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jueves, 12 de febrero de 2009

El lamento del Congo

Por George M. Anderson
Publicado por Mirada Global

Nueva York / Temas – A pesar de sus enormes recursos naturales, la República Democrática del Congo aún no se beneficia de ellas; la mayor parte de su población vive sumida en la pobreza. Ferdinand Muhigirwa, S.J., está familiarizado con el potencial que tiene el Congo, como también con los obstáculos que están retrasando el desarrollo económico del país. Él es el director de Cepas (Centre D’Études pour l’Action Social), una institución de investigación y acción social con sede en Kinshasa, la capital del país. Durante una visita a Washington D.C., habló sobre varios de los importantes temas que enfrenta su país.

Los recursos naturales del Congo incluyen grandes áreas forestales y depósitos de gas y petróleo, pero cuando nos reunimos, el Padre Muhigirwa habló principalmente de minerales. "Congo es especialmente rico en cobre, oro, cobalto y coltan" dijo (Coltan es una combinación de dos minerales de uso masivo en la industria electrónica para productos como los microchips de teléfonos celulares). "El Congo se pobre porque las multinacionales han explotado nuestros recursos sin darnos una justa parte de lo que se han llevado", explica. Estas compañías, con base en países como Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Sudáfrica y China, llegan y hacen estudios de las áreas en las cuales les interesa la actividad minera. "Luego hacen contratos con el gobierno para la explotación de minerales por períodos que llegan hasta los 20 o 30 años", dice, agregando que estos contratos no han beneficiado ni a la economía ni al pueblo congoleño.

El Padre Muhigirwa espera que el gobierno del presidente Joseph Kabila, el primer presidente elegido democráticamente en más de 40 años, lleve a cabo lo que él llama "una revisión más cuidadosa de los contratos mineros, porque las minas pertenecen al pueblo congoleño, quienes deberían beneficiarse de ellas". De acuerdo con el sacerdote, el sector minero es la clave para la generación del ingreso real de la nación, y el gobierno ha nombrado una comisión para determinar la mejor manera de hacerlo. En junio de 2007 el gobierno empezó una revisión formal de 60 contratos mineros firmados entre 1996 y 2003, para evaluar su legalidad y equidad y para decidir si los mantenían, renegociaban o cancelaban. "Lo que se necesita", enfatizó el Padre Muhigirwa, "es transparencia y responsabilidad para así terminar con la explotación y la corrupción que reinan actualmente."

LOS ESFUERZO DE LA IGLESIA

Cuando se le consultó sobre el rol de la Iglesia Católica en los esfuerzos por ayudar a que el país se beneficie de sus propios recursos, el padre Muhigirwa contestó que los obispos han jugado un rol muy importante. En su carta pastoral de julio de 2007, escribieron

En vez de contribuir al desarrollo de nuestro país y de beneficiar a nuestra gente, los minerales, el petróleo y la madera se han transformado en la causa de nuestra desgracia. ¿Cómo es que nuestros conciudadanos se encuentran sin compensación, desposeídos de sus tierras por el hecho que éstas han sido asignadas o vendidas a ésta o aquélla compañía minera? ¿Es acaso aceptable que los trabajadores congoleños sean tratados sin tener consideración por sus derechos y su dignidad como seres humanos?

Los obispos también han formado una comisión episcopal para monitorear el proceso de revisión de los contratos, para asegurar su transparencia. Y, dijo el padre Muhigirwa, "los obispos ahora le están pidiendo al gobierno congoleño que establezca condiciones para la renegociación que incluya además, respeto por sus obligaciones medioambientales."

EDUCACIÓN Y AGRICULTURA

El Padre Muhigirwa dijo que a pesar que todos los niños tienen derecho a educación primaria gratuita, en la práctica aún no es gratuita, porque muchos profesores tienen que contribuir a costear los salarios de los profesores, los que son demasiado escuálidos para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, vivienda, transporte y salud. "Hace dos años, el gobierno accedió a incrementar los salarios de los profesores", dijo el Padre Muhigirwa, "pero esto aún no se ha implementado." La situación es mucho más preocupante en las áreas donde están los valiosos minerales. Jóvenes, padres y profesores los buscan. Buscan los minerales en lo que se conoce como minería artesanal, esperando vender lo que encuentran a los comerciantes locales, quienes luego venden el mineral a las compañías mineras. "Como resultado, los jóvenes a menudo simplemente dejan de asistir al colegio" dijo el sacerdote.

Otro recurso que el Congo podría desarrollar es la agricultura. El suelo es muy fértil y la gente puede cultivar para la venta y para su propio consumo personal. Sin embargo, se topan con problemas de transporte e infraestructura. Hay demasiado pocos caminos por los cuales transportar el producto del campo a las ciudades; aún no se ha desarrollado un sistema de transportes adecuado. "El resultado" me comentó el Padre Muhigirwa, "son toneladas de arroz, maíz y otros cultivos se pudren en los campos.

Un problema relacionado, tiene que ver con los países europeos que exportan al Congo sus excedentes subsidiados, los cuales son vendidos a precios inferiores a los precios de los productores locales. "Nuestros mercados están inundados de pollos importados de Bélgica y pescado de Portugal, y por lo tanto la mayoría de la gente no puede comprar nuestros productos locales a causa de esta situación de comercio injusto", dijo el Padre Muhigirwa. En un esfuerzo por corregir esta situación, el gobierno ha iniciado negociaciones con países europeos, sembrando la esperanza que los productos africanos también pueden venderse allá. "Pero el cambio que trae la justicia económica demorará en llegar" dijo.

UNA SOCIEDAD CRISTIANA, DEMOCRÁTICA

Entre los signos de esperanza para el Congo está el proceso democrático, incluyendo la elección del presidente Kabila, 500 miembros del parlamento y 120 senadores. Un activo movimiento femenino, que ha recibido el apoyo de varias ONGs, ha hecho progresos significativos. "No obstante" dice el padre Muhigirwa, "la representación femenina en el gobierno es aún muy baja. Por ejemplo, de los 500 miembros del parlamento, sólo 42 con mujeres." La nueva constitución apela a la paridad en el área política, pero ésta aún no es una realidad. De los 33 candidatos a la presidencia, seis eran mujeres, dijo el sacerdote, "y ninguna de ellas obtuvo siquiera el 1% de los votos." Cepas, su propia organización, ha empezado a trabajar con ONGs de mujeres para ayudarlas a organizarse más efectivamente.

Los obispos se han comprometido a fortalecer la educación cívica en sus parroquias. "La gran cantidad de jóvenes en nuestra población es otra buena señal", dice el padre Muhigirwa. "Más de la mitad de los congoleños tienen 25 años": También señaló lo que llama "noticias positivas" sobre las vocaciones sacerdotales; sólo en Kinshasa, hay muchas congregaciones femeninas, "así es que la Iglesia está creciendo en este sentido", dijo. La Iglesia no trabaja en el vacío. "La relación con las iglesias protestantes también es buena" dijo el sacerdote, agregando que ellos también están involucrados en la educación cívica. Católicos y protestantes juntos son casi el 70% de la población del Congo.

ESPERANZAS DESTROZADAS POR LA VIOLENCIA

Sin embargo, rebeldes violentos en el este del Congo han ganado terreno en las últimas semanas, trayendo mortandad y caos, lo que ha hecho a miles de congoleños abandonar sus hogares. El conflicto puede ser el peor enemigo de la gente, porque prácticamente ha destrozado sus esperanzas de un gobierno democrático, de desarrollo económico y educación para sus hijos. La situación actual es desesperada.

Durante la última década, los conflictos civiles impidieron que el país se desarrollara como habría podido. Y la guerra que empezó en 1998, ligada a la explotación ilegal de recursos naturales, afectó a varios otros países africanos. El padre Muhigirwa dijo que el costo humano es "el más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial, con más de cinco millones de muertos, de acuerdo con el International Rescue Committee, 1,5 millones de personas desplazadas internamente, y sólo entre 2006 y 2007, una cantidad estimada de 40.000 casos de violación". Y eso fue en verano. Un esfuerzo diplomático coordinado logró que los insurgentes y el ejército congoleño firmaran un acuerdo de cese al fuego, pero fue un acuerdo frágil que no se mantuvo. Naciones Unidas tiene destinada en el Congo su fuerza de paz más numerosa, pero no ha sido capaz de mantener el ritmo.

En agosto, Laurent Nkunda, un general rebelde, se enfrentó al gobierno y ha hecho muchos progresos desde entonces. En el otoño sus tropas estuvieron a punto de capturar la ciudad de Goma, al este de Congo, cuando el mismo Nkunda declaró un cese al fuego. El 7 de noviembre, líderes de Naciones Unidas y África se juntaron en una sesión de emergencia en Nigeria e hicieron un llamado para finalizar el conflicto. Pero, tal como en su oportunidad dijo el Secretario General de Naciones Unidas, Ban-ki Moon, ha habido muchas reuniones y acuerdos, "Es una cuestión de voluntad política". Falta voluntad política de la parte de aquellos que pueden hacer el aporte. Los grupos rebeldes deben disolverse. Y mientras tanto, el pueblo del Congo debe esperar la ocasión de mejorar sus vidas.
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George M. Anderson, S.J., es un editor asociado de la revista America.

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