Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 12, 38-42
Algunos escribas y fariseos dijeron a Jesús: «Maestro, queremos que nos hagas ver un signo».
Él les respondió: «Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay Alguien que es más que Jonás.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay Alguien que es más que Salomón».
Seguimos leyendo el evangelio de Mateo. La última escena que leímos (12,14-21) dejó claro que Jesús no pretende sustituir a las dominadores presentándose como Mesías político, sino que viene como “Siervo” en la humildad y la mansedumbre. Su proyecto es más de fondo: se parece a la limpieza de una casa (ver 12,22-32).
La blasfemia contra el Espíritu Santo (12,31-32) consiste en no dejar entrar –intencionalmente- a Jesús en la casa para ser liberados de todo mal y dejar el Reino de Dios actuar. Para ello, la estrategia de quien rechaza a Jesús es negar que en Él pueda estar el poder de Dios. Sin embargo Jesús demuestra lo contrario: bajo la apariencia humilde del Hijo del hombre Dios está transformando al hombre. Para ellos hay que mirar los “frutos” (12,33-37).
Ahora vuelven a aparecer en escena los fariseos junto con los doctores de la Ley: “Maestro, queremos ver una señal hecha por ti” (12,38). Como se puede ver, la pregunta pretende indagar por los “frutos” de Jesús (“por los frutos se conoce al árbol”, 12,33). Ellos le piden a Jesús que les de muestras palpables de que es el Hijo de Dios.
La situación es grave: los doctores de la ley y los fariseos conocen la ley, pero no son capaces de reconocer en las obras de Jesús la presencia de Dios, quien es el Señor de la Ley.
La respuesta de Jesús es fuerte: “¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide, y no se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás” (12,39). Para ellos no era desconocido el libro de Jonás: cuando el profeta rebelde llegó a Nínive, fue acogido por la ciudad entera y ésta hizo penitencia por sus pecados. En cambio éstos, que son israelitas y conocen bien cuál es el querer de Dios, no han sido capaces de tomar en serio al profeta que “más que Jonás” (12,41).
Pero Jesús se detiene en un signo particular que Dios realizó en el profeta Jonás: cuando sufrió el naufragio, una ballena lo retuvo en su vierte durante tres días completas y luego lo arrojó a la tierra (ver 12,40). Esta figura del misterio pascual será la palabra definitiva de Jesús en la cual el poder de Dios se manifestará con todo su esplendor y frente a la cual ellos deberán optar (“porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado”, 12,37).
Más diciente aún es el comportamiento de la Reina del Sur, quien hizo un largo viaje para escuchar la sabiduría de Salomón, mientras que éstos –los escribas y fariseos- teniendo a Jesús al frente de ellos no son capaces de tomar en serio su sabiduría. Lo cierto que “aquí hay ago más que Salomón” (12,42).
Una vez más nos encontramos con la dureza de corazón de los adversarios de Jesús, que son precisamente los representantes de los más religiosos del pueblo. Los argumentos de Jesús han sido contundentes y ya ha anunciado que el fruto se verá en el misterio pascual. Pero este “signo” se convertirá en juicio para ellos (“Se levantarán en juicio contra ellos…”, 12,41.42).
Cuando Jesús los llama “generación malvada y adúltera”, no puede dejar de verse allí una referencia a lo que realmente habita el corazón de los adversarios. En ellos se hace verdadera la enseñanza anterior: “De lo que rebosa el corazón habla la boca” (12,34)
1. ¿Le hemos pedido a Jesús alguna vez que nos un “signo”, una “prueba” de su existencia o su divinidad? ¿Qué puede haber detrás de este tipo de solicitudes?
2. ¿En qué consiste la señal de Jonás?
3. ¿Qué consecuencias tiene el no tomar en serio a Jesús?
“Cómo ardía, Dios mío, cómo ardía en deseos de volar desde las cosas terrenas hacia Ti, aún ignorando lo que querías hacer de mí”
(San Agustín)
Él les respondió: «Esta generación malvada y adúltera reclama un signo, pero no se le dará otro que el del profeta Jonás. Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay Alguien que es más que Jonás.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay Alguien que es más que Salomón».
Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL
El signo de Jesús exigirá una decisión cara frente a Él
“No se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás”
Por CELAM - CEBIPAL
El signo de Jesús exigirá una decisión cara frente a Él
“No se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás”
Seguimos leyendo el evangelio de Mateo. La última escena que leímos (12,14-21) dejó claro que Jesús no pretende sustituir a las dominadores presentándose como Mesías político, sino que viene como “Siervo” en la humildad y la mansedumbre. Su proyecto es más de fondo: se parece a la limpieza de una casa (ver 12,22-32).
La blasfemia contra el Espíritu Santo (12,31-32) consiste en no dejar entrar –intencionalmente- a Jesús en la casa para ser liberados de todo mal y dejar el Reino de Dios actuar. Para ello, la estrategia de quien rechaza a Jesús es negar que en Él pueda estar el poder de Dios. Sin embargo Jesús demuestra lo contrario: bajo la apariencia humilde del Hijo del hombre Dios está transformando al hombre. Para ellos hay que mirar los “frutos” (12,33-37).
Ahora vuelven a aparecer en escena los fariseos junto con los doctores de la Ley: “Maestro, queremos ver una señal hecha por ti” (12,38). Como se puede ver, la pregunta pretende indagar por los “frutos” de Jesús (“por los frutos se conoce al árbol”, 12,33). Ellos le piden a Jesús que les de muestras palpables de que es el Hijo de Dios.
La situación es grave: los doctores de la ley y los fariseos conocen la ley, pero no son capaces de reconocer en las obras de Jesús la presencia de Dios, quien es el Señor de la Ley.
La respuesta de Jesús es fuerte: “¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide, y no se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás” (12,39). Para ellos no era desconocido el libro de Jonás: cuando el profeta rebelde llegó a Nínive, fue acogido por la ciudad entera y ésta hizo penitencia por sus pecados. En cambio éstos, que son israelitas y conocen bien cuál es el querer de Dios, no han sido capaces de tomar en serio al profeta que “más que Jonás” (12,41).
Pero Jesús se detiene en un signo particular que Dios realizó en el profeta Jonás: cuando sufrió el naufragio, una ballena lo retuvo en su vierte durante tres días completas y luego lo arrojó a la tierra (ver 12,40). Esta figura del misterio pascual será la palabra definitiva de Jesús en la cual el poder de Dios se manifestará con todo su esplendor y frente a la cual ellos deberán optar (“porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado”, 12,37).
Más diciente aún es el comportamiento de la Reina del Sur, quien hizo un largo viaje para escuchar la sabiduría de Salomón, mientras que éstos –los escribas y fariseos- teniendo a Jesús al frente de ellos no son capaces de tomar en serio su sabiduría. Lo cierto que “aquí hay ago más que Salomón” (12,42).
Una vez más nos encontramos con la dureza de corazón de los adversarios de Jesús, que son precisamente los representantes de los más religiosos del pueblo. Los argumentos de Jesús han sido contundentes y ya ha anunciado que el fruto se verá en el misterio pascual. Pero este “signo” se convertirá en juicio para ellos (“Se levantarán en juicio contra ellos…”, 12,41.42).
Cuando Jesús los llama “generación malvada y adúltera”, no puede dejar de verse allí una referencia a lo que realmente habita el corazón de los adversarios. En ellos se hace verdadera la enseñanza anterior: “De lo que rebosa el corazón habla la boca” (12,34)
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1. ¿Le hemos pedido a Jesús alguna vez que nos un “signo”, una “prueba” de su existencia o su divinidad? ¿Qué puede haber detrás de este tipo de solicitudes?
2. ¿En qué consiste la señal de Jonás?
3. ¿Qué consecuencias tiene el no tomar en serio a Jesús?
“Cómo ardía, Dios mío, cómo ardía en deseos de volar desde las cosas terrenas hacia Ti, aún ignorando lo que querías hacer de mí”
(San Agustín)
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