NO DEJES DE VISITAR
GIF animations generator gifup.com www.misionerosencamino.blogspot.com
El Blog donde encontrarás abundante material de formación, dinámicas, catequesis, charlas, videos, música y variados recursos litúrgicos y pastorales para la actividad de los grupos misioneros.
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

miércoles, 30 de abril de 2008

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A: La tierra es el único camino que tenemos para ir al cielo...

Publicado por Servicios Koinonia
Hch 1, 1-11: Lo vieron elevarse
Salmo responsorial 46: Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Ef 1, 17-23: Lo sentó a su derecha en el cielo
Mt 28,16-20: Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo

La primera lectura de la liturgia nos ofrece el relato de la Ascensión del Señor cuyo objetivo fundamental es trazar los rasgos específicos de la esperanza cristiana. Jesús, nuevo Elías, asciende a los cielos y este hecho no significa el fin de la historia deseado por los discípulos según se refleja en su pregunta: «¿Es ahora cuando vas a restaurar el reino para Israel?» (v.6). Se trata por el contrario, del tiempo del testimonio que prepara ese final. En el salmo interleccional se proclama la entronización de Dios como «emperador» y «rey» de toda la tierra y la carta a los cristianos de Éfeso conecta el señorío del Mesías Jesús a la comprensión que deben tener los miembros de la comunidad eclesial sobre la esperanza a la que «abre su llamamiento» (1,18) .

El evangelio, final del relato de Mateo, vuelve a subrayar esa conexión. Comprende las circunstancias del último encuentro entre Jesús y sus discípulos (vv. 16-17) y las palabras finales del Señor a su comunidad (vv. 18-20).

Respecto a las circunstancias, el texto sitúa la escena en una montaña de la Galilea. Se produce en ella la teofanía del Resucitado que debe colocarse en relación con la montaña de la Tentación y con la montaña de la Transfiguración. Se anticipa, así el Señorío de Jesús, tema principal que se desprenden de las palabras que éste pronuncia.

Lejos del centro de la dirigencia religiosa, Jesús se encuentra con los Once. El número es el resultado de la sustracción de Judas de la cifra original de los Doce discípulos y significa la totalidad de los seguidores de Jesús que no defeccionaron. Todos ellos son beneficiarios de la experiencia del Resucitado.

Ante esa experiencia su actitud es una mezcla de adoración y de duda. Como Pedro ante el embate de las olas (cf Mt 14,23-33), la comunidad lleva en su seno estos dos sentimientos contradictorios. Ambos son los dos únicos textos de Mateo que combinan los verbos que se refieren a esos dos sentimientos.

Las palabras de Jesús se dirigen a fortalecer la fe comunitaria desde un encargo en que están implicados tres personajes: Jesús, el círculo de los discípulos y «todos los pueblos». Respecto a sí mismo, Jesús afirma que ha recibido «plena autoridad en el cielo y en la tierra» (v. 18). Para el evangelista, la autoridad ocupa un puesto importante en la presentación de Jesús. Este, al inicio de su actividad, había rechazado la última propuesta del diablo en orden recibir «todos los reinos del mundo» (cf Mt 4,8-10), los discípulos habían visto actuante en Jesús el significado del poder divino pero debían mantenerlo en secreto (cf Mt 16,28-17,9). Ahora es el momento de la proclamación de ese señorío, recibido por Jesús del Padre.

Los elementos que subrayan el universalismo son acumulados en este breve pasaje. Junto a «cielo y tierra» y la mención de los «pueblos» se da una significativa repetición del término «todo», «plena autoridad» (v. 18), «todos los pueblos» (v. 19), «todo lo que les mandé» (v. 19), «cada día» (v. 20). La obediencia al querer divino confiere a Jesús un señorío universal que se ejerce sobre toda realidad creada.

Este señorío universal es el fundamento para la existencia de la realidad eclesial. El encuentro con Jesús Resucitado establece la Iglesia en el momento de la irrupción gratuita y definitiva de Aquel que ha sido entronizado a la derecha del Padre. De esta forma se inicia una nueva era con la presencia definitiva del Enmanuel, el Dios con nosotros.

Este «relato de vocación» de la comunidad eclesial describe la transmisión que le hace Jesús de «todo su poder». Gracias a él pueden convocar a nuevos discípulos mediante el bautismo y la enseñanza. Por el bautismo, Jesús había iniciado el cumplimiento definitivo de la justicia del Reino (Mt 3,15), igualmente el bautismo cristiano injerta a cada bautizado en la misma dinámica. Junto al bautismo, el otro rasgo característico de la existencia cristiana es la «enseñanza». No se trata de una teoría que se debe proclamar, sino de la Buena Noticia del Reino frente a la cual todo creyente es un seguidor al que se exige un comportamiento coherente. Se trata de «guardar todo lo que les mandé». De esa forma, toda obra y palabra de Jesús se convierten en punto de referencia que se debe tener presente en la propia vida.

El mandato de Jesús compromete a toda la comunidad eclesial y la responsabiliza frente a todas las naciones. Aunque ya iniciado en el círculo de los discípulos, el señorío de Jesús no puede agotarse al interno de la vida de las comunidades cristianas. Para ello cuenta con la asistencia de su Señor: «Yo estaré con ustedes». Esta asistencia suministra el coraje necesario para superar todos los temores y tempestades y confiere un ámbito ilimitado para la actuación de la salvación.

Pero para ello, se exige de la Iglesia la misma obediencia de Jesús. Sólo en el rechazo del poder de dominio, en la obediencia filial al Padre, podrá realizar su tarea. Este «manifiesto» final del Señor Resucitado liga íntimamente la misión de la Iglesia al camino recorrido históricamente por Jesús de Nazaret, Hombre y Dios.

Para una explicación más sencillamente catequético-hermenéutica de la Ascensión ofrecemos este texto complementario, de Leonardo Boff, sobre la Ascensión, que sigue muy de cerca al exégeta católico Gerhard LOHFINK:

http://servicioskoinonia.org/biblico/textos/ascension.htm

El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 130 de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Sobre las nubes del cielo». El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://untaljesus.net/texesp.php?id=1600130 Puede ser escuchado aquí: http://untaljesus.net/audios/cap130b.mp3

Para la revisión de vida

-Que el Dios del señor Jesucristo os dé espíritu de sabiduría e ilumine los ojos de vuestro corazón par que comprendáis cuál es la esperanza...: pedir insistentemente ese espíritu de sabiduría, y la luz que ilumine los "ojos del corazón", para "comprender la esperanza"...
-Superar todo resabio de espiritualismo y toda falta de fe; combinar adecuadamente en mi vida el cielo y la tierra, el idealismo y el realismo, la utopía y el compromiso, la escatología y la historia..

Para la reunión de grupo

- La Ascensión del Señor, ¿fue un hecho histórico, físico, espiritual, teológico...?
- ¿Cuál es el mensaje fundamental del misterio de la Ascensión?
- La tierra es el único camino que tenemos para ir al cielo... Comentar esta famosa sentencia del famoso misionólogo P. Charles.
- [El "texto complementario", de Boff, que sugerimos (http://servicioskoinonia.org/biblico/textos/ascension.htm), se presta muy bien a ser utilizado como una sesión de estudio bíblico, porque, sobe el caso concretote la Ascensión, involucra varios temas fundamentales de la comprensión de la Biblia, así como otros respecto a la cosmovisión -cielo, tierra, tiempo, eternidad...-.]

Para la oración de los fieles

- Para que los cristianos no perdamos de vista al Señor Jesús, el hermano mayor a quien pretendemos seguir, roguemos al Señor...
- Por todos los cristianos que están "ahí plantados mirando al cielo", descuidando los problemas de la tierra, y pensando que los asuntos de este mundo les distraen de los bienes celestes; para que superen el espiritualismo dualista...
- Por los hombres y mujeres que sólo miran a la tierra, para que nuestro testimonio de una fe que no aliena sino que libera les lleve a descubrir que la fe es capaz de humanizar y dar profundidad a sus vidas...
- Para que los cristianos sepamos combinar adecuadamente el cielo y la tierra, el más allá y el más acá, la trascendencia y la inmanencia, la fe y las obras, la esperanza y el compromiso aquí y ahora...
- Para que la fe en la victoria de la vida sobre la muerte nos dé una reserva de esperanza inclaudicable que contagie a nuestros hermanos...

Oración comunitaria

Oh Dios, Padre nuestro y de nuestro hermano mayor Jesús; danos tu Espíritu de sabiduría, e ilumina los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llamas, cuál la riqueza de la gloria que das en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de tu poder para con nosotros. Por nuestro Señor J.C.

SEGUIR LEYENDO LA NOTA

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A: "Glorificado"



El piloto y cosmonauta ruso Yuri Alexéievich Gagarin, primer ser humano que viajó al espacio, el 12 de abril de 1961, a bordo de la nave Vostok 1, comentaba que no había visto a Dios por ninguna parte durante su vuelo. Podemos pensar, erradamente, que la ascensión de Jesús fue subir literalmente hacia el cielo, por la creencia de que Dios está allá arriba en algún lugar, sentado en su trono rodeado de ángeles. Así nos lo han mostrado las representaciones artísticas, las películas, muchas predicaciones fantasiosas y la creencia popular.

Ubicándonos en el mundo antiguo, la ascensión era una forma narrativa de la época para realzar el fin glorioso de un gran hombre. Dichas narraciones tenían el siguiente esquema: 1) Se describe una escena con espectadores. 2) El personaje famoso dirige sus últimas palabras al pueblo, a sus amigos o a sus discípulos. 3) Es arrebatado al cielo. La narración de Lucas, no es la única. Tito Livio, historiador, presenta a Rómulo, primer rey de Roma, ascendido en una nube y venerado posteriormente como dios. De igual manera es presentada la ascensión de Heracles, Empédocles, Alejandro Magno y Apolonio de Tiana. En la literatura bíblica encontramos a Elías (2Re 2,1-18), así como una breve referencia a Henoc (Gen 5, 24).

Entonces ¿la narración de Lucas fue un invento y debemos archivarla? ¡No! Lo que narró Lucas no fue una verdad histórica sino una verdad teológica. Con el relato de la ascensión él quiso decir que Jesús había sido glorificado. La resurrección y la ascensión son un mismo acontecimiento narrado en distintos tiempos y con distintos matices para dar una enseñanza de manera pedagógica. Toda esa historia fantástica, propia del mundo antiguo, quiere indicarnos que a Jesús, el condenado y asesinado en la cruz, Dios lo resucitó, puso todo bajo sus pies y le dio la primicia absoluta, haciéndolo cabeza de la Iglesia, como dice la segunda lectura. A ese hombre que no quiso ser Dios, que no quiso ser rey y que comprendió que no había venido a este mundo para ser servido sino para servir, Dios lo había exaltado como Señor de la nueva creación y cabeza de la nueva humanidad.

En este sentido, el cielo no es un lugar al que iremos si nos portamos bien, sino una situación en la que seremos transformados si nos abrimos a la gracia y al amor de Dios. Con la ascensión no se dice que se haya anticipado a la ciencia moderna y hubiera emprendido un viaje hacia el espacio. Jesús subió al cielo, quiere decir, Jesús está en Dios, triunfante, glorificado. Nube aquí no es un signo meteorológico, es el signo de la presencia de Dios (Ex 25,15; 1Re 8,10; Mc 9,7).

¿Jesús ascendió y está sentado a la derecha de Dios? ¡Claro que sí! Está en Dios, en la gloria del Padre porque cumplió a cabalidad su voluntad salvífica (Mc 16,19). Él está allá, ahora nos toca a nosotros. Leemos este relato no sólo para contemplarlo y menos para quedarnos en discusiones triviales, sino para animarnos continuar su obra salvadora. Una y otra vez se ha repetido: éste es el tiempo de la Iglesia, ahora es nuestro turno como discípulos y misioneros. Éste es el tiempo de la Iglesia. ¿Qué hacen ahí parados mirando al cielo? le reclamaron los personajes a los apóstoles en Galilea. ¿Qué hacemos como cristianos y como Iglesia ante los acontecimientos de nuestra ciudad, de nuestro país, de nuestra aldea global? Cuidado con quedarnos parados mirando al cielo, cuidado con convertir la iglesia, comunidad de amor, en una institución anquilosada, anacrónica, cerrada a los signos de los tiempos y en pieza de museo. Cuidado con convertir el Evangelio y su punzante aguijón en un analgésico.

Esto no es tarea fácil y nos podemos desviar de camino. Por eso, necesitamos el espíritu de la sabiduría y la revelación, la luz en el corazón, la riqueza y el esplendor del amor de Dios para conocer cada vez más sus caminos (Ef 1,17-18 – 2da lect.).

Y como no somos capaces por nuestras propias fuerzas, contamos nada más y nada menos que con la fuerza de Dios. Se trata, como dice Pablo (Ef 1,19-21) del mismo poder y de la misma fuerza que Él desplegó al resucitar a Cristo de entre los muertos y darle asiento a su derecha en el cielo, por encima de todos los tronos y grandezas, poderes y autoridades, y de todos los seres en este mundo o en el otro. Esa es una poderosa razón para mantener viva la esperanza en la construcción de una humanidad nueva. Esa es una poderosa razón para comprometernos como Iglesia en la Causa de Jesús.

En el Evangelio encontramos una teofanía (manifestación de Dios) del resucitado en una montaña. Como la montaña de la tentación del poder (Mt 4,8), la montaña de las bienaventuranzas (Mt 5,1ss), o la montaña de la transfiguración (Mt 17,1ss). La actitud de los discípulos ante Jesús glorificado no fue la misma: unos se postraron, es decir, le creyeron y pusieron toda su confianza en Él, y otros dudaron.

El mensaje del Evangelio es muy concreto y diciente: a Jesús, quien rechazó la tentación del poder y llevó una vida pobre en el espíritu, le ha sido entregado todo poder en el cielo y en la tierra. En medio de un mundo que exalta a los hombres exitosos sin importar que estos hayan depuesto la dignidad de muchos seres humanos por exaltar sus bajos instintos de poder, el Evangelio presenta como paradigma a Jesús muerto y glorificado, el único que tiene verdadero poder en el cielo y en la tierra.

Inmediatamente viene el envío misionero de Jesús a sus discípulos en un monte de la mal vista y despreciada Galilea de los gentiles. Él sabe para qué es la autoridad. El pleno poder que Dios le ha dado a Jesús lo emplea no para vanagloriarse sino para enviar a sus discípulos a todos los pueblos con una misión muy concreta: bautizarlos, es decir, incorporarlos a una comunidad discipular, y enseñarles a guardar todo los que él ha mandado. El envío misionero viene acompañado de una promesa muy alentadora: “Yo estoy siempre con ustedes hasta el fin de los tiempos.” (Mt 28,20). Él no nos prometió la ausencia de problemas y la paz perpetua, es más, muchas veces insistió en la necesidad de asumir la cruz. Pero sí nos prometió su presencia hasta el fin de los tiempos, es decir, hasta la victoria final, hasta que en Cristo todas las cosas lleguen a su plenitud.

SEGUIR LEYENDO LA NOTA

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A: ¿Subir o bajar? ¿Arriba o abajo?



La Ascensión del Señor parece que nos invita a mirar al cielo, arriba. El Señor resucitado se ha ido. Dejó solos a los apóstoles. Da la impresión de que ya para siempre, los creyentes, los seguidores de Jesús, deben permanecer así: mirando al cielo. Es como si hoy celebrásemos la despedida final, el último adiós a Jesús. Si la muerte no le separó del todo de nosotros porque a los tres días celebramos la resurrección, ahora sí, a los cuarenta días, el adiós es de verdad. El grupo de los discípulos queda sólo y abandonado, en lo alto de un monte.

Estaré siempre con vosotros

Pero no es así. Nada de eso. El Evangelio termina con una afirmación contundente de Jesús: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. No dice “estaréis conmigo en el cielo” sino “yo estoy con vosotros”. Está con nosotros aquí abajo. Siempre. No es tiempo, pues de sentirse desolados, abandonados, tristes ni cabizbajos. No es tiempo de quedarse mirando al cielo como el que se ha quedado compuesto y sin novia.
Es tiempo de bajar, de volver la vista a la vida, de andar los caminos, de ser testigos, de ir y hacer discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Él camina con nosotros. Él no nos deja de su mano. Él se hará presente en nuestras vidas por el Espíritu Santo que nos enviará.

Estaban comiendo juntos

Esa presencia tiene momentos en que se siente especialmente cercana. No puede ser un detalle casual el que el autor de los Hechos de los Apóstoles sitúe la escena de la ascensión de Jesús en el marco de una comida. Así comienza: “Una vez que comían juntos...”.
Las comidas son muy importantes en el Evangelio. Recordemos las comidas de Jesús con los pecadores, las multiplicaciones de los panes, las bodas de Caná. Recordemos el momento solemne de la última cena, los encuentros de los discípulos con Jesús resucitado en el lago, cuando los esperaba a la orilla con un pez sobre las brasas, y a los dos de Emaús que lo reconocieron “al partir el pan”.
Estas comidas son todas ellas eucaristías, celebraciones de la fraternidad del Reino, del encuentro con el Padre que crea una relación nueva entre los que participan en ellas. La Eucaristía ha quedado para la comunidad de los creyentes como el momento culminante de experimentar esa presencia de Jesús en nuestra vida.

Anunciar el Reino: vivir a Dios como Padre

Hoy, veinte siglos más tarde, es en la Eucaristía donde podremos experimentar la fuerza del Espíritu que nos haga comprender la esperanza a la que estamos llamados, la riqueza de gloria que se nos ofrece en herencia y la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros. Hay que leer y releer la lectura de los Efesios de este domingo. En ella está la clave de lo que somos, de lo que significa el paso de Jesús por nuestras vidas. Aquellos pescadores quedaron convertidos en apóstoles. Y los que no veían más allá de sus redes llenas de agujeros predicaron el mensaje de la esperanza y la vida, del amor de Dios por todos los rincones del mundo conocido.
Bajaron del monte y salieron por los caminos a predicar el Reino, a invitar a todos a conocer a Jesús, a hacer que los que se encontrasen con ellos experimentasen el amor de Dios y se sintiesen como lo que son: hijos e hijas de Dios. Los discípulos bajaron del monte y se mezclaron en el río de la vida con los hombres y mujeres de su tiempo para compartir con ellos “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias”, como nos ha recordado la Constitución Pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II. Así el Reino se va haciendo vida y realidad en nuestro mundo.

SEGUIR LEYENDO LA NOTA

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A: Homilia


PISTAS HOMILÍA DOMINICAL
Jorge Humberto Peláez, S.J.

* La liturgia de hoy celebra la fiesta de la Ascensión del Señor. La descripción más completa de este acontecimiento salvífico la encontramos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, el cual nos transmite las primeras experiencias de la comunidad apostólica.

* Antes de profundizar en el sentido de la Ascensión, quiero decir una palabra sobre su ubicación dentro de las celebraciones pascuales. Recordemos que en la Biblia los números están cargados de simbolismo:

- Al principio de la cuaresma les decía que el número 40 significaba un ciclo o proceso completo. En la Biblia se nos cuenta que el diluvio duró 40 días con sus noches; el pueblo de Israel peregrinó por el desierto durante 40 años; Jesús se dispuso interiormente para iniciar su ministerio ayunando y orando durante 40 días; la Iglesia se prepara durante 40 días para la celebración de los misterios pascuales, y a este periodo lo llamamos Cuaresma.

- En este contexto simbólico, la liturgia ubica la fiesta de la Ascensión 40 días después de la resurrección de Jesús. Así se quiere expresar que Jesús cumple su éxodo o peregrinación pascual durante 40 días, durante los cuales se aparece repetidas veces a sus discípulos y les da las últimas instrucciones antes de ir al Padre.

* La Ascensión es un momento más del único misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesús. Hay que celebrar esta fiesta dentro del contexto pascual. ¿Cuál es el significado de la Ascensión? Podemos decir que hay dos niveles de significación: para Jesús y para nosotros.

* Veamos, en primer lugar, qué significa la Ascensión para Jesús:

- La Ascensión es la afirmación de la plena soberanía espiritual y cósmica de Jesús resucitado, a quien el Padre constituye Señor de la historia y cabeza de la nueva humanidad.

- Este reconocimiento de Jesús lo expresa elocuentemente San Pablo en el texto de la carta a los Efesios que acabamos de escuchar: “…resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud de lo que acaba todo en todos”

- Lo que celebramos en esta fiesta es la plena glorificación de Cristo, junto al Padre, al que retorna una vez cumplida la misión que le había sido confiada.

* Nuestro vocabulario es terriblemente limitado para expresar estos misterios. Para que seamos conscientes de estas limitaciones del lenguaje, quiero referirme a las palabras “Ascensión” y “cielo”:

- Cuando usamos la palabra “Ascensión” de alguna manera tenemos en el imaginario los misiles que viajan por el espacio o la exploración de los astronautas…

- Jesús resucitado no se remontó a los cielos en el sentido físico de los misiles o de los viajes de los astronautas; él no habita en un asteroide o en una remota galaxia.

- Por eso algunos teólogos prefieren hablar de “glorificación” o “exaltación”, en lugar de utilizar la palabra “Ascensión” para evitar las ambigüedades del lenguaje.

- También el uso de la palabra “cielo” es problemático porque lo asociamos con un lugar geográfico; por eso, cuando hablamos del cielo miramos hacia arriba y cuando hablamos del infierno miramos hacia abajo.

- El cielo no es un lugar sino un estado; consiste en estar junto a Dios, verlo, gozarlo, amarlo por toda la eternidad.

- Nuestras limitadas palabras humanas se quedan cortas. Por eso San Pablo expresa, en su Primera Carta a los Corintios que “ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman”.

- En síntesis, la Ascensión es la fiesta en la que celebramos la glorificación de Jesús.

* Demos un paso adelante y preguntémonos ¿qué significa la Ascensión para nosotros?

- El texto de los Hechos de los Apóstoles dice: “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, recibirán fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo”.

- La Ascensión significa, pues, para nosotros un mandato misionero. Debemos anunciar al mundo la buena noticia de Jesús resucitado, la cual no queda circunscrita a un pueblo, como sucedió en el Antiguo Testamento, sino que desborda todas las fronteras geográficas y culturales.

* Como Jesús conocía muy bien la frágil condición humana, nos da como regalo, antes de su partida, el don del Espíritu Santo, quien acompañará a la Iglesia en su peregrinar a lo largo del tiempo. Jesús continuará presente y actuante a través de su Palabra y de los sacramentos.

* Es hora de terminar nuestra meditación dominical en esta fiesta de la Ascensión. Alegrémonos porque Cristo ha sido exaltado como Señor del universo. Ahora él confía a nuestra responsabilidad la construcción de un mundo nuevo a partir de las bienaventuranzas. Asumamos con entusiasmo y responsabilidad la tarea. Y preparémonos para recibir el don del Espíritu Santo en la fiesta de Pentecostés.

SEGUIR LEYENDO LA NOTA

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A: La Santisima Trinidad


Publicado por Fundación Epsilon

Esto de la Trinidad, tal y como lo han predicado, suena a "música celestial". Es un misterio, se ha dicho; no hay quien lo entienda. Al fin y al cabo, por mucho que nos esforcemos, nunca vamos a poder desvelarlo. "Un sólo Dios y tres personas distintas. El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios".
Cuando para la mayoría de los cristianos el misterio de la Trinidad está entre paréntesis, hablar ahora de ella y de sus implicaciones en la vida ciudadana puede parecer el colmo de la paradoja. Pero, a pesar de todos los pesares, vamos a intentarlo porque, si creemos que el hombre está hecho a imagen de Dios, nos debe preocupar conocer su verdadero rostro para entender el nuestro.
Las ideas que tenemos de Dios, por regla general, no son demasiado cristianas, digámoslo abiertamente. Se han infiltrado en el cristianismo cuando éste se sumergió en la cultura griega. En el mejor de los casos son herencia del judaísmo.
Para unos Dios es "ese algo que mueve todo esto por ahí arriba", el principio y fin de todo, lo del "motor inmóvil" de Aristóteles, o aquello de la "inteligencia creadora" que apunta Platón en el Filebo. Para otros, Dios es alguien, pero implacable, irascible, celoso, vengativo, justiciero, aguafiestas, tapahuecos, inmóvil, impasible... Imágenes de un Dios cancelado por Jesús hace veinte siglos. Dios no es así.
Dios no es algo, sino alguien. Nos lo dijo Jesús: "Cuando oréis decid: Padre..." (en arameo, la lengua hablada de Jesús: "abbá" = papá). Que a Dios se le llamaba Padre estaba dicho y descubierto muchos siglos antes de Jesús. En oraciones sumerias como el Himno de Ur a Sin, dios lunar, el orante lo invoca como "Padre magnánimo y misericordioso en cuya mano está la vida de la nación entera". Lo nuevo y provocativo es que Jesús le llame "papá".
Pero hoy que está en crisis la imagen del padre, que hay crisis de autoridad, ¿debemos seguir hablando de Dios como Padre-papá? ¿No será contraproducente? ¿Qué clase de padre es Dios?
Dios, el Dios de Jesús, es padre, pero no paternalista ni autoritario. En esto radica la crisis de autoridad que atravesamos. Juan dice en su Evangelio: "El padre y yo somos una misma cosa" y Jesús dice a su Padre: "Yo sé que siempre me escuchas". La primacía del Padre en la Trinidad no se ejerce en menosprecio o anulación del Hijo, sino con una autoridad que resulta paradójica: "El Padre ama al Hijo y lo ha puesto todo en sus manos". Confianza y entrega plena es el clima de las relaciones entre Padre e Hijo.
Dios es también Hijo (palabra que proviene del latin "filius" y ésta de "filum"= hilo). Dicho de otro modo, Dios es dependiente. En toda familia, el hijo depende al nacer de los padres, pero para subsistir como persona tiene que cortar el cordón umbilical. Dependencia originaria y autonomía consecuente. En nuestra sociedad se da actualmente un rechazo del padre por parte de los hijos, de la autoridad por parte de los gobernados; se puede hablar ya de un mundo que abandona su ser patriarcal. ¿Y no será porque el padre corta la aspiración del hijo y porque el hijo, al subrayar su libertad, no reconoce su dependencia del padre? En la Trinidad divina no sucede así. El Hijo no rechaza al Padre. Es camino e imagen del mismo. "Quien me ve a mí ve al Padre". No hay dominación sufrida por el Hijo, ni anarquía reivindicada en Jesús. Hay amor que lo iguala todo, gracias al Espíritu.
Porque Dios, finalmente, es Espíritu. Como viento y fuego, calor, libertad, amor. Sin el Espíritu la relación Padre-Hijo se convierte en tortura y martirio de frialdad y desamor.
Y aquí es donde la Trinidad se convierte en lección de vida ciudadana. Autoridad y paternidad en nuestra sociedad, sí; pero no autoritarismo ni paternalismo. Dependencia de hijos a padres, pero sin atentar contra la autonomía de cada uno. Y sobre todo amor, libertad, escucha, calor de hogar.

SEGUIR LEYENDO LA NOTA

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A: “¿Qué hacen ustedes ahí plantados mirando al cielo?”

EL MENSAJE DEL DOMINGO
Por: Gabriel Jaime Pérez, S.J.

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: “Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 16-20).

1. La Ascensión del Señor

Las lecturas bíblicas de este domingo [Hechos 1, 1-11; Salmo 47 (46); Efesios 1, 17-23; Mateo 28, 16-20], se relacionan con lo que decimos en el Credo: que Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, después de haber padecido, muerto y resucitado, “subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre”.

Hay que entender lo que expresa esta fórmula en un sentido espiritual. No se trata de la subida física a las alturas de un superhéroe como los de las historietas, el cine y la televisión, sino de un misterio que consiste en la exaltación o glorificación de Jesucristo, quien como nos dice san Pablo en la segunda lectura, después de haber descendido a la condición de los muertos fue resucitado por Dios Padre para hacerlo en su naturaleza humana plenamente partícipe de la gloria divina, “sentándolo a su derecha en el cielo”: una imagen simbólica tomada de la costumbre que en aquellas épocas tenían los reyes de hacer subir y situar junto a su trono a quien se había distinguido por el cumplimiento cabal de una misión que le había sido encomendada.

2. “¿Qué hacen ustedes ahí plantados mirando al cielo?”

Del relato de los Hechos de los Apóstoles podemos destacar aquella frase que oyen al final los discípulos de Jesús: “¿Qué hacen ustedes ahí plantados mirando al cielo?” Esta pregunta se dirige hoy como en tiempos de Jesús, a la mentalidad equivocada de quienes se quedan plantados en una religiosidad estática que, por quedarse mirando al cielo sin tomar conciencia de los problemas de la tierra, no lleva a la acción comprometida con la construcción de una sociedad justa y equitativa.

Se trata por lo mismo de una invitación también a todos y cada uno de nosotros, para que nos pongamos en marcha con los pies en la tierra, dispuestos a colaborar activamente en la misión que Cristo resucitado le encomienda a su Iglesia: dar testimonio de Él “hasta los confines del mundo”, como dice Jesús en la primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Este compromiso es muy importante que lo conozca todo bautizado, y por lo tanto su conocimiento es parte especial de la educación en la fe. Por eso mismo, al coincidir el presente domingo con la “Jornada de la Infancia misionera” oremos por los catequistas responsables de la formación de los niños y niñas en su proceso de formación cristiana, para que sepan inculcarles el entusiasmo por ser testigos auténticos de la resurrección de Cristo con su comportamiento de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio.

3. Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

Hoy celebra también la Iglesia Católica la 42ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, establecida por el Concilio Vaticano II para promover anualmente los valores éticos en el uso de los medios modernos de comunicación.

Cada año la Santa Sede señala para esta Jornada Mundial un tema específico, desarrollado en un breve mensaje. El contenido completo del mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada de este año 2008, puede encontrarlo AQUÍ. Oremos para que, como concluye el mensaje pontificio,

“El papel que los medios de comunicación han adquirido en la sociedad debe ser considerado como parte integrante de la cuestión antropológica, que se plantea como un desafío crucial del tercer milenio. De manera similar a lo que sucede en el campo de la vida humana, del matrimonio y la familia, y en el ámbito de los grandes temas contemporáneos sobre la paz, la justicia y la tutela de la creación, también en el sector de la comunicación social están en juego dimensiones constitutivas del ser humano y su verdad. Cuando la comunicación pierde las raíces éticas y elude el control social, termina por olvidar la centralidad y la dignidad inviolable del ser humano, y corre el riesgo de incidir negativamente sobre su conciencia y sus opciones, condicionando así la libertad y la vida misma de las personas. Precisamente por eso es indispensable que los medios defiendan celosamente a la persona y respeten plenamente su dignidad. Más de uno piensa que es necesaria en este ámbito una "info-ética", así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica sobre la vida.

Se ha de evitar que los medios se conviertan en megáfono del materialismo económico y del relativismo ético, verdaderas plagas de nuestro tiempo. Por el contrario, pueden y deben contribuir a dar a conocer la verdad sobre el hombre defendiéndola ante los que tienden a negarla o destruirla. Se puede decir incluso que la búsqueda y la presentación de la verdad sobre el hombre son la más alta vocación de la comunicación social. Utilizar para este fin todos los lenguajes, cada vez más bellos y refinados, de los que los medios disponen, es una tarea entusiasmante confiada, en primer lugar, a los responsables y operadores del sector. Es una tarea que, sin embargo, nos corresponde en cierto modo a todos, porque en esta época de globalización todos somos usuarios y a la vez operadores de la comunicación social. Los nuevos medios, en particular la telefonía e Internet, están modificando el rostro mismo de la comunicación y tal vez ésta es una maravillosa ocasión para rediseñarlo y hacer más visibles, como decía mi venerado predecesor Juan Pablo II, las líneas esenciales e irrenunciables de la verdad sobre la persona humana”.

Finalmente, en la semana de oración por la unidad de los cristianos que comienza hoy y culmina el domingo de Pentecostés -la gran fiesta de la comunicación humana lograda por el Espíritu de Dios que hace posible el entendimiento entre las distintas lenguas y culturas gracias al lenguaje del amor-, oremos también para que los medios de comunicación sean factores positivos de la unidad entre todas las iglesias que profesan la fe en Jesucristo. -

SEGUIR LEYENDO LA NOTA

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A: Dios sigue presente


por Jesús Burgaleta
Palabra del Domingo. Homilías ciclo A. PPC. Madrid, 1983, pp. 111-113
Publicado por Libro de Arena

Jesús de Nazaret, presencia inimaginable de Dios en el mundo, se ha marchado. Ha realizado su vida, ha cumplido su misión, se ha colmado como persona. Su vivir en medio de la historia, como ser humano mortal, es un recuerdo; ha quedado en el pasado.
Pero, lo que verdaderamente era Cristo, su acontecimiento, su Espíritu –DIOS PRESENTE EN EL MUNDO, AMANDO AL HOMBRE Y EMPEÑADO EN QUE SE SALVE– continúa presente entre nosotros.
Dios sigue con su designio de realizar la misma obra que hizo con Jesús. Jesús y nosotros somos el numerador variable de un quebrado, cuyo común denominador es siempre el mismo: Dios-presente-y-entregado-al-mundo-para-salvarnos.
Dios sigue empeñado en su proyecto: QUE LA CARNE TENGA VIDA. Pero, no una vida cualquiera, sino esa vida cuya raíz y origen está en el mismo Dios.
El Dios, que tantos tenemos por alejado y misterioso, es el Dios presente en la carne. El Dios trascendente está presente en la vida de Jesús de Nazaret. Y desaparecido Jesús, Dios no retira su proyecto. Sigue decidido a estar presente en toda carne, a lograr que cada vida humana viva vida divina, a cristalizar en cada ser humano un «proyecto de Dios». Con Jesús Dios destapó el tarro de las esencias; pero no se ha escapado el aroma: ha sido recogido en el frasco de cada uno de nosotros.
El mismo Dios y la misma acción de Dios presente en Jesús, continúa hoy en los creyentes y en los hombres que viven con su estilo de vida. «Mientras yo voy a ti», a pesar de que Jesús se vaya, nosotros continuamos en el mundo. En nosotros continúa presente la «gloria de Dios»; en nosotros Jesús «es glorificado».
Esta presencia de Dios en nosotros actuando a favor del mundo, se realiza:
* Mediante el conocimiento del Padre. No es un simple conocimiento intelectual; hay muchos que creen conocer a Dios, porque tienen un concepto de él, que no les sirve para nada. Estamos llamados a vivir un conocimiento de amor, de relación, de diálogo y comunión. La relación que corresponde a un hijo, engendrado por Dios. En esta relación y comunión, con Dios, que nos lleva a vivir radicalmente como Dios vive y actúa, consiste la Vida que permanece: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti».
* Dios está presente, actuando, en los que guardan su Palabra. «Ellos han guardado tu Palabra«. La Palabra, que es el Proyecto de Dios anterior a todo, –«han conocido que yo salí de ti»–, tiene reservado a todo hombre un destino impresionante: vivir en comunión con Dios, tener vida de su misma Vida.
Los que vivimos la Palabra, la guardamos, la realizamos viviendo el principio de la Vida de Dios que es el amor, somos presencia de Dios en el mundo. Somos vida nacida del mismo Dios entregado y, en consecuencia, somos vida a favor de los demás. En nuestra entrega. En nuestro bien-hacer, Dios beneficia. En nuestra ayuda a los demás, Dios salva. En nuestra presencia activa al otro, Dios se hace presente y ama.
Comprendo que todos tengamos la tendencia a no querer enterarnos de esto. Supone para nosotros la suprema responsabilidad y la suprema dignidad.
Si Dios no aparece en torno nuestro por ningún lado, no nos quejemos. La presencia de Dios, aun siendo gratuita, depende de nosotros. Dios necesita, porque así lo quiere, de la carne, para manifestarse a la carne; de los hombres, para hacerse presente a nosotros. ¡Nos necesita para salvar!
El mismo Dios de Jesús continúa hoy presente en medio de nosotros. Pero, faltan hombres y mujeres que dejen traslucir esta presencia.
¿Habrá entre nosotros alguien que esté dispuesto a colaborar con Dios?

SEGUIR LEYENDO LA NOTA

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A: "Yo estaré con ustedes todos los días”

Encuentros con la palabra
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.


Hay personas a las que les cuesta, particularmente, las despedidas. Son momentos muy intensos, en los que se expresan muchos sentimientos que duermen en el fondo del corazón y tienen miedo de salir a la luz y expresarse de una manera directa. Pero, en estos momentos, saltan inesperadamente y sorprenden a unos y a otros... Despedirse es decirse todo y dejar que el otro se diga todo en un abrazo que contiene la promesa de seguir presente a pesar de la ausencia.

Salta a mi memoria, en esta solemnidad de la Ascensión del Señor, la poesía que Gloria Inés Arias de Sánchez escribió para sus hijos, y que lleva por título: «No les dejo mi libertad, sino mis alas». Como ella, el Señor se despide de sus discípulos, ofreciéndoles un abrazo en el que se dice todo y nos regala la promesa de su presencia misteriosa, en medio de la ausencia:

“Les dejo a mis hijos no cien cosechas de trigo // sino un rincón en la montaña, con tierra negra y fértil, // un puñado de semillas y unas manos fuertes // labradas en el barro y en el viento. // No les dejo el fuego ya prendido // sino señalado el camino que lleva al bosque // y el atajo a la mina de carbón. // No les dejo el agua servida en los cántaros, // sino un pozo de ladrillo, una laguna cercana, // y unas nubes que a veces llueven. // No les dejo el refugio del domingo en la Iglesia, // sino el vuelo de mil palomas, y el derecho a buscar en el cielo, // en los montes y en los ríos abiertos. // No les dejo la luz azulosa de una lámpara de metal, // sino un sol inmenso y una noche llena de mil luciérnagas. // No les dejo un mapa del mundo, ni siquiera un mapa del pueblo, // sino el firmamento habitado por estrellas, // y unas palmas verdes que miran a occidente.

No les dejo un fusil con doce balas, // sino un corazón, que además del beso sabe gritar. // No les dejo lo que pude encontrar, // sino la ilusión de lo que siempre quise alcanzar. // No les dejo escritas las protestas, sino inscritas las heridas. // No les dejo el amor entre las manos, // sino una luna amarilla, que presencia cómo se hunde // la piel sobre la piel, sobre un campo, sobre un alma clara. // No les dejo mi libertad sino mis alas. // No les dejo mis voces ni mis canciones, // sino una voz viva y fuerte, que nadie nunca puede callar. // Y que ellos escriban, ellos sus versos, // Como los escribe la madrugada cuando se acaba la noche. // Que escriban ellos sus versos; // por algo, no les dejo mi libertad sino mis alas...”

“Los once discípulos se fueron a Galilea, al cerro que Jesús les había indicado. Y cuando vieron a Jesús, lo adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó y les dijo: – Dios me ha dado autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.

SEGUIR LEYENDO LA NOTA

martes, 29 de abril de 2008

Evangelio del Día Comentado: Miércoles 30 de abril

EVANGELIO
Juan 16, 12-15

12Mucho me queda por deciros, pero no podéis con ello por el momento. 13Cuando llegue él, el Espíritu de la verdad, os irá guiando en la verdad toda, porque no hablará por su cuenta, sino que os comunicará cada cosa que le digan y os interpretará lo que vaya viniendo. 14El manifestará mi gloria, porque, para daros la interpretación, tomará de lo mío. 15Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso he dicho que toma de lo mío para daros la interpretación.

COMENTARIOS

I

12-13 «Mucho me queda por deciros, pero no podéis con ello por el momento. Cuando llegue él, el Espíritu de la verdad, os irá guiando en la verdad toda, porque no hablará por su cuenta, sino que os comunicará cada cosa que le digan y os interpretará lo que vaya viniendo».
El mensaje de Jesús tiene consecuencias que los discípulos aun no sacan y horizontes que no pueden vislumbrar. Todavía no saben cómo va a morir Jesús ni comprenden el sentido último de su muerte; tampoco perciben los efectos que ésta tendrá en todo el orden anterior.
Hay mucho terreno inexplorado en la verdad de Jesús, y sólo irá siendo conocido a medida que la vida coloque a la comunidad ante nuevos hechos o circunstancias. El Espíritu será el guía. No transmitirá una doctrina suya propia: él será la voz de Jesús, y en la verdad de Jesús les irá descubriendo a los discípulos virtualidades antes inadvertidas.
Al mismo tiempo, interpretará los acontecimieentos de la historia (lo que vaya viniendo) como dialéctica entre “el mundo” y el proyecto de Dios. Así irá guiando a los discípulos en su actividad en favor del hombre. Para acertar en lo que conviene, los discípulos han de estar atentos, por una parte, a lo que va ocurriendo en la sociedad y, por otra, a la voz del Espíritu que lo interpreta.

14-15 «É1 manifestará mi gloria, porque, para daros la interpretación, tomará de lo mío. Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso he dicho que toma de lo mío para daros la interpretación».
Para descubrir a los discípulos el significado de los acontecimientos históricos, el Espíritu manifestará la gloria de Jesús, es decir, pondrá en evidencia el amor que inspìró su vida y culminó en su muerte; porque sólo a través del amor se puede conocer el ser del hombre, interpretar sus acciones y poner las bases de la sociedad humana.
Jesús posee en común con el Padre, en primer lugar, la gloria-amor que le ha comunicado (1,14), la plenitud del Espíritu (1,32; cf. 17,10). No ha de concebirse como posesión estática, sino como relación dinámica de Jesús con el Padre, relación incesante y mutua, que hace de los dos uno (10,30) e identifica su actividad. Jesús realiza así las obras del Padre (5,17.36; 10,25), su designio creador (4,34; 5,30; 6,38-40). El criterio, por tanto, para interpretar los acontecimientos se concreta en su carácter favorable o desfavorable para la realización del ser humano, pues tal es el designio del Padre y la expresión de su amor.

II

Ya sabemos por Juan que el Espíritu Veraz es responsable de acompañar a los cristianos en su tarea de dar testimonio y resistir ante el mal en el mundo. El evangelio de hoy le añade al Espíritu tres nuevas tareas: guiarnos en el descubrimiento de la verdad, comunicarnos las cosas de Dios y ayudarnos a interpretar su Palabra. Las múltiples tareas del Espíritu Santo nos indican que la interpretación de la Palabra de Dios no se agotó en los discípulos ni en las primeras comunidades; ella sigue resonando hoy y mañana, aquí y allá. También hay que decir que la Palabra de Dios no está contenida únicamente en la Biblia. Dios sigue hablando hoy a través de los acontecimientos, los hermanos y la naturaleza. Para comprender esta Palabra, es necesario interpretarla y actualizarla teniendo en cuenta tres criterios: invocar la compañía del Espíritu Santo, tener como claves de interpretación el amor y la justicia, y actualizarla de acuerdo a la realidad y la cultura del pueblo que la acoge. Interpretar la Palabra de Dios al pie de la letra, hacerle decir lo que nosotros queremos que diga, o manipularla para justificar injusticias, opresión y muerte, es un pecado grave. (Mt 5,19; St 2,10-11).

SEGUIR LEYENDO LA NOTA

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A: Ascensión del Señor

“Claves para lectio divina para jóvenes”
Proyecto Lectionautas
CEBIPAL/CELAM – SOCIEDADES BÍBLICAS UNIDAS
Padre Germán Eduardo González, frp.
Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan
vida. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6)

TEXTO BÍBLICO Mateo 28, 16 - 20
La misión de los discípulos

16 Los once discípulos se fueron a Galilea, al cerro que Jesús les había indicado. 17 Cuando se encontraron con él, lo adoraron, aunque algunos de ellos todavía dudaban de que realmente fuera Jesús.
18 Pero él se acercó y les dijo:
«Dios me ha dado todo el poder para gobernar en todo el universo. 19 Ustedes vayan y hagan más discípulos míos en todos los países de la tierra. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 20 Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he enseñado. Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo.»


1 - LECTURA

¿Qué dice el texto?
Pistas para la lectura

¡Hola Lectionautas!
Saludos cordiales en Cristo Resucitado, que venciendo las cadenas de la muerte y las tinieblas del pecado nos ha hecho partícipes de la grandiosa esperanza en la vida eterna.
Imagínense que un buen día sucede algo inesperado y papá y mamá (o quienes sean el responsables del lugar donde vives) tienen que salir durante un mes de la ciudad y te hacen responsable de todas las actividades de la casa. Absolutamente de todo, ¿Te imaginas cómo te sentirías querido Lectionauta, si te dejan una lista de actividades y te hacen responsable por primera vez en tu vida del manejo de la casa?. Frente a todas estas cosas parecería como si quisieras decir: “¡Por favor no se vayan, no me dejen solo con toda esta responsabilidad!” Pues bien, algo parecido sucedió en la Ascensión del Señor. Si hemos hablado de los padres que se van de la casa durante algún tiempo, esta lectio divina se realiza hoy sobre el tema de la relación entre Cristo que ya está en los cielos y la Iglesia que peregrina en la tierra.
Volvamos al ejemplo… Los padres de familia estarán fuera durante unas semanas y quien queda encargado de cuidar la casa eres tú, pero anhelas que vuelvan cuanto antes. Esto es exactamente lo mismo que sucede a los apóstoles… Jesús se va y, en adelante, los encargados de realizar lo que debería estar haciendo Jesús son sus discípulos.
El Señor también le deja una lista de actividades a sus discípulos, que aunque mucho más corta que la lista que les hice como ejemplo, es mucho más compleja: “Ustedes vayan y hagan más discípulos míos en todos los países de la tierra. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he enseñado. Yo estaré siempre con
ustedes hasta el fin del mundo.”
Parecería como si Jesús les estuviera diciendo: “Yo ya hice mi parte, ahora hagan la de ustedes, pero no se preocupen que yo los estaré observando, bendiciendo e iluminando.” Empieza un nuevo proceso en el que Jesús sigue siendo protagonista, pero los responsables de llevarlo a cabo son los discípulos que se van de dos en dos por todo el mundo a anunciar la buena nueva de la salvación.
¿Qué harán los discípulos entonces? Pues lo que Jesús estaría haciendo en persona: pregonando la alegría de la salvación, perdonando los pecados, predicar con alegría y convirtiendo muchos corazones con la fuerza de la palabra y la del testimonio de vida.
Ahora es la comunidad de creyentes la que debe hacer y decir, del mismo modo que el decía y hacía. Esta es la nueva misión que compete no solo a los personajes bíblicos, sino también a todos los que profesamos nuestra fe en la Iglesia y en la adorable persona de Nuestro Señor Jesucristo.
Para tener presente:

San Agustín tiene una frase muy bonita que resume de especial manera todo lo que acabamos de abordar en esta Lectio Divina. Te recomiendo aprenderla de memoria y enseñarla a tus familiares y amigos:
“Lo que hay de Cristiano en un Cristiano es Cristo.”
Esta frase nos ayuda a ser consientes que lo que hacemos en nombre de Cristo, no se realiza por nuestros propios méritos, sino gracias a la acción del Resucitado que por medio del Espíritu Santo obra maravillas en nosotros.

Otros textos bíblicos para confrontar:
Mateo 18, 20
Juan 14, 18 – 21.

Preguntas para la lectura

• ¿Qué fue lo que hicieron los discípulos en el monte que Jesús les había indicado cuando lo vieron?
• Jesús habla de un lugar en donde se le ha dado poder ¿Qué lugar es este?
• ¿Qué tareas concretas encomienda Jesús a sus discípulos antes de irse?
• Jesús nos habla en esta lectura respecto de un tiempo en que estará con nosotros ¿Recuerdas cuál es ese tiempo?


2 - MEDITACIÓN
¿Qué me dice? ¿Qué nos dice?

Preguntas para la meditación
Ante este texto tan importante, debo preguntarme:
• ¿Me siento satisfecho de la manera como yo mismo pregono las maravillas del Señor?
• ¿Siento que la invitación de Jesús a sus discípulos también es una invitación para mi?
• Como cualquier persona se que tengo responsabilidades en mi casa pero ahora sé que también tengo responsabilidades en mi vida de fe… ¿Cumplo con esas responsabilidades?

3 - ORACIÓN
¿Qué le digo? ¿Qué le decimos?

Señor Jesús.
Sabemos que al subir al cielo, no nos dejaste solos con la responsabilidad a nuestras espaldas. Sabemos que sigues con nosotros, acompañándonos, amándonos, comprendiéndonos.
Hoy Señor Jesús, te pedimos que nos hagas pregoneros incesantes de tu palabra, que nuestra vida sirva para testimoniar el inmenso amor que tu nos tienes.
Danos sabiduría para no dudar ni un solo instante de lo maravilloso que es tu amor. Danos fortaleza para no desfallecer en nuestro camino de fe. Danos entendimiento para comprender cada día mejor lo que esperas de nosotros.
Amén.

4 - CONTEMPLACIÓN
¿Cómo interiorizo el mensaje? ¿Cómo interiorizamos el mensaje?

• En un rato de meditación, intenta imaginar lo que experimentaron los discípulos al sentirse responsables de una misión tan importante como la que nos narra el texto de la Lectio Divina del día de hoy.
• Piensa de qué manera has respondido a la invitación que te ha hecho Jesús, la de ser testigo de su amor.
• ¿Qué sentimiento experimentas al escuchar la frase de Jesús “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo?

5 – ACCIÓN
¿A qué me comprometo? ¿A qué nos comprometemos?

Propuestas personales
• Invita a una persona que no sea participativa de las cosas de la Iglesia a dialogar algunos momentos respecto de la persona adorable de Nuestro Señor Jesucristo.
• En este mismo diálogo, siente que la invitación de Jesús a anunciar las maravillas de su amor es especialmente hecha para ti.
• Analiza el diálogo luego de terminado y piensa en las cosas que le dijiste y reflexiona en torno a ello.
• Realiza este mismo ejercicio con algún familiar que este alejado de las prácticas religiosas… “No tengas miedo”.

Propuestas comunitarias
• Lee con otros jóvenes o lectionautas este texto y coméntalo en grupo.
• Redacten juntos una oración por las misiones y los misioneros y oren con ella.
• Pregúntense si el Señor los esta llamando a ustedes a ser los nuevos misioneros del año 2008.
• La Iglesia en América Latina comienza LA GRAN MISIÓN CONTINENTAL, pregunta cómo puede tu grupo ser parte de la misma.
• No olviden que la misión empieza por casa.

SEGUIR LEYENDO LA NOTA

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A: HACER DISCÍPULOS DE JESÚS

por José Antonio Pagola
Publicado por Libro de Arena

Mateo describe la despedida de Jesús trazando las líneas de fuerza que han de orientar para siempre a sus discípulos, los rasgos que han de marcar a su Iglesia para cumplir fielmente su misión.
El punto de arranque es Galilea. Ahí los convoca Jesús. La resurrección no los debe llevar a olvidar lo vivido con él en Galilea. Allí le han escuchado hablar de Dios con parábolas conmovedoras. Allí lo han visto aliviando el sufrimiento, ofreciendo el perdón de Dios y acogiendo a los más olvidados. Es eso precisamente lo que han de seguir trasmitiendo.
Entre los discípulos hay «creyentes» y hay quienes «vacilan». El narrador es realista. Los discípulos «se postran». Sin duda, quieren creer, pero en algunos se despierta la duda y la indecisión. Tal vez están asustados, no pueden captar todo lo que aquello significa. Mateo conoce la fe frágil de las comunidades cristianas. Si no contaran con Jesús pronto se apagaría.
Jesús «se acerca» y entra en contacto con ellos. Él tiene la fuerza y el poder que a ellos les falta. El resucitado ha recibido del Padre la autoridad del Hijo de Dios con «pleno poder en el cielo y en la tierra». Si se apoyan en él, no vacilarán.
Jesús les indica con toda precisión cuál ha de ser su misión. No es propiamente «enseñar doctrina». No es sólo «anunciar al resucitado». Sin duda, los discípulos de Jesús habrán de cuidar diversos aspectos: «dar testimonio del resucitado», «proclamar el evangelio», «implantar comunidades»…, pero todo estará finalmente orientado a un objetivo: «hacer discípulos» de Jesús.
Esta es nuestra misión: hacer «seguidores» de Jesús, que conozcan su mensaje, sintonicen con su proyecto, aprendan a vivir como él y reproduzcan hoy su presencia en el mundo. Actividades tan fundamentales como el bautismo, compromiso de adhesión a Jesús, y la enseñanza de «todo lo mandado» por él, son vías para aprender a ser sus discípulos. Jesús les promete su presencia y ayuda constante. No estarán solos ni desamparados. Ni aunque sean pocos. Ni aunque sean sólo dos o tres.
Así es la comunidad cristiana. La fuerza del resucitado lo llena todo con su Espíritu. Todo está orientado a aprender y enseñar a vivir como Jesús y desde Jesús. El sigue vivo en sus comunidades. Sigue con nosotros y entre nosotros curando, perdonando, acogiendo… humanizando la vida.

SEGUIR LEYENDO LA NOTA

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo A: LA HORA DE LA GLORIFICACIÓN

Por Monseñor Oscar Romero
Queridos hermanos:

INTRODUCCION: LLEGA A CORONARSE LA OBRA DE CRISTO

El año litúrgico, que vamos siguiendo domingo a domingo, está hoy en la semana culminante. La Ascensión de Cristo celebramos este domingo, y el próximo domingo, la venida del Espíritu Santo. La obra de Cristo que anunció antes de Navidad el gran misterio del Dios que se hizo hombre que nos conmovió durante esos días felices de la Navidad y de la Epifanía, el misterio de un Hombre-Dios que muere en una cruz y resucita por nosotros; fue preparado durante toda una Cuaresma y desde la Pascua, Sábado Santo en la noche, hasta hoy, Ascensión y Pentecostés, cincuenta días de plenitud, de júbilo, de esperanza, llega a coronarse la obra de Cristo. Y éste es el sentido de la fiesta de hoy.

Asistamos pues, a nuestra liturgia dominical con espíritu nuevo a alentar en esta fuente de santidad, de regocijo, de alegrías profundas, nuestro caminar en la historia. Por eso, este cuidado que debe tener el predicador de la homilía de ir iluminando con ese misterio de Cristo, que siendo el mismo porque es eterno, las realidades concretas de la historia. Es un deber, difícil muchas veces, porque esa luz de la redención que ilumina nuestro paso en la tierra muchas veces tiene que iluminar cosas muy desagradables. Pero tiene que hacerlo, sino, no fuera del Evangelio la luz del mundo, la lámpara de nuestro paso.

HECHOS DE LA SEMANA

Por eso me alegro citar y hacer como el ambiente de nuestra reflexión de la Palabra y del misterio que celebramos, los hechos concretos en que se ha movido nuestra semana. La realidad a veces es agradable, -no siempre, pero generalmente una realidad que muchas veces choca horriblemente con los grandes designios del amor de Dios-, que quisiera de nuestra Patria y del mundo, una ciudad iluminada por una civilización de amor, una antesala, un camino hacia ese destino que hoy, precisamente, nos marca la Ascensión del Señor.

¿Por dónde ha peregrinado el pueblo de nuestra Arquidiócesis durante esta semana?

MUERTE DEL P. LADISLAO SEGURA

Quiero, ante todo, traer al recuerdo de esta misa y para encomendarlo a la oración de todos, la memoria muy querida del Padre Ladislao Segura. Cuando el domingo pasado predicaba aquí, todavía ignoraba el triste acontecimiento de su muerte repentina en un cuarto de la casa de la Iglesia del Carmen en Santa Tecla, donde iba a pasar siempre el sábado por la tarde y por la noche, para cumplir religiosamente ese deber de todo religioso: la vida comunitaria. Los jesuitas, que por su trabajo muchas veces viven un poco individualmente, tienen el deber de ir a convivir cada semana o cada quince días a sus casas de comunidad. Y el Padre Segura era muy fiel a esa ley. El sábado por la tarde allá estaba con sus compañeros, los jesuitas de la Iglesia del Carmen en Santa Tecla. Y la noche del sábado la ocupaba para preparar su homilía del domingo, para estudiar, hombre que siempre se preocupó de estar al día en las ciencias eclesiásticas. En su escritorio de muerte se encontraron documentos preparatorios de la reunión de obispos en Puebla en octubre de este año y unos apuntes de su homilía para el domingo hace ocho días, y para el día del trabajo el lº de mayo. Murió, pues, mientras trabajaba, murió trabajando. Por eso se dijo en su funeral, el lunes, que era un bello símbolo del trabajo.

Yo quiero destacar en su vida, estos tres grandes aspectos: El pescador de vocaciones, como lo llamaron los seminaristas en su programa del viernes por radio, pescador de vocaciones. ¡Cuántos sacerdotes hoy y cuántos alumnos del Seminario Mayor y Menor deben a la intervención del P. Segura con sus familias, con sus párrocos, el haber encontrado y cultivado su propia vocación sacerdotal!

Otro aspecto es su solicitud por la vida religiosa. Las comunidades, sobre todo de religiosas, encontraron un sólido apoyo y orientador en el P. Segura.

Y un tercer aspecto es el hombre de la doctrina sólida. Consejero de todo aquel que con preocupaciones teológicas o canónicas se acercaba, y con la prudencia del verdadero sabio no daba la respuesta inmediatamente, sino que pedía tiempo para estudiar y consultar y así salían esos consejos, esas orientaciones tan seguras para quien buscaba allí un apoyo doctrinal, disciplinario, canónico.

Que el Señor le conceda, pues, el eterno descanso. Y yo pido a Uds., que oremos mucho por él, sobre todo, a la comunidad de la Colonia Dolores donde el P. Segura, además de estas características meritorias, fue un verdadero pastor de aquel sector de nuestra ciudad.

JORNADA MUNDIAL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION SOCIAL

Otro aviso para este domingo es que hoy en toda la Iglesia Universal se está celebrando la Jornada Mundial de los Medios de Comunicación Social. Lamentablemente no hemos tenido propaganda pero baste al menos esta palabra para llamar la atención de todos los católicos acerca de un uso crítico, consciente, de los medios de comunicación social. Quiero decir, que esos medios maravillosos como son el periódico, la radio, la televisión, el cine, donde grandes masas humanas están comunicando un pensamiento, muchas veces son instrumentos de confusión. Esos instrumentos, artífices de la opinión común, muchas veces se utilizan manipulados por intereses materialistas y así se convierten en mantenedores de un status injusto, de la mentira, de la confusión; se irrespeta uno de los derechos más sagrados de la persona humana que es el derecho a estar bien informado, el derecho a la verdad. Ese derecho es el que cada uno tiene que defender por sí mismo haciéndose crítico al manejar los medios de comunicación social. No todo lo que está en el periódico, no todo lo que se ve en el cine o en la televisión, no todo lo que nos dice la radio, es verdad. Muchas veces es precisamente lo contrario, la mentira.

De allí que el hombre crítico sabe depurar para no envenenarse con todo lo que cae en sus manos. Esta es la conciencia que se quiere despertar hoy en el día de la comunicación social, que tengamos lectores del periódico, críticos; que sepan decir esto es mentira, esto no conviene con aquello que dijeron ayer; esto es tergiversación porque yo he visto lo contrario. Ser críticos es una de las características necesarias de hoy y por esa conciencia crítica que la Iglesia trata de sembrar, es por lo cual la Iglesia está teniendo conflictos muy serios porque los intereses, naturalmente dominadores, quisieran mantener adormecida una masa y no tener hombres críticos que sepan discernir entre la verdad y la mentira. Y yo creo que nunca como ahora había existido en el mundo, sobre todo en nuestro ambiente, una lucha -diríamos- lucha a muerte entre la verdad y la mentira. A eso se reduce el conflicto de la hora actual: La verdad y la mentira. No olvidemos que Cristo dijo esta gran palabra: "La verdad os hará libres". "Busquemos siempre la verdad".

Hay un dicho de San Agustín que me parece que es muy oportuno en nuestro tiempo: "liventer credimus pos credere volumus", que quiere decir: "que con mucho gusto creemos lo que queremos creer". Por eso se hace tan difícil creer la verdad porque muchas veces no quisiéramos creer la verdad, molesta la conciencia; pero la verdad aunque moleste hay que aceptarla y hay que querer creer en ella para que el Señor nos bendiga siempre con esa libertad de quien ama la verdad y no vende la verdad, la pluma, la voz, el medio de comunicación, al mejor postor, al que da más dinero, al interés, al materialismo. ¡Lástima tantas plumas vendidas, tantas lenguas que a través de la radio tienen que comer y se alimentan de la calumnia porque es la que produce! La verdad muchas veces no produce dinero sino amarguras, pero vale más ser libre en la verdad que tener mucho dinero en la mentira.

EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACION

Se acerca el día del Seminario, el próximo domingo día de Pentecostés, será un día de la juventud. Ya hemos estado anunciando que el sábado de esta semana, a las 8 de la noche, aquí en la Catedral, tendremos la ceremonia de confirmación de jóvenes. Hay unos 200 jóvenes preparándose con verdadero espíritu a recibir ese sacramento del Espíritu Santo. Invito a todo el pueblo de Dios para que renovemos entonces ese sacramento que recibimos muy chiquitos y que no nos dimos cuenta, pero que tiene tanta responsabilidad, la fuerza, el don del Espíritu Santo. Por eso, los que ya lo recibimos, vamos a renovar nuestra conciencia de ser confirmado nuestro compromiso de defender nuestra religión: Para eso se da la confirmación. Y 200 jóvenes nos darán el ejemplo de prepararse como se debe de preparar un hombre para recibir un sacramento tan importante. Por eso hemos dispuesto que desde Adviento, o sea, diciembre en adelante, no se dará el sacramento de Confirmación a menores de 15 años para que con toda conciencia lo sepan recibir y sepan responder a una gracia tan singular.

EL ÁNGELUS

Quiero avisarles con gusto que desde este domingo, primer domingo de mayo, al medio día, vamos a rezar juntos el Ángelus, a través de la radio. Les invito a que a las doce en punto, sintonicen sus aparatos de radio en la YSAX, La Voz Panamericana, para que junto con su Pastor y unidos con el Papa que también lo hace al mediodía en Roma todos los domingos, recemos este saludo a la Virgen orando por tantas necesidades de la Iglesia. Será una manera de cultivar nuestra devoción a la Santísima Virgen, hoy tan necesaria. Y en mayo, de manera especial debe caracterizar las verdaderas personas católicas devotas de la Madre de la Iglesia.

PREPARACION DEL PRIMER ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL PADRE ALFONSO NAVARRO

El once de mayo, o sea el jueves de esta semana, vamos a cumplir un año de la muerte del Padre Alfonso Navarro y de Luisito Torres, allá en el convento de Miramonte donde fueron cruelmente baleados. Para eso se está preparando una concelebración el jueves de esta semana, a medio día, aquí en la Catedral. Y desde el 3 de mayo se está celebrando con mucho entusiasmo un novenario de misas patrocinados por las diversas comunidades de la capital a las 7 de la noche, todas estas noches, en la Iglesia de la Colonia Miramonte.
A este propósito también tengo mucho gusto en anunciarles que se ha publicado un folleto de 92 páginas con el título de Testimonio, en el cual se dan unos rasgos biográficos muy interesantes, del espíritu que animó el sacerdocio de este joven que murió en plena floración de sacerdocio: Alfonso Navarro. Les invito a conocer su verdadera vida en esas páginas, ya que tanto en este caso como en el caso del Padre Grande, hay mucho interés en desfigurar el ministerio sacerdotal de estos dos verdaderos mártires: porque eso significa mártir: el que ha sido matado en odio de la fe. Y no hay duda que porque tuvieron el valor de predicar la verdad y señalar los pecados del mundo, tenemos estos dos sacerdotes acribillados por la bala criminal.

Del Padre Grande también ya se publicó un folleto muy interesante que está siendo reproducido en las páginas de la Crónica del Pueblo, un periódico valiente que está haciendo este honor al Padre Grande, publicado allí, por entregas, la vida de este verdadero apóstol de nuestra Arquidiócesis.

EN LA PARROQUIA DE LA PALMA

Quiero avisarles, con agradecimiento a la comunidad de la parroquia de la Palma en el departamento de Chalaneando, que he tenido una alegría muy grande cuando los visité ayer todo el día. Conviví de veras con una comunidad renovada, inquieta de conocer el pensamiento de Dios en la Biblia y de asimilarlo cada vez más. Una Iglesia llena y unos alrededores de la Iglesia rebosantes, también, de gente. Alguien me decía: "Mire, esta gente ha venido de muy lejos y no la han traído en camiones, han venido por su propia cuenta y con qué gusto están aquí pasando el día, y hasta muy noche tendrán aquí su vigilia. Y si puede quedarse a la vigilia -lástima, ya no tenía tiempo- usted sentirá esta noche, comunidades que vienen más todavía; cantar canciones piadosas muy propias inspiradas en la realidad en que la Iglesia peregrina aquí, en estas pintorescas alturas cubiertas de pinos de la Palma, en el norte de Chalatenango".

RECONOCIMIENTO A MONS. LUIS CHAVEZ Y GONZALEZ

También no podía faltar mi palabra para congratularme con Mons. Luis Chávez y González, que ha sido declarado por nuestra Asamblea Legislativa, se le ha concedido -dice textualmente- la calidad de "ciudadano meritísimo de la República de El Salvador" por sus servicios relevantes prestados a la Patria." ¡Cómo no nos va a alegrar el triunfo de un hermano, sobre todo, de un predecesor por el que guardo tanto respeto y tanta admiración! Y precisamente, porque lo quiero mucho y lo admiro mucho, hubiera querido para él un homenaje más limpio de intenciones. ¿Qué se esconde en este título? Hubiera querido un homenaje más lógico en sus antecedentes porque soy testigo de sus lágrimas y de su dolor en los últimos días de su Arzobispado. Hasta me dijo: "¡Véngase pronto a tomar ésto porque esto está terrible!". Se le estaban expulsando sacerdotes, no se le atendía por teléfono. Fueron los últimos días del Arzobispado de Monseñor muy dolorosos.

Por eso, creo que el honor que ahora se le hace, sino es una verdadera reparación, es una falta de sinceridad si no se lleva a sus consecuencias el homenaje de un hombre que proclamó con mucha valentía la situación social de nuestro ambiente. Y, por eso, nuestra radio católica ha comenzado ya a poner en actualidad -ya que la Asamblea nos ha autorizado- toda la doctrina y la línea pastoral de Mons. Chávez que tanto se le criticó y que, sin embargo, es la que está dando la pauta para seguir un camino que yo recibí -como se lo dije- como rica herencia que trataré de cuidar y cultivar. Por eso, al declararlo "ciudadano meritísimo", creo que se canoniza también por la Legislativa, su proceder, su doctrina, su línea pastoral, y, por tanto, se ratifica el camino por donde vamos siguiendo lo que él nos dejó.

También creo que sería lógico, con su defensa del pobre y del que sufre, que la Asamblea acelerara la amnistía que un grupo de abogados ha pedido y que derogara la Ley de Orden Público que está autorizando tantos atropellos. Eso no está de acuerdo con Mons. Chávez. Y sería bueno que si ahora vuelve a la actualidad este gran Pastor de nuestra Arquidiócesis, se tuviera en cuenta que la causa de sus sufrimientos está en pie y que su título de "ciudadano meritísimo" vale la pena que se le considere para quitar la causa de tantos ciudadanos, hermanos de él, que sufren la marginación y otros atropellos.

LA HORA DE LA GLORIFICACIÓN

Este es el marco histórico de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad para ver ahora a Cristo en este triunfo glorioso que se llama la Ascensión. Yo titularía mi homilía de hoy, con este nombre: La hora de la glorificación. Sí, hoy es la hora de la glorificación para Cristo.

Poco antes de morir, el Jueves Santo, Cristo dijo esta plegaria: "Padre, te he glorificado en la tierra cumpliendo la obra que me habías encargado. Ahora Tú, Padre, dame junto a tí la misma gloria que tenía a tu lado antes que comenzara el mundo". Cristo sintió el jueves Santo en la noche que su hora de glorificación había llegado. Para Cristo, la pasión humillante que lo llevó hasta la cruz y su resurrección gloriosa que lo lleva hasta estar sentado a la derecha del Padre, es la glorificación completa. Una Pascua que sale de una tumba dolorosa, una cruz humillante que florece en esplendor de gloria. Un cristiano no puede olvidar que la gloria de Cristo tiene una base dolorosa: la cruz. Y por eso, el sufrimiento de la Iglesia y el dolor de los cristianos siempre tiene una perspectiva de gloria y de esperanza. No lo olvidemos.

Y yo quiero ver en las palabras de hoy, tres aspectos de esta glorificación:

1º.- Cristo es glorificación de Dios.

2º.- Cristo es glorificación del hombre.

3º.- Cristo es glorificación del universo.

Así se presenta en una perspectiva universal, profunda, bellísima, la Ascensión del Señor.

1º CRISTO ES GLORIFICACIÓN DE DIOS

"SE ME HA DADO PLENO PODER EN EL CIELO Y EN LA TIERRA..."

Mirémoslo, no nos cansemos de contemplar esta figura que nos presenta el evangelio. Acercándose a ellos les dice: "Se me ha dado pleno poder en el cielo v en la tierra". Y la primera lectura nos describe también este momento glorioso de la vida de Cristo: "Lo vieron levantarse hasta que una nube se los quitó de la vista". Este es el panorama que no debe de desaparecer de nuestra mirada todo este día. Contemplémoslo así, hermanos. Si no hiciéramos otra cosa que como los apóstoles, mirarlo de hito en hito camino del cielo, repitiendo: "todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra" y encumbrarse hasta estar sentado a la derecha del Padre, este domingo marcaría nuestra vida en una hora de contemplación. No hay belleza más grande que un Cristo glorificado. ¡No hay pensamiento más noble para el cerebro del hombre, no hay amor que ennoblezca tanto el corazón del hombre y de la mujer, como el pensamiento y el amor que se lleva en pos de sí este Hijo del Hombre, en el cual Dios habitó en toda su plenitud!

"PEDIMOS A DIOS QUE OS ILUMINE, OS DÉ ESPÍRITU DE SABIDURÍA Y REVELACIÓN..."

Ese Cristo que sube al cielo -digo en primer lugar- es gloria del Padre, gloria de Dios, gloria en el Espíritu Santo. Por eso, la segunda lectura en que San Pablo analiza esa glorificación de Cristo, nos invita a rezar mucho: "pedimos a Dios -dice- que os ilumine, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo".

Hermanos, yo les digo con toda confianza en esta mañana, que lo que más le pido a Dios en mi pobre oración y lo que yo suplico a mi pueblo cuando dicen que rezan por mí, es que me haga instrumento de esta revelación. Yo no quiero predicar otra cosa más que el conocimiento de Cristo nuestro Señor. Si de ese conocimiento de Cristo tengo que iluminar las realidades de mi Patria, no es lo principal el peregrinar de la tierra sino la visión de Cristo que ilumine nuestro peregrinar; eso sí, pero que no lo perdamos de vista. Y yo llamo otra vez la atención a mi querido auditorio, el auditorio sobre todo que me escucha para pesquisarme, para ver en qué caigo, que se fijen que lo principal de mi predicación quiere ser presentar la revelación de Cristo, que éste es mi deber, predicar a Cristo. Y le pido -como San Pablo- "el espíritu de sabiduría y revelación para que ustedes y yo lo conozcamos cada vez más y en Él conozcamos -dice San Pablo- la fuerza poderosa que Dios desplegó en Cristo resucitándolo y sentándolo a su derecha y en el cielo, por encima de todo".

EN CRISTO, DIOS ES GLORIFICADO

En Cristo, Dios es glorificado. No tenemos una idea exacta de Cristo mientras no comprendamos que Él es el hombre que encarnó la relación con el Padre celestial y hacer lo que Él hacía: orar mucho, darle gracias al Padre, hacer depender de Él todo cuanto el hombre tiene. Esto es la gran revelación que Cristo trajo: enseñamos las relaciones del hombre con Dios. Por eso, cuando en el momento culminante, cuando en que se desenlaza toda su vida de pobreza y de sacrificio, Dios lo glorifica, lo resucita y lo sienta a su derecha -una expresión bíblica para decir que lo hace participante íntimo de su poder-, entonces vemos que Dios es glorificado en Cristo como Él pidió en la última cena: "Padre, te he glorificado, ahora dame Tú mismo la gloria que tenía antes de la creación". Antes que el mundo fuera creado Cristo ya existía como Dios- como hombre comenzó a vivir en las entrañas de una mujer, en la Virgen; pero como Dios, dice San Juan en el prólogo de su evangelio: "En el principio ya existía". Un pretérito que nos está diciendo su permanencia eterna: "ya vivía en el Seno de Dios, glorificado en Dios". Si por amor a los hombres vino a vestirse de hombre, ahora la ascensión lo que hace es glorificar esa humanidad, esa alma y ese cuerpo creados el día de la encarnación en las entrañas de María. Ese hombre es envuelto en la gloria de aquel hijo que vivía en la eternidad. "Glorifícame con la gloria que tenía antes de la creación". Y todo aquel esplendor de la eternidad envuelve la gloria del cuerpo y del alma de Cristo. Allá en el cielo, a la derecha del Padre, participando del poder de Dios, hay un hombre con manos como nosotros, cabeza como nosotros, que piensa como nosotros, un hombre glorificado, ésta es la Ascensión.

EN ESE HOMBRE, DIOS HA OSTENTADO SU PODER

En ese hombre, Dios ha ostentado su poder. Poder de Dios es ver a Cristo crucificado, es el poder del amor. Y saliendo de la tumba venciendo a sus enemigos, el poder de Dios que vence; y subiendo a los cielos y glorificándolo y haciéndolo depositario de toda su potencia de Dios, Cristo es la gloria del Padre, Cristo es la gloria de la divinidad, es el hombre que atesora la riqueza de Dios.

Hermanos, si con sólo esto tengo yo para predicar ¿qué voy a buscar yo cosas mezquinas, pequeñas de la tierra? ¿qué va a andar buscando la Iglesia rivalidades con el poder de la tierra, con las riquezas de la tierra si poseemos a aquel que existía antes que existieran los hombres v existieran las cosas, si poseemos al que es todo y en el que se ostenta la potencia de Dios? El que no comprenda a Cristo, no podrá tener una voz liberadora ni podrá tampoco sentir la grandeza que todo hombre debe sentir por encima de todas las pequeñeces de la tierra. Esto es Cristo: gloria del Padre, gloria de Dios que se refleja en Él. Por eso San Pablo pide al Señor que les dé a sus cristianos la gracia de conocerlo y de conocer el poder con que Dios ostentó sus maravillas en nuestro Señor Jesucristo.

DIOS QUIERE QUE LAS HISTORIAS DE LOS PUEBLOS COINCIDAN CON SU HISTORIA DE SALVACIÓN

Por eso, ese Dios que tiene designios de amor y de salvación para los hombres, quiere que las historias de los pueblos coincidan con su historia de salvación. No es lo mismo, pero sí se vale de la historia de los pueblos para inyectar su historia de salvación. Él quiere salvar con su potencia de salvador ostentada en Cristo, a los hombres de todas las naciones, viviendo ellos una historia limpia de pecado.

Y esto lo vemos en la primera lectura de hoy cuando los apóstoles se acercan a Cristo para hacerle esta pregunta un poco insolente: "¿Es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?". Y Cristo contesta: "No toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerzas para ser mis testigos". Osea, van dos historias, la historia de Dios que no coincide con las fechas y los cálculos de los hombres y la historia de los hombres que debía de estar preocupada de insertarse en la historia de la salvación, creer en Dios. A pesar de las negruras de nuestra historia, Dios tiene su historia y hará resplandecer su gloria sobre la oscuridad de nuestra historia patria.

No coincide con nuestra preocupación su designio salvador, Él salvará a aquellos que esperan en Él, a aquellos que se entregan a sus designios, a aquellos que aman a su Cristo sin preocuparse de las fechas, de las horas, de los proyectos, de la política que los hombres construyen. El político cristiano, el sociólogo cristiano, el técnico cristiano, eso sí, debe tener la preocupación de hacer coincidir con la política de su patria, con la historia de su patria, con la técnica de su suelo, el gran proyecto de Dios para elevar lo salvadoreño hasta lo divino, para darle a nuestra historia fuerza de salvación. No habrá salvación para los salvadoreños si no ponen su esperanza y su fe en aquel que es el Señor de la historia, en aquel que es la clave de la salvación de todos los problemas.

Por eso, el Concilio Vaticano II dice que no hay que confundir progreso temporal y crecimiento del reino de Dios. Es cierto. Una cosa es el progreso temporal, que haya bellos edificios en San Salvador, que haya buenas carreteras en la patria, aeropuertos, etc., pero sí -dice-, se preocupa de que todo este progreso temporal coincida con el reino de Dios; porque cuanto mejor progresa un pueblo humanamente, también se dispone para ser materia que Dios salva. Por eso, mientras vayan en una descoyuntura tremenda el progreso material del pueblo y los designios de Dios para salvar al mundo, no estamos haciendo lo que Dios quiere. Mucho progreso, sí,pero poca moral. ¡Se olvida que el hombre y Dios es lo principal del progreso!

Podíamos decir muchas cosas más, bajo este capítulo: Cristo, gloria de Dios, pero quiero pasar al segundo aspecto de esta glorificación de Cristo.

2º CRISTO ES GLORIFICACION DEL HOMBRE

CRISTO HA SIDO GLORIFICADO Y TODOS LOS HOMBRES EN ÉL

Cristo, glorificación del hombre. En la oración de la misa de hoy expresaba esto, en latín se dice mucho más lacónico y más expresivo "Co procesit gloria capitis, eo spes vocatur et corporis". Quiere decir que adónde ha llegado ya la gloria de la cabeza, hacia allá tienden en esperanza los miembros del cuerpo. Es como una cabeza que ha entrado ya en la gloria y que en pos de sí va arrastrando a todos sus miembros, todos sus cristianos. Cristo ha subido a los cielos no sólo para ser glorificado Él, sino para que todos los hombres se glorifiquen en Él. Los que van muriendo, si mueren amigos de Cristo unidos a su gracia y su verdad, incorporados a Él, su cielo ya está seguro. La ascensión no ha terminado, cada vez que muere un cristiano hay ascensión.

Esta mañana ha muerto una gran colaboradora que yo tenía en San Miguel, la niña Choncita Asturias, yo pido para ella una plegaria; pero sé que ella, en este domingo de Ascensión, es un miembro, humilde mujer del pueblo, pero que ahora es gloria en Cristo. Y el Padre Segura, yo decía en la misa del lunes pasado: la hora de la glorificación de Cristo no ha terminado, cada vez que muere una persona como el Padre Segura, hay glorificación de Cristo, es un ser humano que se glorifica de esa gloria del subido a los cielos.

Pero al mismo tiempo que nos llama en esperanza al cielo, Cristo se ha quedado con nosotros. Así como la cabeza es vida del cuerpo y del pie, aunque el pie tenga su planta en el suelo, es la misma vida de la cabeza. Y esto debe llenarnos de alegría cuando la cabeza nuestra ha subido a los cielos, nosotros, sus pies que todavía peregrinamos en la tierra, sentimos que Cristo está presente. Esto lo encuentro también hoy en las lecturas y podía decir: hay una transformación de la presencia de Cristo. Ya no lo verán los apóstoles con aquella presencia física que los llevaba a tocarlo, a comer con Él, que conocían su mirada, su modo de caminar. No nos dejaron ni siquiera un retrato de Cristo. ¿Cómo era Él? No lo sabemos, pero quizás es providencial que no lo conociéramos físicamente, porque este día de la Ascensión, Cristo transforma su presencia en el mundo. De una presencia física se hace una presencia que llamaríamos mística. Cuerpo místico de Cristo se llama esta Iglesia porque Él vive aquí, en nosotros.

PRESENCIA MÍSTICA DE CRISTO EN LA TIERRA

El evangelio de hoy dice, repitiendo las palabras de Cristo: "Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". ¡Qué consuelo este más grande! Yo estoy con vosotros. Pero un joven me preguntaba. ¿Dónde está? yo lo quisiera ver. Sí lo ves -le digo- es la Iglesia, es el predicador, es el confesor que absuelve pecados, es la mano del sacerdote que bautiza, es la palabra y el consejo, la presencia de un cristiano, de un pueblo en misa, es Cristo el que está aquí en la Catedral y en todas las comunidades donde hoy la fe de los cristianos los une en tomo del altar, Cristo que está en la hostia que voy a levantar para que la adoremos. "Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del mundo".

Y hay otra cosa más bella todavía, ¿cómo es esa presencia mística de Cristo aquí en la tierra? Yo les invito a que esta semana lean con cariño la segunda lectura de San Pablo y vean allí en los versículos 17 al 19, donde Pablo pide el conocimiento de la fe para los cristianos "para que conozcáis -fíjense estas palabras- cuál es la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros y comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama". A Cristo ya no lo vemos caminar por esta tierra con sus pies físicos, pero Cristo sigue caminando y su presencia entre nosotros es todo ésto: esperanza, riqueza de gloria, grandeza de poder. La Iglesia por eso va tan confiada, no se apoya la Iglesia en los poderes de la tierra, en las riquezas de los hombres: se apoya en Cristo que es su esperanza, la riqueza de su gloria. la fuerza de su poder.

Cristo vive aquí, no con una presencia física limitada a un pueblecito de Palestina, Cristo vive ahora en cada cantón, en cada pueblo, en cada familia donde haya un corazón que ha puesto en Él su esperanza, donde hay un afligido que espera que pasará la hora del dolor, donde hay un torturado, hasta en la cárcel está presente en el corazón del que espera y ora. Cristo está presente ahora con una presencia mucho más viva que cuando peregrinó 33 años entre nosotros.

Cristo vive, hermanos, y vive en su Iglesia glorificado a la diestra del Padre, presente, hecho esperanza y fuerza entre sus peregrinos de la tierra. Esta es la glorificación del hombre en Cristo.

CRISTO JESÚS, VOLVERÁ

¿Qué aflicción puede haber entonces para nosotros que somos el Cristo de la Historia? Y yo veo también esta presencia, hermanos, y me llena mucho el corazón recordarla entre ustedes en la primera lectura. Cuando los ángeles bajan a avisarle a los apóstoles que se han quedado estáticos contemplando aquél Cristo que se los arrebató una nube, como diría el gran poeta español Fray Luis de Granada: " la nube envidiosa que le arrebató a la mirada de los hombres la belleza de ese Cristo". No lo veremos más, mejor dicho los ángeles dijeron una gran palabra que inauguró una historia: "Varones de Galilea, ¿qué estáis contemplando al cielo? Ese Jesús que así ha subido hoy a los cielos, volverá". Volverá, qué bella palabra que inspira toda la mística de la esperanza: la Iglesia peregrina al encuentro del Señor. Volverá, ella sabe que volverá, no a padecer ni a ser humillado, volverá como juez de la historia, volverá a llenar de realidad la esperanza del que confió en Él, volverá lleno de amor para abrazar en un amor eterno al que vivió amándolo a Él. Vale la pena ser cristiano porque Cristo volverá.

Desde la Ascensión del Señor se ha inaugurado la fase última de la historia. Ya estamos en ella, desde hace veinte siglos. Tanto era así que los primeros cristianos pensaron que era inminente. Y San Pablo tiene que corregirlos: "No, si no sabemos cuándo será". Pasarán siglos, pero es cierto que ya se inauguró el fin del mundo. Desde que Cristo subió a los cielos y ha dejado a los hombres en la esperanza de su retorno, la historia vive su última hora, la fase definitiva, la hora de la Iglesia. Es la Iglesia la encargada de mantener en los hombres esa espera. Por eso dentro de poco, allí ante la hostia consagrada vamos a decir esa palabra del que espera: "¡Ven, Señor Jesús!". Esta es la esposa amada que espera al esposo que retorne del viaje para abrazarse y vivir juntos en la alegría que no tendrá fin. Hacia allá camina nuestra Iglesia peregrina, hermanos.

3º CRISTO GLORIFICACION DEL UNIVERSO
CRISTO ES LA CLAVE DEL UNIVERSO ENTERO

Cristo glorificación del universo, porque en los últimos versículos de la lectura de San Pablo, dice que Dios desplegó en Cristo su poder, sentándolo a su derecha en el cielo por encima de todo principado, potestad, fuerza. y dominación y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo sino en el futuro. Quiere decir, hermanos, que Cristo es la clave no sólo de la historia universal, es la clave del universo entero. Todo cuanto existe fue creado por Él y para Él. No olvidemos que Cristo es la explicación última de todo cuanto existe. Y por eso la redención que Cristo vino a operar no sólo es para salvar del pecado a los hombres sino para salvar de la esclavitud del pecado a la creación entera, que como dice San Pablo, está gimiendo bajo el pecado de los hombres.

El dinero es bueno pero los hombres egoístas lo han hecho malo y pecador. El poder es bueno pero el abuso de los hombres ha hecho del poder algo temible. Todo ha sido creado por Dios, pero los hombres lo han sometido al pecado. Y, por eso, la Ascensión de Cristo anuncia que la creación entera será también redimida en Él, porque Él dará la explicación de todo cuanto Dios ha creado y pondrá a los pies de Dios, al final de los tiempos, en el juicio final -que en eso consistirá el juicio final- el gran discernimiento entre el bien y el mal. El mal para ser eliminado definitivamente y el bien para ser asumido en la glorificación eterna de Cristo; o sea, que la Ascensión del Señor marca también la glorificación del universo.

El universo se alegra, el dinero se alegra, el poder se alegra, todas las cosas materiales: las fincas, las haciendas, todo se alegra porque vendrá el día en que el Juez Supremo sabrá redimir del pecado, de la esclavitud, de la ignominia, todo cuanto Dios ha creado. Y el hombre lo está utilizando para el pecado, para la ofensa de su propio hermano.

La redención está ya decretada y Dios ha llevado en el poder suyo a Cristo Nuestro Señor. Es un testimonio de la justicia final esta presencia de Cristo subido a los cielos.
LA GLORIFICACIÓN OPERADA EN CRISTO, LA HA ENCOMENDADO EN LA HISTORIA A SU IGLESIA

Decía, finalmente, hermanos, que esta glorificación de Dios, del hombre y del universo operada en Cristo, la ha encomendado Cristo en la historia, a su Iglesia. Y por eso nos dice San Pablo al terminar la lectura de hoy: "Lo dio a la Iglesia como cabeza sobre todo. Ella -la Iglesia- es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todo." La Iglesia es como la plenitud de Cristo. Nosotros estamos haciendo presente a Cristo porque somos su Iglesia. Y su Iglesia -diríamos- que es la zona, la zona donde la gloria de Cristo que es gloria de Dios, gloria del hombre y gloria del mundo se realiza ya. En esa zona, aunque no sea la más destacada del universo, aunque sea un pequeño puntito en la historia, el pueblo de Dios que Cristo ha constituido por el bautismo, forma el depositario de esta gloria de Cristo. Por eso la Iglesia predica el reino de Dios ya en esta tierra; porque ustedes, queridos hermanos y yo, hombres de la historia con pies en el polvo de tierra, con aflicciones de nuestras situaciones sociales, políticas y económicas, somos los hombres concretos, somos la creación concreta que Cristo está salvando en su Iglesia. Y la Iglesia tiene que predicar ese reino de Dios, esa glorificación de Cristo ya en la historia, ya en el mundo.

PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAR

Por eso les invito a que terminemos estas consideraciones fomentando en el corazón un pensamiento magnánimo: colaboremos con Cristo a hacer un mundo mejor. Hagamos del progreso de nuestra patria un progreso que sea pedestal de la gloria de la creación, haciéndolo cristiano. Trabajemos con espíritu cristiano. Amémonos mutuamente, construyamos una sociedad basada en una paz que se cimente en la justicia tal como Dios lo quiere y nuestra fe lo va a proclamar ya.

Pongámonos de pie y proclamemos nuestra creencia en Dios y en Cristo. Creemos en un solo Dios...

SEGUIR LEYENDO LA NOTA