Por José María Maruri, SJ
1.- Jesús ha venido a anunciar el reino de Dios y hoy nos dice quienes van a encontrar una gran dificultad para entrar en ese Reino. Y esos son los ricos, más específicamente los que ponen su confianza en el dinero. No escurramos el bulto los que no nos consideramos ricos.
Ni Jesús, ni Marcos, cuando escribía esta escena para sus primeros cristianos, pensaban en una impresionante homilía dirigida a mover las conciencia de los jóvenes y hacer con ello una buena redada de futuros “seminaristas” Jesús y Marcos tratan de hacer cristianos, simples seguidores de Cristo, cristianos de a pie. Y nos vienen a decir que no basta con cumplir los mandamientos, que no es suficiente el “no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.
O si queréis ponerlo de otra manera, el Señor Jesús nos dice que Él mira estos mandamientos con una profundidad que nosotros no vemos. Por eso en otra parte nos va a decir que no ha venido a abolir la ley sino a darla cumplimiento. O sea darla el verdadero sentido que tuvieron los mandamientos en la intención de Dios es un principio. De ahí que si queremos ser cristianos, ser seguidores de Cristo, no basta cumplir los mandamientos como nosotros los entendemos sino como Dios los entiende.
2.- Aquel “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” no lo puede cumplir un corazón que tiene su confianza puesta en el dinero, porque no se puede servir a dos señores.
¿Sabéis lo que esperaba aquel joven como respuesta a su pregunta? Pues que Jesús le hubiera propuesto alguna práctica más, como si le hubiera dicho –y no lo toméis a mal—que hiciera los nueve primeros viernes de mes y se hubiera quedado tan tranquilo… como hacemos nosotros. Lo que nunca esperó es que Jesús le pidiera todo su corazón para Dios y para los hombres. “Vete, vende, dalo, y ven a seguirme”.
Los mandamientos toman el significado profundo que Dios quiso que tuvieran desde el principio, cuando se les interpreta bajo la luz del mandato de Jesús: “Amaos como yo os he amado”. Por eso San Pablo dirá después que toda la ley se resume en amar al prójimo.
El que ama como Jesús se da y da, se da el si mismo y comparte lo que posee. El que ni se da, ni se da, ese no puede ser cristiano por muchas prácticas que haga, ni misas, ni confesiones, ni comuniones, ni rosarios, ni novenas… Nada nos va a valer para heredar el Reino, si nos falta el compartir con los demás.Una cosa te falta, nos dirá el Señor, compartir lo que eres y lo que tienes.
Ya en otra ocasión es leí esos sencillos versos que resumen lo que he querido decir:
Toma hermano sin medida
cuanto quieras para ti,
que cuando yo salga de aquí
para comprarme otra vida
sólo tendré lo que di.
Ni Jesús, ni Marcos, cuando escribía esta escena para sus primeros cristianos, pensaban en una impresionante homilía dirigida a mover las conciencia de los jóvenes y hacer con ello una buena redada de futuros “seminaristas” Jesús y Marcos tratan de hacer cristianos, simples seguidores de Cristo, cristianos de a pie. Y nos vienen a decir que no basta con cumplir los mandamientos, que no es suficiente el “no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.
O si queréis ponerlo de otra manera, el Señor Jesús nos dice que Él mira estos mandamientos con una profundidad que nosotros no vemos. Por eso en otra parte nos va a decir que no ha venido a abolir la ley sino a darla cumplimiento. O sea darla el verdadero sentido que tuvieron los mandamientos en la intención de Dios es un principio. De ahí que si queremos ser cristianos, ser seguidores de Cristo, no basta cumplir los mandamientos como nosotros los entendemos sino como Dios los entiende.
2.- Aquel “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” no lo puede cumplir un corazón que tiene su confianza puesta en el dinero, porque no se puede servir a dos señores.
¿Sabéis lo que esperaba aquel joven como respuesta a su pregunta? Pues que Jesús le hubiera propuesto alguna práctica más, como si le hubiera dicho –y no lo toméis a mal—que hiciera los nueve primeros viernes de mes y se hubiera quedado tan tranquilo… como hacemos nosotros. Lo que nunca esperó es que Jesús le pidiera todo su corazón para Dios y para los hombres. “Vete, vende, dalo, y ven a seguirme”.
Los mandamientos toman el significado profundo que Dios quiso que tuvieran desde el principio, cuando se les interpreta bajo la luz del mandato de Jesús: “Amaos como yo os he amado”. Por eso San Pablo dirá después que toda la ley se resume en amar al prójimo.
El que ama como Jesús se da y da, se da el si mismo y comparte lo que posee. El que ni se da, ni se da, ese no puede ser cristiano por muchas prácticas que haga, ni misas, ni confesiones, ni comuniones, ni rosarios, ni novenas… Nada nos va a valer para heredar el Reino, si nos falta el compartir con los demás.Una cosa te falta, nos dirá el Señor, compartir lo que eres y lo que tienes.
Ya en otra ocasión es leí esos sencillos versos que resumen lo que he querido decir:
Toma hermano sin medida
cuanto quieras para ti,
que cuando yo salga de aquí
para comprarme otra vida
sólo tendré lo que di.
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