadera no funciona por talión. En la vida de las comunidades creyentes, en los cristianos (a veces)
Los personajes de los sermones. Así lo sigue diciendo la Iglesia, así lo predicarán en más de un millón de parroquias y comunidades los presbíteros y los pastores cristianos.
¿Qué pasa con las religiones e iglesias establecidas? Esa palabra de Jesús no se puede cumplir quizá en las grandes iglesias y comunidades bien organizadas, tal como existen ahora, pues esas iglesias tienen leyes que deben cumplirse por decreto y sanción, con tribunales de “justicia” religiosa, incluso con soldados particulares, con instituciones de control.
Los representantes de esas iglesias dirán que ese “pero yo os digo” de Jesús sólo puede cumplirse en privado, pero no en el orden social de las instituciones, en las que debe existir un control, lo mismo que en el ejército o en los partidos políticos… ¿Es cierto eso? ¿O la iglesia misma, como tal, debería cumplir el Sermón de la Montaña?
¿Las inquisiciones? Cuando se castiga (expulsa, silencia) a los pretendidos herejes (o distintos, se está expresando la gracia del perdón, de la no violencia, del amor al enemigo, o se está imponiendo más bien el talión (ojo por ojo)…?
Muchos piensan que la "palabra de Jesús" no puede establecerse a través de instituciones de control religioso, con sanciones de tipo exterior o interior (de conciencia). ¿Es eso cierto? ¿Qué pueden hacer entonces las iglesias, como pueden actuar, si no tienen poder de control y sanción sobre sus "fieles"?
¿Los soldados? Es evidente que no pueden cumplir esa palabra de Jesús, si quieren se lo que son. En el plano político-militar se exige la “legítima defensa”… Pero, según el evangelio, Jesús no la permite.
Si eso es así ¿por qué sigue defendiendo la Iglesia católica (para los católicos, no para los estados como tales) el principio de la guerra justa y la legítima defensa?
¿Por qué sigue defendiendo la pena de muerte (en un plano católico, no en un plano de ley social, que es otra cosa)? No veo cómo se pueda compaginar la palabra de Jesús con la pena de muerte.
Relación entre religiones. Cuando decimos “no permitamos mezquitas, si ellos (los otros) no permiten que su tierra haya iglesias…” estamos formulando quizá un buen principio social.
Eso es algo que pueden y quizá deben hacer los políticos... Pero ése no es un principio cristiano, pues Jesús dice que pongas “la otra mejilla”; eso significa que no podemos obligar a otros a que hagan lo que yo haría o lo que hago (sino lo que me gustaría que ellos hicieran conmigo, conforme a una "ley de oro" que es también del Evangelio y de otras culturas, pero que no aparece en los textos de hoy).
Conclusión. Católicos y protestantes
-- ¿Habría que cambiar la palabra de Jesús, para que ellas se ajusten a los imperativos legales de las Iglesias?
-- ¿O deberían cambiar las iglesias, en su forma actual, dejando de ser instituciones de poder-control religioso?
-- Lutero solía decir que el Sermón de la Montaña no se puede cumplir, pero que está bien donde está (¡no lo toquemos!) para recordarnos que somos pecadores, individuos e iglesias.
-- Los católicos, en cambio, solemos decir que el Sermón de la Montaña se puede cumplir, y que las iglesias lo cumplen, empezando por sus grandes instituciones: El Vaticano, las diócesis, las congregaciones religiosas...
¿Quién tiene razón, en teoría y en la práctica? Quiero dejar así el tema, con unas preguntas.
Si alguien tuviere interés teórico, yo podría copiar en un post sucesivo unas páginas eruditas de mi libro sobre la Antropología cristiana, con referencia a sapienciales y apocalípticos y con discusión del texto griego de Mt y Lc. Quizá lo haga otra vez.
Pero lo que importa no es el tema teórico, sino el práctico, si es que hay alguien que toma la decisión de Francisco de Asís (de cumplir el evangelio sin glosa ni rebaja)... Sería bueno que nos animáramos, que saliéramos a la calle según el evangelio (sin violencia externa) para decir que las palabras de Jesús son posibles y para pedir a todos, empezando por las instituciones, que las cumplan, las cumplamos (esa es la reforma in capite et in membris que siempre se ha pedido).
Hoy dejo la reflexión aquí, pidiendo a cada uno que vuelva a las palabras de Jesús.
Frente al talión (que es la justicia conmutativa) establece aquí Jesús un principio más alto de gracia y de creatividad;
frente a talión la violencia legítima (de ley) ofrece la experiencia y tarea más alta del perdón, de la no violencia creadora.
Sobre ese tema se han escrito millones de páginas, se han buscado miles de excusas. Yo mismo escribí un largo libro erudito, con citas de apocalípticos y sabios, para situar esas palabras de Jesús en el contexto de su mensaje y de la vida de la Iglesia (Antropología Bíblica. Tiempos de Gracia, Sígueme, Salamanca 2006). Por eso me resultaría fácil seleccionar aquí unas páginas centrales y pegarlas, para construir de esa manera un post erudito, cosa que haré quizá otra vez. Hoy he preferido algo más simple: citar el texto de Jesús (según la traducción litúrgica) para introducir después unas breves reflexiones y preguntas.
Mateo 5,38-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente." Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.
Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."
Ojo por ojo, principios
Se sabe que esta norma legal (ojo por ojo) aparece ya en múltiples códigos legales, partiendo (en Occidente) del famoso texto de Hammurabi (Babilonia). Todo nuestro derecho, en el mejor de los casos, está fundado de algún modo en esa norma:
Ojo por ojo es el principio de las transacciones económicos: que haya equivalencia entre aquello que se ofrece y se recibe
Ojo por ojo es el principio del código penal: que el castigo se ajuste a lo que ha hecho el infractor…
Que haya justicia, decimos, y la justicia se mide simbólicamente con esta palabra: Ojo por ojo.
Pero yo os digo…
Hay un “yo” de Jesús que, en nombre de Dios, nos pide que superemos la justicia. No puede imponerlo, pues si lo hiciera seguiría estando en el nivel de esa justicia, pero puede y quiere proponerse, como principio de vida, sobre los códigos legales.
Jesús supone así que la “vida” originaria no es justicia, sino don, regalo, gracia… No hemos surgido a la vida por justicia, sino porque Alguien nos la ha querido ofrecer, gratuitamente, sin pedirnos nada a cambio.
Ciertamente, la justicia es buena, en el nivel de los principios de acción-reacción que se imponen en el plano de la naturaleza, donde nada se crea ni destruye, sino que todo se transforme, conforme a un principio de equivalencia (que según la 2ª ley de la Termodinámica parece desligarse hacia el frío final de la muerte).
Ese plano de la justicia del talión puede emplearse en los niveles más externos de la vida, en el banco del dinero, en la espada del guerrero, en la vara del político… Nada se crea, nada se destruye. El ideal sería un equilibrio (que casi siempre se desequilibra, por mor de los más fuertes, que se aprovechan de los débiles).
Pero en el principio no está la justicia, sino el despliegue generoso de la vida… Y al final, si permanecemos sólo en ese nivel de justicia, nos matamos todos, conforme a un principio de acción y reacción que termina en la muerte (a no ser que se imponga de forma inexorable un sistema de miedo más fuerte, sin dejarnos vivir de verdad, en libertad).
Jesús abre la vida humana hacia una nueva dimensión de Gracia, iniciando así una verdadera “mutación” en nuestra vida. Si seguimos siendo lo que somos nos matamos todos, acabamos en la muerte, pues no somos más que barro que sufre y que mata. Sólo superando ese nivel de barro y muerte, desde un origen que es gracia (Dios Padre), abiertos a la gracia de la vida, podemos escuchar la palabra de Jesús que proclama “pero yo os digo”.
¿Quién puede cumplir ese “pero yo os digo” de Jesús?
Algunos, en la vida personal, entre los amigos y familiares (a veces) Una madre verdadera no funciona por talión. En la vida de las comunidades creyentes, en los cristianos (a veces)
Los personajes de los sermones. Así lo sigue diciendo la Iglesia, así lo predicarán en más de un millón de parroquias y comunidades los presbíteros y los pastores cristianos.
¿Qué pasa con las religiones e iglesias establecidas? Esa palabra de Jesús no se puede cumplir quizá en las grandes iglesias y comunidades bien organizadas, tal como existen ahora, pues esas iglesias tienen leyes que deben cumplirse por decreto y sanción, con tribunales de “justicia” religiosa, incluso con soldados particulares, con instituciones de control.
Los representantes de esas iglesias dirán que ese “pero yo os digo” de Jesús sólo puede cumplirse en privado, pero no en el orden social de las instituciones, en las que debe existir un control, lo mismo que en el ejército o en los partidos políticos… ¿Es cierto eso? ¿O la iglesia misma, como tal, debería cumplir el Sermón de la Montaña?
¿Las inquisiciones? Cuando se castiga (expulsa, silencia) a los pretendidos herejes (o distintos, se está expresando la gracia del perdón, de la no violencia, del amor al enemigo, o se está imponiendo más bien el talión (ojo por ojo)…?
Muchos piensan que la "palabra de Jesús" no puede establecerse a través de instituciones de control religioso, con sanciones de tipo exterior o interior (de conciencia). ¿Es eso cierto? ¿Qué pueden hacer entonces las iglesias, como pueden actuar, si no tienen poder de control y sanción sobre sus "fieles"?
¿Los soldados? Es evidente que no pueden cumplir esa palabra de Jesús, si quieren se lo que son. En el plano político-militar se exige la “legítima defensa”… Pero, según el evangelio, Jesús no la permite.
Si eso es así ¿por qué sigue defendiendo la Iglesia católica (para los católicos, no para los estados como tales) el principio de la guerra justa y la legítima defensa?
¿Por qué sigue defendiendo la pena de muerte (en un plano católico, no en un plano de ley social, que es otra cosa)? No veo cómo se pueda compaginar la palabra de Jesús con la pena de muerte.
Relación entre religiones. Cuando decimos “no permitamos mezquitas, si ellos (los otros) no permiten que su tierra haya iglesias…” estamos formulando quizá un buen principio social.
Eso es algo que pueden y quizá deben hacer los políticos... Pero ése no es un principio cristiano, pues Jesús dice que pongas “la otra mejilla”; eso significa que no podemos obligar a otros a que hagan lo que yo haría o lo que hago (sino lo que me gustaría que ellos hicieran conmigo, conforme a una "ley de oro" que es también del Evangelio y de otras culturas, pero que no aparece en los textos de hoy).
Conclusión. Católicos y protestantes
-- ¿Habría que cambiar la palabra de Jesús, para que ellas se ajusten a los imperativos legales de las Iglesias?
-- ¿O deberían cambiar las iglesias, en su forma actual, dejando de ser instituciones de poder-control religioso?
-- Lutero solía decir que el Sermón de la Montaña no se puede cumplir, pero que está bien donde está (¡no lo toquemos!) para recordarnos que somos pecadores, individuos e iglesias.
-- Los católicos, en cambio, solemos decir que el Sermón de la Montaña se puede cumplir, y que las iglesias lo cumplen, empezando por sus grandes instituciones: El Vaticano, las diócesis, las congregaciones religiosas...
¿Quién tiene razón, en teoría y en la práctica? Quiero dejar así el tema, con unas preguntas.
Si alguien tuviere interés teórico, yo podría copiar en un post sucesivo unas páginas eruditas de mi libro sobre la Antropología cristiana, con referencia a sapienciales y apocalípticos y con discusión del texto griego de Mt y Lc. Quizá lo haga otra vez.
Pero lo que importa no es el tema teórico, sino el práctico, si es que hay alguien que toma la decisión de Francisco de Asís (de cumplir el evangelio sin glosa ni rebaja)... Sería bueno que nos animáramos, que saliéramos a la calle según el evangelio (sin violencia externa) para decir que las palabras de Jesús son posibles y para pedir a todos, empezando por las instituciones, que las cumplan, las cumplamos (esa es la reforma in capite et in membris que siempre se ha pedido).
Hoy dejo la reflexión aquí, pidiendo a cada uno que vuelva a las palabras de Jesús.
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