Jorge Humberto Peláez, S.J.
PASCUA - DOMINGO X C
(6-Junio-2010)
* Lecturas:
o Génesis 14, 18-20
o I Carta de san Pablo a los Corintios 11, 23-26
o Lucas 9, 11b-17
PASCUA - DOMINGO X C
(6-Junio-2010)
* Lecturas:
o Génesis 14, 18-20
o I Carta de san Pablo a los Corintios 11, 23-26
o Lucas 9, 11b-17
* Hoy celebra la liturgia la fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo. Es fácil percibir que esta fiesta es como una repetición del Jueves Santo, día en que conmemoramos la institución de la Eucaristía.
* ¿Por qué aparece, entonces, esta repetición? En el siglo XI surgió una doctrina que negaba la presencia real de Jesús en el pan y vino y consagrados. Para contrarrestar el peligroso influjo de esta doctrina sobre el pueblo cristiano, una religiosa belga, la Beata Juliana de Cornelion, promovió esta fiesta, la cual fue acogida por la Iglesia universal en el siglo XIII.
* Vale la pena que nos detengamos a reflexionar en el texto de Pablo que acabamos de escuchar y que está tomado de su I Carta a los Corintios:
o Dice san Pablo: “Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, etc.”
o Este texto de san Pablo es el relato más antiguo sobre la institución de la Eucaristía, y fue escrito aproximadamente veinte años después de la última Cena. Por esta Carta sabemos que la Eucaristía – conocida con las expresiones “acción de gracias” y “fracción del pan” se celebraba en las nuevas comunidades que iban surgiendo gracias al trabajo evangelizador de los primeros discípulos.
* En la fórmula usada por Jesús, y que nos transmite san Pablo, hay una palabra que quiero destacar por su hondo significado teológico; es la palabra “memoria” o “memorial”; dice Jesús: “Hagan esto en memoria mía”.
* Los invito a profundizar en el significado antropológico y teológico de esta palabra:
o La memoria es una facultad muy especial del ser humano, que en cierto sentido compartimos con los animales. Todo lo que hemos vivido desde la primera infancia ha quedado archivado en nuestro cerebro, y puede salir a la luz si se dan los estímulos y condiciones adecuados.
o Si perdemos la memoria – lo cual se produce como resultado de accidentes o de enfermedades degenerativas – nuestra identidad queda comprometida. Es lamentable la situación de aquellas personas que padecen una amnesia severa o total, pues no saben quiénes son ellos y desconocen a los seres queridos que los rodean.
o Así como la memoria – con ese enorme archivo de experiencias – es un elemento esencial de nuestra identidad personal, también podemos hablar de una memoria colectiva, que da cohesión a los grupos humanos al tener raíces y referentes comunes.
o Así como los individuos celebramos “memoriales” de los hechos más significativos de nuestra vida (por ejemplo, cumpleaños, aniversarios), también la sociedad civil tiene sus fiestas en las que revive los momentos clave que han moldeado su identidad (por ejemplo, el grito de independencia, las batallas de la gesta libertadora, la recuperación de la democracia, la aprobación de una nueva Constitución, etc.)
* Estas referencias a la “memoria” o “memorial” de los individuos y de los pueblos nos ilumina el sentido de la celebración eucarística; es el gesto instituido por Jesús para recordar el acontecimiento central de nuestra redención, su entrega en la Cruz. El Nuevo Testamento llama “memorial” a la Eucaristía porque ella nos recuerda el sacrificio de Cristo.
* Pero hay algo muy particular en la Eucaristía: no se trata de un simple recuerdo de algo que sucedió hace dos mil años; es a la vez memoria y presencia; en la Eucaristía se hace presente la persona de Cristo, aunque oculta bajo los signos del pan y del vino.
* La Eucaristía como “memoria” o “memorial” no nos amara a un pasado distante, sino que nos lanza hacia el futuro. Por eso decimos después de la consagración: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡ven, Señor Jesús!”. La Eucaristía se convierte, entonces, en tarea que debemos realizar en el mundo.
* Que esta fiesta del Cuerpo y Sangre del Señor nos ayude a crecer en el aprecio que sentimos por la Eucaristía; no vengamos a la Misa dominical como quien lleva una carga muy pesada. Vivámosla como el encuentro reconfortante con la Palabra que nos muestra el camino, y como la oportunidad de nutrir nuestro espíritu con el pan que da la vida eterna.
* ¿Por qué aparece, entonces, esta repetición? En el siglo XI surgió una doctrina que negaba la presencia real de Jesús en el pan y vino y consagrados. Para contrarrestar el peligroso influjo de esta doctrina sobre el pueblo cristiano, una religiosa belga, la Beata Juliana de Cornelion, promovió esta fiesta, la cual fue acogida por la Iglesia universal en el siglo XIII.
* Vale la pena que nos detengamos a reflexionar en el texto de Pablo que acabamos de escuchar y que está tomado de su I Carta a los Corintios:
o Dice san Pablo: “Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, etc.”
o Este texto de san Pablo es el relato más antiguo sobre la institución de la Eucaristía, y fue escrito aproximadamente veinte años después de la última Cena. Por esta Carta sabemos que la Eucaristía – conocida con las expresiones “acción de gracias” y “fracción del pan” se celebraba en las nuevas comunidades que iban surgiendo gracias al trabajo evangelizador de los primeros discípulos.
* En la fórmula usada por Jesús, y que nos transmite san Pablo, hay una palabra que quiero destacar por su hondo significado teológico; es la palabra “memoria” o “memorial”; dice Jesús: “Hagan esto en memoria mía”.
* Los invito a profundizar en el significado antropológico y teológico de esta palabra:
o La memoria es una facultad muy especial del ser humano, que en cierto sentido compartimos con los animales. Todo lo que hemos vivido desde la primera infancia ha quedado archivado en nuestro cerebro, y puede salir a la luz si se dan los estímulos y condiciones adecuados.
o Si perdemos la memoria – lo cual se produce como resultado de accidentes o de enfermedades degenerativas – nuestra identidad queda comprometida. Es lamentable la situación de aquellas personas que padecen una amnesia severa o total, pues no saben quiénes son ellos y desconocen a los seres queridos que los rodean.
o Así como la memoria – con ese enorme archivo de experiencias – es un elemento esencial de nuestra identidad personal, también podemos hablar de una memoria colectiva, que da cohesión a los grupos humanos al tener raíces y referentes comunes.
o Así como los individuos celebramos “memoriales” de los hechos más significativos de nuestra vida (por ejemplo, cumpleaños, aniversarios), también la sociedad civil tiene sus fiestas en las que revive los momentos clave que han moldeado su identidad (por ejemplo, el grito de independencia, las batallas de la gesta libertadora, la recuperación de la democracia, la aprobación de una nueva Constitución, etc.)
* Estas referencias a la “memoria” o “memorial” de los individuos y de los pueblos nos ilumina el sentido de la celebración eucarística; es el gesto instituido por Jesús para recordar el acontecimiento central de nuestra redención, su entrega en la Cruz. El Nuevo Testamento llama “memorial” a la Eucaristía porque ella nos recuerda el sacrificio de Cristo.
* Pero hay algo muy particular en la Eucaristía: no se trata de un simple recuerdo de algo que sucedió hace dos mil años; es a la vez memoria y presencia; en la Eucaristía se hace presente la persona de Cristo, aunque oculta bajo los signos del pan y del vino.
* La Eucaristía como “memoria” o “memorial” no nos amara a un pasado distante, sino que nos lanza hacia el futuro. Por eso decimos después de la consagración: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡ven, Señor Jesús!”. La Eucaristía se convierte, entonces, en tarea que debemos realizar en el mundo.
* Que esta fiesta del Cuerpo y Sangre del Señor nos ayude a crecer en el aprecio que sentimos por la Eucaristía; no vengamos a la Misa dominical como quien lleva una carga muy pesada. Vivámosla como el encuentro reconfortante con la Palabra que nos muestra el camino, y como la oportunidad de nutrir nuestro espíritu con el pan que da la vida eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario